Hoy
he soñado que un amigo escribía una carta a su padre muerto. Desconozco
si el padre de mi amigo murió o vive, pero él venía, como si no pudiera
evitarlo, para enseñarme una carta que llevaba años intentando
escribir. Yo nada podía hacer, salvo leerla. Desde ese papel que de
repente parecía antiguo me llegaba una caravana de memoria, dolor,
pudor, sensación de abandono, agradecimiento, desolación
y amor y todo lo que somos (“…y todo lo que fuimos, en la torre, /
seguro dentro de la oscura torre”). El despertador sonaba muy al final y
yo he tenido que acelerar la lectura de los últimos párrafos. Sobre la
urgente impotencia de la mañana normal aún flota la sensación de cálida
tristeza que me he traído conmigo, esa manera de comprender que tenemos
en sueños. Sonrío preguntándome por qué la carta me ha hecho sentir más
cerca de él y de todo el mundo si soy yo la que ha puesto todas las
palabras.
(22 de agosto de 2013)
Nota: Los versos entrecomillados pertenecen a Julio Martínez Mesanza
La lenta deriva de esta bitácora hace que se acumulen noticias de una entrada a otra. No quiero dejar de agradecer a Toni Montesinos su invitación a participar en la ya célebre entrevista capotiana que nos ha hecho conocer a tantos escritores un poco mejor desde su página ALMA EN LAS PALABRAS; y a Maribel Ruiz su generosa lectura de El buen amor, de la que dejó constancia en su blog El CUENTO DE ATRÁS. Gracias a ambos.
6 comentarios:
Olga.
Gracias a esas entrevistas te vamos conociendo mejor.
Salu2.
No tengo yo muy claro que eso suponga una ventaja para nadie, pero en fin, jejejej. La capotiana es más bien difícil de contestar, creo, pero fue un placer intentarlo.
Salu2, mesié, y gracias siempre por la atención.
"esa manera de comprender que tenemos en sueños". Cuánta verdad y, como de costumbre en esta casa, qué bien dicha. Y que nadie nos quite esa manera de comprender, que tal vez sea la más cierta, la más incontaminada, aunque no la comprendamos ;-) Besos.
Recuerdo que aquella mañana quise escribir el texto antes de que desapareciera esa sensación de melancolía y rara comprensión que dejan algunos sueños. Me sentí más cerca de todo el mundo, inexplicablemente; me sentí bien. No sé por qué unas palabras que yo me inventé en sueños me llegaron tan adentro como si vinieran de fuera, como si fuesen de otro. Qué cosas.
Besos y gracias, Juan Manuel, por la generosa lectura de esta anécdota.
Espléndido el sueño de literarios ecos en su título y espléndida en su sencillez tu forma de contarlo. Muy interesantes las entrevistas, tanto como esos textos que nos anuncian ya el nuevo libro. Enhorabuena.
Muchas gracias, Durrell. El texto quiso guardar el sueño, hay algó en él que quisiera quedarme... y sí, el libro está ya prácticamente en capilla. Me hace mucha ilussión ver por fin esas entradas del blog impresas.
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