La fotografía se titula Monarca sobre Asclepias curassavica II. Es de Carlos Barés Llauradó y fue tomada de aquí
A P.M., que me regaló una palabra nueva y me enzarzó en una reflexión.
Hace pocos días, P. vino a la oficina vestida de amarillo y negro. Tenía una reunión importante y me dijo: “vengo aposemática”. Mi ignorancia es sólo equiparable a mi curiosidad, así que, cuando se fue, quise saber cómo había venido. De esta manera comenzó mi interés por el aposematismo. La palabra hace referencia a la coloración tan llamativa y brillante de algunos animales y a la seria amenaza que esa belleza encierra. En la naturaleza, por lo visto, a veces el peligro se anuncia a todo color.
Ocurre, sin embargo, que existen animales -generalmente menores- que, no siendo realmente peligrosos, imitan la coloración de otros que sí lo son, de tal manera que los depredadores los evitan al confundirlos con ellos. Hablamos en estos casos de mimetismo batesiano. Así, dos especies pueden ser similares en apariencia, pero sólo una de ellas está armada con auténticos mecanismos de defensa frente al depredador, sólo en una los colores significan algo, mientras que, en su doble aparente, esas formas carecen de contenidos. La segunda especie no tiene más defensa cierta contra el depredador que su parecido con la primera. Esto se observa, por ejemplo, en unas moscas inofensivas de la familia Syrphidae cuyo aspecto emula a las abejas. También existe un grupo de serpientes de coral, muy venenosas y bellas, que son imitadas por una falsa coral totalmente inofensiva.
A mí me conmovió esa mosca, esa serpiente inocente, empleando toda su voluntad en hacer prácticamente magia, en cambiarse a sí misma a golpe de intención. Ese animal pequeño e indefenso imitando a su admirada hermana con una incansable voluntad que recuerda al amor… Pero yo estaba equivocada, ya lo sé. No se puede mirar la vida literariamente. No todo tiene una explicación hermosa. Las moscas no admiran, las moscas comen, dentro de sus posibilidades, con la misma voracidad que un león pero sin melena al viento. No fue voluntad de Dios adornarlas con la marca de los reyes, aunque sí permitirles su minúsculo reino de libre albedrío en el que su empeño puede cambiar sus colores y aumentar sus posibilidades de supervivencia.
Lo comprendí del todo cuando leí la historia de la Epidendrum Ibaguense, resentida orquídea que siempre quiso ser como su hermana, la bella Asclepias Curassavica. ¿Por amor a la belleza? Pues no. Existe una mariposa especial, con cuyo nombre no voy a atormentarles, que fecunda siempre a la gentil Asclepias a cambio del más exquisito néctar que sólo ella sabe producir y regalar. La Epidendrum, celosa de esta atención pero huérfana de dones, atrae a la mariposa con lo único que tiene: su capacidad para mentir. Y atrapa la espiritrompa de la torpe mariposa en un conducto estrecho. Cuándo ésta se agita para soltarse, la impregna de su mentira; y si, por error, la mariposa vuelve a ser engañada por otra de su misma especie, la Epidendrum ya ha conseguido la polinización… pero sin ofrecer néctar de dioses por los servicios prestados.
Ninguna historia de amor inventada cambiaría el hecho de que una abeja pueda ser peligrosa, se alimente de polen y sea capaz de fabricar miel. Fervet opus. La mosca, sin embargo, por aposemática que consiga ponerse, seguirá condenada a alimentarse de carroña y a producirla. Aunque tal vez viva unos días más. La naturaleza es una madre impasible; si es romántica, lo es terriblemente; y su ira suele ser tan inhumana como su belleza mortal. Inútil sería salir al campo a leerles a los insectos el inmenso verso de Darío: “Saluda al sol, araña, no seas rencorosa”.
