lunes, 20 de diciembre de 2010

La pureza


No abrir jamás la puerta del peligro,
tan sólo convivir con su advertencia
-su cerrada presencia silenciosa-
como con la lejana idea de la muerte.
No pensar demasiado en su inflexible
manera de existir sobre nosotros.
Al fondo del salón hay una puerta
que no debéis abrir. Pero mirarla
tuerce la voluntad hacia lo oscuro.
En tardes de silencio me he acercado
a imaginar su aliento en mis pulmones.
La noche que te odié, soñé que abría
y el hueco ciego y lento me observaba.
A su merced estaba mi tristeza.
Aquella sed oscura era mi alma,
la negra, la salvaje, la enclaustrada.
Puesto que amó la luz que nunca tuvo,
atrapó en el deseo las palabras:
mi alma dice voz, dice durmiendo,
dice azul, dice cielo y despedidas;
dice ¿vendrás conmigo alguna noche?
Y aquella oscuridad me perdonaba.
Me senté en los umbrales de sus ojos,
la acaricié despacio
como a un monstruo tranquilo tras su crimen
condenado al dolor y a una dulzura
que sabe a soledad.
Acogí entre mis manos su impúdica pureza,
la que no comerció con las palabras
ni mendigó el amor con la mirada.
La que nunca negó lo que escondía.

Dado el parón invernal en el que me encuentro perdida, puede que esta entrada sea la última del año.  Dejo aquí uno de los poemas que más quiero y un dibujo que hice para él.  Aprovecho para desearles una buena salida de este 2010 que aún nos ocupa y una perfecta entrada en el 2011.  Un poco de pureza no nos vendría mal, aunque intentar protegerla dé ya una especie de vergüenza estética.  Esperemos que ella encuentre su ángulo, por oscuro que sea, entre anuncios navideños y excesos materiales y sentimentales, y que allí se guarde -como la poesía- incluso de sus dueños.
Feliz Navidad a todos.
  
30/12/2010:  Para acabar bien el año, lo terminamos presentando Suegras. Retratos del gran enemigo.  Con humor, al menos;-)  Os esperamos en  El Corte Inglés y su ámbito cultural a las 19,30 h.
  
Y se publica en la revista de Artes& Letras del Heraldo de Aragón una reseña mía sobre El juego de la taba, de Elías Moro.  Podéis verla en el blog LOS OTROS

martes, 30 de noviembre de 2010

Acumulación de noticias

Me resulta extraño plegarme al ritmo desconcertante de las cosas, su manera de ocurrir, todas mezcladas, sin que podamos domesticarlas para dosificar los acontecimientos.  Creo que mi cabeza lleva un orden distinto, acostumbrada al tempo lentísimo de pensar versos.  Pero damos completamente igual -quien imagine lo contrario se equivoca-  las cosas pasan como quieren.  Mi editor me escribe: ¡Ya es público! y veo delante de mí la portada de esta nueva antología y mi nombre en ella, entre otros nombres como Pablo García Baena, María Victoria Atencia, Antonio Colinas,  Eloy Sánchez Rosillo,  Luis Alberto de Cuenca, Julio Martínez Mesanza, Ana Rossetti, Manuel Gahete, Juan Cobos Wilkins,  Elías Moro,  Amalia Bautista, José Mateos, José Luis Piquero, José María Cumbreño, Diego Vaya... 
Para no olvidarme de ninguno, la nómina completa se encuentra aquí.


   
Ha coincidido prácticamente con YIN, la antología de Olifante de la que hablé en la anterior entrada, y ambos han sido proyectos largos, cuidados, mimados.  Se ha convertido en realidad a la vez que este otro sueño: un libro de relatos editado por NUEVOS RUMBOS en el que participo con Inescrutables caminos del odio, y que se presentará el próximo 30 de diciembre en Zaragoza en el ámbito cultural de El Corte Inglés. (Click sobre la portada para ver autores).





 Como no hay dos sin tres, sale también a la luz  el tercer número de la Revista Isla de Siltolá, y en ella dos poemas de mi próximo libro.  El número es inmenso: pinchen aquí.
Debo agradecer, además, a la dirección de la revista el haberme invitado a formar parte de su consejo de edición.  



Dejo las noticias porque ahora mismo no tengo nada más, salvo una sensación de alegría y vacío.

1 de diciembre:   Andábata se cruzó hace unos días con una lectora y escritora, Itziar Mínguez Arnáiz, que ha dejado sus impresiones en una generosa reseña, aquí, en la revista cultural AGITADORAS.  Gracias, Itziar.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Antología de poetas aragonesas 1960-2010


YIN
 Poetas aragonesas 1960-2010
Publicada por Olifante

Edición, selección y presentación: Ángel Guinda
Introducción: Ignacio Escuín Borao
Solapa: Alfredo Saldaña

Hace aproximadamente un año recibí un correo de Ángel Guinda en el que me hablaba de este proyecto que hoy se ha convertido por fin en una hermosa realidad: una antología de poetas aragonesas que abarca el último medio siglo.  Formar parte de ella es un honor y una alegría.  Agradezco enormemente a Ángel la presencia de seis de mis poemas dentro de esta obra y a Ignacio Escuín las generosas palabras que me dedica en el prólogo. 
 
La edición, por su dimensión trascendental, será presentada en diferentes ciudades españolas. La antología se dará a conocer en la Feria del Libro de Monzón (Huesca), el domingo, 5 de diciembre, a las 18,45 h.  En Zaragoza, os esperamos el jueves 9 de diciembre en el Salón de Actos de la Biblioteca de Aragón a las 19,30 h

24 de noviembre:  Los papeles hablan de YIN: aquí
25 de noviembre:  Colaboro en el Heraldo de Aragón (Revista de Artes y Letras) con una reseña sobre No quieras ver el páramo de Antonio Serrano Cueto.  Dejo la entrada en LOS OTROS, mi blog de lecturas.  

domingo, 14 de noviembre de 2010

Las maravillas huérfanas

Los amores a solas son ciudades urgentes
que nuestro corazón levanta mientras dobla
las rodillas en el rincón más cierto
de la verdad extraña que lo habita.

