domingo, 5 de octubre de 2008

Lo que tardamos en olvidar un nombre

Lo que tardamos en olvidar un nombre
que no ha dejado nada entre nosotros,
ese demoledor segundo en blanco
asesinado por nuestra memoria,
sólo ese tiempo muerto del olvido,
ese pequeño instante que perdimos
una y mil veces
en mil sinsentidos,
vendrá y se vengará cuando no queden
ni segundos ni arena en los relojes;
vendrá para gritar, para callarse,
para quedarse solo y guarecerse
bajo el toldo golpeado por la lluvia.

Debí pensar en ti, tú me ofrecías
un poco de verdad entre la nada.

Y la lluvia que insiste en la memoria
acunará en los golpes cada letra,
pronunciará mi nombre y el recuerdo
se quedará sentado en esta calle
en la que hoy pienso en ti.

Olga Bernad

30 comentarios:

Juan Manuel Macías dijo...

"Y la lluvia que insiste en la memoria". Qué maravilla: cuánta belleza llueve en este verso. Estas once sílabas sí que están hechas de pura memoria. Ya antes de leerlo es un verso inolvidable en sí mismo, insistiendo e insistiendo. Qué barbaridad, hablando de "la terrible virtud de ser inolvidable"... Asombroso. Un poema de una contundente suavidad, bellísimo. ¡Pero qué verso! Es inmune, impermeable a cualquier atisbo de glosa. Así que me callo y me quedo con la boca abierta. Besos, Olga.

Olga Bernad dijo...

Te agradezco mucho este comentario. Ya sabes que siempre soy un mar de dudas, y no sabía cómo expresar exactamente esa idea de que algo, más allá de nosotros y nuestras “distracciones”, sigue insistiendo suavemente para que recordemos lo que importa. El tiempo perdido parece ponerse de pie a veces, en ocasiones cuando ya da igual.
Gracias también por tu enlace a mi anterior entrada, en ese estupendo texto que es “Kalevala y Sampo” (yo no sé enlazar en los comentarios, soy un desastre, lo siento) y, sobre todo, una vez más, por recuperar como entrada la lectura de verano dedicada a esta bitácora en la web de DVD Ediciones.
Besos, Juan Manuel.

Marisa Peña dijo...

¡Cuánta belleza nos regalas Olga! Me gusta mucho el tema que vas enhebrando en estos versos. Para mí es uno de los motivos que más me mueven a escribir y me conmueven cuando leo. Me siento muy cerca de ti cuando leo estos versos. Un abrazo muy fuerte

Maria Luisa dijo...

(Lo que tardamos en olvidar...)
Mi querida Betty B. Pienso que a veces no queremos olvidar, quizá recordando casi de forma enfermiza, nos parece que todo sigue igual.
Que felicidad haberte encontrado, te leo y releo, tus poemas son todo belleza, dulzura, armonía

Gracias por dedicarme un poquito de tu valioso tiempo.

María Luisa

Olga Bernad dijo...

Gracias, Marisa, yo también me siento cerca de ti (y cada vez me sorprende esa generosidad tuya que no siempre sé cómo corresponder:-) Hay muchas cosas que nos acercan, por ejemplo, el darle vueltas al hilo del tiempo y enredarlo con palabras.
Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Maria Luisa, es verdad, a veces no queremos olvidar para guardar el tiempo y la gente que queremos; pero otras perdemos un segundo de más en recordar nombres que en el fondo no han dejado nada entre nosotros. Es un crimen dar la materia de la que está hecha nuestra vida a quien no lo merece, y una injusticia robársela a otros.
Mi tiempo aquí es para ti, y es un honor que gente como tú se acerque a leer y me deje un comentario.

carmen jiménez dijo...

A veces pueden sobrevolarnos nombres que un día no significaron nada, y de repente vuelven a nuestra memoria como esa lluvia fina que se va colando en los huesos sin darte cuenta. Nombres olvidados en un instante al que no prestamos la suficiente atención, pero que si merecen la pena, volverán para recordarnos sus letras.
Lo olvidable y lo inolvidable se enredan en un mismo ovillo.
Imposible olvidar tus versos.

Olga Bernad dijo...