Sólo el hombre, como ser superior, es capaz de actos de amor y admiración plenamente conscientes junto a otros actos de odio y envidia. Y sólo el hombre decide qué hacer con sus sentimientos. Por eso es responsable, por eso es culpable, por eso puede ser tan grande. Quién supiera, como Petrarca, llorar pensando en Homero. Algo en su sangre y en su espíritu sentía nostalgia de una belleza original que sólo sabía intuir. Si el don de la palabra es un regalo que puede mancharse tan fácilmente, tal vez el de las lágrimas es el único que nos lava a veces el loco corazón. Cry, cry, baby.
Olga Bernad
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Hace un año: Obediencia ciega
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07/02/20010: Marta María López, una de las primeras lectoras de este blog, escritora de estupendos relatos que pronto podremos ver recogidos en un libro y autora de dos bitácoras interesantísmas -- Relataria, ahora parada por desgracia para sus lectores, y El desván de los libros, que se halla enlazada en una de las columnas de la derecha bajo el título "de libros y poetas"-- publicó ayer una reseña sobre su lectura de Caricias perplejas. La visita a este blog es algo que recomiendo sinceramente. Fue una de las gratas sorpresas de esta red amplia y confusa. Gracias, Marta. PASEN Y LEAN.
Ocurre, sin embargo, que existen animales -generalmente menores- que, no siendo realmente peligrosos, imitan la coloración de otros que sí lo son, de tal manera que los depredadores los evitan al confundirlos con ellos. Hablamos en estos casos de mimetismo batesiano. Así, dos especies pueden ser similares en apariencia, pero sólo una de ellas está armada con auténticos mecanismos de defensa frente al depredador, sólo en una los colores significan algo, mientras que, en su doble aparente, esas formas carecen de contenidos. La segunda especie no tiene más defensa cierta contra el depredador que su parecido con la primera. Esto se observa, por ejemplo, en unas moscas inofensivas de la familia Syrphidae cuyo aspecto emula a las abejas. También existe un grupo de serpientes de coral, muy venenosas y bellas, que son imitadas por una falsa coral totalmente inofensiva.
A mí me conmovió esa mosca, esa serpiente inocente, empleando toda su voluntad en hacer prácticamente magia, en cambiarse a sí misma a golpe de intención. Ese animal pequeño e indefenso imitando a su admirada hermana con una incansable voluntad que recuerda al amor… Pero yo estaba equivocada, ya lo sé. No se puede mirar la vida literariamente. No todo tiene una explicación hermosa. Las moscas no admiran, las moscas comen, dentro de sus posibilidades, con la misma voracidad que un león pero sin melena al viento. No fue voluntad de Dios adornarlas con la marca de los reyes, aunque sí permitirles su minúsculo reino de libre albedrío en el que su empeño puede cambiar sus colores y aumentar sus posibilidades de supervivencia.
Lo comprendí del todo cuando leí la historia de la Epidendrum Ibaguense, resentida orquídea que siempre quiso ser como su hermana, la bella Asclepias Curassavica. ¿Por amor a la belleza? Pues no. Existe una mariposa especial, con cuyo nombre no voy a atormentarles, que fecunda siempre a la gentil Asclepias a cambio del más exquisito néctar que sólo ella sabe producir y regalar. La Epidendrum, celosa de esta atención pero huérfana de dones, atrae a la mariposa con lo único que tiene: su capacidad para mentir. Y atrapa la espiritrompa de la torpe mariposa en un conducto estrecho. Cuándo ésta se agita para soltarse, la impregna de su mentira; y si, por error, la mariposa vuelve a ser engañada por otra de su misma especie, la Epidendrum ya ha conseguido la polinización… pero sin ofrecer néctar de dioses por los servicios prestados.
Ninguna historia de amor inventada cambiaría el hecho de que una abeja pueda ser peligrosa, se alimente de polen y sea capaz de fabricar miel. Fervet opus. La mosca, sin embargo, por aposemática que consiga ponerse, seguirá condenada a alimentarse de carroña y a producirla. Aunque tal vez viva unos días más. La naturaleza es una madre impasible; si es romántica, lo es terriblemente; y su ira suele ser tan inhumana como su belleza mortal. Inútil sería salir al campo a leerles a los insectos el inmenso verso de Darío: “Saluda al sol, araña, no seas rencorosa”.