Pobre milagro inútil.
Ni dios existe en ese vientre inmenso
preñado de castillos en el aire.


lunes, 1 de noviembre de 2010

Horas de clavicordio

Renata Remedios (Memé) es un personaje de Cien años de soledad. Hija de Aureliano Segundo, de Fernanda del Carpio y de ese Macondo real y maravilloso, es enviada de pequeña a una escuela estricta y disciplinada donde le enseñan, que yo recuerde, a tocar el clavicordio. Cuando vuelve a casa, la adolescente apasionada y calculadora en la que se ha convertido se ve obligada a interpretar cada día varias horas de concierto ante su madre, con un gesto de niña buena que lleva en su cara oculta el impasible ademán del soldado dispuesto a morir en su propia guerra. Así la dejan en paz. Así se gana su libertad. Pronto se enamora de Mauricio Babilonia, un menestral negro e impresionante al que siempre rodea un extraño revoloteo de mariposas amarillas. Ella paga con oro de curso legal, con un trozo de cada uno de sus días, por la posibilidad de hacerles un sitio a los momentos que desea vivir. Y de noche ocurre lo que nadie sospecha: su amante vuelve verdad sus sueños. Cuando su madre se entera de estas visitas, dispone bajo su ventana una guardia nocturna que dispara sobre Mauricio y le deja inválido. Ella es enviada a un convento. Muere ya muy anciana en un oscuro hospital sin haber vuelto a pronunciar una sola palabra en toda su vida porque el mundo había dejado de interesarle.

A menudo he pensado en Renata, muchas veces he pagado con actos de aparente sumisión la esperanza de atrapar extraños instantes rodeados de mariposas amarillas sobre las que alguien acaba siempre por disparar y que guardan muy adentro la verdad de mis deseos y también tienen un desierto de silencio por delante. Al final, esos momentos fueron pocos; brillantes y reales, sí, pero tan breves y gloriosos que ni siquiera mientras ocurrían fui siempre capaz de reconocerlos. La gloria es complicada. Los distingo ahora y los aíslo en mi memoria mediante una prueba simple y contundente: recuerdo que mientras sucedían no necesitaba soñar.

Y, sin embargo, las interminables tardes de colegio en las que el reloj no avanzaba y yo escapaba sin remedio como mi pensamiento, los libros de texto que no quería ni mirar, los sobresalientes inútiles, las leyes que acepté, los balances, las cuentas que conseguí cuadrar, las horas en el trabajo o en la cola del mercado, en la del paro, en la del médico, en la del último cursillo imprescindible, hablando con gentes que no parecía importarme y que al final dejaron huellas más perceptibles que lo soñado, los hombres que me miraron y me quisieron mientras yo me empeñaba generalmente en malgastar mi admiración (esa forma tan real de amor) con pobres hombres endiosados donde yo veía altura y no encontré, en ocasiones, más que la decepción de tocar corazones secos –y posiblemente rotos- ajenos al mío y sus ganas de latir, todo lo que apareció mientras yo buscaba otras cosas en un tiempo que consideré perdido y bajo, todas las salas de espera en las que me senté con las rodillas juntas y un libro entre las manos, todas esas horas que pagué como un tributo a cambio de una libertad interior –y exterior- que me permitiera guardarle el sitio a algún incierto y miserable segundo de maravilla fueron las que finalmente moldearon mis manos, afinaron mis oídos, pusieron teselas humildes en el mosaico aún indeterminado de mi vida, llenaron de contenido preciso mi realidad, aunque ésta tuviera la vocación de ser mágica.

Horas de clavicordio, Memé, cómo me gustaría contarte todo esto. Tal vez quisieras hablar. Qué merito tenía entonces entregarse a una pasión con cuerpo de hormonas y traje de letras; entonces, cuando la inexperiencia nos permitía odiar sin dudas y amar sin poder evitarlo. Puede que ahora mi pasión sea más cierta, ahora que podría abandonarla con el gesto de quien suelta un pájaro de la cabeza, ahora que hay que alimentarla para que sobreviva, protegerla para que el pobre patito feo de la realidad no se la coma con la indiferencia que le caracteriza. Sé que está viva porque me sigue saliendo cara, porque aún busco, qué sé yo, alguien superior al que contársela (que tal vez sea lo mismo que ofrecérsela) una remota posibilidad de sentir que, en lo profundo, no estamos infinitamente solos y que no todo es siempre para nada.

Ese extraordinario (des)concierto de la vida pasada parece sonar ahora, en la distancia, más templado que cuando me ensordecía; mi pasión tiene algo de imperturbable, de resignada y radical al mismo tiempo, tiene la sosegada fuerza del que sabe que se ha pasado ya incluso el momento de abandonar (y fue un consuelo pensar en ello mientras pude). La fiebre se ha instalado en mi sangre y se ha vuelto más serena; la esperanza, menos fantasiosa y más paciente. Mi fuego ha aprendido a congelarse un poco, como mi corazón desencantado, para mantenerse vivo y yo, yo soy mucho más terca que entonces.

5 de noviembreJuan Antonio González Romano deja una breve reseña de Andábata en algunas lecturas.  Muchas gracias, Juan Antonio, por esa lectura y esas palabras.  

sábado, 23 de octubre de 2010

Publicación en la revista Kafka y cita en la Universidad de Zaragoza

Ha Salido por fin el número 9 de la Revista de Humanidades KAFKA, dirigida por Álex Chico y Sergio Sastre. Cuando Álex me pidió una colaboración para este número, decidí enviarle tres poemas: uno de Caricias perplejas, otro del poemario que está por salir y esta Elegida nueva y algo solitaria, de muy reciente creación, que dejo también aquí y espero que os guste.  Os recomiendo sinceramente una atenta visita a la revista.  Merece la pena.


Por otra parte, el miércoles me llegó el calendario del ciclo Este jueves, poesía para el curso 2010-2011. Los encuentros poéticos tienen lugar en la Universidad de Zaragoza. Un jueves de cada mes, de octubre a mayo, dos autores leen sus versos en la Facultad de Filosofía y Letras. Tengo el honor de haber sido invitada a asistir el 10 de marzo, junto a Alberto Santamaría.  Os dejo el cartel de este interesantísimo ciclo coordinado por Nacho Escuín, a quien agradezco enormemente su invitación. 

(Click sobre la foto para ampliar) 
Toda la información: AQUÍ   


LA ELEGIDA

Ha sido muy hermoso, como siempre,
dejarme secuestrar por tus caricias.
Lo esperaba y has sido lo esperado
y, mientras tú cumplías tu destino,
yo he jugado las cartas que tenía:
hormonas y horizontes
y esa curiosa sed de alma del cuerpo.
Arco de aliento, flecha del deseo,
jadeo de animal que muere y mata,
resurrección y pan de cada día.

Ya está, mi amor, apaga el cigarrillo,
tu lado de la luz y mi silencio.

Hace treinta segundos
que mis ojos añoran mi mesilla.
Sobre el lomo del libro que ahora duerme me espera
--a mí, soy su elegida--
el exacto galope que me adentra en mí misma.
Un noble potro oscuro es mi montura,
el mar más lento ruge dentro y lejos.
Dios duerme, yo me escapo;
a veces mi alma tiembla como el aire
cuajado de tambores de sus guerras.

