jueves, 30 de septiembre de 2010

Vivir


La maldad me da rabia y la rabia, tristeza; la tristeza me tumba algunas veces. Pero sólo es un tiempo. Después de llorada, la misma rabia vuelve más fuerte y más limpia. La llamo rabia porque no sé bien cómo llamarla. Qué mas da, ya me entiendes. Lo que tengo son ganas de vivir y las ganas de vivir siempre arrastran su carga de alegría. Sonrío mejor cuantos más parches llevo. No sé si en mi alma vive un pirata cojo, pero cómo me gustaría a veces tener por mano un garfio. Así, alegremente.

Hace un año:  Enciérrame en el sótano 
Hace dos años:  Noche de otoñoLa terrible virtud de ser inolvidable

viernes, 24 de septiembre de 2010

El mar del otro lado

Me callé ante tu voz y, en ese espacio
de silencio y de llama,
vi las puertas del templo que se abrían
para inmediatamente derrumbarse.

Asisto a estos prodigios mientras vivo
en la casa  común del calendario,
el que ocupa paredes de oficina
y tapa tantas grietas de mis muros.

El día que no pueda soportarlo,
acuérdate de mí.  Cuando no pueda
cargar con las catástrofes y el fuego
que arde al fondo del mar del otro lado.

Nota: Hace justo un año de la publicación de mi Primer libro, esas Caricias perplejas que tantas alegrías me han dado.  No olvido que, de no ser por este blog,  ese sueño no hubiera sido posible, pues seguramente mi editor nunca hubiese leído un poema mío.   Ahora, mirando hacia atrás y con muchos proyectos por delante, no quisiera olvidarme de dar las gracias a los que habéis construido conmigo este blog y lo habéis convertido en algo importante para mí.

Hace un año: Nostalgia armada    Hace dos años: Ejercicio literario nº 29Belleza y compasión 

domingo, 19 de septiembre de 2010

Ha muerto José Antonio Labordeta


Hace un momento, viendo la tele, me he enterado por uno de esos rótulos que aparecen en la parte baja de las pantallas de que acaba de morir José Antonio Labordeta. Estoy oyendo ahora sus canciones y su voz suena serenamente viva. He pensado en mi padre.  Sí, me recuerda a mi padre, que no debería morirse nunca.  Y pienso en aquel SIMCA y en los interminables peregrinajes al pueblo o a la playa, en los radiocacasetes comprados en Andorra que llevábamos sobre las rodillas durante todo el viaje, compaginando La gallina Turuleca con aquellas canciones tan graves de las cintas de mi padre. Nada que ver aquello con Fofó. Fueron horas de iniciación a una melancolía delicada y austera que tenía voz de hombre y un aire fuertemente idealista. Hombres serios hasta más no poder que hablaban de Aragón y de tristezas, de viejos pueblos, de esperanza, compromiso y trabajo.

Aunque mi adolescencia desembarcó a principios de los ochenta sin mucho equipaje, dispuesta a comerse el mundo y a beberse de paso toda la diversión y lo que hubiera, cuando me fui de casa me llevé algunas cintas de Labordeta y he escuchado esa voz toda mi vida, desde etapas distintas. Aun en las más frívolas y salvajes, en las más aburridas, en las más tristes, empezar a oír algunas de sus canciones era como volver a un lugar conocido y querido, una habitación sentimental que siempre se lleva a cuestas.

Canción de cuna sobre la tierra estéril, Carta a Lucinio, Cantes de la tierra adentro. Todos repiten lo mismo me pone todavía un nudo en la garganta, como La vieja o Rosa rosae. No he encontrado esas canciones en youtube, pero sí estas Banderas rotas de una época ya posterior. Ahora que también yo podría empezar a poner las mías sobre la mesa, esos hombres que fueron los adultos de mi infancia me parecen menos ásperos y mucho más dulces. Cuánto cuesta entender algunas cosas.
Descanse en paz.

