lunes, 6 de febrero de 2012

Suicidas japoneses

¿De qué estaban cansados esos jóvenes guapos, listos y japoneses que se citaban por Internet para suicidarse? Quizá pensaron que bastaría rendirse para descansar.  Quizá el abismo al que se asomaron les emborrachó.  Quizá el vacío deja de tentarte si te lanzas a él o contra él, o acaso se abrazaron con él.

¿Será el suelo un final o encontraron allí el comienzo de otro mar más profundo?  ¿Hay algo de aventura en ese salto? Ese gesto total que supone mover la rienda para iniciar la última galopada.  ¿Tenemos todos entre las cejas un remoto despeñadero agazapado? ¿Hay alguna grandeza en caer más deprisa y evitarle así al tiempo su tedioso trabajo?

Tal vez los más valientes sepan dar media vuelta, tal vez los cobardes están siempre a salvo del vértigo, distraídos por su miedo.  Tal vez los egoístas sean el triunfo de la creación, perfectamente equipados para la supervivencia.  Creo que me consuela pensar que estaban locos.  Pero eso no es tan raro.  Si sabes que lo estás, aléjate de ahí. Que nadie te dé vela en ese entierro.

Y yo, que no soy al final ni muy valiente ni muy cobarde, ni demasiado loca ni demasiado cuerda, cargo con la melancolía que me ha tocado en suerte, ese trozo de nada que soñaba con todo, y pienso hoy en jóvenes suicidas japoneses. Me pregunto por qué miro un vacío que nunca me ha llamado.  Quizá la terquedad que atrapa mi mirada es la misma que me hace retirarla.  

Nota: Mi agradecimiento a Agustín Calvo Galán y su generosa entrada sobre realidad, poesía, Caricias y Nostalgia.  AQUÍ. 

29 comentarios:

Juan Manuel Macías dijo...

El problema de los japoneses es que siempre estuvieron demasiado escorados hacia japón. Leyendo este hermoso texto tuyo se me revive aquel aforismo de JRJ (ya un clásico por aquí, con sus jotas :-) Aquel que decía que la tristeza y la debilidad hacen la desesperación, y la tristeza y la fuerza, la melancolía. Tal vez los occidentales tenemos que exportar la melancolía... A lo mejor se empieza a exportar desde aquí. Besos.

Olga Bernad dijo...

Como decía Cortázar (por ir coleccionando ilustres;-) "el humor es all pervading o no es". Me ha venido a la cabeza en cuanto he comenzado a esbozar una sonrisa con tu comentario. No es desacertado considerar que esos chicos estaban "demasiado escorados hacia Japón" pues, por lo que leí hace un tiempo sobre este tema, allí se mezclaba, junto al nuevo problema, el antiguo prestigio que el suicidio aún mantiene en su cultura. Pero las palabras de JRJ son clarividentes. Nunca oí una definición más hermosa de melancolía ni una distinción más lúcida entre ésta y desesperación. Por lo visto, esa terrible moda contagió a Europa, especialmente a los países anglosajones. Pero tal vez occidente tenga aún la tristeza y la fuerza, y también nosotros, y la "intelijencia" para hacer poemas con la melancolía y con lo que toque.
Besos, Juan Manuel. Y gracias.

Durrell dijo...

Hoy temo añadir una palabra de más y estropear este texto y este diálogo. Me quito simplemente el sombrero.

Olga Bernad dijo...

No nos hagas trampas, Durrell;-) Tus palabras nunca están de más.

Durrell dijo...

Sin trampa ni cartón. Admirando sin ruido.

Gemma dijo...

"¿Hay alguna grandeza en caer más deprisa y evitarle así al tiempo su tedioso trabajo?"

Yo veo ahí sólo rendición, no grandeza sino vencimiento. O como decís que dice JRJ, desvalimiento y desesperación.
Mil veces mejor esa melancolía poderosa, dónde vas a parar.
Besos, sister

Olga Bernad dijo...