Hace un año:  Monedas para el músico      Hace dos años:  Andábata:Corazón (A piece of my heart)

Nota:  También en Barcelona se retoman las lecturas de  Els dilluns de la Cigale, organizadas por Juan Vico y Álex Chico.   Me parece una buenísima noticia que esa iniciativa, en la que tuve la suerte de participar el año pasado, tenga continuidad y se afiance. El día 25 acuden Carlos Vitale y Ginés S. Cutillas.   

lunes, 11 de octubre de 2010

Pequeña para siempre

Hace pocos días hubiese cumplido años mi mejor amiga, a la que perdí en la adolescencia.  Los lectores más antiguos de esta bitácora recordarán que hablé de ella hace tiempo, en un texto que procuraba atrapar otros cielos en la mano.   En Caricias perplejas incluí un poema en su memoria, pero nunca lo colgué en el blog.  Lo hago hoy, para recordarla y para recordarme que a veces es verdad, los amigos se van para siempre.

A Nieves Molera (in memoriam)

He soñado esta noche una plaza rendida,
y un viento de dolor en medio de la plaza.
Tú no estabas y ya nunca vendrías
y yo miraba un charco lleno de luz y lodo.
Todo era extraño y húmedo.
Aún golpean el aire los sonidos
de la fragua y los lobos y los hombres,
herreros que trabajan en la noche de candiles y músculos,
de golpes y de golpes y de golpes
y de radiantes soles apagados.
Noches desamparadas
con umbrías mañanas esperando,
desamparadas olas vacías de pescadores,
desamparadas viejas en las puertas:
así era el pueblo en el que te buscaba.
Llegan rumores cada vez más vivos
que hablan de cuatro dioses a caballo.
Vendrían de repente a terminar el mundo
pero vienen cantando desde lejos,
borrachos y temibles.
Se oyen sortilegios y oraciones,
cansados coroneles y noticias
y mujeres hermosas que suspiran,
mujeres que hubiéramos sido un día
en otra vida nuestra.
No tendremos noticia de tu muerte
pero no volverás.
Tú que siempre contabas con nosotros,
tú que tanto añorabas
sentir el primer beso y su dulzura.
Tú siempre sonreías.
Dios te amaba, Dios te pertenecía
y te ha olvidado,
te ha soltado la mano en una esquina.
Al doblarla empezaba un descampado.
Dios se aburre del llanto de sus siervos,
se aburre de quererlos, se termina
su humana compostura.
Los dioses siempre vuelven a ser dioses.
Juegan muy poco rato,
nunca acaban el juego cuando pierden
pero callan sin límite,
se llevan a los cielos estrellados
almas como la tuya.
Pequeña diosecita perdida entre las calles,
hermosa para siempre, pequeña para siempre,
buscadora de ángeles y dueño.
Tampoco en este sueño he vuelto a verte.

Hace un año:  Sevilla desde el Pilar    Hace dos años:  En un Simca 1.200

Nota:  Pensando en amigos presentes, me encuentro hoy con una reseña de Andábata en el desván de los libros de Marta María López.  Gracias, Marta; aun sin conocerte, es un placer haberte encontrado.  También me encuentro una entrevista al tímido y admirado Fernando González Seral.  Tus fotos son hechos, no palabras, actos de amor hacia la tierra que enfocas. Me alegro de que "ocurran" también por la tele.  Felicidades, maestro (en cielos;-).   Y , al final de la mañana, me llega Fuera pijamas, el libro de relatos de Antonio Serrano Cueto, recién salido de la imprenta.  Enhorabuena y gracias por el detalle, Antonio, el día del Pilar se vestirá con los pijamas que ta has quitado;-)       

jueves, 30 de septiembre de 2010

Vivir


La maldad me da rabia y la rabia, tristeza; la tristeza me tumba algunas veces. Pero sólo es un tiempo. Después de llorada, la misma rabia vuelve más fuerte y más limpia. La llamo rabia porque no sé bien cómo llamarla. Qué mas da, ya me entiendes. Lo que tengo son ganas de vivir y las ganas de vivir siempre arrastran su carga de alegría. Sonrío mejor cuantos más parches llevo. No sé si en mi alma vive un pirata cojo, pero cómo me gustaría a veces tener por mano un garfio. Así, alegremente.

Hace un año:  Enciérrame en el sótano 
Hace dos años:  Noche de otoñoLa terrible virtud de ser inolvidable

viernes, 24 de septiembre de 2010

El mar del otro lado

Me callé ante tu voz y, en ese espacio
de silencio y de llama,
vi las puertas del templo que se abrían
para inmediatamente derrumbarse.

Asisto a estos prodigios mientras vivo
en la casa  común del calendario,
el que ocupa paredes de oficina
y tapa tantas grietas de mis muros.

El día que no pueda soportarlo,
acuérdate de mí.  Cuando no pueda
cargar con las catástrofes y el fuego
que arde al fondo del mar del otro lado.

Nota: Hace justo un año de la publicación de mi Primer libro, esas Caricias perplejas que tantas alegrías me han dado.  No olvido que, de no ser por este blog,  ese sueño no hubiera sido posible, pues seguramente mi editor nunca hubiese leído un poema mío.   Ahora, mirando hacia atrás y con muchos proyectos por delante, no quisiera olvidarme de dar las gracias a los que habéis construido conmigo este blog y lo habéis convertido en algo importante para mí.

Hace un año: Nostalgia armada    Hace dos años: Ejercicio literario nº 29Belleza y compasión 

domingo, 19 de septiembre de 2010

Ha muerto José Antonio Labordeta


Hace un momento, viendo la tele, me he enterado por uno de esos rótulos que aparecen en la parte baja de las pantallas de que acaba de morir José Antonio Labordeta. Estoy oyendo ahora sus canciones y su voz suena serenamente viva. He pensado en mi padre.  Sí, me recuerda a mi padre, que no debería morirse nunca.  Y pienso en aquel SIMCA y en los interminables peregrinajes al pueblo o a la playa, en los radiocacasetes comprados en Andorra que llevábamos sobre las rodillas durante todo el viaje, compaginando La gallina Turuleca con aquellas canciones tan graves de las cintas de mi padre. Nada que ver aquello con Fofó. Fueron horas de iniciación a una melancolía delicada y austera que tenía voz de hombre y un aire fuertemente idealista. Hombres serios hasta más no poder que hablaban de Aragón y de tristezas, de viejos pueblos, de esperanza, compromiso y trabajo.

Aunque mi adolescencia desembarcó a principios de los ochenta sin mucho equipaje, dispuesta a comerse el mundo y a beberse de paso toda la diversión y lo que hubiera, cuando me fui de casa me llevé algunas cintas de Labordeta y he escuchado esa voz toda mi vida, desde etapas distintas. Aun en las más frívolas y salvajes, en las más aburridas, en las más tristes, empezar a oír algunas de sus canciones era como volver a un lugar conocido y querido, una habitación sentimental que siempre se lleva a cuestas.

