domingo, 20 de junio de 2010

Andábata en Borradores y fin de curso


El pasado 7 de mayo, cuando presentamos Andábata en Zaragoza, las cámaras de Aragón Televisión se acercaron al Instituto Aragonés de la Juventud.   Allí, un poco antes de comenzar, Antón Castro me hizo una breve entrevista sobre la que luego montaron el reportaje que hoy dejo como entrada y que fue emitido el 15 de junio dentro del programa Borradores.

Me parece un buen cierre para un curso que ha sido intenso: comenzamos septiembre con la publicación de Caricias perplejas, en octubre llegó la presentación de la colección de poesía Siltolá en Sevilla, en noviembre la presentación del poemario en Zaragoza; todo ello mezclado con la última etapa de correcciones de Andábata -que habría de publicarse en febrero-, con la cita semanal del blog, con los actuales proyectos de escritura, con el trabajo, con las exigentes intendencias domésticas, con esas colaboraciones que siempre tengo atrasadas, con dos hijos lo suficientemente pequeños como para no entender por qué estoy siempre ocupada.

El fin del calendario escolar ha coincidido también con la finalización de un nuevo poemario que venía ocupándome desde diciembre de 2008. Entregarlo a mi editor, Javier Sánchez Menéndez, me ha dejado esa sensación de vacío que acompaña a lo definitivamente terminado; aunque ha sido una especie de descanso que, nada más leerlo, me haya hecho notar (aquí) una ilusión parecida a la mía por verlo en pie. Muchas cosas nos esperan al curso que viene: este nuevo libro cuya publicación confío en retrasar hasta principios de 2011, la Antología de poetas aragonesas que la editorial Olifante ha puesto en manos de Ángel Guinda (suponemos que saldrá en noviembre) y alguna cosa más de la que iremos informando en su momento.

Ahora necesito un respiro. Como el verano pasado, no cierro la posibilidad de colgar entradas esporádicamente, ya que estas Caricias se han convertido en compañía y reto y sé que alguna noche sentiré la necesidad de encontrarme con vosotros por aquí, pero no lo haré con la acostumbrada periodicidad semanal sino de una manera más imprevisible.  Seguiré leyéndoos, eso sí;-) 

Buen verano a todos, hacedlo inolvidable.

Hace un año: San Juan, Summertime, Extra viam   

lunes, 14 de junio de 2010

Una amazona griega en tiovivo

Hace ya casi dos años, cuando apenas llevaba un mes en esto de los blogs y descubrir cosas nuevas era como tocar las primeras monedas de un tesoro que me parecía entonces inagotable, me encontré, en uno de las pocas bitácoras que entonces visitaba, el enlace a una publicación en El Imparcial. Se trataba de un poema de Juan Manuel Macías, quien -con el tiempo- se convirtió en amigo por esa cosa natural que ocurre cuando te gusta lo que lees y hay reciprocidad y empiezas a hablar de unas cosas y de otras. En el comentario que le dejé se me coló un endecasílabo que él me hizo notar. Tiempo después, lo retomé y sirvió de título a este pequeño poema, escrito un poco al hilo de su Partenio, pensando en esa Hagesícora que “da vueltas alrededor del miedo de los hombres;/ amazona dorada que monta sobre un sueño,/dejando a sus espaldas un perfume de ruinas.”

Ese sigue siendo el diálogo que busco por estos lares y con el que me quedo. En medio de este maremagnum de opiniones, razones, juicios, prejuicios, halagos, críticas, cicaterías y autojustificaciones en el que vamos aprendiendo mucho más que prosodia, acojo la poesía con todo el placer y toda la generosidad cuando la encuentro y paso de puntillas cuando no la encuentro, pues tal vez mi opinión no es la más acertada y no quiero hacer daño, pero tampoco mentir.  Ay, la poesía.  De vez en cuando, procuro escribirla. Nada más.  Nada menos.

