lunes, 26 de julio de 2010

Spira mirabillis

 Eadem mutata resurgo

He gastado gran parte de mi vida
buscando sellar círculos perfectos,
territorios seguros y felices
preñados de promesas y de anillos,
esa sencilla forma de ponerme
el amor como insignia entre los dedos.
Si algún día viví en el paraíso,
no me expulsó el mordisco y la manzana:
fue el sueño y la soberbia imperdonable
de poseer entero el horizonte.

Dios no me quiere en círculos perfectos,
me quiere derramada en espirales.
Cada vez que he intentado cerrar uno
-amor, poema, verso o territorio-
el diablo se distrajo,
y el silencioso ángel que me guarda
movió un poco su mano victoriosa
para tocar apenas
la curva que cerraba mi esperanza.

Y yo empecé a dar vueltas torpemente
queriendo atar mi terca cinta blanca
a otro extremo que nunca encontraría.
Así aprendí a bailar y a escribir versos,
así llore y así distraje lágrimas,
así rodé hacia el centro del espejo.

De tanto ir hacia dentro, las espirales rompen
el fondo inabarcable de nuestra complacencia,
se inventan el espacio y lo comprenden.
Difícil distinguir si lo penetran
lo violan o lo salvan; intuimos
que ese punto final es la promesa,
la verdad esperando en algún sitio,
la prueba de la fe,
la mirada de Dios sobre las cosas.
Pero es también la soledad ardiente,
la incógnita de un salto
a lomos de una yegua triste y mágica.

Las espirales viven en los libros,
en la oreja cortada de Van Gogh
y en todas las estrellas de sus cielos
(el cielo de los locos brilla tanto
alguna noche oscura),
en la danza del agua que se escapa
del grifo del lavabo de los cuerdos
hacia la tubería subterránea.
Cada hoja caída de los árboles
guía esa misma danza matemática,
la de las mariposas en el vientre
de mi primera vez.

El tablero del juego de la oca;
Tlaloc, dios de la lluvia, y el principesco vals;
Hermes y las serpientes que pelean
sobre su antigua rama de avellano.
Ha rodeado el ojo de un caballo
en los mitos germanos; ha domado
dragones orientales e infinitos;
levantó zigurats, hizo pirámides,
dibujó el remolino de mi pecho
cuando tú me llamaste por mi nombre.

Los cuatro brazos de la Vía Láctea,
los enfados del mar, que arrastran galeones
hacia el mundo profundo y misterioso.
El oro hundido. Caracolas blancas
para llenar mi cofre de tatuajes,
la arena salpicada de espirales.
Una borrasca sobre Islandia entera,
unos versos leídos casualmente
cercando mi memoria y arrastrando
mi conciencia hacia un centro incomprensible.

Lo que buscó mi lengua entre tus labios
lo encontré en el ombligo de mis hijos.
Entonces supe que la vida escapa
a golpe de espirales y de símbolos
de los planos recursos de la muerte.


Hace dos años:  Jazmines sobre el mar, Agosto espera, Mil gracias, Las reglas del desierto

Nota:  La noche en que este poema se publicó, Javier me escribió para decirme que, tras leerlo, me había dedicado una entrada indirecta (aquí).  Él sabe que no siempre le entiendo pero que siempre le entiendo lo suficiente, lo cual no es mala forma de entenderse.  Gracias, Javier. 

domingo, 4 de julio de 2010

Maldito duende


Venció seis veces.
Del epitafio de un gladiador

Esta guerra sin sangre no es la mía.
Quiero luz derramada a borbotones,
quiero morir después de seis victorias.

Frente al himno y la tierra prometida,
la inmaculada nada, virgen hueca,
y una vieja canción que no viene a los labios
-y no vendrá ya más-, y la sorpresa
del olvido de un nombre que ayer mismo
pronunciabas despacio. Si me niegas
la guerra y la palabra, yo no puedo
volver a imaginarte. Ya no quiero
que no seas verdad. Mi amor es cierto.

Hace un año:  Extra viam   Hace dos años: Mujeres sin corazón, De profundis, No me dejes caer, Jazmines sobre el marAgosto espera

8 de julio:  Diego Morales ha plantado una isla (de Caricias perplejas) en medio de su  "Errante fugacidad".  Gracias, Diego. 
9 de julio: Me encuentro una reseña de Andábata en A mí me gusta leerBreve y dulce como un bombón de licor de los que le gustan a la protagonista, sí;-)  No conocía la página pero me parece muy interesante y la visitaré a menudo.  Gracias a los administradores.
19 de julio: Andábata en la Red de Bibliotecas de Aragón (click sobre imagen)