miércoles, 27 de abril de 2011

La vida extrema /Nostalgia armada en QUÉ LEER

Fotografía de Olga Bernad tomada por Angós en la noche del 19 de enero de 2008

Soñé que un animal me perseguía,
¿Has tropezado en sueños con tu miedo,
con la esquina voraz de tu locura?
Y tal vez has caído
al suelo como yo mientras notabas
ese aliento en tu nuca,
su olor caliente a sexo, a vida extrema
viciada por la muerte. 
¿Has masticado
ese miedo al huír? Me perseguía
un animal aullando.  Yo era ella,
la pequeña que muere,
yo era ella, la del final,
la de los cuentos tristes.
No podía esconderme, soy la sombra
de la luz que él respira. Recordaba
una lucha en el centro de una cama. 
Sobreviví al abrazo, llegué al bosque
para morir corriendo. 
El corazón me ataba la garganta,
metálico sabor de hierro, río
de mi lengua a la tierra, de su boca
caían mis aullidos, sus canciones. 
Grité para no oírlo, tragué sangre
y me paré por fin. Sobre los charcos
vi el horror de verdad.  Me había atrapado
mi memoria borrosa.
Decía que fui yo quien robó algo
esa noche en su cama.
Fui yo quien robó algo; yo, la sombra;
yo, el animal y el luto y el secreto;
y yo, la inexplicable
criatura que lleva entre los dientes
su breve corazón de terciopelo.

Nota:  En el extra de primavera de la revista  QUÉ LEER, que ya está en los quioscos, aparecen recomendados 17 libros de poesía.  Me llevo la sopresa de que  NOSTALGIA ARMADA es uno de ellos. 











martes, 19 de abril de 2011

"Nostalgia armada" vista por Eduardo Moga y Antón Castro.

Ahora que las inminentes vacaciones de Semana Santa quieren darnos un respiro a todos y la blogosfera tiene las calles un poco más vacías, igual que Zaragoza, es quizá buen momento para pensar en salir de casa.  Esta primavera ha coincidido con la salida de "Nostalgia armada" a las librerías, e intentaré hacer desde aquí, desde su casa, un mapa de ruta de los lugares que va visitando.  Este lunes me la he encontrado, de la mano de Eduardo Moga, en la revista 330 ml. que comienza también hoy su andadura. Y en el periódico Heraldo de Aragón, de la mano de Antón Castro, en la recomendación diaria del Heraldo.es.  Gracias a ambos por estos excelentes textos y por la generosidad de las lecturas.  Aquí las guardo:




Eduardo Moga

MELANCOLÍA ENCRESPADA

Este segundo poemario de Olga Bernad (Zaragoza, 1969), tras Caricias perplejas, cultiva un neorromanticismo sin estrépito, meditativo, de acentos clásicos. Embarcada en una inquisitiva reflexión sobre los sentimientos propios, Bernad reivindica el amor —y sus transportes eróticos—, pero da cuenta también de la pasión incumplida o imposible, del deseo corroído por el tiempo, del cariño desvencijado. Es este un libro impregnado de melancolía, pero de una melancolía encrespada, que atiende tanto a lo pasado, y perdido sin remedio, como a lo inexistente. Nostalgia armada narra un camino de derrota, cuyos jalones son la pérdida de la inocencia, el hundimiento de la alegría y el ingreso en una soledad deletérea, que encuentra las metáforas del invierno, el desierto y la ausencia. La poeta consigna en sus páginas un ímpetu juvenil todavía palpitante —y que quiere preservar mediante la escritura—, pero ya anegado por la desilusión y la tristeza. El vértigo de la caída se expresa mediante alusiones crecientemente ominosas a las heridas y el dolor, a lo destruido —como en «Belchite 2002»—, a los muertos, al suicidio —que da título a la última sección— y a la nada: «Mirar, pensar, callar: nada me salva», escribe en «Extra viam». 

Pero Nostalgia armada, pese a sus filos sombríos, no es un libro angustiado, sino estoico, secretamente alegre y también pugnaz. Algunos ecos religiosos sugieren una sombra de consuelo, y el reiterado motivo del mar comunica una sensación de amplitud libérrima, de esperanza sin límites. El sosiego que preside los versos de Bernad se desprende, en parte, de los metros impares —sobre todo, endecasílabos—, que fluyen con impertérrita elegancia, aunque a veces se arremolinen en pasajes trepidantes, que crujen de poliptotos y aliteraciones —«Nieva mentiras el abecedario,/ nieva miel lenta mientras miente el mundo,/ y rompe sal y nieve con sucia voz de mieles...»—, pero más aún de una mirada desollada, que taladra la penumbra y que sabe que aceptar el fracaso es la única manera de triunfar.