Sí, a veces olvidamos injustamente y esos nombres se quedan ahí, insistiendo en la memoria de vez en cuando. La atención es una cosa difícil de dirigir bien, todo está lleno de "trampas" que te desvían.
Y al final todo se enreda en el mismo ovillo, no hay otro.
Muchas gracias, Media Luna, por lo que dices de mis versos. Me alegra que seas lectora reincidente.
Un saludo.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Y despues de estos versos,¿como vamos a poder olvidarnos de ti?...me niego a olvidarte y solo quiero memorizar tus versos...todos.

Olga Bernad dijo...

MªTeresa, no sabes cuánto me acordé de ti al publicarlo anoche. Pensé ponerle la foto con la que inauguraste tu blog, el 20 de noviembre del 2007. Me encanta ese cementerio parisino, y esa figura pensante sobre la lápida. Pero Internet Dichoso decidió por mí. Tengo muchos problemas para publicar entradas, y no siempre me admite las fotos. Tampoco sé enlazar en los comentarios, pero animo a los posibles lectores a ir a ver la imagen a su sitio original, haciendo click sobre tu nombre.
Bueno, y muchas gracias, guapa. La memoria me sigue pareciendo el premio y todo lo demás son tonterías.

Anónimo dijo...

Creo que cada nombre, para que nos acordemos de él tiene que traer tras él, un recuerdo, una caricia, un deseo, un algo, una pequeña energia que nos conecte a él de una manera. Un nombre es una etiqueta, pero todo lo que arrastra es lo que hace que lo recuerdes como cosa buena o mala.
Un nombre es una excusa, un nombre es una carpeta donde guardamos recuerdos, sentimientos y promesas.
Me han encantao tus versos!
Marta

Olga Bernad dijo...

Cuántas emociones nos trae el nombre propio de persona querida. Y qué placer en algunos adjetivos posesivos. Nombrar es guardar, convocar, acercar; tiene algo de mágico (todos los sortilegios están llenos de nombres secretos). No hay forma más eficaz de "ningunear" a una persona que dejar de nombrarla, eso lo sabemos, lo hacemos y lo padecemos. Nombrar es elegir; y el hacerlo con amor, justicia o todo lo contrario nos marca la vida.
Me encanta que te guste el poema, Marta, y gracias por volver.

Maria Luisa dijo...

Doy gracias por que mi pequeño blog ha hecho el milagro. Te he conocido, disfrutado de tus poemas, tu prosa, te lo dire mil veces.
Guardaré como un tesoro- "Nombrar es elegir y al hacerlo con amor; justicia o todo lo contrario nos marca la vida"
Palabras llenas de contenido, sabias.
Con tu comentario dedicado a mí, me siento especial y a la vez "pequeña".
Me has abierto una puerta a un mundo de palabras maravilloso.
GRACIAS

Olga Bernad dijo...

María Luisa, que no es así, mujer. Si yo soy una recién llegada, y lo que diga no tiene más importancia de la que tú le quieras conceder. Yo te agradezco el valor que das a mis palabras, pero no te hacen especial, ni grande ni pequeña. Me parece que tú ya eres bastante especial y una mujer muy valiente. Después de tu comentario en las diosas, entiendo muy bien ese "no querer olvidar" de antes. Un saludo y bienvenida siempre.

s dijo...

"La lluvia siempre ocurre en el pasado" J.L.B.

Un saludo.

Olga Bernad dijo...

"Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado"

Un saludo, Sergio.

s dijo...

Gracias por la corrección, no recordaba bien esos versos. Por cierto, precioso poema el tuyo.

Un saludo.

Olga Bernad dijo...

Yo he tenido que ir a buscarlos (si lo hago de memoria, nunca cito, más bien "reinvento":-) Una vez cité unos versos que todavía no sé de quién son, no he podido encontrarlos. Igual son hasta míos.
Gracias a ti por tus palabras y por llevarnos hacia ese precioso soneto, ése sí que lo es.

Antonio Azuaga dijo...

