viernes, 26 de febrero de 2010

Frutos de invierno: Andábata y Siltolá

Supongo que las cosas llegan cuando tienen que llegar, y a nosotros sólo nos queda agradecerlas de la misma manera que trabajamos para ellas: con toda la ilusión que la lucidez nos permita.  Yo soy, ante las cosas que me importan, razonablemente inestable.  Intentaré explicarme: hoy estoy nerviosa y feliz al ver mi Andábata por fin aquí.  Cuando Antonio Rivero Taravillo se interesó por ella para publicarla con el sello Paréntesis editorial, en la Colección Umbral, mi alegría se disparó: iba a formar parte de sus autores.  Recopilé folios pendientes de revisar, apuntes dejados entre libros, antiguos archivos de viejos ordenadores, capítulos inacabados y otros que me sabía de memoria, planes para un futuro que por fin tenía fecha.  El proceso fue, como siempre, lo mejor.  Me daba la sensación de no merecerme tanta alegría, lo único que yo había hecho era escribirla y, a cambio, ella había acompañado durante los ultimos diez años esta pasión solitaria e irrenunciable.   Sin embargo, al acabarla, me quedó una tristeza extraña.  De alguna manera, se ha ido de casa y no piensa volver.  Espero que leerla les haga pasar tan buenos ratos como a mí escribirla.  Espero que haga amigos y amores.  Algo así.

Su salida ha coincidido con la publicación del primer número de la revista de poesía Isla de Siltola. Formar parte de ella es un premio y les aconsejo sinceramente su lectura, no sólo por tener en la mano ese bellísimo objeto que es una edición perfecta, sino por la compañía en la que aparecen mis poemas. Es un honor y un placer estar en el número inaugural de una revista que merece una larga vida. La dirige Javier Sánchez Menéndez con un consejo editorial de lujo: Luis Alberto de Cuenca, Julio Martínez Mesanza, José Mateos y Abel Feu.

 
Les dejo el índice (click para ampliar), que habla por sí solo, y un enorme GRACIAS por lo que a mí respecta.  Sin alguien al otro lado, nada es igual: la recolección sólo sería un trabajo más.

Olga Bernad 

27 de febreroAyer me ne enteré, gracias al comentario de Isabel Romana en esta entrada, de que había aparecido una referencia a mi libro Caricias perplejas en El cultural del periódido El mundo.  Dejo el enlace con la versión digital AQUÍ, y un pobre escaneo de la versión en papel a la izquierda (nuevamente, click para ampliar).  No lo entiendo muy bien, aunque debo reconocer que su conclusión final me encanta;-) 
2 de marzo: Más información sobre el primer número de la revista Isla de Siltolá AQUÍ.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Amanecer de la muchacha muerta


El arcángel borracho de los sueños esconde
un país de cartón debajo de las alas.
Al levantarlas veo una muchacha muerta.
Y no quiero mirarla.  A tientas busco algo
-quizá el interruptor que ilumine mi almohada-
pero una brusca oscuridad se enciende.
La irrealidad se lleva sus secretos.

Yo de nuevo.
Soy yo.
Estamos yo y la vida.

Lentamente amanece y, lentamente,
arrastrando cadenas de su noche,
mareas y resacas de otro mundo,
(su inevitable aliento a despedida)
nace con luz de fatigado símbolo
el día por delante, la pregunta
que hoy volveremos a dejar en blanco.

Olga Bernad

Nota: La fotografía es de Brooke Shaden y está tomada de aquí 
___________________________________________________________________________________
Hace un año Andábata XIX: Mens sana
___________________________________________________________________________________
18 de febreroDiego, hombre de palabra, se leyó Caricias perplejas por fin entero.-)  Eligió una noche de otoño para su errante fugacidad.  Gracias, mesié, por la bonita sorpresa.

jueves, 11 de febrero de 2010

DURA LEX, SED LEX (I) : My goodness

A Meli, que me inició en el maravilloso mundo de las leyes absurdas

Hoy el tema parece arduo, pero no (o sí, quién sabe). Todo ha empezado con la lectura de la entrada de un escritor y amigo a quien no voy a citar por una cuestión de respeto, ya que su texto sí era serio, sin embargo la conversación que ha suscitado ha ido degenerando y no, mejor dejarlo a salvo.

La cuestión es que últimamente casi todo lo que leo me produce raras inquietudes. Cada día soy más consciente de lo poco que sé. Hoy me he dado cuenta de que desconocía si la blasfemia era delito en España. Se lo he consultado a una compañera, joven abogada siempre dispuesta a hablar de leyes, y hemos acabado opinando con la soltura que nos caracteriza sobre qué debería ser materia regulable y qué no. Ni más ni menos.

