Quería ser el sitio
hacia el que alguna vez voló tu pensamiento.
Perdóname si no supe mentir,
morder bien al final,
matar del todo. O al menos olvidar.
Prometí no quedarme
memoria ni testigos de mis debilidades.
Pero tú
merecías vivir y yo estoy viva,
ni olvido ni recuerdo son animales dóciles
y el mundo se me nubla si pienso que no estás.
Así que quédate,
hablemos de derrotas, aunque sabes
que yo sólo quisiera emborracharte
con la luz radical de las victorias,
su serena estridencia, su sonido
de tormenta y campanas.
Pero qué voy a hacerle. Amar es renunciar,
así que quédate.
Porque tú eres el sitio hacia el que a veces
vuela mi pensamiento.