Es un gran interrogante, esa desesperación. No es la del acorralado por la desgracia (¿o en el fondo sí?) sino la del fascinado por el vacío. Entre las notas de ánimo que se daban para hacerlo, había una que decía: "Si estás leyendo esto, es porque todavía no has hecho lo correcto".
Que la poderosa tristeza no nos tumbe, Gemma, porque yo a veces tengo para dar y regalar, pero siempre pensé que eso formaba parte de la vida, jamás de la muerte.
En fin. No sé. Pienso en ellos intentando entender (o intentando ahogar la extraña inquietud que me producen) más que intentando juzgar. No me veo capacitada.
Besos, sister.

Vocal a dijo...

Efectivamente, Olga, que extraño interrogante... que nos perturba...

Besos

Agustín

Olga Bernad dijo...

Y no sabe uno qué le inquieta más, si ser incapaz de entenderlo o, precisamente, intuir que también puede abrirse paso en nosotros alguna comprensión. Leer cosas como ESTA me deja verdaderamente perpleja. Una nueva vuelta de tuerca a la palabra desconcierto.
Un beso.

Angós dijo...

Pues si ya me gustaba poco todo este mundo leo esto y me pongo malo. Porque dentro de unos años los jóvenes que estarán usando internet serán nuestros hijos.

Olga Bernad dijo...

Vamos a ver, a nuestros hijos (como a nosotros) les tocará ver por internet, por el telediario y por la calle, esto y cosas peores que esto. Pero también cosas mejores. No podremos encerrarlos en una burbuja como no lo han hecho con nosotros, y tampoco eso les daría lo que necesitan: fuerza, sentido común, yo qué sé. Entusiasmo. Les ha tocado el tiempo que les ha tocado, que también está lleno de muchas cosas buenas, y tendremos que ayudarles a verlas y rezar por que elijan bien. No sé, es que me oigo y no me convenzo (será por el miedo que me entra), pero sé que tengo razón. Ag.

Dyhego dijo...

Olga:
Parece ser que la idea de suicidio para un japonés es tan diferente a la que tenemos en occidente que no nos cabe en la cabeza.
En fin, pensemos en la vida.
Saludos.

Olga Bernad dijo...

Lo malo es que, por desgracia, tratándose de destrucción propia o ajena, cualquier cosa puede (o podría) cabernos en al cabeza. No es que nos tengamos que tener miedo, pero no estaría mal tenernos alguna precaución, mesié.
Pero sí, retiremos la mirada. También, junto a esas sombras, nos caben en la cabeza unas cuantas luces.
Saludos.

Dyhego dijo...

Olga:
Me gusta muchísimo Haruki Murakami y en sus novelas siempe hay algún suicidio. Sin embargo, por más que me rebano los sesos, no acierto a comprender las motivaciones de los "suicidas". ¡Es una novela! Aún así, creo que hay una concepción distinta. O a lo peor no. Ya me dejas en duda, chica. Lo mismo se han cansado de vivir. A veces vivir es agotador.
Saludos.

Olga Bernad dijo...

Sí, sí, sé de tu admiración por Murakami;-) Como hemos comentado más arriba, es evidente que en la cultura japonesa el suicidio cuenta con un aura de prestigio, samurais y kamikazes son referentes históricos y literarios, mientras que en nuestra cultura occidental (o más bien judeocristiana, pues también entre los romanos y los griegos se entendió el suicidio como un acto de honor en determinados supuestos) no se acepta como una salida honorable sino vergonzante y directamente pecaminosa desde el punto de vista religioso. Recordemos que a los suicidas ni siquiera se les enterraba en sagrado. Pero eso no nos salva de nada, pues suicidas hay en todas partes, y el "taedium vitae" parece extenderse como una peste, también vía Internet. Es un asunto inquietante. Supongo que todos pensamos en voz alta pero no sabemos muy bien qué decir, intentamos explicárnoslo. O conjurarlo.
Saludos, mesié, mañana será otro día;-)

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Chaplin decía que hay algo tan inevitable como la muerte "la vida",pero por desgracia no solo se suicidan los japoneses...hay una estadística escalofriante aquí en Zaragoza que no sale en los periódicos...y que yo viví no hace tanto de cerca,creo que si pensaran en el daño que hacen no darían ese salto al abismo que deja más de un cadáver por suicidio....besos

Olga Bernad dijo...

