La primera vez que le pregunte a mi hijo Víctor qué quería ser de mayor, se quedó pensando un momento y luego gritó, emocionado: "¡Dinosaurio!" Es bonita la edad en la que uno cree verdaderamente que todo es posible. Yo también era muy inocente, quería trabajar en algo creativo, pero creativo de verdad, no la típica cosa más o menos creativa. Quería trabajar de poner nombres a los medicamentos. Me hice filología y todo. Luego también me hice poeta. Y trabajé en oscuras oficinas y, al llegar a casa, preferiblemente mientras todos dormían, puse nombre a muchos medicamentos.