Al final, yendo de una cosa a otra y manejando varias fuentes que a mí me parecen increíbles, hemos seguido el rastro del puritanismo sobre la ley actual. No tiene esto nada que ver con la cuestión del principio, pero los hallazgos son dignos de compartirse. Tal vez sean restos de antiguas normas que ya no se aplican en la realidad, no lo sé, desconozco la jurisprudencia al respecto, aunque figuran como leyes en pleno vigor, no precisamente sexual. Habrá lectores a quienes les parezca un exceso y otros a quienes, quizá, les gustaría que la dura lex fuese más dura. En cualquier caso, no es mi intención polemizar sino ayudarles a no tener problemas legales cuando viajen por el mundo. Por primera vez escribo una entrada útil. La belleza la dejaremos para mejor momento. Al fin y al cabo, parece sentencia asumida que éstos son malos tiempos para la lírica.

Bien; como curiosidad, sepan que -según las fuentes consultadas- en Vermont es ilegal negar la existencia de Dios, y que en Tennesee, por ley, los ateos no pueden ejercer un trabajo público. Hasta ahí sólo sorpresa, pero luego la cosa se ha puesto concreta y vulgar y han llegado los desacuerdos numéricos: en Arizona está prohibido tener más de dos vibradores en casa, mientras que en Texas hay un cargo leve de felonía por promover el uso, o poseer, más de seis vibradores. Eso de “promover el uso” me desconcierta y, si se trata de más de seis, me desconcierta mucho. El sexo oral está prohibido en Carolina del Sur, donde tampoco es legal “comunicarse con una mujer utilizando mensajes obscenos”. La oralidad les preocupa, lo han dejado claro. En Arkansas lo ven de otra manera: el sexo oral se considera sodomía. En Oregón afinan: es ilegal “susurrar cosas sucias al oído de tu pareja” mientras se hace el amor o lo que sea. Ni bajito ni nada. Lo que está mal, está mal.

Luego hay una extraña fijación con los hombres que llevan bigote. Sí. No me pregunten por qué. En Indiana llevar bigote es ilegal si el que lo lleva “tiene la tendencia habitual de besar a otras personas”. Esto resulta demasiado elástico para los juristas de Iowa, donde un hombre con bigote no puede besar a una mujer en público y asunto concluido. Y, aun sin bigote, los besos no pueden durar más de cinco minutos. Eso a mí me parece bastante razonable, el que quiera ahogarse que se dedique a fumar como hacemos los pecadores decentes (donde esté permitido, eso sí). En Alabama no se andan con bromas: es ilegal llevar un bigote falso que cause risas en una iglesia. Qué ocurrencias tiene la gente, todo hay que preverlo, qué tarea ingrata e interminable la del legislador.

Luego está el asunto fundamental, pues no todo van a ser vibradores, oralidades y besos más o menos largos. Sepan que en Virginia está prohibido realizar el acto sexual con la luz encendida y en otra posición que no sea la del misionero, postura ésta que cuenta con el beneplácito de más de un estado, ya que en Florida se considera la única legal para el coito. Yo no quisiera meterme en camisa de once varas, pero tengo que confesar que entre ese pobre misionero fatigado y el Kamasutra (que siempre me pareció mucho follón para mi gusto) sería partidaria de encontrar un término medio. No obstante, cada territorio es soberano, respeto ante todo. Y no se les ocurra intentar originalidades tales como besar los pechos de su mujer. En Florida también es ilegal.

En otros estados lo tienen muy claro: lo mejor es prevenir. En Pennsylvania, sin ir más lejos, va contra la ley que más de 16 mujeres vivan juntas en una casa porque se consideraría un prostíbulo; sin embargo, en el caso de los hombres, el número aumenta hasta 120. La casa debe ser grande para que viva tanto hombre junto y, si se prostituyen, más. Pero eso es asunto suyo. Que se las apañen.  Organización. En Minnesota también previenen esos polvos que luego pueden traer aquestos lodos: es ilegal dormir desnudo, viva usted con quien viva. No obstante, en Oklahoma lo que es ilegal es ir a dormir con las botas puestas. Incoherencias. Será que allí también tienen hechos diferenciales.

Y si piensan que por ser turistas la cosa no va mucho con ustedes, se equivocan. Si se les ocurre pernoctar en un hotel de Carolina del Norte, no olviden que cualquier pareja debe ocupar una habitación con dos camas que estén separadas al menos por un metro de distancia. Hacer el amor en el espacio que separa ambas camas está estrictamente prohibido.

Se preguntarán ustedes si la ley no tiene cosas más importantes de las que ocuparse. Pues sí. Y lo hace. En Nevada no se permite conducir un camello por la autopista. De intentar pasarlo por el ojo de una aguja no dice absolutamente nada, pero debemos reconocer que las normas también ponen su vela a la sinceridad: en Washington es ilegal fingir que tus padres son ricos.

Olga Bernad  

Nota: Permítanme que me reserve las fuentes, que son de acceso público, hasta la finalización de la trilogía que me propongo perpetrar. Son variadas y se trata de páginas en inglés y español. Como ni yo ni mi compañera tenemos material jurídico que nos permita contrastar la veracidad de unos datos tan sorprendentes, agradeceríamos cualquier aportación autorizada y experta. También autorizaremos las inexpertas.
___________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________
Me ha gustado leer esta semana: Este estupendo artículo de Antón Castro en el Heraldo sobre la poesía en Aragón

viernes, 5 de febrero de 2010

Mimetismo batesiano

La fotografía se titula Monarca sobre Asclepias curassavica II. Es de Carlos Barés Llauradó y fue tomada de aquí

A P.M., que me regaló una palabra nueva y me enzarzó en una reflexión.