Ya lo creo, "cada salto deja más de un cadáver por suicidio", qué cierto y qué bien dicho, Tere. La verdad es que la entrada señala un tema amplio que tiene muchas posibles bifurcaciones, incluso literarias. Leí hace unos años también un artículo sobre los suicidios en Aragón. Me pareció más que sorprendente. Las razones y el perfil parecían muy distintos (incluso creo recordar que nombraban la influencia del clima, parece ser que en las zonas de fuertes vientos hay más incidencia) pero al final puede que todo tenga que ver con los mismo: soledad y vacío, cierto o simplemente interiorizado. Algo escribí aquí: El CIERZO Y EL SUICIDA.
Besos, Tere, qué tema más triste en medio del invierno, a ver si cambio de tercio:-)

gbp dijo...

Qué último parrafo tan hermoso, cariño. Creo que tu terquedad nunca ha estado mas disculpada y mejor utilizada, que te perdure y no nos abandone.
La mente de un suicida es una gran incognita también para mi y me parece que nunca lleguaré a tener una clara conclusión de si el suicidio es un acto de valentía o cobardía. Creo que en el momento que alguién se plantea algo tan extremo como el suicidio implica, tanto si llega a cometerse como si no, una gran mezcla de las dos actitudes.

Besitos,cariño y terquedad forever.

Olga Bernad dijo...

Estoy atragantada con este tema. Me empacha esta tristeza.

Yo por terquedad no tengo problema, ya lo sabes tú;-)

Kisses, sister.

Alejandro Muñoz dijo...

Enhorabuena, Olga. Y viendo cómo está el tiempo por aquí abajo, lo inteligente es eso... dejarlo pasar hasta que llegue la primavera.

Olga Bernad dijo...

jajjajaj, mira, otra vez una nota alegre para acabar una entrada seria. Te has confundido y este comentario me parece qeu va para la siguiente entrada... yo le daba a publicar y no me aparecía! Nada de suicidios en primavera;-))))
Muchas gracias, Alexander.

Alejandro Muñoz dijo...

Desde luego, las cosas que no me pasen a mí. Esto de poder seguir un blog desde un teléfono móvil tiene sus ventajas e inconvenientes... como queda demostrado.
Lo importante era que leyeras a tiempo mi felicitación, que ya veo que así fue.

Estos japoneses... o quizá sean coreanos, los de mi móvil. Lo más triste es que acaben siendo víctimas de su propia tecnología.

Olga Bernad dijo...

Fue gracioso, yo dándole a publicar y creyendo que no aparecía (lo buscaba en la siguiente;-) Ya sabes que algunos comentarios no se dejan publicar o desaparecen o no llegan. Al final lo copié del correo y todo!
Lo importante: la felicitación, que me llegó y me alegró un montón, Alejandro. La tecnología nos marea, je.
Un abrazo.

Mery dijo...

A veces la debilidad te arrastra a actos heroicos y, en cambio, la fortaleza pasa inadvertida.
Lo que está claro es que cada uno pasa sus momentos de abismos o de glorias y no sabemos cómo reaccionaremos.
Un texto muy lúcido, y me ha encantado la aportación extra sobre melancolías de JRJ...
Buenas noches (como siempre).

Olga Bernad dijo...

Buenas noches, Mery (como siempre;-). Aquí, haciendo equilibrios con las debilidades y con las fortalezas y, sí, con la incertidumbre. Abismos y glorias que a veces se parecen. Pienso ahora en Whitney Houston, esa voz gloriosa, esa alegría... ¿no es también la autodestrucción diaria una forma de suicidio? Lanzarse al vacío lenta, irremisiblemente. No quiero pensar en eso antes de acostarme. En realidad, no quiero pensar;-)
Un beso.

Mery dijo...

¡Pensar!
¿A quién se le ocurre?
No te pase como a la Marianela de Galdós, que decía "si pienso mucho me mareo".
Pues eso.

samsa777 dijo...

Como ya te dije: magnífico. De lo mejor que te he leído... y mira que está alto el listón. Gracias por la partecita que me toca.

Besos.

Olga Bernad dijo...

Te toca bastante, creo que lo tenía pendiente desde aquella antigua entrada tuya... Hace unos días leí también otro texto sobre tema parecido y me decidí a colgarlo.

Para vos cuando se publiquen las prosas;-)
Un beso.

samsa777 dijo...

¡GRACIAS!