martes, 30 de marzo de 2010

Historia de "eau"


Voy a dejar de fumar, pero qué importa eso ahora. Ahora mismo, entre el humo y la melancolía, hay una voz que me acompaña, la que vuelve a contarme viejas conversaciones de lolitas que intentaban ser algo perversas con un ducados entre los labios o entre los dientes pequeños y blanquísimos. Los cigarrillos brillaban al final, mantenían su ser en una brasa, como mis ojos en la punta de la mirada, y el pelo de mi amiga  -negro como esos ducados blancos y el futuro que nos contaban en la escuela del barrio- hacía reflejos azules en la almohada; nuestro cuerpo era nuevo y prometía cosas, nuestros pulmones recibían inquietos el golpe de humo y nicotina; la sangre, fuerte pero demasiado limpia, se envenenaba pronto y el mareo se instalaba en un lugar amable de la conciencia. Risas y toses.

El principito aún era nuestro novio, pero los cigarrillos estaban ya dispuestos, como los mecheros robados que acariciábamos dentro del bolsillo y el sondeo de gestos veladamente sensuales, supuestamente espontáneos, que repetiríamos frente a ellos cuando nos atreviésemos. Si ellos eran lo importante, ¿por qué les he olvidado? Y, sin embargo, recuerdo ahora con verdadera nostalgia aquellas tardes de casi embriaguez y olor al inevitable Azur de Puig de cada cumpleaños, esa frescura cotidiana y económica con la que nuestras madres nos bendecían; aunque nosotras, puestas a economizar, preferiríamos luego la chispa de Farala -su olor a limpia y nueva independencia- y soñábamos entonces con ser también, en una versión más dócil, la chica que se vestía de Eau Jeune, “mandarina de Sicilia, palo de rosa y menta”, decía el envase. Un verso libre, poesía pura.

Pero los aromas, ay, son un mundo insaciable; decidido: íbamos a pasarnos a Anaïs Anaïs en cuanto pudiésemos; aunque las propinas llegasen sólo para la versión desodorante comunitario, siempre mucho más económico que el eau de toilette propio. El peso de la porcelana blanca de Cacharel y todas las flores del naranjo, jacinto, madreselva. También en el corazón, jazmín por primera vez (dicen que marroquí pero yo no lo creo, aunque me gustaba creerlo, y no sabía entonces que los sintéticos ya nos habían invadido) ylang-ylang, muguette y flor de Lis; al fondo: cedro, sándalo, ámbar, musgo de roble, incienso, vetiver. Ese salto hacia lo femenino, radicalmente dulce, catalizador del desasosiego materno sobre nuestra ya demasiado dulce piel -aún más dulce ahora, acalorada por los juegos íntimos y el vapor de almendra amarga, levemente hormonal, que emergía de los ángulos del cuerpo- se acompañaba a veces de sofisticados cigarrillos largos y negros. More, decía la cajetilla, decía mi corazón, decía mi amiga, decía el pintalabios; pintura de labios rojos sólo para nosotras, para mirarnos todo el rato fumando con las boquitas pintadas delante del espejo, preciosas entre el humo y las risas y el miedo a que volvieran nuestros padres y a todo lo que iba a empezar a pasar. Un libro de Boris Vian en la mesilla. Me gustó tanto el nombre. Miles de cuentos comenzados. Los feos se morían (Boris, Boris). Llevaba camisetas del Che pero me enamoré de Curzio Malaparte, que entendía cosas. (La piel, siempre la piel).

Corramos un tupido velo. Me reencuentro ya más centrada, con todas las excusas de una universitaria casi formal: estudias, apruebas, que tus padres no te vean borracha y a vivir. Fumaba Lucky, llevaba mucho brillo de labios, vaqueros ajustados, poco escote, morena hasta la médula, largo pelo rizado, rizadísimo, como mis pensamientos y las lecturas mezcladas en una maraña imposible de desenredar. Recias palabras -Calderón, gramática latina, evoluciones fonéticas- todo el teatro del XVII junto al Invierno en Lisboa, la Bella del señor, Juegos de la edad tardía, una jarcha muy triste y Shadows (“mátame tiempo mátame”, etc.). Suaves cremas de coco para pasar los dedos sobre la melena. Y Sunflowers, de Elisabeth Arden, un floral afrutado, más acorde ya con mi personalidad y mi edad. Bergamota y melocotón en las notas de cabeza, pero en las de corazón, adivinen, sí, mi jazmín en el centro, rosas de té y ciclamino. Las notas frutales y el suavísimo jazmín, evidentes para cualquier nariz mínimamente educada. El humo del Lucky recién encendido las hacía brillar. No lo uso desde 1999, y ya aquél fue un momento de nostalgia. Empiezo una novela.