Canción de cuna sobre la tierra estéril, Carta a Lucinio, Cantes de la tierra adentro. Todos repiten lo mismo me pone todavía un nudo en la garganta, como La vieja o Rosa rosae. No he encontrado esas canciones en youtube, pero sí estas Banderas rotas de una época ya posterior. Ahora que también yo podría empezar a poner las mías sobre la mesa, esos hombres que fueron los adultos de mi infancia me parecen menos ásperos y mucho más dulces. Cuánto cuesta entender algunas cosas.
Descanse en paz.

Nota: Aragón TV emitirá esta noche, a las 21:35 horas, el espacio “José Antonio Labordeta, un canto a la libertad”. Los que no tengáis la Aragonesa entre vuestros canales podéis verlo on line entrando en su página web y picando en el primer botón de la columna derecha, el "directo".

He encontrado en Youtube dos de las antiguas canciones que nombro en el texto: La vieja  y  Todos repiten lo mismo


jueves, 9 de septiembre de 2010

La vida mancha

Una vez comencé un poema con una especie de declaración de principios: "Siempre echaré de menos la inocencia, sólo con la inocencia es nuevo el mundo".  Y es verdad.  Pero echarla de menos no es intentar atraparla, acorralarla y terminar fingiéndola.  A estas alturas, no creo en más inmaculadas que en las del arte sacro: la inocencia se va y no vuelve jamás.  Tiene un aire inconsciente, de folio en blanco, de mente en blanco, de vida en blanco.  Tan en blanco que se mancha con nada.  Pensar en ella es haberla perdido; adornarse con ella, otra forma de prostitución.  Como manosear las grandes palabras y dejarles a cambio un olor a podrido.

Sólo espero que su pérdida traiga la mayor lucidez posible con el menor envilecimiento.  Que al final del asunto, sucios de barro y con las manos llenas de golpes dados y recibidos, queden aún ganas de sonreír.  No me importa perder lo que haga falta, ni golpear tan fuerte como pueda ni ganar cuando toque (si toca). No quiero juegos fáciles.  Pero necesito creerme que existe el juego limpio, un límite bien claro que esté por encima de las pequeñas miserias, las que enredan la vida y las palabras.  ¿No es bastante inocencia?  Tendrá que ser suficiente.

La necesito para sonreír al final, aunque ahora tenga las piernas doloridas y el gesto aún concentrado en el partido.

ANTES
DESPUÉS



A Angós y al equipo de veteranos del club de rugby Fenix, por seguir sonriendo.  Las fotos son de Foster.

Hace un año: Lejos del cielo     Hace dos años:  No volver

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Fanáticos y radicales (Sic transit gloria mundi)


Videos tu.tv

Aunque el templo y la liturgia sean hermosos, el gesto no arma la doctrina.  Es al revés. Antes fue el corazón, luego el recuerdo, finalmente las formas. Cuando vacíes éstas de todo calor humano, sólo te quedará el ademán de inquisidor, la fría boca, lavando tu conciencia en miedo ajeno si tienes poder para ello, maldiciendo el mundo y sus modernidades si sólo eres uno más –aunque para mí siempre fuiste otras cosas: aquellos caballeros, San Luis muriendo sin parar en un poema; Chateaubriand al final, acorralado por la vulgaridad, el mar de la Bretaña, el tiempo nuevo.

No es extraño que seduzcas así, pues de una manera oscura estás iluminado (por eso arrasas casi cíclicamente conciencias y paisajes).  No es difícil tampoco que el poder te sostenga algunas veces con sus manos de hierro. Pero intentar quererte es como alimentar a un perro peligroso. Morderás al final porque es tu sino. Nosotros lo sabíamos, por eso hicimos cada revolución sobre precisas máquinas que limpiaban las gargantas de toda culpa. Hubiese querido compartir contigo la noche y el momento y, sin embargo, sólo puedo contarte cómo embriaga la sangre y la esperanza, dando a cada cuchilla un brillo de inocencia.

La nueva crueldad te superaba, y el mundo y el poder te traicionaron. Son amantes volubles, nunca serán nosotros.

Hace un año:  Lejos del cielo     Hace dos años:  No volver

Nota: Comenzamos el curso poniendo en pie una vieja idea que aún no sé muy bien cómo se irá desarrollando.   Click aquí.
4 de septiembre: Me entero de que, a principios de junio, un poema mío viajó hasta muy lejos.  Gracias, Miroslav, por incluírme entre tus autores.    

martes, 17 de agosto de 2010

Publicación en Rolde de Estudios Aragoneses (Premonición)

Hace unos tres meses recibí un correo que me llamó especialmente la atención. Un desconocido me felicitaba por la publicación de Andábata. Su vecina de arriba le había prestado el libro, acababa de leérselo y estaba encantado. Así de sencillo. Así de maravilloso. Me produjo esa alegría serena que tantas veces he sentido también aquí. Me gusta alegrarme por las cosas pero, sobre todo, soy muy consciente de que el comentario entre lectores es la única posibilidad de quienes no tenemos fácil, por decirlo de alguna manera, el acceso a circuito publicitario alguno pero nos alegra cada lector como si fuese lo que realmente es: un premio.

Tras algunos correos, le hablé de mi poesía. Como se reconoció personalmente poco interesado en el género (qué extraño es eso de los géneros, si se para uno a pensarlo) y yo soy perezosa para argumentar y que me argumenten sobre algunos asuntos, simplemente le regalé Caricias perplejas.

La vecina de arriba resultó ser Paloma, una compañera de trabajo; él, Santiago Gascón, autor, entre otras obras, de Manila -un libro de relatos publicado en Xordica que recomiendo vivamente- e integrante del Consejo de Redacción de Rolde de Estudios Aragoneses. Me propuso una colaboración con la revista y yo empecé a dar saltos. Me cansé enseguida por cuestiones meramente físicas, pero la alegría me dura aún.

Rolde es un proyecto cultural iniciado en 1977 por cinco jóvenes, entonces universitarios, que acaba de recibir precisamente este verano la medalla de Santa Isabel, concedida por la Diputación de Zaragoza. Aquellos cinco jóvenes (Guillermo Bovio, Jorge Cáncer, José Ignacio López Susín, José Luis Melero y Carlos Polite) iniciaron una tarea que treinta y tres años después sigue comprometida con la historia, el arte, la economía, la política y la literatura aragonesa. Además de las 133 entregas de la revista, su labor editorial se acerca a los 150 libros y se acompaña de exposiciones, cursos y seminarios, becas de investigación y un largo etcétera que ha convertido a REA en referente de la cultura aragonesa.

Me recuerdo pasando sus páginas, viendo la portada en el quiosko de la plaza San Francisco, junto a la entrada del Campus Universitario, cuando yo iba camino a la facultad y, ahora, tenerla en las manos y ver entre sus páginas un relato y tres poemas míos me produce, para qué negarlo, un enorme orgullo.