Eduardo Moga (Publicado en la revista 330 ml. 18/04/11)  


Antón Castro
OLGA BERNAD O LA POESÍA ALUCINADA

Nunca se sabe de dónde vienen los poetas. Esos seres de carne y hueso que van a la oficina, al supermercado, que llevan los niños al colegio, que fuman un Pall Mall en las terrazas, o un Ducados (si se trata de Ángel Guinda), esos seres tan cotidianos y a la vez extraños que tiene un rara relación con las palabras. Las tratan como a seres vivos o como si fueran la imprescindible herramienta de un sortilegio. O el secreto de la tribu. Olga Bernad (Zaragoza, 1969) tiene algo de fenómeno de internet: era una poeta sigilosa y noctámbula, alguien que escribía sus cosas en cuadernos casi clandestinos, más allá de la medianoche. Un día decidió asomarse a internet y publicar los fragmentos de una novela, y y ahí se fraguó la narración ‘Andábata’ (Paréntesis), pero antes también publicó sus poemas, y así nacería, con gran impacto, ‘Caricias perplejas’ (Fundación ECOEM, 2009), uno de esos poemas que están tocados por el embeleso y el dolor, por la lucidez y el deslumbramiento.

Olga Bernad, con ese libro, y no hay exageración en ello, constituyó un pequeño acontecimiento literario en la lírica de Aragón. Hace pocas semanas, aparecía ‘Nostalgia armada’, uno de esos libros sorprendentes que exaltan la escritura poética y que muestran cómo se construye una voz propia. Sorprendente porque está hecho de muchas cosas: de nostalgia, de dolor, de alucinación, de ternura, de libertad creativa. Sorprendente porque propone continuos viajes a la memoria: a la adolescencia, al territorio de los amores soñados, al núcleo de amistades inolvidables, a la elegía, al interior de una clase donde se libra la batalla del poema, de la pasión y de la melancolía. Sorprendente porque está escrito con esa elegancia personal de la autora: desconcertante, libérrima, la elegancia y el pulso de alguien que tiene una complicidad muy particular con las palabras. Esta poeta, Olga Bernad, tiene otro don: la capacidad para crear imágenes vigorosas, imaginativas, inesperadas.

‘Nostalgia armada’ (La Isla de Siltolá, Sevilla, 2011. 94 páginas) es un libro de una belleza dolorosa, desesperado y sereno a la vez, de un amor tan pletórico como dramático quizá porque tiene el eco de los amores imposibles. Dice: «Armada hasta los dientes te esperaba,/ inútilmente armada hasta los dientes. (…) / Algo tiró de mi hacia tu infinito,/ no sé si náusea o fuente, no he sabido/ reconstruir el curso de su fuerza./ Hasta el final llegué arrastrando el alma;/ al final me he perdido: ya soy nada». La edición, conviene recordarlo, es realmente bonita. Da gusto leer en ella versos como estos: «El día que me marche me iré lejos./ Ya no me quedará ni el mar al frente». O «En tardes de violencia me ha mirado / con ojos de animal de compañía».

Antón Castro (publicado en Heraldo de Aragón- Heraldo.es- 18/04/11)

jueves, 14 de abril de 2011

El beso

Lo que siento
se asemeja tal vez a lo que siente
un ciego ante el calor, tan leve y repentino,
de una luz encendida muy cerca de su boca.


Una brutal pregunta que estremece,
una suave ternura
que se parece tanto a la tristeza
cuando miramos, ciegos, a la cara
todas aquellas cosas
que nos están veladas para siempre.


Y, a cambio, la intuición.  La luz nos besa
el temblor de los labios que se cierran. 





Aparece hoy en el Heraldo de Aragón, con motivo de la próxima celebración del día del libro, una mención a Nostalgia armada entre otras interesantísimas propuestas.  Antes, el viernes, la entrega del premio de las Letras Aragonesas a Ángel Guinda. ¡Felicidades!

Mariano Ibeas, generoso y atento como siempre, me avisa de que se hace eco en su blog de las recomendaciones y dedica unas generosas palabras a Nostalgia armada.  Mil gracias. 
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jueves, 7 de abril de 2011

Inescrutables itinerarios del odio

Han coincidido esta semana dos hechos que me llegaron casi como regalos de cumpleaños.  El domingo se publicó el número 21 de la revista NARRATIVAS (podéis ver el índice con sólo hacer clic AQUÍ)Carlos Manzano me pidió hace tiempo una colaboración y, con permiso de la editorial, cedí el relato Inescrutables itinerarios del odio con el que había participado en ese estupendo libro editado por Nuevos RumbosSuegras. Retratos breves sobre el gran enemigo.  El libro, una apuesta personal del editor José María Pérez Collados, ha estado doce semanas consecutivas entre los libros aragoneses más vendidos según  la lista publicada en el Heraldo.  También con permiso de la editorial, traigo un escaneo de mi relato al blog por si alguien quiere leerlo.  Aconsejo vivamente el libro, los once relatos restantes no tienen desperdicio.

               
El segundo "regalo" me lo encontré el martes en el blog de Juan Vico: una pequeña bienvenida a Nostalgia armada con la publicación de un poema que aprovecho para traer a casa :


NO SABER

En un solo suicidio, mil gaviotas
se estrellarán mañana contra el suelo.
Todos caminarán sobre el asfalto
sembrado de alas lentas
como si no las viesen.
Necesito dormir para no verlas
en su suelo futuro de mañana.
Esta noche no saben que están muertas.

11 de abril:  Álvaro Valverde publica hoy en su estupendo blog una breve nota sobre su lectura de Nostalgia armada.  Muchísimas gracias por la atención.