La rosa blanca sobre fondo adverso,
la rosa blanca de los hospitales.
Tú, la gota de sangre sobre el suelo
-la llevas dentro y se ha caído al suelo-,
la lágrima de ti, la mensajera.
Ha existido tan sólo en mi cordura
y es estampida impúdica de rojo,
el dardo del dolor de la amapola.
Dijiste que guiabas los caballos
en medio de la nieve y eras todo:
la herida, el látigo, el caballo, el llanto.
Yo sólo soy la nieve, la que ha visto
la lágrima, la sangre, la estampida.
10 comentarios:
Profundidad y ritmo. Qué belleza. Parece empezar muy lentamente y acelerarse después, hermosamente desnortado sobre el sereno manto de la nieve.
Gracias, Durrell. Qué belleza (de comentario:)
Este poema ciega, deslumbra su luz intensa, hay que cerrar los ojos y beberlo y vivirlo, porque no puedes verlo. Ave, Olga Bernad, poeta predilecta, de versos y universos.
(También me has traído a la memoria mi relato favorito: "El rastro de tu sangre en la nieve" de García Márquez)
Nunca dejarás de sorprenderme, precioso cariño. Xxx
Tierno y duro a la vez. Me encanta esa facilidad tuya para conseguir aunar esos extremos.
Salu2 níveos, que no fríos, Olga.
Vaya, Gracias, Miguel. No he leído el relato de García Márquez, así que me lo apunto. ¡De vustros comentarios se aprovecha todo!
Eso espero, Gema, que los poemas, aunque sean muy pocos y su proceso sea cada vez más lento, apunten al menos hacia la perplejidad.
Soy muy partidaria de los extremos, aunque sea para intentar unirlos, Diego:) Al final en los poemas sólo puede salir lo que uno lleva dentro, supongo. Mil gracias.
Salu2, mesié.
Hermoso descubrimiento tu poesìa Olga! He compartido uno de tus poemas en mi blog, si quieres pasar bienvenida eres!
Saludos desde Uruguay
www.nueces-y-manies.blogspot.com
Gracias, Isa. Bienvenida.
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