El relato, Seis leones hambrientos ocultos en el bosque, está acompañado de una espléndida lámina de Alberto Calvo, nuestro "Supermaño". Los tres poemas (Peligrosa María, Perros de noviembre y Premonición), que formarán parte de mi próximo poemario, se ilustran con pinturas de Jose Herrera, todas realizadas expresamente para mis textos. Gracias a ambos por haber unido su arte a mis palabras. Muchas gracias también a los reponsables de Rolde, especialmente a Santiago Gascón, Carlos Serrano y José Luis Melero, por su cordialidad.

Con su permiso, he escaneado el índice de la revista y las ocho páginas que guardan mi colaboración en este número 133, para mí ya mágico, por si os apetece verlas. Copio el poema Premonición, uno de los tres publicados, porque aún no lo había colgado en el blog a pesar de ser uno de los que más quiero. Este me parece un momento adecuado. Espero que os guste:

PREMONICIÓN

Se deshace en los labios de algún sueño
como una contraseña incomprensible,
reclamando la voz
que abriría las puertas que se cierran.
El aire se calienta de secretos.
Los muros silabean restos sucios
de oscuras inscripciones.

Lo no olvidado aún, lo que nos roza
con su rara cordura la conciencia
para no despertarnos ni dormirnos.
La lucidez borracha de los sueños
o los presentimientos.
Tocar la claridad para extrañarla.

Claroscuro que agota,
nostalgia de certezas; y cerezas
que un dios dudoso y débil
parece colocar en nuestra lengua
con lujurioso gesto de demonio.

Mi sangre huele el aire
como un animal vivo
-con un instinto comparable al hambre-
y un latido de plomo la sujeta.

Así pesan mis ganas de saber,
así afilan sus garras y sus dientes
la sensibilidad y la paciencia.
La tensa calma y el dolor me dicen
que cazar este invierno será en vano.

Mas no cierres los ojos, una noche
beberás de la copa que te sacie.


(click sobre la imagen para activar el modo pantalla completa y pasar páginas; click sobre las páginas para activar el zoom)

20 de agosto: Antón Castro se hace eco en su blog de la publicación de estos tres poemas en Rolde. Los acompaña con fotografías y una pintura de Rossina Bossio. Merece la pena verlas: aquí.
Muchísimas gracias, Antón, por esa preciosa entrada.  

lunes, 26 de julio de 2010

Spira mirabillis

 Eadem mutata resurgo

He gastado gran parte de mi vida
buscando sellar círculos perfectos,
territorios seguros y felices
preñados de promesas y de anillos,
esa sencilla forma de ponerme
el amor como insignia entre los dedos.
Si algún día viví en el paraíso,
no me expulsó el mordisco y la manzana:
fue el sueño y la soberbia imperdonable
de poseer entero el horizonte.

Dios no me quiere en círculos perfectos,
me quiere derramada en espirales.
Cada vez que he intentado cerrar uno
-amor, poema, verso o territorio-
el diablo se distrajo,
y el silencioso ángel que me guarda
movió un poco su mano victoriosa
para tocar apenas
la curva que cerraba mi esperanza.

Y yo empecé a dar vueltas torpemente
queriendo atar mi terca cinta blanca
a otro extremo que nunca encontraría.
Así aprendí a bailar y a escribir versos,
así llore y así distraje lágrimas,
así rodé hacia el centro del espejo.

De tanto ir hacia dentro, las espirales rompen
el fondo inabarcable de nuestra complacencia,
se inventan el espacio y lo comprenden.
Difícil distinguir si lo penetran
lo violan o lo salvan; intuimos
que ese punto final es la promesa,
la verdad esperando en algún sitio,
la prueba de la fe,
la mirada de Dios sobre las cosas.
Pero es también la soledad ardiente,
la incógnita de un salto
a lomos de una yegua triste y mágica.

Las espirales viven en los libros,
en la oreja cortada de Van Gogh
y en todas las estrellas de sus cielos
(el cielo de los locos brilla tanto
alguna noche oscura),
en la danza del agua que se escapa
del grifo del lavabo de los cuerdos
hacia la tubería subterránea.
Cada hoja caída de los árboles
guía esa misma danza matemática,
la de las mariposas en el vientre
de mi primera vez.

El tablero del juego de la oca;
Tlaloc, dios de la lluvia, y el principesco vals;
Hermes y las serpientes que pelean
sobre su antigua rama de avellano.
Ha rodeado el ojo de un caballo
en los mitos germanos; ha domado
dragones orientales e infinitos;
levantó zigurats, hizo pirámides,
dibujó el remolino de mi pecho
cuando tú me llamaste por mi nombre.

Los cuatro brazos de la Vía Láctea,
los enfados del mar, que arrastran galeones
hacia el mundo profundo y misterioso.
El oro hundido. Caracolas blancas
para llenar mi cofre de tatuajes,
la arena salpicada de espirales.
Una borrasca sobre Islandia entera,
unos versos leídos casualmente
cercando mi memoria y arrastrando
mi conciencia hacia un centro incomprensible.

Lo que buscó mi lengua entre tus labios
lo encontré en el ombligo de mis hijos.
Entonces supe que la vida escapa
a golpe de espirales y de símbolos
de los planos recursos de la muerte.


Hace dos años:  Jazmines sobre el mar, Agosto espera, Mil gracias, Las reglas del desierto

Nota:  La noche en que este poema se publicó, Javier me escribió para decirme que, tras leerlo, me había dedicado una entrada indirecta (aquí).  Él sabe que no siempre le entiendo pero que siempre le entiendo lo suficiente, lo cual no es mala forma de entenderse.  Gracias, Javier. 

domingo, 4 de julio de 2010

Maldito duende


Venció seis veces.
Del epitafio de un gladiador

Esta guerra sin sangre no es la mía.
Quiero luz derramada a borbotones,
quiero morir después de seis victorias.

Frente al himno y la tierra prometida,
la inmaculada nada, virgen hueca,
y una vieja canción que no viene a los labios
-y no vendrá ya más-, y la sorpresa
del olvido de un nombre que ayer mismo
pronunciabas despacio. Si me niegas
la guerra y la palabra, yo no puedo
volver a imaginarte. Ya no quiero
que no seas verdad. Mi amor es cierto.