Mientras tanto, Hagesícora da vueltas, es cierto, alrededor del miedo de los hombres.

UNA AMAZONA GRIEGA EN TIOVIVO

Quebraré las rodillas de tu alma
si te quieres quedar y, si te marchas,
volveré al tiovivo melancólico
y a su canción de amor inmaculado:
fugaces bienvenidas de una vuelta,
fugaces despedidas de otra vuelta;
mi corazón montado en unicornio
gira y gira el dolor, danza en mi vientre
la rigurosa norma de la nada.

Hace un año: Primera publicación   
Hace dos años: A la nochePorque quiero

Nota:  Antonio Serrano Cueto publicó ayer en sus Silenos una interesante entrada sobre la poesía actual y su presencia en los medios en la que hizo una amable mención al poemario Caricias perplejas.  Gracias, Antonio, porque se menciona lo que se ha leído y nos ha quedado un poco en la memoria.  Ambas cosas me hacen bastante feliz;-)

14 de junio:  Mañana por la noche, sobre las 12:45, tras las noticias, se emite en el programa Borradores de Aragón Televisión una entrevista que Antón Castro me hizo con motivo de la presentación de la novela AndábataSe reemite el sábado, a las 9,15 de la mañana.  Más información sobre el programa aquí y aquí

20 de junio:  La entrevista está colgada aquí

martes, 8 de junio de 2010

Sólo palabras

Nos envuelven en sílabas y en voces
desde el instante mismo en que nacemos…
J.A. Labordeta, Palabras

La tarde se viste de tormenta; con ella, el parque, ese aliado de los padres para cansar a los niños, pierde espacio libre y se nos convierte en el pequeño refugio de una glorieta, una tarima elevada dispuesta para que un grupo de música inexistente (jamás lo he visto) dé algún bonito concierto en primavera. La gente se fue deprisa con las primeras gotas, en tres minutos el parque se ha quedado desierto. No tengo ganas de volver a casa y encerrar a estos dos salvajes entre cuatro paredes; mi santo rugbylari está de acuerdo: allí nos quedamos, viendo llover, con las piernas colgando hacia poniente. Así estoy bien, me hipnotiza la lluvia. Pero Adrián tiene ese incombustible espíritu juguetón de los cachorros de toda especie. “¡Vamos a jugar a las palabras!”, le digo, fingiendo un entusiasmo que estoy lejos de sentir. Ahora que se sabe todas las letras (“¡hasta la uve doble, mamá!” -lo cual es el colmo) y ya lee más deprisa que un notario, está empeñado en saberse también todas las palabras. Y cuántas le hacen gracia, madre mía: diente (de ajo), rompesuelas, pelagatos, triquitraque…

Su risa me anima y empiezo a soltarlas como me vienen: reminiscencia, arquitrabe, ababol y presidiaria, columbario, saxofón, transaminasas, Argentina e impúdica. Dios mío, hay miles: paleontólogo, inmersión, subsidiario, cuquera, latinajo, Toronto, circunspecto, arrabalero, incluso contubernio. El rugbylari agarra fuerte el balón, como las abuelas el bolso; eso es que está planeando una huida, le conozco como si (también) le hubiera parido. Yo pienso mientras hablo –sobreexposición, latinidad, Confucio, moaxaja, mayestático, Eclesiastés- y se me agolpa todo lo que Adrián tiene por estrenar: pantocrátor y abulia, discernimiento, usufructuario, Lucerna. Pronto me deslizo por mis fueros y va cayendo andábata, saxífraga, genuflexión, sáfico, coriambo, corazón (“de melón”, añade Víctor), perplejo y Xanadú.  Zahorí.  Aspidistra. Encrucijada. Cállate.

