El pasado día diez visité la
cárcel de Zuera con mi novela Andábata. En marzo habíamos estado ya en la de Daroca, de
la que guardo un gran recuerdo. La actividad forma parte del mismo convenio
entre el Ministerio del Interior y el Gobierno de la Comunidad que, desde la Biblioteca de Aragón,
se desarrolla en colaboración con diferentes Centros Penitenciarios.
En este caso, la visita fue al módulo 14, un módulo experimental que
reúne a unos internos especiales y especialmente comprometidos con su propia
reinserción. El pabellón es incluso mixto (algo que yo no pensaba que existía
en el mundo penitenciario). La
experiencia fue impresionante -para mí- y me consta que ellos también
disfrutaron mucho de la charla. Además de la reunión por el ciclo de lectura,
pude visitar todas las instalaciones del módulo: los talleres, el comedor, el gimnasio,
la biblioteca. También tuve la
oportunidad de hablar con algunos de ellos mientras nos fumábamos un cigarrillo
en el patio, e incluso de saludar a un interno que había estado en Daroca y se
encontraba trasladado allí, aunque a otro módulo. Me vine con el corazón un poco más lleno, con
algunos poemas escritos por uno de ellos y con una preciosa “edición” de Andábata
que me regalaron al final. Un libro- joyero
que hicieron en su taller aprovechando Aranzadis obsoletos. Una joya para
mí. Me encanta la ironía del
reciclaje. Andábata hecha de leyes
que ya no sirven por presos que aún pueden hacer muchas cosas. La vida es así.
Y yo les doy las gracias. Ex corde.
