Siempre está junto a mí ese precipicio,
la carencia absoluta de tu ser.
Juan Eduardo Cirlot
Por encima de mí, de las palabrasy aquella luz –madrastra,
bella sin corazón, triste poesía-,
la luz sin Dios que alcé para nosotros,
yo creé un monstruo que miró y mataba.
Ya no estoy en peligro, ya no puedo
crearlo ni creerlo, ya no creo
que al fondo estén tus ojos acunándome,
malditos ojos ciegos que nunca vieron nada.
Si esa nada es mi cruz,
la que nadie pondrá sobre mis hombros;
si es siempre nadie, no, si nunca es nunca,
si no hay remedio al reino de la ausencia,
devolveré la luz de las palabras,
se la echaré a los perros
que merodean como yo las calles
donde hace tiempo, casi en otra vida,
las puertas fueron casas.
Ahora están solos, libres, diminutos,
inmensas sombras bajo las farolas,
los dientes apretados.
La luna y yo, los perros y la nada,
y la vida cayendo
como una absurda lluvia incomprensible;
helado el corazón, hueco el espíritu,
el que soporta el peso
de la luz y la noche y sus verdades;
de pie bajo esa lluvia,
calada hasta los huesos la piel de la memoria.
Olga Bernad
Hace un año: Noche oscura Hace dos años: Todo
Nota: Me encuentro hoy esta reseña de Andábata en El placer de la lectura. Gracias a los administradores de la página por incluirla entre sus placeres. Y, hablando de lecturas, este fin de semana comienza en Zaragoza la feria del libro. Estaré firmando ejemplares de Andábata y Caricias perplejas, a las siete de la tarde, en la caseta de la Asociación Aragonesa de Escritores (domingo 30), en la de Los portadores de sueños (lunes 31) y en la de La casa del libro (martes 1) . Nos vemos en el Paseo de la Independencia.