miércoles, 28 de noviembre de 2012

El mismo abismo... y palabras para Turia

Querer (o no) saltar hacia el vacío
y descubrir despacio
que el vacío cayó hacia nuestro lado.
El boquete en el pecho, el que veíamos
entre la multitud, entre las calles
y en medio de los ojos (si sus ojos
nos dijeron que no).
El mismo abismo enfrente del espejo,
en el exacto centro de mis labios.
Y yo diciendo no, diciendo no, diciéndome:
tú no eres distinta de los otros.


Me llega el número 104 de la revista Turia. Me encuentro allí una reseña de Enrique Villagrasa sobre mi mar del otro lado. Una noticia cálida para un día de viento frío. Mil gracias.


jueves, 22 de noviembre de 2012

HIMNÓTICA 3

Al hilo de un pensamiento que se me ocurrió colgar en facebook, se inició una conversación en la que acabamos hablando de himnos personales. Desde entonces, me he puesto a repasar los míos.  La mayoría son lamentables, lo sé, pero voy a ser sincera sin motivos, por mi propia apetencia.  Diré solo la verdad.   Como el himno patrio tiene una letra tan absurda (chunda, chunda, tachundachundachunda, etc.) me refugio en los que va eligiendo mi corazón.  De lo que yo llamo "la generación excesiva" por su poco apego al concepto de naturalidad (los cantantes de mi infancia) recordé en el diálogo el Qué sabe nadie del simpar Raphael; y también el number one: El rojo, rojo clavel de la Jurado.  Pocas cosas me hacen sentir igual que cantar esas canciones como una loca (eso sí, solamente en mi casa, para pasmo de mis pobres hijos y sus mentes infantiles).  Pero hay más.  En los últimos tiempos, cuando pienso en la libertad y en cosas así, me vienen a la cabeza los versos de Lorca – “Y ángeles negros volaban/ por el aire de Poniente./ Ángeles de largas trenzas/ y corazones de aceite”-.  Lorca me pone triste porque vio volar ángeles negros y al final fueron verdad. Sin embargo la libertad, tal y como uno la sueña de muy joven, puede que solo sea verdad en la imaginación y en las canciones.  Yo canto esta a voz en grito, y recuerdo también a Ernesto Sabato, pues él sabía que “nada puede el mundo contra un hombre que canta en la miseria”.  Ni contra una mujer. Libre.