Luego, tranquilidad para todos los días, centrarse una en sus asuntos, no gastar demasiadas fuerzas versus mundum, ni siquiera versus las odiosas (desde el punto de vista filosófico) tendencias unisex, un traje cómodo y agradable entre esa gama: One de Calvin Klein. Ducha, cítricos, a trabajar. Periódicos. Recopilaciones de artículos. Libros de contabilidad. Nobel bajo en nicotina y horarios, horarios, no machacarse demasiado y empezar a administrar la potencia y la nariz para protegerla, para derrocharla en algunos momentos en los que destapar la botella y dejar salir al genio. Del eau de toilette que todo el mundo acepta -ese tributo a la opinión dominante- al eau de parfum salvaje, el que conoces y sueltas sólo en confianza. Alchimie de Rochas, vainilla y notas orientales que pueden resultar demasiado penetrantes de día y maravillosas de noche. Abstenerse pusilánimes adictas a eso que llaman “lo fresquito” y a los jugos de frutas que te sirven en todos los caribes prefabricados. Para paraísos entre cuatro paredes, en pleno desierto monegrino, “desde lugares hoscos donde los hombres…”. Amor real. No usar todos los días, no impregnar jamás la ropa, sólo los puntos donde la sangre se acelera y dejarle hacer. Te entrarán ganas de fumar cosas exóticas y prohibidas y de besar a tu novio, sea quien sea, qué culpa tienes tú. Voy a acabar la novela. Bien, si eres valiente y no tienes que ser fiel, Magia Negra de Lancôme: maderas orientales, excesos deliciosos para gastar entre verdaderos alquimistas y hombres sin nombre. El marqués y yo. La filosofía en el tocador. Puede salir carísimo. Cuídate. Comprendo a todo el mundo.

Y, por fin, pasar de lo que se lleva y encontrar un lugar más o menos propio pero no discordante ni invasivo, sólo se notará si tú lo quieres, sólo quien traspase el círculo de tiza, sólo quien ya sepa quién eres tú. Cerramos amablemente los ojos tantas veces, un poco el corazón, mucho las piernas, muchísimo la puerta por donde se escapan las energías gastadas en batallas inútiles. Y, sin embargo, te inventas una nueva. Voilé de Jasmin de Bulgari y un camel con mezcla turca, poetas y cometas, (pero yo tengo que ser el hilo, el poeta y la cometa) por fin mi primer libro y la capacidad de sonreír a quien impregna el mundo de otros aromas porque, al aire libre, nada huele ni duele del todo y para siempre. Si no es así, ya eres mayor, el médico te dará drogas legales y te escuchará con una rara atención mientras tú le cuentas que estás triste. En la consulta, se extiende muy despacio un aura de perfume no excesivamente caro pero sí inequívocamente femenino. Las notas de cabeza: bergamota y mimosa; jazmín Sambac en el corazón y un fondo algo almizclado; muy al final, como si fuese un símbolo, ese lirio inalcanzable nos espera.

Y lo desconocido: Jasmin Noir. Mañana me lo regalo, que es mi cumple y se acabaron los treinta-y-todos igual que se acabaron las excusas. As time goes by. Borrascosa institutriz (a ti qué te importa). Maldito tiempo, sí, “pero ahora, con la mano en el poema, os lo confieso: he sido siempre yo la que salió ganando en todos nuestros tratos”.

Olga Bernad 


Nota: Los versos entrecomillados pertenecen, por este orden, a Pere Gimferrer, J.A. Labordeta y Miguel D’ors. Los libros citados y sus autorías son reconocibles para cualquiera que oiga la radio. El sintagma “poetas y cometas” es el título de una antigua entrada de J.M. Macías, y de otra (y el posterior diálogo) saqué la idea inicial para esta “Historia de eau”, menos explícita que aquella otra “Historia de O” de Pauline Rèage, pero más mía.
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4 de abril:   Me escribe Javier Sánchez Menéndez -mi editor de poesía, siempre alerta-  desde Londres, y me manda un enlace donde leo que Pedro Gollonet, a quien no conocía, deja una breve y preciosa reseña sobre el poemario Caricias Perplejas desde su tierra extraña.  Gracias, Pedro.

lunes, 22 de marzo de 2010

Hacia el infierno

(Imagen tomada de aquí)

Hace más o menos un año, por estas fechas,  me pidieron unos poemas para lo que iba a ser mi primera publicación, una plaquette que es para mí un recuerdo precioso de la velada poética que luego pasaríamos en La Cigale. En ese cuaderno, el número dos de la serie, junto a tres poemas de Caricias perplejas, aparecierton otros inéditos, entre ellos este Infierno que ni siquiera había visto la luz aquí.  Hoy le llegó su hora.
 

