lunes, 28 de febrero de 2011

En la campana de los perdidos



El pasado sábado 19 de febrero asistí, invitada por la Asociación Aragonesa de Escritores, a una de las veladas de lectura y música organizadas en el ciclo de invierno de Poesía para perdidos.  Fue un placer compartir la noche con Antón Castro y los chicos de Deep in Blue.  A pesar de un inoportuno catarro que me dejó la voz para el arrastre, la cercanía del público, el buen ambiente, unas gominolas mágicas de Marta Navarro -al quite con su milagroso jengibre australiano-, nuestro encantador y común amigo Chesús Yuste-compañero además de publicación en la sevillana Paréntesis-, la presencia de otros escritores: Fernando Sarría, Manuel Forega, Luisa Miñana, la cálida Ana Alcubierre, a la que conocí en la presentación de YIN en Barcelona, Reyes Guillén, Fran Picón, (mucha gente sentada incluso en las escaleras a la que no distinguía desde el escenario y con la que no pude hablar después, pero me escribieron luego) y la compañía de algunos amigos, hicieron posible que me sintiese bien, contenta de poder compartir así –tal vez de la forma más cercana a su origen- la poesía.  La poesía y la noche.  Recuerdo especialmente a una chica que me paró precisamente en la escalera, cuando yo subía a fumar, una desconocida que no era de Zaragoza y había llegado a la Campana de los perdidos esa noche por casualidad.  Recuerdo sus palabras.  Es curiosa la conexión que puede producirse en estos casos.  

Comenzamos con la generosa y detallada presentación que Miguel Ángel Yusta hizo de cada uno de nosotros, a modo de bienvenida e introducción.  Me tocó ser la primera en leer, después aprendí y disfruté de Antón, de su poesía y su manera de comunicar y, finalmente, me relajé y me divertí con las canciones de Deep in Blue.


Antón Castro-La Campana de los perdidos 19/02/11- La foto es de Aloma Simpé. 
Tanto Antón como yo teníamos libros muy recientes.  Él trajo su Paseo en bicicleta –Olifante acababa de sacarlo a la calle esa misma tarde-; yo fui con Caricias perplejas y con las pruebas de imprenta de Nostalgia armada.  En Siltolá me han dicho que este sábado, con ocasión de mi viaje a Sevilla, tocaré los primeros ejemplares.  Espero que esté muy pronto en las librerías. 

Dejo a modo de recuerdo un par de poemas(AQUÍ y AQUÍ), a pesar de que el sonido no es muy bueno.  Es una manera de compartir también el momento con los lectores del blog.  Últimamente no dejo constancia de cosas que para mí son importantes: las presentaciones de YIN en Zaragoza y Barcelona se quedaron sin su entrada, igual que la presentación del libro de relatos Suegras.  No sé exactamente por qué.  Tal vez por una especie de pudor o miedo a celebrar demasiado.  Pero sí, creo que es mejor hacerlo.   

2 de marzo:  David, de Panda de Tolos, me regaló amablemente el vídeo con toda la grabación de la noche. Yo no podía colgarlo por ser muy extenso, pero él ha puesto una selección en su estupendo blog.  Nunca se parece a estar, sin las pausas para hablar con el público y con lo rara que se ve una ahí, pero espero que os resulte menos complicado que escuchar los poemas en el goear.  Mil gracias, David. 


lunes, 21 de febrero de 2011

150

(la fotografía está tomada de aquí)
Tengo una relación de amor y odio con los números que me impide ignorarlos. Se han juntado demasiados: 150 entradas, 1000 días de blog, 50.000 visitas superadas hace poco (aunque desconozco las totales pues al principio no sabía incorporar un contador). Eso me ha hecho pararme a pensar en todos los números que rodean a estas letras: 115 seguidores, 167 suscritos en el reader, 7.134 comentarios -la mitad son míos, contesto siempre-, 233 comentaristas distintos. Y, desde aquella primera entrada, 2 poemarios, 1 novela, la inclusión en 2 antologías, 1 participación en un libro de relatos, varias publicaciones en revistas.

150 entradas no son muchas, pero han significado mucho para mí. En esta, por primera vez, he desactivado la opción de comentarios. No ofrezco nada hoy, no tengo nada y, en consecuencia, este apunte contable no merece más atención por vuestra parte. Quiero ser yo la que se pare a mirar y diga simplemente GRACIAS. 

miércoles, 9 de febrero de 2011

Mi nuevo libro: NOSTALGIA ARMADA


Por fin Nostalgia armada, mi segundo libro de poemas, es ya una realidad. Tengo, además, el honor de estrenar con él, junto a José María Cumbreño, la nueva colección de poesía de Isla de Siltolá -Vela de Gavia- a cuya acostumbrada calidad de edición ha unido un precioso diseño que hace del libro un objeto bellísimo.

Estos poemas fueron escritos entre diciembre de 2008 y junio de 2010. Como un organismo vivo cuyo crecimiento es a la vez natural y misterioso, el poemario fue desarrollándose mientras yo desconocía hasta dónde iba a llevarme. Pienso que la unidad de la poesía es el poema pero, a veces, por causas que van desde la mera cronología a los acontecimientos vitales que irrumpen en ella y dejan un poso en el estado de ánimo de nuestra escritura, esas unidades se agrupan formando otra mayor que también sostiene su propia arquitectura. 