Hace pocos días, P. vino a la oficina vestida de amarillo y negro. Tenía una reunión importante y me dijo: “vengo aposemática”. Mi ignorancia es sólo equiparable a mi curiosidad, así que, cuando se fue, quise saber cómo había venido. De esta manera comenzó mi interés por el aposematismo. La palabra hace referencia a la coloración tan llamativa y brillante de algunos animales y a la seria amenaza que esa belleza encierra. En la naturaleza, por lo visto, a veces el peligro se anuncia a todo color.

Ocurre, sin embargo, que existen animales -generalmente menores- que, no siendo realmente peligrosos, imitan la coloración de otros que sí lo son, de tal manera que los depredadores los evitan al confundirlos con ellos. Hablamos en estos casos de mimetismo batesiano. Así, dos especies pueden ser similares en apariencia, pero sólo una de ellas está armada con auténticos mecanismos de defensa frente al depredador, sólo en una los colores significan algo, mientras que, en su doble aparente, esas formas carecen de contenidos. La segunda especie no tiene más defensa cierta contra el depredador que su parecido con la primera. Esto se observa, por ejemplo, en unas moscas inofensivas de la familia Syrphidae cuyo aspecto emula a las abejas. También existe un grupo de serpientes de coral, muy venenosas y bellas, que son imitadas por una falsa coral totalmente inofensiva.

A mí me conmovió esa mosca, esa serpiente inocente, empleando toda su voluntad en hacer prácticamente magia, en cambiarse a sí misma a golpe de intención. Ese animal pequeño e indefenso imitando a su admirada hermana con una incansable voluntad que recuerda al amor… Pero yo estaba equivocada, ya lo sé. No se puede mirar la vida literariamente. No todo tiene una explicación hermosa. Las moscas no admiran, las moscas comen, dentro de sus posibilidades, con la misma voracidad que un león pero sin melena al viento. No fue voluntad de Dios adornarlas con la marca de los reyes, aunque sí permitirles su minúsculo reino de libre albedrío en el que su empeño puede cambiar sus colores y aumentar sus posibilidades de supervivencia.

Lo comprendí del todo cuando leí la historia de la Epidendrum Ibaguense, resentida orquídea que siempre quiso ser como su hermana, la bella Asclepias Curassavica. ¿Por amor a la belleza? Pues no. Existe una mariposa especial, con cuyo nombre no voy a atormentarles, que fecunda siempre a la gentil Asclepias a cambio del más exquisito néctar que sólo ella sabe producir y regalar. La Epidendrum, celosa de esta atención pero huérfana de dones, atrae a la mariposa con lo único que tiene: su capacidad para mentir. Y atrapa la espiritrompa de la torpe mariposa en un conducto estrecho. Cuándo ésta se agita para soltarse, la impregna de su mentira; y si, por error, la mariposa vuelve a ser engañada por otra de su misma especie, la Epidendrum ya ha conseguido la polinización… pero sin ofrecer néctar de dioses por los servicios prestados.

Ninguna historia de amor inventada cambiaría el hecho de que una abeja pueda ser peligrosa, se alimente de polen y sea capaz de fabricar miel. Fervet opus. La mosca, sin embargo, por aposemática que consiga ponerse, seguirá condenada a alimentarse de carroña y a producirla. Aunque tal vez viva unos días más. La naturaleza es una madre impasible; si es romántica, lo es terriblemente; y su ira suele ser tan inhumana como su belleza mortal. Inútil sería salir al campo a leerles a los insectos el inmenso verso de Darío: “Saluda al sol, araña, no seas rencorosa”.

Sólo el hombre, como ser superior, es capaz de actos de amor y admiración plenamente conscientes junto a otros actos de odio y envidia. Y sólo el hombre decide qué hacer con sus sentimientos. Por eso es responsable, por eso es culpable, por eso puede ser tan grande. Quién supiera, como Petrarca, llorar pensando en Homero. Algo en su sangre y en su espíritu sentía nostalgia de una belleza original que sólo sabía intuir. Si el don de la palabra es un regalo que puede mancharse tan fácilmente, tal vez el de las lágrimas es el único que nos lava a veces el loco corazón. Cry, cry, baby.

Olga Bernad
__________________________________________________________________
Hace un año: Obediencia ciega
____________________________________________________________________
07/02/20010: Marta María López, una de las primeras lectoras de este blog, escritora de estupendos relatos que pronto podremos ver recogidos en un libro y autora de dos bitácoras interesantísmas -- Relataria, ahora parada por desgracia para sus lectores, y El desván de los libros, que se halla enlazada en una de las columnas de la derecha bajo el título "de libros y poetas"-- publicó ayer una reseña sobre su lectura de Caricias perplejas. La visita a este blog es algo que recomiendo sinceramente. Fue una de las gratas sorpresas de esta red amplia y confusa. Gracias, Marta. PASEN Y LEAN.