Nota: Aragón TV emitirá esta noche, a las 21:35 horas, el espacio “José Antonio Labordeta, un canto a la libertad”. Los que no tengáis la Aragonesa entre vuestros canales podéis verlo on line entrando en su página web y picando en el primer botón de la columna derecha, el "directo".

He encontrado en Youtube dos de las antiguas canciones que nombro en el texto: La vieja  y  Todos repiten lo mismo


jueves, 9 de septiembre de 2010

La vida mancha

Una vez comencé un poema con una especie de declaración de principios: "Siempre echaré de menos la inocencia, sólo con la inocencia es nuevo el mundo".  Y es verdad.  Pero echarla de menos no es intentar atraparla, acorralarla y terminar fingiéndola.  A estas alturas, no creo en más inmaculadas que en las del arte sacro: la inocencia se va y no vuelve jamás.  Tiene un aire inconsciente, de folio en blanco, de mente en blanco, de vida en blanco.  Tan en blanco que se mancha con nada.  Pensar en ella es haberla perdido; adornarse con ella, otra forma de prostitución.  Como manosear las grandes palabras y dejarles a cambio un olor a podrido.

Sólo espero que su pérdida traiga la mayor lucidez posible con el menor envilecimiento.  Que al final del asunto, sucios de barro y con las manos llenas de golpes dados y recibidos, queden aún ganas de sonreír.  No me importa perder lo que haga falta, ni golpear tan fuerte como pueda ni ganar cuando toque (si toca). No quiero juegos fáciles.  Pero necesito creerme que existe el juego limpio, un límite bien claro que esté por encima de las pequeñas miserias, las que enredan la vida y las palabras.  ¿No es bastante inocencia?  Tendrá que ser suficiente.

La necesito para sonreír al final, aunque ahora tenga las piernas doloridas y el gesto aún concentrado en el partido.

ANTES
DESPUÉS



A Angós y al equipo de veteranos del club de rugby Fenix, por seguir sonriendo.  Las fotos son de Foster.

Hace un año: Lejos del cielo     Hace dos años:  No volver

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Fanáticos y radicales (Sic transit gloria mundi)


Videos tu.tv

Aunque el templo y la liturgia sean hermosos, el gesto no arma la doctrina.  Es al revés. Antes fue el corazón, luego el recuerdo, finalmente las formas. Cuando vacíes éstas de todo calor humano, sólo te quedará el ademán de inquisidor, la fría boca, lavando tu conciencia en miedo ajeno si tienes poder para ello, maldiciendo el mundo y sus modernidades si sólo eres uno más –aunque para mí siempre fuiste otras cosas: aquellos caballeros, San Luis muriendo sin parar en un poema; Chateaubriand al final, acorralado por la vulgaridad, el mar de la Bretaña, el tiempo nuevo.

No es extraño que seduzcas así, pues de una manera oscura estás iluminado (por eso arrasas casi cíclicamente conciencias y paisajes).  No es difícil tampoco que el poder te sostenga algunas veces con sus manos de hierro. Pero intentar quererte es como alimentar a un perro peligroso. Morderás al final porque es tu sino. Nosotros lo sabíamos, por eso hicimos cada revolución sobre precisas máquinas que limpiaban las gargantas de toda culpa. Hubiese querido compartir contigo la noche y el momento y, sin embargo, sólo puedo contarte cómo embriaga la sangre y la esperanza, dando a cada cuchilla un brillo de inocencia.

La nueva crueldad te superaba, y el mundo y el poder te traicionaron. Son amantes volubles, nunca serán nosotros.

Hace un año:  Lejos del cielo     Hace dos años:  No volver

Nota: Comenzamos el curso poniendo en pie una vieja idea que aún no sé muy bien cómo se irá desarrollando.   Click aquí.
4 de septiembre: Me entero de que, a principios de junio, un poema mío viajó hasta muy lejos.  Gracias, Miroslav, por incluírme entre tus autores.