miércoles, 2 de febrero de 2011

AMANTE Y RELIGIOSA

Si digo la verdad, para suicida
me falta palidez; para asesina
cuando las noches tiemblan he pensado
que me sobran las ganas, lo confieso.

Lo imaginé a menudo, bien lo sabes:
pensé en matarte. Y no fue por odio,
tan sólo me movía la esperanza
de que volver atrás fuera posible,
al tiempo en el que tú aún no existías.
Yo necesito paz en las provincias:
guíame, General, dije al amigo
(imaginario, sí, me invento todo)
que me acompaña fiel en mis locuras.

Y no es por alabarme, pero siempre
te asesinaba dulce y noblemente,
otorgando esplendor a tu derrota,
placer a tu final, completa entrega,
lenta solemnidad a mi alegría.
A punto de morir me recordabas
a un fatigado dios sobrecogido.
(Por todo paso menos por el triste
destino de quedarme en esta tierra
sin el pobre consuelo de admirarte).

Al fin de cada sueño, sin embargo,
tu aliento más tenaz seguía vivo
y tu antigua soberbia perdonaba
una vez más mi vida sin mirarme;
y ella, o yo, -la del sueño- se sentía
traslúcida, borrosa, inconcebible.

No te puedo acabar si no me miras
-hasta eso en la ficción se me ha negado-,
mas sugerir quisiera solamente
si de tu dignidad y tu grandeza
no podría esperarse que olvidaras
por un momento esa gentil manera
de humillarme y acaso contemplases
-ya que no a mí-, al menos las ventajas,
las posibilidades de la idea
de morirte tú mismo, sin mi ayuda.

Y no pido por mí, piensa en tu gloria,
a salvo para siempre de este mundo;
tu nombre en nuestros labios, los idiotas
que te aman también y no soporto,
hermanos repentinos de mi duelo.
Todo es mejor así, es por fin todo,
es la única forma para el todo.

Ya que no te me vas de la cabeza,
déjame al menos que te piense ahora
libre de las molestas circunstancias
que implican que estés vivo en algún sitio:
vivo y feliz, o triste, o cuerdo o loco,
vivo y real y cierto y no me quieres.
Permíteme que no tenga importancia.

Tú, inmortal –como siempre- en mi memoria;
yo, mortal –pero viva- no he podido
alcanzar lo que acaso no merezco.

Tú, muerto; yo, perfecta,
limpia por el dolor, esclarecida.
Tu ejemplo señalando a mis amantes
la condición futura de mis brazos.

Hace un año: Mimetismo batesiano          Hace dos años: Obediencia ciega                                               

35 comentarios:

Durrell dijo...

Caramba.
Muy irónica estáis.

Olga Bernad dijo...

Es que no como.
Y no me apetecía ponerme metafísica, que para eso ya tenemos el recuerdo de Rocinante;-)

Pero lo cierto, Durrell, es que yo paso bastante de ironías... así que no sé. Así ha salido.

Durrell dijo...

Ha salido muy bien.
Es una pena que "pases de ironías". Estás muy bien dotada para el humor, tanto como para el amor, en la poesía.

Olga Bernad dijo...

Vaya, pues muchas gracias. Pero con las tres cosas pasa lo mismo, que cualquier exceso rompe el encanto, especialmente tratándose de humor.
Mejor que nos salpique a que nos inunde.
Yo es que soy muy seria.
Igual hablaba en serio (no es por asustar;-).

El Aviador Capotado dijo...

Por fin. Una buena poetisa sin tonterías ni frasecitas de balcones, macetitas, nocturnidad y besitos. Poemas sin el falso marfil de poeta burgués con toque edípico. Por fin poesía que me conmueve.
A esto le llamo yo, fumigar bajo cables de alta tensión, volar sin motor alternativo.
Enhorabuena y copas en su honor de este aviador y humilde aficionado a la lectura, escritura y copas largas.

Saludos

Juanma dijo...

Para suicida me falta palidez es una de esas frases que me deslumbran por la sencilla razón que son (es) deslumbrantes.