Sólo el hombre, como ser superior, es capaz de actos de amor y admiración plenamente conscientes junto a otros actos de odio y envidia. Y sólo el hombre decide qué hacer con sus sentimientos. Por eso es responsable, por eso es culpable, por eso puede ser tan grande. Quién supiera, como Petrarca, llorar pensando en Homero. Algo en su sangre y en su espíritu sentía nostalgia de una belleza original que sólo sabía intuir. Si el don de la palabra es un regalo que puede mancharse tan fácilmente, tal vez el de las lágrimas es el único que nos lava a veces el loco corazón. Cry, cry, baby.
Olga Bernad
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Hace un año: Obediencia ciega
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07/02/20010: Marta María López, una de las primeras lectoras de este blog, escritora de estupendos relatos que pronto podremos ver recogidos en un libro y autora de dos bitácoras interesantísmas -- Relataria, ahora parada por desgracia para sus lectores, y El desván de los libros, que se halla enlazada en una de las columnas de la derecha bajo el título "de libros y poetas"-- publicó ayer una reseña sobre su lectura de Caricias perplejas. La visita a este blog es algo que recomiendo sinceramente. Fue una de las gratas sorpresas de esta red amplia y confusa. Gracias, Marta. PASEN Y LEAN.
47 comentarios:
Me ha encantado tu post.
"Sólo el hombre, como ser superior, es capaz de actos de amor y admiración plenamente conscientes, junto a actos de odio y envidia. Sólo el hombre decide qué hacer con sus sentimientos. Por eso es responsable, por eso es culpable, por eso puede ser tan grande".
Y también... por eso puede ser incomprendido, injustamente malinterpretado. La gestión de los sentimientos es todo un reto. Complicado tema. Y sin embargo, son el meollo de cualquier cuestión. Los sentimientos son sabios a veces, otras, se convierten en nuestro peor enemigo.
Y ahí nos encontramos,en medio de todos esos colores... amarillo, rojo, azul y verde. Aposemática o mimetismo batesiano. Colores propios o arrimados. Nunca se sabe. O sí. Sí se sabe.
Una entrada muy buena,Olga. Que tengas un relajado fin de semana.
Suele saberse al final, pero cuesta. Que se lo pregunten a la lengua de las mariposas;-)
Bueno, me alegro de que te haya gustado. El texto siempre me importa; me gustaría mostrar mis colores, pero me preocupa hacerlo bien. Me ha costado bastante, la ciencia no es lo mío, aunque la palabrilla me saludó con el brillo de lo incomprensible y eso siempre es un acicate: "¿Aposemática? ¿Qué le pasará a esta mujer?".
Buen finde también para ti, Ana.
OLGA:
Es muy interesante lo que cuentas. Se nota que te has empollado bien la lección.
Eso explicaría por qué los secuaces de los camorristas imiten al líder matón, para que la gente les tenga miedo.
Eso explicaría también por qué intentamos imitar a los que tienen éxito en cualquier ámbito, para que alcancemos la misma gloria.
¡Ay, ser original es tan difícil como lo que intentaban hacer aquella parejita en un Simca Mil!
Buen fin de semana.
Qué barbaridad, Olga. Y yo que pensaba que entre mariposas y flores era todo poesía y delicadeza. Me dejas totalmente de piedra. No sé, casi prefiero el tigre de Bengala o al puma. O al jaguar, prefiero al jaguar. Ya me lo decía Dorda, el naturalista bloguero (Notas de Campo y Jardín), que en ese ámbito de insectos y mariposas pasan cosas terribles, y yo no lo creía, fíjate tú. Para que veas.
Pero entre tanta flor y aleteo del texto, me vas a perdonar, era como si cantara al fondo la Paris ese Pa'jotera yo... Ay, si es que la tierra tira un montón...
Pues eso, que la vida es corta, toda vida, la de las mariposas por lo visto cortísima, sólo hace falta tiempo. No sé, quizá es bonito como la pantera Baguera sentarse en lo alto de un árbol a ver pasar la vida teniendo el estómago ya lleno.
Un abrazo y buen fin de semana, me ha gustado mucho el texto, no te conocía esa faceta de naturalista y la foto... casi me caigo al abrir tu blog, con mis respetos.