Hace un año:  Extra viam   Hace dos años: Mujeres sin corazón, De profundis, No me dejes caer, Jazmines sobre el marAgosto espera

8 de julio:  Diego Morales ha plantado una isla (de Caricias perplejas) en medio de su  "Errante fugacidad".  Gracias, Diego. 
9 de julio: Me encuentro una reseña de Andábata en A mí me gusta leerBreve y dulce como un bombón de licor de los que le gustan a la protagonista, sí;-)  No conocía la página pero me parece muy interesante y la visitaré a menudo.  Gracias a los administradores.
19 de julio: Andábata en la Red de Bibliotecas de Aragón (click sobre imagen)

domingo, 20 de junio de 2010

Andábata en Borradores y fin de curso


El pasado 7 de mayo, cuando presentamos Andábata en Zaragoza, las cámaras de Aragón Televisión se acercaron al Instituto Aragonés de la Juventud.   Allí, un poco antes de comenzar, Antón Castro me hizo una breve entrevista sobre la que luego montaron el reportaje que hoy dejo como entrada y que fue emitido el 15 de junio dentro del programa Borradores.

Me parece un buen cierre para un curso que ha sido intenso: comenzamos septiembre con la publicación de Caricias perplejas, en octubre llegó la presentación de la colección de poesía Siltolá en Sevilla, en noviembre la presentación del poemario en Zaragoza; todo ello mezclado con la última etapa de correcciones de Andábata -que habría de publicarse en febrero-, con la cita semanal del blog, con los actuales proyectos de escritura, con el trabajo, con las exigentes intendencias domésticas, con esas colaboraciones que siempre tengo atrasadas, con dos hijos lo suficientemente pequeños como para no entender por qué estoy siempre ocupada.

El fin del calendario escolar ha coincidido también con la finalización de un nuevo poemario que venía ocupándome desde diciembre de 2008. Entregarlo a mi editor, Javier Sánchez Menéndez, me ha dejado esa sensación de vacío que acompaña a lo definitivamente terminado; aunque ha sido una especie de descanso que, nada más leerlo, me haya hecho notar (aquí) una ilusión parecida a la mía por verlo en pie. Muchas cosas nos esperan al curso que viene: este nuevo libro cuya publicación confío en retrasar hasta principios de 2011, la Antología de poetas aragonesas que la editorial Olifante ha puesto en manos de Ángel Guinda (suponemos que saldrá en noviembre) y alguna cosa más de la que iremos informando en su momento.

Ahora necesito un respiro. Como el verano pasado, no cierro la posibilidad de colgar entradas esporádicamente, ya que estas Caricias se han convertido en compañía y reto y sé que alguna noche sentiré la necesidad de encontrarme con vosotros por aquí, pero no lo haré con la acostumbrada periodicidad semanal sino de una manera más imprevisible.  Seguiré leyéndoos, eso sí;-) 

Buen verano a todos, hacedlo inolvidable.

Hace un año: San Juan, Summertime, Extra viam   

lunes, 14 de junio de 2010

Una amazona griega en tiovivo

Hace ya casi dos años, cuando apenas llevaba un mes en esto de los blogs y descubrir cosas nuevas era como tocar las primeras monedas de un tesoro que me parecía entonces inagotable, me encontré, en uno de las pocas bitácoras que entonces visitaba, el enlace a una publicación en El Imparcial. Se trataba de un poema de Juan Manuel Macías, quien -con el tiempo- se convirtió en amigo por esa cosa natural que ocurre cuando te gusta lo que lees y hay reciprocidad y empiezas a hablar de unas cosas y de otras. En el comentario que le dejé se me coló un endecasílabo que él me hizo notar. Tiempo después, lo retomé y sirvió de título a este pequeño poema, escrito un poco al hilo de su Partenio, pensando en esa Hagesícora que “da vueltas alrededor del miedo de los hombres;/ amazona dorada que monta sobre un sueño,/dejando a sus espaldas un perfume de ruinas.”

Ese sigue siendo el diálogo que busco por estos lares y con el que me quedo. En medio de este maremagnum de opiniones, razones, juicios, prejuicios, halagos, críticas, cicaterías y autojustificaciones en el que vamos aprendiendo mucho más que prosodia, acojo la poesía con todo el placer y toda la generosidad cuando la encuentro y paso de puntillas cuando no la encuentro, pues tal vez mi opinión no es la más acertada y no quiero hacer daño, pero tampoco mentir.  Ay, la poesía.  De vez en cuando, procuro escribirla. Nada más.  Nada menos.

Mientras tanto, Hagesícora da vueltas, es cierto, alrededor del miedo de los hombres.

UNA AMAZONA GRIEGA EN TIOVIVO

Quebraré las rodillas de tu alma
si te quieres quedar y, si te marchas,
volveré al tiovivo melancólico
y a su canción de amor inmaculado:
fugaces bienvenidas de una vuelta,
fugaces despedidas de otra vuelta;
mi corazón montado en unicornio
gira y gira el dolor, danza en mi vientre
la rigurosa norma de la nada.

Hace un año: Primera publicación   
Hace dos años: A la nochePorque quiero

Nota:  Antonio Serrano Cueto publicó ayer en sus Silenos una interesante entrada sobre la poesía actual y su presencia en los medios en la que hizo una amable mención al poemario Caricias perplejas.  Gracias, Antonio, porque se menciona lo que se ha leído y nos ha quedado un poco en la memoria.  Ambas cosas me hacen bastante feliz;-)

14 de junio:  Mañana por la noche, sobre las 12:45, tras las noticias, se emite en el programa Borradores de Aragón Televisión una entrevista que Antón Castro me hizo con motivo de la presentación de la novela AndábataSe reemite el sábado, a las 9,15 de la mañana.  Más información sobre el programa aquí y aquí

20 de junio:  La entrevista está colgada aquí

martes, 8 de junio de 2010

Sólo palabras

Nos envuelven en sílabas y en voces
desde el instante mismo en que nacemos…
J.A. Labordeta, Palabras

La tarde se viste de tormenta; con ella, el parque, ese aliado de los padres para cansar a los niños, pierde espacio libre y se nos convierte en el pequeño refugio de una glorieta, una tarima elevada dispuesta para que un grupo de música inexistente (jamás lo he visto) dé algún bonito concierto en primavera. La gente se fue deprisa con las primeras gotas, en tres minutos el parque se ha quedado desierto. No tengo ganas de volver a casa y encerrar a estos dos salvajes entre cuatro paredes; mi santo rugbylari está de acuerdo: allí nos quedamos, viendo llover, con las piernas colgando hacia poniente. Así estoy bien, me hipnotiza la lluvia. Pero Adrián tiene ese incombustible espíritu juguetón de los cachorros de toda especie. “¡Vamos a jugar a las palabras!”, le digo, fingiendo un entusiasmo que estoy lejos de sentir. Ahora que se sabe todas las letras (“¡hasta la uve doble, mamá!” -lo cual es el colmo) y ya lee más deprisa que un notario, está empeñado en saberse también todas las palabras. Y cuántas le hacen gracia, madre mía: diente (de ajo), rompesuelas, pelagatos, triquitraque…

Su risa me anima y empiezo a soltarlas como me vienen: reminiscencia, arquitrabe, ababol y presidiaria, columbario, saxofón, transaminasas, Argentina e impúdica. Dios mío, hay miles: paleontólogo, inmersión, subsidiario, cuquera, latinajo, Toronto, circunspecto, arrabalero, incluso contubernio. El rugbylari agarra fuerte el balón, como las abuelas el bolso; eso es que está planeando una huida, le conozco como si (también) le hubiera parido. Yo pienso mientras hablo –sobreexposición, latinidad, Confucio, moaxaja, mayestático, Eclesiastés- y se me agolpa todo lo que Adrián tiene por estrenar: pantocrátor y abulia, discernimiento, usufructuario, Lucerna. Pronto me deslizo por mis fueros y va cayendo andábata, saxífraga, genuflexión, sáfico, coriambo, corazón (“de melón”, añade Víctor), perplejo y Xanadú.  Zahorí.  Aspidistra. Encrucijada. Cállate.