Mi lengua se ha enredado con la hiedra,
la dulce y dolorosa está amarrada
a una pequeña muerte sin palabras.
Debiera estar jugando con la tuya
en bares y postales, o en mis sueños.
Al menos en mis sueños removía
silenciosas mareas en tu sangre,
esa resaca abandonaba a veces
caracolas azules en la arena
y yo las acercaba a mis oídos
y bebía despacio de tu ausencia.
Mi sed, que multiplica los desiertos,
calcinaba una playa cada noche.
Palabras sucias de algas y de brea,
-la podrida distancia de las olas-
se han llevado el rumor del mar tan lejos
como si nunca más fuera posible.
Ingeniería frágil de mi vida,
peligroso sustento de las cosas.
Ahora que el mar no existe, ya estoy sola.
Cuando el amor convierta mi garganta
en cueva y en gemido,
no me quedará sueño al que agarrarme
ni muro al que trepar.
Nada tiembla en el aire cuando tiembla
mi sangre por las noches.
Ojalá el viento limpie de ruido la ciudad.
Quisiera distinguir lo que sostiene
mi alma en equilibrio,
reconocer los nervios de la cúpula,
esas venas de piedra que bombean
aliento al corazón, y mi silencio
hacia un cielo tal vez menos estricto
donde existes y escuchas, donde todo
es sencillo y sin fuerza,
como mirar un río.
Me da miedo quedarme del lado de la noche
y no encontrar la puerta hacia el infierno
que al menos luce lejos como la luz de un faro
sobre su torre oscura de finales.

Mientras, la luna arrastra brillos de sal al suelo.
Cualquier cosa se vuelve un pensamiento triste.

 (Imagen tomada de aquí)

Olga Bernad
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Hace un año: Sedeisken
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25 de marzoHace unas semanas, por pura casualidad, conocí a una mujer muy interesante, una mujer creciente a la que tal vez os guste visitar.  Me dio la dirección de su blog y hoy, por fin, he podido acercarme con más detenimiento.  Me he encontrado allí la agradable sorpresa que siempre supone la mención de un lector.  Porque lo que me importa es eso: el diálogo con el lector.  Y Mariano Ibeas ha terminado la serie de poemas que escribió a partir de mi "Puro azar".  Veré la forma de enlazarlos con su origen.  Gracias a ambos por establecer esa conversación con mis textos.
26 de marzo:  Más lecturas de Andábata en sendos blogs cuyos autores tienen la amabilidad de compartirlas.  Diego Morales  y  Belén Serrano.  Mil gracias.
Leo en Europa press una interesante entrevista con Javier Sánchez Menéndez a propósito de la reciente salida al mercado del primer número de la Revista Siltolá, en el cual aparecen dos poemas míos. 

domingo, 14 de marzo de 2010

Nuevos libros, viejos amantes y un sexteto lira



Hace unos meses, Álex Chico me incluyó en su lista de autores para formar parte de una nueva e interesante iniciativa de Sergio Sastre que cuajó en esta estupenda página: Las afinidades narrativas.  Hace justo un año de mi participación en Las afinidades electivas y, como entonces, -como siempre- no tengo ninguna prisa por echar a volar los textos propios.  Llevo varias noches releyendo antiguos relatos, esos cuentos que escribí durante años para nadie y que son un síntoma de mi manera de ser.   Ahora que todo el mundo duerme, la soledad, el silencio, la noche, las canciones me han hecho pensar que los viejos relatos tienen algo de viejos amantes esperando a no se sabe qué amada -la que posiblemente se les escapó entre los dedos del tiempo y la vida cotidiana-, aquellos viejos amantes a los que cantaba Brel sin sospechar nunca cuánto iba a quererle yo en el futuro.  Mientras me decido por uno de ellos o por algo nuevo, pienso que ojalá no hayan perdido el gusto del agua (ni yo el de la conquista).

Les dejo con mi Brel y con un pequeño poemita, un sexteto lira, un capricho de aire antiguo.  Tan antiguo como el tema del amor y el tiempo, como nuestra impotencia para mantener a salvo amores, cuentos y poemas, como la hoguera bruja que todo se lo traga: relatos, amor, rimas...  y a mi Brel comprendiéndome, prendido por las  llamas de lo que quema el tiempo.