La naturaleza reina seguramente porque sabe mostrarse engañosa con el fin de perpetuarse, sin reparos ni melindres que valgan, pues actúa por necesidad. Y sin embargo, ¿acaso no reproducimos los seres humanos esas mismas conductas demasiado a menudo?
Un beso fuerte, Olga
(Creo que me conformaría con ser tu hermana aposemática.) ;-P
Yo, cuando me pongo, me pongo, Diego. Sacaba buenas notas siempre, soy así de insoportable. La última que me pusieron fue la de la adicción al tabaco, y también quede la prime de la clase;-)
Esto explica muchas cosas, es un tema interesantísimo. Tal vez todo sea una cuestión natural. ¿Era natural hacer el amor en un Simca 1000? Me dejas pensando, pensando...
Ánimo con el sábado, je.
Aurora, qué femenina y qué lista eres. Sí, hay que dejar respirar ese ramalazo de “pa jotera, yo”, o se me convertiría en mala leche de verdad. Y eso es malo para escribir. ¿Cómo que casi te caes al abrir mi blog? ¿No tengo yo derecho a sacar flores y mariposas o qué? Con un par. Porque yo lo valgo. Aunque reconozco que me ha costado;-)
La faceta de naturalista tampoco me la conocía yo. Conócete a ti mismo y todo eso.
Tu amigo tenía más razón que un santo. Fíate de una mosca y se te meterá en la sopa. A un jaguar se le ven los dientes, tampoco hay tantas probabilidades de que nos encontremos con uno y, por lo menos, son verdaderamente hermosos.
OLGA:
En simpatía también eres la prime.
Y no soy pelota.
Salu2 para todo el fin de semana.
Gemma, sister, claro que la naturaleza no es culpable; las personas, sí. Tal vez yo no veo tanta culpa en nuestros deseos, sino en lo que podemos hacer para conseguirlos. La consciencia nos hace así, culpables. Porque siempre, siempre, se puede hacer lo que se debe. O al menos no hacer lo que no se debe, por muchos colores con los que queramos (y consigamos) adornarlo. A mí es un tema que me ha hecho pensar mucho.
Un besazo, hermana. Tus colores son tuyos y de todos los que te leemos.
Gracias.
Pues me gusta mucho ser amable y simpática, que conste, Diego. Lo que no me gusta es serlo sin motivo. Aunque a veces se me sube el tono cuando me enfado, eso sí que es verdad;-(
En fin, gracias, guapo, a concentrarse en el finde. Te mandaría energías positivas o algo así, pero ya me he pasado mucho con las flores y las mariposas, compréndelo;-)
P.S.: Ommmmmmmmmm
Estoy muy impresionado, perplejo, con esta poesía que tanto gustaría a Linneo; cito a la wikipedia citándolo: "Si ignoras el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas."
No me pregunto yo acaso todos los días si mis victorias se deben a la forma y no al fondo, o si mis fracasos son por incapacidad o por la elegante superficialidad de otros?
Te aplaudo hoy por la apariencia y por la esencia de tu texto :)
Carlos,¡cuánto tiempo! Me alegro muchísimo de verte de vuelta por aquí. Ah, los nombres, qué lejos nos llevan. Eso enlaza un poco con la poesía de hace un año.
Yo también me pregunto todas esas cosas, y a veces siento vergüenza propia y, otras, auténtica vergüenza ajena.
Ojalá la apariencia revele la esencia que contiene. Que a veces el lenguaje sea un pacto transparente.
Gracias por tu aplauso.
Me pasó un poco como con aquella entrada de las ingles brasileñas,cuando me dijiste que ibas a escribir sobre una cosa tan rara y no me pareció tema. Pero esta claro que nunca dejarás de sorprenderme.
A la vez, te reconozco perfectamente en este tipo de entradas.
Me ha gustado muchísimo.
Bueno, lo de las ingles brasileñas dio mucho más juego en el agosto solitario de la blogosfera de lo que yo pensaba (y sigue dando, no veas la de visitas despistadas que recibe;-)
El aposematismo y los bichos no te convencían, hombre de poca fe, pero a mí me enganchó la palabra.