Y luego, claro, me dejo llevar dulcemente por todo el poema.

Besos.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Ha ti te sobran las palabras y a mi me faltan para volver a elogiarte...me rindo sin tregua ya nos se como decirte lo bien que escribes....gracias por compartir...besos

Olga Bernad dijo...

Gracias, Aviador, a mí me gustan mucho los que vuelan. Y no, no quisiera enredarme en más balcones que aquellos que me gustan. No es nada fácil. Se seguirá intentando y ojalá el resultado te conmueva.
Bienvenido por aquí. Me pasaré a conocerte, coincidimos en la humilde afición por la lectura, la escritura y las copas largas. Por ese orden.

Olga Bernad dijo...

Ay, Juanma, nada me conmueve más que la sensibilidad acorralada hasta el punto del suicidio, pero, intentando dar la menor pena posible, se me ocurre reivindicar o inventar la figura ficticia de la poeta asesina, ya que tantos se ocupan de las suicidas sin que por eso les exijan coherencia, me imagino que yo podré divagar con la liberadora sensación de que no sea el yo poético el que muere, sino el tú. No animo con esto al asesinato, of course, sino a su consideración estética;-)
Mira, esto tengo que apuntármelo para una entrada.

Un beso y muchas gracias.

Olga Bernad dijo...

Tere, compartir es un placer. Y una alegría. Así que las gracias siempre a ti.
Besazos.

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu poema. Me alegra un montón haber dado contigo. Vas hilando con palabras suaves los sentimientos más duros y el resultado es de una belleza absoluta.

Me das pie también a revolver el desván de mis propios recuerdos olvidados, o de los olvidos recordados, que en este caso son más eso que lo primero.

Porque cuando el desamor nos duele, es verdad que a veces quisieramos tener la sabiduría del suicida y no la necedad del cobarde incapaz de matar. Por no hacerlo, y quedarnos mirando, no morimos.

Besos,

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Alice. Creo que los sentimientos duros pueden ser tan poéticos como los suaves, y me gusta tratarlos con suavidad y contundencia y hasta (a veces) con un poco de humor. Yo creo que reírse de la propia desesperación es mejor que matar o morir, siquiera ficticiamente;-)
Y la belleza que se deje atrapar en el camino, pues eso, al poema. Y el poema, para todos.
Para ti.

Dyhego dijo...

OLGA:
Esa "amanteys religiosa" es muy taimada, muy lista, muy abnegada, muy segura, muy locuela...
Me ha gustado mucho pero que mucho.

Hace poco me dijo una psicóloga que un porcentaje muy alto de mujeres fantasea con la idea de la violación, de la sumisión y la rendición.

A la vista queda que la heroína de este poema fantasea con lo contrario...

Que el evento de esta tarde transcurra felizmente.

Salu2.

Miguel Estrada Pérez-Carasa dijo...

Verdaderamente, son caricias perplejas. Y de tan innumerables variantes en la ficción, que uno ya no sabe donde comienza la voz natural y la impostada, como en la música.

¿Ves? Se acercan más lectores, como un rio que les ha salido al paso. Yo sabía que te esperaban, como a una deidad que otorga favores o prodigios y los alivia. Me alegro mucho de que este arte mayor quede en tus manos para bien de todos.

Gran poema, Olga.Muchas gracias por tu generosidad.

Olga Bernad dijo...

Yo creo que la pobre sufre mucho, Diego, tal vez preferiría fantasear con una cosa normal: que la quieran siempre, pero hay que ser muy fantasioso para eso;-)

y luego votaré mis votos ciertos,
que nunca habrá mudanza, y que en ausencia
no olvidaré vuestra gentil presencia
.

Nada, angelica, no quiere nada más.
Abnegada sí es, me parece. Y loca, como una cabra.

Estoy preparando la maleta... me voy ya!
Muchas gracias, mesié.

Olga Bernad dijo...