Esta es mi letra (para Eduardo González Ascanio)
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Nota: Hoy, a las cinco de la tarde, hora taurina, tiene lugar en Leciñena la presentación de un libro magnífico y raro: las fotografías de Fernando González Seral, su mirada sobre ese desierto nuestro y algunas otras cosas . Y ya ha llegado a las librerías el poemario de Antón Castro "Vivir del aire", publicado por Olifante. Dos excelentes noticias en forma de libros nuevos.


martes, 9 de marzo de 2010

Lugares invisibles, verbos muertos

O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
Que chega a fingir que é dor
A dor que deveras sente.
No me dices, amor, lo que me cuentas;
me dices “no te entiendo” y me destierras
con ese breve gesto de tu boca
a repetir palabras que no importan.
Mientras hablo me rindo y me pregunto
si acaso me he perdido en tu respuesta,
y si hablar es rezar o es sólo el resto
de un deseo insolente. Se ha parado
un pájaro a mirarme en la ventana.
Y se va como yo, siempre nos vamos.

Apago el cigarrillo, cierro frases
que ya no hablan de mí.

Ni tampoco de ti, sólo se mueren
como cosas no dichas o inventadas.
No volveré a quererte y, ahora mismo,
en el preciso instante que se escapa,
no sé si esta impotencia es el futuro
o tendremos acaso otras personas
y otros tiempos y modos de vivirlas;
si el verbo nos verá probar verdades
que parecen mentira y nos marcaron
la piel en los lugares invisibles.

Mi propia cicatriz es mi trabajo,
no el tuyo ni el de nadie. Si tú estabas
sentado al otro lado de la mesa,
cómo explicar la burla: la ventana
me reflejó esa tarde hablando sola.

Olga Bernad

A Juan Manuel Macías, que me recitó estos cuatro versos de Pessoa tras leer el poema y me habló de la incomprensión y de la rara manera en que cada cosa, hasta la soledad, hasta lo incierto, cumple su papel al pie de la letra en algún desquiciado orden de cosas. Amen.
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Hace un año:  El mal amor
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10 de marzo: Aurora Pimentel deja en su blog algunas reflexiones tras la lectura de Andábata.  Mil gracias. 
12 de marzo:  Me entero de que el miércoles apareció en la página VAE VICTIS! un  poema de Caricias perplejas.   Muchas gracias también a su administradora.

jueves, 4 de marzo de 2010

1 intrusa en 0,9 periódico

El poeta Javier Cubero, comenzó hace poco un nuevo proyecto llamado 0,9 periódico. Una curiosa cadena de nombres propios me llevó hasta allí:  Eduardo Moga, Sergio Gaspar, Juan Manuel Macías y… el resultado ha sido que algunos de los poemas de Caricias perplejas, acompañados de unos perros de noviembre y esta Intrusa, se han quedado a formar parte de su nº 003Mi colaboración completa pueden verla AQUÍ.

Pero en esta entrada quiero dejarles sólo este poema, el más reciente de todos los que he escrito.   Dedicado a la tristeza de sentirse intrusos, a la eficacia con la que pueden hacérnoslo sentir y a la perfección con la que sabemos hacer que otros lo sientan.

No conoció Samoa
pero amó a Tusitala
que le hablaba de islas y tesoros

Efi Cubero (Bifurcación de Jano)


Arrojada del mar, no rescatada.
Pupila azul que juzgas mi hermosura,
perdóname el temblor de la sonrisa,
perdona la tristeza de mis párpados árabes.
No sé si soy de aquí o del otro lado
-pues el mundo es confuso en los naufragios-
pero te ruego, hermano,
que no arropes con frío esta violencia
que aún recata el temor.
Yo no busco la playa bajo los adoquines,
sé que sólo las piedras mantienen su poder:
parten el alma blanca de los cristales sucios
y en los escaparates del arrabal nocturno
nacen raras estrellas llenas de un brillo roto.
Es la firma febril de la expulsada,
los dientes apretados del desprecio,
lo que creció en silencio entre esas olas.
La parte cercenada de mi alma transparente
se ha vuelto ancha y ajena, extraña al mundo
que tú creías tuyo.

Soy irrecuperable como mi corazón
y no siento nostalgia de eso que llaman patria.
He venido a quedarme, no te engañes.

Olga Bernad
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Hace un añoMuerta en combate,    La morena de la copla,    Rectas
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5 de marzo: Mariano Ibeas se hace eco en su blog de la publicación de Andábata y  María Teresa Gómez Puertas acompaña una de sus fotografías con algunos versos de  Caricias perplejas.  Gracias a ambos.
José María Cumbreño, Jesús Cotta, José María Jurado y Juan Antonio Glez. Romano anuncian también en sus respectivos blogs la salida del nº 1 de la revista Isla de Siltolá.   Reitero mi alegría por estar allí con ellos y con los demás autores, y mi satisfacción al ver esa portada navegando por la red.
8 de marzoAntón Castro  muestra un fragmento de Andábata en su blog. ¡Gracias!