Que tú me reconozcas en este tipo de textos me gusta, me da la medida de mi capacidad para volcarme en un texto que habla de mi manera de pensar las cosas.
Me alegro mucho de que te haya gustado, Angós, de verdad;-)
Caramba con la coloración aposemática y el mimetismo.Definitivamente “las aparencias engañan”,cariño;si ya nos lo decía nuestra querída abuela).
Y caramba con la reflexión en la que te enzarzas, por dios, qué maravilla.
Besitos a colores.
¡Gemuchi! Iba a cerrar, me encanta esta visita nocturna. Sí, es un poco descorazonador necesitar tantas líneas para venir a concluir en la misma idea que nuestra abuela sabía desde que nació;-) Pero es que yo me enzarzo, sí. Decía algunas cosas antológicas. "Dios nos libre de los débiles" y "también los buenos matan". Y para llamar a alguien tonto decía "ése no sabe ni lo que le conviene".
Cuánto la echo de menos, como a ti.
¿Has visto lo que se aprende por estos lares? No me digas que no he estado informativa, je.
Ay, que me voy a ir triste a la cama, no quiero bromear más.
Muchos besos de colores.
Yo a veces me cabreo como una mona y cambio de color distintas tonalidades de rojo y verde.....si eso es estar aposemática,me lo voy a quedar el termino con tu permiso,cuando consiga pronunciarlo bien....pero que lista eres Olga....solo se te podia ocurrir a ti esta entrada tan chula solo por una palabra.
Besotes.
;-)))))) Yo también, compa, también me cabreo como una mona a veces.
Me pareció una palabra misteriosa. Por lo visto, los políticos utilizan ese lenguaje. Hay damas fuertes vestidas de rojo intenso en ocasiones importantes, sobre todo si van en posición de fuerza. Es, en la naturaleza, un color de dominación. Cosas así he estado leyendo. Pero yo, si me visto de rojo como mi querida Lucrecia, me pongo demasiado folclórica. Prefiero el trapecio, como Manolo García;-)
Besotes y muchas gracias, Tere.
Magnífica también en estos cambios de registro. El desarrollo y la cohesión del texto es impecable, con un hermosísimo toque final que lo convierte en memorable.
Pedazo de escritora.
Es un absoluto placer contar con estas entradas semanales.
Gracias.
Vaya, pues muchas gracias, Durrell. No sé si este mes podré mantener el ritmo. Veremos.
El toque final, final, no tiene mérito porque lo da Janis. Prefiero que grite ella;-)
Misterioso Durrell, ya que le voy a dar el carné de habitual y que usted dijo que no estaba lejos, sepa que le agradecería que se identificase, aunque fuera en privado.
En cualquier caso, gracias siempre.
Genial Naturaleza y genial tu prosa científico-literaria.
El amarillo con el negro me horroriza, en cualquier caso. Aunque tenga una explicación hermosa.
Pues P. estaba bien guapa: pantalón y botas negras, jersey amarillo liso y un precioso pañuelo que mezclaba tonos. Todo es atreverse: eso en la naturaleza significa "soy peligrosa". Luego hay que averiguar si el aposematismo refleja una verdad o si se trata de mimetismo batesiano. En cualquier caso, parece que para ciertas reuniones conviene serlo o parecerlo;-)
Mi prosa es sólo literaria y la naturaleza, sí, es genial.
Mil gracias, Lolo.
Buen finde.
...me ha gustado tu clase de biología, y tu reflexión final.
Un abrazo.
Ay, Fernando, cómo voy a dar clases de biología, si no las doy ni de filología ni muchísimo menos de poesía. Fuera de las ocasiones en que he ejercido como profesora, no siento jamás la tentación de considerar a mis lectores menores de edad, no vayamos a caer en las palabras de Borges que recordaba hace poco A.Rivero Taravillo: "Hay personas que sienten escasamente la poesía; generalmente se dedican a enseñarla."