Pues ese secreto no lo puedo desvelar, Miguel, porque ni yo misma sé muy bien donde empieza una voz y termina otra. Y lo que sé no tiene importancia en ningún poema;-)

Desde el principio me sorprendió el goteo de lectores nuevos, lentos pero con bastante fidelidad. Cosas de la red, que para eso está, para encontrarnos. No es generosidad, es intercambio. A mí me parece muy generoso que alguien lea algo mío, lo comente, lo espere, vuelva otra vez...
Gracias a ti por entrar en el juego y por volver siempre.

Cita Franco dijo...

Es la primera vez que paso por aqui y algo en tu poema me ha hecho lanzarme a escribirte. Supongo que ha sido que lo he visto sincero. Si, aun hablando de lo que habla lo he visto sincero. Me lo he creido.

Te dejo un saludo con esta visita.

Cita

Antonio Azuaga dijo...

Si ese amado-enemigo tuviese algo del “dios sobrecogido” a que lo elevas, lo más noble que podría hacer es morirse de verdad, con tu ayuda o sin ella, porque sólo así merecería tu amante y religiosa creación.

Qué bien lo haces, Olga; qué fácil parece el discurrir de cada palabra, qué claridad en cada verso (¡con lo que cuesta iluminar un verso!)… Y ese final catártico:

Tú, muerto; yo, perfecta,
limpia por el dolor, esclarecida.
Tu ejemplo señalando a mis amantes
la condición futura de mis brazos.


Me gusta mucho, Olga; y me pasa siempre.

Otro beso admirador

Mery dijo...

Jopé, Olga, leo tus versos teniendo de fondo un programa sobre sado en la Cuatro y resulta que entreveo algo de sumisión y dominación en el poema.

Qué cosas tiene la noche.
El caso es que el poema es grandioso en extensión y composición.
Un beso, nocturno como siempre.

Olga Bernad dijo...

Cita, supongo que en todos los poemas que nos gustan debemos intuir una especie de verdad, aunque esa verdad no encaje exactamente con la realidad (ni tenga por qué hacerlo), de la misma manera que en los que no nos gustan intuimos una especie de mentira. Es importante que digas "me lo he creído". Si no se suspende la incredulidad del lector, algo ha pasado, y no para bien.
Un saludo y bienvenida por aquí.

Olga Bernad dijo...

Querido Antonio.
Cuando parece difícil, el resultado hace sufrir al lector, como si el poeta fuese un cantante que no afina o un corredor que no va a llegar. El esfuerzo debe hacerlo el escritor. Llegar o no llegar... eso es ya otra historia.

Un fatigado dios estremecido ya no es un dios, solo es -tal vez- un hombre cansado. Aunque a mí me gustaría que el hombre (como especie, no como género) se pareciese un poco más a los dioses y un poco menos a todos los demonios.

Me gusta que te guste, me gusta siempre, sí;-)

Un beso.

Olga Bernad dijo...

Mery, estábamos cenando ayer en Barcelona a las tantas tras la presentación de YIN y vimos precisamente algunas imágenes de ese programa. Por dios. Si alguna vez pudiese haberme inspirado en el sado-maso, bastarían esas imágenes para que se me pasase la tentación. Yo me lo imagino todo mucho mejor;-)
Qué gris es la realidad a veces. Poetry for ever.
Beso igualmente nocturno para vos con un poco de retraso por el viaje.
Buenos sueños, Mery morena.

Juan Carlos Garrido dijo...

Me ha subyugado el poema con ese estilo epistolar, tierno y cruel al tiempo, tan íntimo como despiadado.

Saludos.

Olga Bernad dijo...

Un placer subyugarle, S.C;-)
Lamentablemente, la ternura y la piedad no siempre pueden ir unidas.
Saludos y muchas gracias.

Miguel Baquero dijo...

Una enorme poesía, no por lo grande sino por lo bìen compuesta, con su toque de irónico humor, con sus frases que te dejan perplejo unos segundos y admirado cuando reparas del todo en lo que has leído. Me ha parecido excelente

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Miguel.
Creo que sois muy, muy generosos

veridiana dijo...

¡¡Qué preciosidad!!

Me dejas kao, Olga.
Mi admiración a tu genialidad.