El hombre (como especie, naturalmente) es un animal que se construye desde fuera hacia dentro. Primero es instinto, mera supervivencia en el ser nacido; luego sensación, distracción epidérmica durante la adolescencia… Más tarde llega la mirada al “cuarto propio”, al mobiliario de nombres, de recuerdos, de olvidos. Justos unos, indebidos otros; éstos alegres, aquéllos innecesarios… Entonces nos damos cuenta de que eso es lo que somos, de que en eso consiste la tarea de vivir humanamente nuestra vida; de que somos, además, los únicos animales que podemos poner un posesivo al hecho de vivirla: los otros se limitan a desarrollar el prospecto genético de una especie; sin tristeza, sin alegría, sin querer o no querer su memoria o su olvido. Seres trágicos al cabo que hoy recoges en otro brillante poema… Con elegancia brillante, con brillante sencillez.

Un beso.

Olga Bernad dijo...

Pues yo creo que, acabando peligrosamente la treintena, ya estoy en la fase de la mirada al “cuarto propio”. Pero el mío es un desbarajuste de aquí te espero, incluso cuando parece ordenado: seres de verdad, seres de mentira y seres de no lo sé; recuerdos de verdad, recuerdos de mentiras y cosas inventadas (vergüenza me da ya utilizar la palabra “sueños”). Y colecciones de cosas inservibles, Lucrecias incluidas. Recordar lo importante es salvarse un poco, ¿no? Pensar en lo importante. Discriminar.
Quisiera ser elegante, brillante y sencilla. Y me gusta que veas estos versos así, pero yo escupo tristeza en este poema. Por no hacerlo en otros sitios. Pero en fin, contención:-)
Un beso, Antonio, y muchas gracias

Julio Castelló dijo...

'Un poco de verdad entre la nada...' Y eso es todo. Y suficiente. ¿Qué más se puede pedir?

Olga Bernad dijo...

Nada:-)

fa mayor dijo...

Como es habitual, un placer tu poema y la lectura de los comentarios.

Desde luego hay nombres que se quedan tatuados en el alma. Nombres cuyas letras ni siquiera se borran con otros nombres que basta ser pronunciados para sentirnos atendidos, reconfortados.
Un abrazo, Betty.
Fa.

Olga Bernad dijo...

Hay nombres que intentamos borrar inútilmente y nombres que borramos injustamente.
Pero hay otros que son nuestro auténtico patrimonio, los que nos acompañan de verdad.
Un saludo, Manoli, y gracias como siempre por venir.

Anónimo dijo...

Sí, Betty hay nombres que desearíamos olvidar y que nuestra memoria masoquista se empeña en conservar para martirizarnos. Y por otro lado nos daríamos golpes contra la pared para intentar recordar aquel nombre que olvidamos, aquel detalle que nos permitiría atravesar la neblina mental.

No, no te he olvidado, sólo que he estado más ocupado.
Tu poema magnífico como siempre.
Besicos

Olga Bernad dijo...

La memoria es un mal bicho, Blackbird, traiciona demasiado:-)
Hay que domarla un poco, que se nos distrae con demadiada facilidad y nos hace sufrir mucho.
Yo tampoco te olvido, ni a ti ni a lo que dices.
Besicos.

Anónimo dijo...

"Y la lluvia que insiste en la memoria". Juan Manuel ya lo ha dicho todo sobre este verso, mil veces mejor de lo que una servidora podría hacerlo.
Y yo, en otra calle muy lejana pero también con lluvia pensando quizá como tú, en un nombre muy Presente.

"Debí pensar en ti, tú me ofrecías
un poco de verdad entre la nada."

Qué bonito Olga.

Besitos, como de costumbre, emocionados.

Olga Bernad dijo...

Besitos, Gema.
Tú siempre dices las cosas muy bien.
Y tenemos presentes los mismos nombres.
Coge paraguas, hermana.

enrique dijo...

Mi padre tenía una Seat 600 de color rojo intenso al que llamaba "gotica de sangre".
Nos llevaba a toda la familia de vacaciones a Lanjarón, en las alpujarras. Un viaje que duraba casi un día entero...

Olga Bernad dijo...

Creo, Enrique, que este comentario es para la entrada "En un Simca 1.200", publicada el 14 de octubre. Seguramente estabas leyendo varias entradas atrasadas (cosa que te agradezco muchísimo)y lo has enviado aquí. Ese 600 rojo le hace una compañía perfecta al primer 600 verde de mi padre:-) Lo viajes eran, sí, auténticas aventuras.
Muchas gracias. Y bienvenido.