Eso sí, procuro enlazar ideas como un gaucho oriental, sea cual sea el terreno;-)
A estas horas, temprano aún, tu nueva entrega, leida y releida, me parece una maravilla. Qué alegría y que inocente confusión de criaturas en la naturaleza. He pensado que la rutina sólo acosa a tu compañera; estoy seguro que lloraría con desconsuelo si se enfrentara diariamente con la supervivencia,y la impregnación rutinaria la hallara sin fantasía, vocación o entusiasmo, y bajo la amenaza de un tiempo muy limitado que le negase la plenitud en sus narices.Yo creo que este es el verdadero drama, el que nos concierne. Como los besos, según dicen, hay llantos verdaderos y falsos. El que cierra tus palabras es el único consolador y humano.
Para la preciosa foto de cabecera, te dejo con un verso de Cernuda que llama a las flores: "leves criaturas transparentes, que se cubren de un rubor repentino."
Enhorabuena, Olga, porque el texto es admirable. He disfrutado muchísimo, como siempre. Todo lo que revela es de una escritora excelente.Muchas gracias.
Buen finde. Salud
Miguel, levantarme con un comentario tuyo es ya una costumbre que no quisiera perder. Se ha convertido en un hecho natural;-) Es cierto que hay llantos verdaderos y falsos, o al menos impostados. Yo creo en el grito -de vez en cuando- pero muchísimo más creo en la contención, o en su serio intento. Que ese rubor repentino de las flores de Cernuda se mantenga.
Pero a mí lo que me alegra es que disfrutes del texto, que sea para ti una cita libre y más o menos semanal (aquí no hay reglas ni para eso:-), un momento de encuentro.
Muchas gracias, como siempre, por tus palabras.
Un beso.
Tampoco yo conocía la palabra y es estupenda, la verdad.
Contigo una aprende no sólo de poesía y semántica sino de naturaleza, también.
Besos,
Anabel, la Cuentista
La palabra es bonita, a mí me gusta. Aposemática. Vengo aposemática. Je. Mañana me voy a vestir aposemática para ir al trabajo;-)
Muchas gracias, Anabel, "prodesse et delectare" y todo eso.
Buen inicio de semana, Cuentista.
Mimetismo Olga, mimetismo.
Esa es la verdadera poesía.
Un abrazo y enhorabuena.
Tú siempre ves por aquí la verdadera poesía, incluso antes que yo;-)
Sé que estás y no estás, pero ya queda muy poco. Disfruta, gaditano.
Un fuerte abrazo.
Quién supiera, como Olga, sacar Poesía... hasta de la Biología. De la que —por otra parte— está llena.
El caso es saber hacerlo de esta manera.
.
Es verdad que la Biología puede estar llena de poesía. Desde luego, está llena de lecciones. Aunque a mí me gusta aprender de los hombres que, para bien y para mal, tienen esa grandeza que les da la culpa y el mérito. Ojalá fuera verdad lo que dices; me temo que, en tu caso, la grandeza te puede;-)
Pero te lo agradezco muchísimo, Alfaraz. Salu2.
Capacidad de asombrarnos, de enseñar,de deleitar, no dejas de sorprenderme, eres una astrica de mano que dicen en mi pueblo.
Un beso
Qué bueno, esa expresión la usaba mi abuelo, cómo se nota que compartimos lares;-) También está la versión "astralica de mano", por el "astral", que era una especie de hachuela pequeña, una herramienta muy útil en el campo. La versión agraria de la navaja suiza multiusos, je,je.
Oye, gracias por traer por aquí esas expresiones y por aplicarme una tan útil.
Me alegro de que te haya gustado, Ángeles. Besazo.
Una entrada sorprendente. En ella veo una vez mas lo que puede desencadenar en el ser humano un hecho en apariencia insustancial, como el color en que íba vestida tu compañera ese día.
La Madre Naturaleza es sabia, adorna, colorea, pero no iguala, dá dones pero quita otros...
Y el ser humano, que es racional, utiliza lo que le ha dado la vida como puede y quiere; de ahí que hagas esa estupenda reflexión : cada cual debe responsabilizarse de lo que ha elegido, aunque a veces se haya elegido casi insconscientemente.