Besos

Olga Bernad dijo...

Me encanta que te guste, Circe. Y, en el fondo, no me extraña;-)
Besos y gracias, guapa.

Juan Manuel Macías dijo...

Iba a decir que este poema las mata (o los mata, mejor) callando. Pero callar, claro, es lo que precisamente no haces. El silencio asombrado que quede mejor del lado de quienes te escuchamos. Qué monólogo. Increíblemente sostenido. Hay varios, infinitos estratos, y un caparazón que se disfraza inteligentemente de ironía, sí, pero no es ironía. Y todos los estratos se superponen a la vez: no sé, me falta una dimensión más para describirlo y hacer el esquema pizarrístico, pero me liaría a mí mismo con mi persona. Sencillamente asombroso y bellísimo. Y estoy con Antonio Azuaga: el final, de pura catarsis, para morirse :-)
Besos

Olga Bernad dijo...

Pienso mucho en el silencio cuando escribo, porque romperlo no tiene vuelta atrás. Quizá porque la palabra es vida, aunque también mate, el silencio me suena a pequeña muerte. Ahora pienso que los franceses llaman así al orgasmo, qué gente;-) En fin, afortunadamente, la muerte (que presume de definitiva) nunca lo es en la ficción y, a mi pobre yo poético, la idea de la poeta asesina se le fue quedando grande mientras la pensaba. Pedirle al tú que se muera solito puede resultar irónico, pero es una forma de piedad con todos los esquemas pizarrísticos, hasta con los futuros, así la catarsis nos sirve para siempre. La poeta se nos volvió, en el fondo, pacifista.
O será cansancio vulgar nada más.

Gracias por el comentario y la visita, capitán, y enhorabuena otra vez por ese Tránsito recién salido del horno.
Besos.

gbp dijo...

Se que cada vez que un poema tuyo me deja boquiabierta te digo que es mi preferido y hoy "AMANTE Y RELIGIOSA" es mi preferido, genial!
Me ha encantado cariño, y casi me lo pierdo, con razón me llamas descastada;-)
Besazos

Olga Bernad dijo...

Gracias, Gemuchi, veo que vas hacia atrás... tenías mucho atrasado, guapa;-)
Sabía que este te gustaría.
Kisses.

Olga Bernad dijo...

Ostras. Supongo que esto es la prueba palpable de que Internet también está lleno de cosas raras. Hace mucho que no me visitan anónimos locos (supongo que he sido afortunada) y no soy partidaria de publicarlos, pero he recibido uno que me conmueve especialmente y también me fastidia que se vaya sin su contestación. No se quién es usted, que se llama a sí mismo o misma “idiota”, pero esto es solo un poema. Yo escribiré los poemas que me parezcan oportunos, como comprenderá. En mi próxima novela se mata gente, pero yo no, todavía no he matado a nadie, no sé si me explico. Haga como cuando ve una película que le afecta, recuerde que es una película, y no me haga responsable de las que pueda usted llevar en la cabeza. En cuanto a lo de soportar,es verdad, no soporto a gente como usted. Y usted no tiene por qué soportarme a mí, no me siga, no me lea, todos seremos más felices. O, si no puede evitarlo, no me moleste con ello. Y, sobre todo, no se moleste en volver a comentar porque no le voy a publicar ninguna sandez que pretende hacer daño de manera personal, que me hace perder tiempo en entradas atrasadas, que no tiene nada que ver con la literatura y que necesita mucho más la respuesta de un psiquiatra que la de un poeta.

Anónimo dijo...

Me he quedado impactada por tu poema. Es la primera vez que visito tu blog y me encantó... Creo que el deseo de matar a nuestro hombre-dios y volver al tiempo en que había paz, es decir, en que aún no le habíamos conocido, es algo que compartimos much@s amantes, por desgracia. Las palabras y la forma en que lo has expresado son una belleza. Volveré a visitarte.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, anónimo. Bienvenido por aquí. Te animo a quedarte y a dejar de ser anónimo, si lo deseas.
Un saludo.