Esta circunstancia no tiene por qué ser en sí misma ni un mérito ni un defecto literario, pero sí es una característica de algunos libros, e hizo de Nostalgia armada una obra cerrada sobre sí misma. Cuando sentí ganas de escapar de esa Nostalgia y de dejar de disparar con sus armas, supe que el poemario estaba terminado. 

La posible estructura de sus calles fue mostrándose en diversos lugares: algunos poemas se publicaron aquí, otros en revistas (Isla de Siltolá, Rolde, Kafka, el 0,9 periódico...) y distintos blogs. Finalmente, el resultado fue leído por unos pocos amigos a quienes quiero agradecer su hospitalaria atención y su fe en mis textos, que suele ir siempre mucho más allá de la mía: Antonio Azuaga, Juan Manuel Macías y Santiago Gascón. De manera muy especial, quisiera dejar constancia de mi gratitud hacia Javier Sánchez Menéndez, quien apostó como editor por la publicación de este libro desde el principio, y hacia Antonio Rivero Taravillo, prologuista de lujo de toda esta Nostalgia, desde hoy pública y definitivamente desarmada.

(click sobre la foto para ampliar)
10 de febrero: Es cierto que las alegrías nunca vienen solas; hoy  el Heraldo de Aragón, en la Revista Artes&Letras, refleja que el libro Suegras. Retratos breves sobre el gran enemigo de la editorial NUEVOS RUMBOS, en el que participo con un relato, está ¡por sexta semana consecutiva!  entre los libros más vendidos.  Y en el Heraldo aparece también una reseña mía sobre el excelente poemario de Juan Manuel Macías, Tránsito, recientemente publicado por DVD.
Podéis leerla en el blog LOS OTROS, pinchando AQUÍ.
13 de febrero:  En el blog de la Campana de los perdidos, coordinado por Fernando Sarría, así como en la página de las Asociación Aragonesa de Escritores, se anuncia la nueva velada para el sábado 19 a las 22h.  Leeremos poemas Antón Castro y yo, acompañados por la música de Jorge Berges. Os esperamos.
14 de febrero:  Antonio Rivero Taravillo se hace eco en su blog Fuego con nieve de la (próxima e inminente) publicación de Nostalgia armada y adelanta un trocito de su prólogo.  Mil gracias.

miércoles, 2 de febrero de 2011

AMANTE Y RELIGIOSA

Si digo la verdad, para suicida
me falta palidez; para asesina
cuando las noches tiemblan he pensado
que me sobran las ganas, lo confieso.

Lo imaginé a menudo, bien lo sabes:
pensé en matarte. Y no fue por odio,
tan sólo me movía la esperanza
de que volver atrás fuera posible,
al tiempo en el que tú aún no existías.
Yo necesito paz en las provincias:
guíame, General, dije al amigo
(imaginario, sí, me invento todo)
que me acompaña fiel en mis locuras.

Y no es por alabarme, pero siempre
te asesinaba dulce y noblemente,
otorgando esplendor a tu derrota,
placer a tu final, completa entrega,
lenta solemnidad a mi alegría.
A punto de morir me recordabas
a un fatigado dios sobrecogido.
(Por todo paso menos por el triste
destino de quedarme en esta tierra
sin el pobre consuelo de admirarte).

Al fin de cada sueño, sin embargo,
tu aliento más tenaz seguía vivo
y tu antigua soberbia perdonaba
una vez más mi vida sin mirarme;
y ella, o yo, -la del sueño- se sentía
traslúcida, borrosa, inconcebible.

No te puedo acabar si no me miras
-hasta eso en la ficción se me ha negado-,
mas sugerir quisiera solamente
si de tu dignidad y tu grandeza
no podría esperarse que olvidaras
por un momento esa gentil manera
de humillarme y acaso contemplases
-ya que no a mí-, al menos las ventajas,
las posibilidades de la idea
de morirte tú mismo, sin mi ayuda.

Y no pido por mí, piensa en tu gloria,
a salvo para siempre de este mundo;
tu nombre en nuestros labios, los idiotas
que te aman también y no soporto,
hermanos repentinos de mi duelo.
Todo es mejor así, es por fin todo,
es la única forma para el todo.

Ya que no te me vas de la cabeza,
déjame al menos que te piense ahora
libre de las molestas circunstancias
que implican que estés vivo en algún sitio:
vivo y feliz, o triste, o cuerdo o loco,
vivo y real y cierto y no me quieres.
Permíteme que no tenga importancia.

Tú, inmortal –como siempre- en mi memoria;
yo, mortal –pero viva- no he podido
alcanzar lo que acaso no merezco.

Tú, muerto; yo, perfecta,
limpia por el dolor, esclarecida.
Tu ejemplo señalando a mis amantes
la condición futura de mis brazos.

Hace un año: Mimetismo batesiano          Hace dos años: Obediencia ciega