Como me ocurre frecuentemente, he de releerte.
Un beso
Cada cual debería saber bien lo que es, lo que quiere ser y lo que nunca será. Y cuándo es aposemático o batesiano sin más. Pero eso es muy, muy difícil. En cualquier caso, somos responsables de nuestras mentiras aunque nos las creamos. De eso está libre la naturaleza, de la culpabilidad. Pero tampoco una mosca puede sentir admiración sincera. Vaya lo uno por lo otro;-)
Un beso, Mery, tus (re)lecturas son un lujo.
Lo que no sé es qué hacemos aquí a estas horas...
Quizá los aposemáticos necesiten a los batesianos tanto como a la inversa, y quizá todos imitan a todos más de lo que parece, y por último, quizá esto es sólo un deseo.
En cualquier caso gracias por hacerme reflexionar sobre ello de forma tan bella. Un saludo.
Ummmm. Yo creo que aposemáticos y batesianos no se necesitan mutuamente. Sólo los segundos necesitan a los primeros como modelo. No "interactuan" (qué horrible verbo;-) entre ellos, sino frente a sus depredadores o polinizadores. Aumento de posibilidades de reproducción y disminución de posibilidades de muerte, es decir: vida. Como sea.
No sé, da para mucho. Vuestros comentarios también me ayudan a repensar el tema.
Gracias, hombre, y muy contenta de verte de nuevo por aquí, que estabas perdido;-)
Transmiten un delicioso perfume estas letras.
La Monarca siempre ha sido muy pícara conmigo. Cuando olvidaba mi cámara de fotos, ella se acercaba y casi se posaba en mis manos. En el caso opuesto, cuando me disponía a fotografiarla, iniciaba su juego; se posaba en una flor, se dejaba ver, pero siempre al final, en el mismo instante de pulsar el disparador de la cámara, alzaba su vuelo, venía hacia mí y con una sonrisa, se despedía perdiéndose en el horizonte.
Me cautivó su divertido juego.
Muchas gracias por acudir al olor de estas letras, Karlos. Ay, esas Monarcas imprevistas y deseadas, mira la pobre Epidendrum lo que llega a hacer porque la polinice... pero ella ama el nectar de su Asclepias y nuestro desconcierto.
Un día cualquiera, posará para ti;-)
Bienvenido.
Ay Olga, cómo me ha gustado. Al principio me ha recordado a aquella entrada, Jazmines sobre el mar, que fue espectacular y que me dejó boquiabierta. La cantidad de palabras que pudiste utilizar sobre el perfume, lo bien que sonaban pero que no tenía ni idea de lo que querían decir y por supuesto era misión imposible buscarlas todas en el diccionario. Aquí nos evitas la tarea de usar el google y nos lo explicas, pero de qué manera! Precioso, me ha encantado, en serio. Es increible las cosicas que sabes hacer... Ah! y espero una entrada sobre el mar de Drake (lo que se dice se cumple). Besos.
Qué gracia eso de "las cosicas que sabes hacer"; pues mira, con estas manitas y mi tricotosa;-)))
Aquella entrada fue una de las primeras largas, me lo pasé en grande escribiéndola porque el perfume es verdaderamente una de mis pasiones. Y, si tú disfrutas, yo creo que se tiene que notar. Sólo sentí el exilio de mi Betula pendula o abedul de plata, árbol caducifolio con nombre de hada columpiadora. Pero no quería abusar;-) Pues aquí, tampoco.
Intentaré recorrer el mar de Drake un día, y sin marearme, como los marineros avezados. Si lo consigo, te dedicaré la entrada.
Besos y gracias.
El colorido de algunos insectos es increible, pero yo, casi ni lo veo.
Tengo fobia a los insectos...
Un beso.
Pues la verdad, Veridiana, es que a mí los bichos tampoco me van mucho.
Como decía el clásico, lo importante es el concepto;-)
Buenas noches, Circe.
ha, I will test my thought, your post bring me some good ideas, it's really amazing, thanks.
- Norman
Thank you, Norman.
Welcome.
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