Muchas veces he pensado en los himnos, escritos para
esa cosa tan peligrosa y eficaz que es fundir conciencias en una sola música
frente al ruido enemigo y las circunstancias más adversas. Nunca he sido muy
dada a cantarlos, pero de eso ya hablé aquí y aquí. La cuestión es que los
himnos ordenan el mundo para ti, facilitan la hermandad con otros y en el fondo
son alegres como una reunión de amigos .Las negras tormentas se conjugan en
presente, agitan los aires siempre ahora, pero el sentido del deber, de la
lucha, de la unidad y del sacrificio vuelven futura la esperanza y tal vez
posible la libertad, En ellos casi siempre hay enemigos enfrente, compañeros al
lado, novias esperando y amigos muertos, pero también confianza en que volverán
banderas victoriosas y amaneceres intensos. En los campos desiertos volverán a
granar una espigas altas dispuestas para el pan. Esa parte, en los himnos de
toda índole, se conjuga en futuro (que no existe, pero existirá). Por si no
llegamos a ver esa hermosa mañana, por si te dicen que caí. Mientras tanto, si
me quieres escribir ya sabes mi paradero. Dan un sitio a cada alma: primera
línea de fuego o humilde bordado de banderas, qué importa; vivos o muertos, qué
más da. Vamos, en marcha, lo importante es la acción. Todos son, para quien los
canta, de amor y de luceros, y en casi todos la voz es marcial, masculina, valiente
e insolente.
Esta pequeña canción participa del espíritu de
los himnos. Sin embargo, me sorprende
por su tono infantil, por la falta de altisonancia en su música, por su
tristeza. Tiene una suave demencia, una especie de ternura kamikaze: “Madre,
que tu nostalgia se vuelva el odio más feroz”.
Me asaltó la memoria la otra mañana, mientras
volvía a ver cómo una señora buscaba comida en el contenedor de basura que hay a la
puerta de mi trabajo. Su expresión
derrotada, su solitaria vergüenza
Nota: Hace unos días, en NUMEROCERO.ES. Unai Velasco realizaba un documentado Informe geopoético del 2013 atendiendo a editoriales y estilos muy diversos. No me parece fácil. Una alegría tener un hueco ahí, con "Algunos cisnes negros". Gracias por el artículo y por la atención.
8 comentarios:
Los himnos son como las escopetas, que las carga el diablo, se malinterpretan, se utilizan, se terviversan y el poder siempre los utilizará para someter.
Es triste ver episodios como el que menciconas.
Si te han nombrado, es porque te lo mereces.
Salu2, Olga.
Impresionante.
Impresionada estaba yo.
Con los himnos pasa como con todos los símbolos, que lo que para unos es trapo, para otros es bandera. Son eficaces, por eso existen. Y es curioso que todos se parezcan tanto. Esta canción suena a himno triste y su frase me vino a la memoria con la rapidez de un disparo. En fin. Peor será cuando nos acostumbremos a ver esto y lo que venga...
Saludos, mesié.
Han existido siempre. Desde Tirteo. Antes, incluso. Aunque no veo yo a los hoplitas en formación con Silvio Rodríguez de fondo.
Saludos de su lector.
Sí, por el placer de cantar juntos, que es antiguo como el hombre. En fin, cada formación trae su canto. Es un mundo el de los himnos que esta mañana se me antoja más interesante que el real. Y esta canción es difícil para desfilar, pero tiene un punto de voluntad fanática que la une a ellos.
Saludos de su lectora, muy contenta de verle de nuevo por aquí.
Se decía (aún hay quien lo dice) que "la letra con sangre entra" pero en realidad con lo que entra bien la letra es con música. Con el ritmo, el compás,ls melodía machacona de los himnos graba conceptos y sentimientos con una eficacia impresionante.
Que se lo digan a Goebels y a sus SA (dicho sea esto sin asomo de comparación. Me encanta la poesía de las canciones de Silvio Rodriguez).
Son muy eficaces... a veces el problema es para qué. Claro. La letra con música entra, es cierto, lo saben todos los que inventan himnos y cada maestro de escuela. Me parece mejor acabar la entrada recordando a Machado (o aprendiéndolo):
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
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