Víctor mira entonces a lo lejos y respira con aire de poeta: “Zinc”. Y nos quedamos saboreando su refulgencia y su sonido. Luego, visto el éxito, con unas maneras de hombrecito interesante cuyo espíritu gafapasta queda protegido por un físico imponente de atleta futuro, pronuncia: “Plasmodio”. Si llega a decir “Rosebud” le doy una colleja, por listo. Y por asustarme. Pienso en irradiación, paniquesa, embolicar, arrebol, transacción, glarimas negras, y en las inquietantes o negativas que empiezan por in: insurrección, inmarcesible, inflexión, inopinado… Intereconomía. Intento contagiarles la dulzura de negligencia, desabillé, luminaria, reminiscencia, amatorio –ese cuarto para amar- clemencia, clementina y mandarina.

El santo rugbylari nos mira con sorna: “¡Pilar Rubio, Pilar Rubio!, que es palabra compuesta”. “Sí, compuesta de tetas y ojos verdes”, le contesto con rencor, oscureciendo mi mirada de gitana sólo con la intención y sacando todo el pecho que tengo (pero cada vez me canso antes de la postura, ay).

Pongo mis esperanzas en Adrián, que está nervioso como ante un escaparate de pasteles, sin saber cuál elegir: “Pues yo digo, pues yo digo…¡¡¡gormitiiiiiiii!!!!”.

A casa.

Hace un año:  King George   
Hace dos años: El retrato de LucreciaDistinto amor

miércoles, 2 de junio de 2010

El exceso interior

A Jesús Cotta y Gómez de Lesaca, cuyas palabras estuvieron en el origen de esta entrada , porque lo prometido es deuda;-)

Hace poco, un amigo se preguntaba si es mejor pecar por exceso que por defecto. Vaya usted a saber, pero los defectos no han contado nunca con mis simpatías puesto que todo el mundo administra a la perfección los excesos que no tiene capacidad para sentir. Creo que la pasión suele llevarnos a algún tipo de exceso, aunque sea interior. Por dentro no importa, decía el psicópata de American Psycho. Sólo un psicópata puede hablar así, alguien que no sólo siente sus obras libres de pecado sino también su pensamiento, alguien que ha vaciado para siempre su parte de la culpa en la balanza.

Yo creo que la pasión es una bendición a veces maldita de la que siempre somos responsables, pero no concibo la vida sin ella y sin sus significados (y peligros) múltiples. Todos me gustan. Lo mejor es no pecar, de acuerdo, pero coincidirán conmigo en que a veces las cosas se ponen muy difíciles. Sin embargo, tampoco me gustan nada los caballos desbocados (igual que no me gustan las plañideras ni la gente que grita absurdamente en los orgasmos), creo que galopan sobre un mar de excusas y autoindulgencias (o de simple mal gusto). No se toman en serio el concepto de libertad, ni quizá el del dolor y el placer, y eso es un crimen.

Me gustan los volcanes imperturbables, sí. Cuando las cosas se ponen difíciles, cuando el fuego quema en lo profundo, hay que ser muy excesivo para permanecer impasible. Me gusta el control de un volcán que hierve, me gusta la pasión y el exceso que intenta dominarse, no hay tensión más difícil ni poética. No hay exceso mejor administrado que el del que está siempre a punto de explotar... y aguanta. Ese temblor interior.

Y sí, lo encuentro moral y erótico.
Aunque reconozco que hay explosiones gloriosas.



Dos de junio:  Ya está en la calle el nº 2 de la revista Isla de Siltola, y en Sevilla se ha plantado un árbol por cuya savia corre una pequeña gota de mi sangre.  Felicidades a todos los que han levantado ese bosque.

Cuatro de junio: Reseña sobre Andábata.  La firma Jesus Cotta en Estado crítico.  Ese estado le va que ni pintado a nuestra Marta;-)
...y, buceando un poco por la red, me encuentro esta mención de Maite Mangas, que, desde sus Burlas y veras, guarda una noche en blanco para Andábata.
...y esta reseña del poemario Caricias perplejas en la revista El libro andaluz, en su boletín de novedades del mes de mayo. 
Muchísimas gracias a todos.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Los perros y la nada (It's a heartache)



Siempre está junto a mí ese precipicio,
la carencia absoluta de tu ser.
Juan Eduardo Cirlot
Por encima de mí, de las palabras
y aquella luz –madrastra,
bella sin corazón, triste poesía-,
la luz sin Dios que alcé para nosotros,
yo creé un monstruo que miró y mataba.
Ya no estoy en peligro, ya no puedo
crearlo ni creerlo, ya no creo
que al fondo estén tus ojos acunándome,
malditos ojos ciegos que nunca vieron nada.

Si esa nada es mi cruz,
la que nadie pondrá sobre mis hombros;
si es siempre nadie, no, si nunca es nunca,
si no hay remedio al reino de la ausencia,
devolveré la luz de las palabras,
se la echaré a los perros
que merodean como yo las calles
donde hace tiempo, casi en otra vida,
las puertas fueron casas.
Ahora están solos, libres, diminutos,
inmensas sombras bajo las farolas,
los dientes apretados.

La luna y yo, los perros y la nada,
y la vida cayendo
como una absurda lluvia incomprensible;
helado el corazón, hueco el espíritu,
el que soporta el peso
de la luz y la noche y sus verdades;
de pie bajo esa lluvia,
calada hasta los huesos la piel de la memoria.