Víctor mira entonces a lo lejos y respira con aire de poeta: “Zinc”. Y nos quedamos saboreando su refulgencia y su sonido. Luego, visto el éxito, con unas maneras de hombrecito interesante cuyo espíritu gafapasta queda protegido por un físico imponente de atleta futuro, pronuncia: “Plasmodio”. Si llega a decir “Rosebud” le doy una colleja, por listo. Y por asustarme. Pienso en irradiación, paniquesa, embolicar, arrebol, transacción, glarimas negras, y en las inquietantes o negativas que empiezan por in: insurrección, inmarcesible, inflexión, inopinado… Intereconomía. Intento contagiarles la dulzura de negligencia, desabillé, luminaria, reminiscencia, amatorio –ese cuarto para amar- clemencia, clementina y mandarina.

El santo rugbylari nos mira con sorna: “¡Pilar Rubio, Pilar Rubio!, que es palabra compuesta”. “Sí, compuesta de tetas y ojos verdes”, le contesto con rencor, oscureciendo mi mirada de gitana sólo con la intención y sacando todo el pecho que tengo (pero cada vez me canso antes de la postura, ay).

Pongo mis esperanzas en Adrián, que está nervioso como ante un escaparate de pasteles, sin saber cuál elegir: “Pues yo digo, pues yo digo…¡¡¡gormitiiiiiiii!!!!”.

A casa.

Hace un año:  King George   
Hace dos años: El retrato de LucreciaDistinto amor

miércoles, 2 de junio de 2010

El exceso interior

A Jesús Cotta y Gómez de Lesaca, cuyas palabras estuvieron en el origen de esta entrada , porque lo prometido es deuda;-)

Hace poco, un amigo se preguntaba si es mejor pecar por exceso que por defecto. Vaya usted a saber, pero los defectos no han contado nunca con mis simpatías puesto que todo el mundo administra a la perfección los excesos que no tiene capacidad para sentir. Creo que la pasión suele llevarnos a algún tipo de exceso, aunque sea interior. Por dentro no importa, decía el psicópata de American Psycho. Sólo un psicópata puede hablar así, alguien que no sólo siente sus obras libres de pecado sino también su pensamiento, alguien que ha vaciado para siempre su parte de la culpa en la balanza.

Yo creo que la pasión es una bendición a veces maldita de la que siempre somos responsables, pero no concibo la vida sin ella y sin sus significados (y peligros) múltiples. Todos me gustan. Lo mejor es no pecar, de acuerdo, pero coincidirán conmigo en que a veces las cosas se ponen muy difíciles. Sin embargo, tampoco me gustan nada los caballos desbocados (igual que no me gustan las plañideras ni la gente que grita absurdamente en los orgasmos), creo que galopan sobre un mar de excusas y autoindulgencias (o de simple mal gusto). No se toman en serio el concepto de libertad, ni quizá el del dolor y el placer, y eso es un crimen.

Me gustan los volcanes imperturbables, sí. Cuando las cosas se ponen difíciles, cuando el fuego quema en lo profundo, hay que ser muy excesivo para permanecer impasible. Me gusta el control de un volcán que hierve, me gusta la pasión y el exceso que intenta dominarse, no hay tensión más difícil ni poética. No hay exceso mejor administrado que el del que está siempre a punto de explotar... y aguanta. Ese temblor interior.

Y sí, lo encuentro moral y erótico.
Aunque reconozco que hay explosiones gloriosas.



Dos de junio:  Ya está en la calle el nº 2 de la revista Isla de Siltola, y en Sevilla se ha plantado un árbol por cuya savia corre una pequeña gota de mi sangre.  Felicidades a todos los que han levantado ese bosque.

Cuatro de junio: Reseña sobre Andábata.  La firma Jesus Cotta en Estado crítico.  Ese estado le va que ni pintado a nuestra Marta;-)
...y, buceando un poco por la red, me encuentro esta mención de Maite Mangas, que, desde sus Burlas y veras, guarda una noche en blanco para Andábata.
...y esta reseña del poemario Caricias perplejas en la revista El libro andaluz, en su boletín de novedades del mes de mayo. 
Muchísimas gracias a todos.