Por atrapar tu mundo
aprendí muchos nombres.
En ellos se escondía mi amor y la ternura
que se abalanza a veces sobre mí.
Saboreé los nombres, los tocaba
-no basta con nombrar, la sed parece hambre-,
leía sobre ellos, les hacía peinados
como a muñecas rotas, los guardaba conmigo.
Aún los recuerdo hoy. Luego me hice
más mayor y más triste, más discreta.
Seguí pensando en ti
tan en silencio
que a veces ni yo misma lo sabía.