Olga Bernad 

Hace un año:   Noche oscura      Hace dos años:  Todo

Nota: Me encuentro hoy esta reseña de  Andábata en El placer de la lecturaGracias a los administradores de la página por incluirla entre sus placeres.   Y, hablando de lecturas,  este fin de semana comienza en Zaragoza la feria del libro.  Estaré firmando ejemplares de Andábata y Caricias perplejas, a las siete de la tarde, en la caseta de la Asociación Aragonesa de Escritores (domingo 30), en la de Los portadores de sueños (lunes 31) y en la de La casa del libro (martes 1) .   Nos vemos en el Paseo de la Independencia.

martes, 18 de mayo de 2010

De parte de los sueños (dos años de "Caricias")

Llegué allí por la tarde, después de subir una cuesta muy larga; al final, de repente, una suave meseta iluminada, un curioso poblado que casi hacía arder la hora del crepúsculo, con sus calles y casas tan blancas y desiertas. La cal de las paredes lanzó toda la luz contra la oscuridad de mis pupilas, amigas íntimas del dolor de cabeza; la luz me acuchilló. No había nadie. Al doblar una esquina, una muchacha árabe me señaló hacia el norte (con esa indiferencia que tienen los fantasmas, su manera de acribillar mi frente con preguntas) y, mientras yo avanzaba, una bandada de papeles almagres voló sobre las casas y las calles. Los imaginé llenos de recados antiguos y románticos, los vi entregados al viento de poniente -aquella poderosa respiración azul que barrió el cielo- hasta irse bien lejos. El pueblo estaba muerto. Y la luz era hermosa, sí, pero imposible. Un perro negro, enorme, parecía esperarme acostado sobre la tumba blanca que cuidaba.

No le miré a los ojos ni me acerqué a la tumba, ya no caigo en las trampas de los sueños: sé que a veces escriben tu nombre sobre piedra para meterte dentro. Pensé, en voz muy baja, con la esperanza no muy convencida que ponemos en algún sortilegio, como si pronunciar los pensamientos pudiera convertirlos en conjuro: “Esclavo de la tumba, mi nombre se largó con los papeles, andará lejos ya, se habrá perdido y tú, tú no sabes leer”.

Crucé la rambla abierta. Me sentí a salvo y sola. ¿De qué sirve estar a salvo si estás sola? Allí no había nadie ni nada que esperar. Reconocí ese frío cargado de tristeza, lo respiré despacio. Pero no desperté, soñaría otras cosas esa noche y olvidé todo aquello.

Hube de recordarlo algún tiempo después. Entre las hojas de una gramática inglesa de Thompsom y Martinet encontré unas fotos viejas de un pueblo inmaculado en Lanzarote, los restos de un verano que tal vez me inventé. Un perro tumbado sobre una piedra blanca me miró fijamente desde el sueño. Por fortuna, la inscripción en la piedra es ilegible.

Olga Bernad

Hoy las "Caricias perplejas" cumplen dos años. Mi propósito era escribir y ser leída. Gracias por convertir ese deseo en realidad con cada una de las entradas. Y que el futuro, si está escrito, nos siga dejando algún espacio en blanco entre sus renglones para contar los sueños y las cosas.

Hace dos años: Ella y yo 

22 de mayo: José María Jurado deja en su Columna toscana, junto a una interesante reflexión, un poema para Andábata, que nunca se fió de mayo con sus flores.  Gracias por el detalle y esa jacarandosa alergia primaveral.

lunes, 10 de mayo de 2010

Andábata: recuerdos de la presentación en Zaragoza


He tenido que esperar a estas horas nocturnas en las que siempre me reúno con el blog, este lugar virtual en el que la cita con los amigos, con los lectores, vuelve especial –sobre todo en este caso- lo que pasa en la calle, para sentarme y contar (y por fin recordar con tranquilidad y ya casi nostalgia) la presentación del viernes. No olvido que Andábata, el libro que ahora tengo al lado mientras escribo, esta edición hermosa y sobria de Paréntesis, no se hubiera convertido en una realidad si aquel día de octubre de 2008 no se me hubiese ocurrido colgar por primera vez un trocito de uno de sus capítulos (luego vinieron seis más, todos recogidos bajo la etiqueta Andábata).  Por esa razón, dejar un recuerdo aquí significa para mí cerrar un ciclo.

Hablando de todo eso y de su manera de conocer el texto a través de las diferentes entradas, comenzó Antonio Rivero Taravillo – magnífico poeta, traductor, narrador y editor a cargo del sello Paréntesis- el acto de presentación del otro día, con una visión inteligente de lo que puede o no ser un blog, de lo que puede o no llegar a ser un libro, de las nuevas opciones del e-book y de la manera en que –veremos- conviven e interactúan unas con otras. Apasionante mundo al que esta Andábata ha saltado, como es su costumbre, a ciegas pero espada en mano.


Ignacio Escuín, el joven editor de la emergente Eclipsados, también excelente poeta, recién doctorado y haciéndonos un hueco entre sus muchísimos compromisos, se trajo al Salón de Actos del Instituto Aragonés de la Juventud su lectura hilarante, su apasionado y agudo encuentro con la obra, desgranando momentos y enfoques que sorprendieron incluso a la autora y que hacen, sin duda, mucho más rica la novela.


Yo hablé un poco de su intrahistoria, de esos momentos en los que lo único importante es escribir, cuando la única fidelidad es para el texto y los personajes y todo lo demás ni existe ni importa, de la verdad y la lucha de esta Andábata y de la técnica desplegada para intentar reflejarla, para volverla verdad en la mente de todo aquel que la lea.


Luego, tuvimos la oportunidad de tomar unas bebidas mientras firmaba ejemplares y charlaba con los numerosos amigos que por allí se acercaron. No puedo colgar el vídeo porque la calidad del sonido es ínfima, pero os dejo algunas instantáneas para compartir esa noche también con vosotros.


Quiero dar las gracias, además de a mis dos presentadores de lujo, al Instituto Aragonés de la Juventud por cedernos una hermosísima sala, a todos los asistentes que la llenaron y me hicieron sentir arropada en un momento tan bonito para mí, a los chicos de la estupenda Banda del Instituto que dirige Ricardo Chiavetta, cuyos tres fagotes dieron la bienvenida al público e hicieron una delicia de los momentos previos, mientras el escritor y periodista Antón Castro nos entrevistaba, con su proverbial entrega y seguimiento a los acontecimientos culturales, para Borradores de Aragón Televisión (espero poder colgar el archivo en una entrada nueva cuando el programa se emita, si mi torpeza con la tecnología no lo impide); a Javier Vázquez, de Aragón Radio, que me hizo una simpática entrevista para Escúchate unas horas antes de comenzar, (cuyo archivo incluiré mañana en este mismo post) y a Los portadores de sueños, la librería con el nombre más bonito del mundo, que estuvo con nosotros en todo este tinglado.



Cerramos la noche como Dios manda: con una tranquila cena y unas copas y, sobre todo, con una buena conversación entre amigos. Cuando llegué a casa leí los mensajes recibidos en el móvil y en el mail y me encontré con una preciosa reseña de Isabel del Río. No quería dormirme, la verdad. Hay días que quisieras alargar como fuese. Pero se acaban, ay.


Siempre me quedará esta entrada;-)

Para oír la entrevista con Javier Vázquez:  PINCHAR AQUÍ