Este lento pero constante blog cumplió el otro día 250
entradas. No son muchas para sus seis
años y medio de recorrido, pero supongo que son las suficientes. El descubrimiento de los blogs fue para mí
algo importante, me puso en contacto con otros que buscaban algo parecido a lo
que buscaba yo y me permitió empezar a mostrar lo que escribía, aunque al
principio lo hiciera amparada en un pseudónimo.
Lo más sorprendente fue la enorme participación y la vitalidad de la que
disfrutó durante sus cuatro primeros años.
En total han sido casi 10.000 comentarios. Siempre preferí contestar, por una mera cuetión de cortesía y apetencia. Frecuentemente esos diálogos constituyen
lo mejor de esta bitácora y los guardo con auténtico afecto. Tuve también, como todo blog que se precie,
mis anónimos y mis trolls, a los que procuré no alimentar, pero los comentarios no publicados han sido
exactamente once, una cifra despreciable por comparación.
Esta manera de comunicarse me ha traído amigos, conocidos, editores, lectores y lecturas muy interesantes. Sin
embargo, ha pasado el tiempo; la comunicación directa se ha trasladado a otras
redes sociales, se ha vuelto más personal en algunos casos o, simplemente, ha
cumplido aquí su etapa.
Por todo eso, a partir de ahora este blog permanecerá
abierto, seguramente con su misma lentitud y su vaga constancia, pero
sin la opción de comentarios activada. Algo
así como una página web en la que iré guardando cosas. Ya no es lo mismo. Nos
vemos por otras redes, si queréis, o nos hablamos a través del correo de
contacto. O simplemente nos leemos.
Yo sólo puedo decir gracias.