miércoles, 26 de septiembre de 2012

Dejar de amar a alguien

Dejar de amar a alguien se parece
tanto a perder la fe.
La misma libertad vacía de hambre;
el mismo tiempo tiembla (tiembla y arde
en los mismos relojes aturdidos),
el de antes de amar, cuando había tiempo
para algo más que amar.
La estéril paz de antes de la guerra.
No hay nada más. El reino de la lluvia.
La hoguera de la antigua ansiedad rinde
un territorio negro
donde nievan estrellas apagadas.
Dejar de amar a alguien se parece
mucho a perder la fe.


 

  
Nota 27 septiembre: Esta tarde tendré el placer de presentar, junto a Luis Pérez Collados, la última novela de Santiago Gascón, Una familia normal, recientemente publicada en Xordica.  Será a las 20 h. en  el Salón de Actos del Edificio de Sindicatos, Plaza de la Catedral, en Teruel. Os esperamos.


domingo, 16 de septiembre de 2012

Όλγα Μπερνάντ (Traducida al griego)

Desde el año pasado, se viene publicando en la revista de literatura Vakxikon una antología de poesía española contemporanea traducida al griego, a cargo de Ati Solerti (y con la supervisión de Mario Domínguez Parra). Ayer vio la luz la tercera entrega, donde tengo el honor de que aparezcan tres de mis poemas: Todo y Distinto amor de Caricias perplejas, mi primer poemario; e Hic sunt Dracones del último, El mar del otro lado.

Esta antología se reunirá en un libro que la editorial Vakxikon publicará en 2013.

Dejo aquí la imagen griega de Todo, el más pequeño, el primero. Es una extraña alegría ver un poema llevado a otras lenguas, ver mi nombre en un idioma que me es a la vez desconcertantemente ajeno y propio.   Algo así siento.  Muchísimas gracias.


El enlace a esta tercera entrega : AQUÍ.

domingo, 2 de septiembre de 2012

¿A dónde se van?


En septiembre el verano comienza a convertirse en una fotografía, un solitario banco en el que apenas ayer aún  nos sentábamos y hoy va quedando lejos, inevitablemente abandonado. Alguna vez nos sentiremos allí y las instantáneas de muchos veranos se mezclarán en algún sueño, asomarán en los poemas cuando no me lo espere, como rachas de viento que rozan o golpean.  Así respiran los recuerdos, así se desvanecen o se aclaran… o se transforman.

Estuve allí.  Recuerdo en qué pensaba.  Pero dónde se queda el tiempo, dime, a dónde se va el alma de todos los paisajes y los rostros después de ser atrapados y de sentarse al borde de algún confuso río en la memoria, de qué nos salva agarrarnos a la terca quietud de las imágenes, las que no cambiarán mientras tú sí lo haces.

Miro fotografías y me ahogo de nostalgia. A veces tengo amoríos con el pasado. Me gusta esta tristeza suave que marea como un vaso de whisky escocés y acaricia como una zambullida en un lago caliente. Pero sé que es un placer envenenado.  Un río detenido es una gran mentira.  La vida estará siempre aquí, en lo que ocurre y no puedes atrapar (pero te atrapa), en dejarse llevar por este río imparable del tiempo que se va.  Y en la bendita incógnita que aún se llama futuro.



Tomé estas fotografías el 15 de agosto en el pueblo de Dunkeld (Escocia).  Desde la catedral, mirando hacia el río Tay, que nace en las Highlands, y hacia el bosque de Birnan, donde Shakespeare quiso imaginar la derrota de Macbeth.

Macbeth seguirá invicto y con ventura
si el gran bosque de Birnam no se mueve...