jueves, 29 de mayo de 2008

Visita a la ciudad fantasma

Vuelven luces azules en la noche
que recibe los besos y los ata,
los obliga a las almas y a los labios
en toda la ciudad y en aquel tiempo.
En todo aquel silencio no alumbraba
más voz que tú. ¿Sabías que recuerdo
nocturnos calendarios de las calles
y una difusa línea de tranvías
que te llevó a lugares menos ciertos?
Sabías que recuerdo y que no estuve.
Crucé las calles y miré al silencio
(vi la lenta renuncia del silencio),
hablé con los relojes, los desnudos
fantasmas que convoca tu tristeza.

Olga Bernad

Actualización de 03/02/2009: Aunque en su momento no publiqué la dedicatoria, entre otras cosas porque no sabía enlazar, este poema está dedicado a Antonio Azuaga y fue escrito al hilo de su Ciudad fantasma . Posteriormente, hubo secuela.
Me encanta dejar esta tardía constancia.

18 comentarios:

Juan Manuel Macías dijo...

Precioso. Los últimos cuatro versos me parecen memorables.

Olga Bernad dijo...

Cómo te lo agradezco, Juan Manuel. Hoy tenía las mismas dudas de siempre y unas pocas más.

samsa777 dijo...

Coincido con Juan Manuel, que se me adelanta: el poema es magnífico, su final fantástico.

Abrazos

Olga Bernad dijo...

El primer verso lo he cambiado varias veces (hay tres versiones), y alguna cosa más, pero no he dudado con los finales. Muchas gracias, Samsa. Se te adelanten o no, esta es tu casa.

Anónimo dijo...

Ahí tienes dos buenos catadores de versos que avalan mi aplauso. Perdón si me repito, pero es muy bueno. Ya lo sabes.
Un saludo.

Olga Bernad dijo...

Se perdona lo que sea, y más esto. Gracias y un saludo, Antonio.

fa mayor dijo...

En mi incansable lucha por comprender la vida, creo que el poder de la belleza siempre mantendrá su misterio indesvelable.
Posiblemente la inteligencia se concrete en gran medida en la capacidad de crear belleza y desde luego, este poema que has creado es hermoso.
Saludos cordiales.

Uy! Es la segunda vez que le doy a enviar comentario... (???)

Anónimo dijo...

Curiosa tu ciudad fantasma donde se puede mirar al silencio y ver su renuncia. Me han encantado esos versos (fíjate, hasta coincido con los buenos catadores). Sigue así Betty.

Anónimo dijo...

Yo también he estado muchas veces en la ciudad fantasma, es un lugar común para mucha gente.
Si alguna vez hubiera podido escribir versos, habría aparecido en ellos.

Vivimos en ciudades frías y asépticas pero aún así podemos encontrar la magia en ellas, aunque sólo sea como escenario de nuestras pasiones.
¿Por qué será que el recuerdo y el deseo siempre viajan en tranvía?

Un tranvía que, por cierto, pronto marchará bajo Castle Rock.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Ya me lo han quitado de la boca. Lo he leído y antes de abrir esta ventana para el comentario he pensado lo mismo: el final redondea un poema muy bello: "lenta renuncia del silencio", "desnudos fantasmas"...

Olga Bernad dijo...

Una verdad misteriosa llena de belleza, emoción más o menos contenida e inteligencia: eso veo a veces en los versos de otros; eso persigo, y qué difícil me parece. Y qué pretencioso incluso intentarlo. Pero ni lo puedo ni lo quiero seguir evitando. Es una mezcla rara de sincera humildad y autoafirmación, no sé.
Me alegro mucho de que te guste, Fa.

Olga Bernad dijo...

Iseo, tú eres mi amiga y ni siquiera contigo hubiera podido ir a la ciudad fantasma o contarte que me dedico a mirar el silencio y ver, a hablar con los relojes de otras personas y a viajar en tranvías que no están. Pero tu opinión es muy importante, aunque nunca te hayas dedicado a “catar” versos, tienes algo que te hace poder entenderlo y, si no, lo intentas por amistad (que aún es más milagro).

Olga Bernad dijo...

Bueno, Blackbird, esta ciudad fantasma del poema es mucho más concreta de lo que parece, pero es verdad que todo el mundo tiene una. Y el que no la tiene, ya la tendrá. Los recuerdos y los deseos viajan juntos en tranvía, al menos en las películas, veremos qué pasa con ese recién aprobado a la sombra de Castle Rock. No sé si Edimburgo se lo merece ni qué opinará mi querida hermana; yo bastante tengo con esta ciudad real mía, loca de obras, que vive sin vivir en ella. Historia de tres (mil) ciudades, qué menos.

Olga Bernad dijo...

Antonio Serrano, ¡es que los noctámbulos son muy rápidos! (algunos, no te creas). Pero me hace la misma ilusión. Además, a ti te veo muy cerca de esa ciudad… Muchísimas gracias.

Marta dijo...

Precioso, Betty, especialmente el final.

Olga Bernad dijo...

Gracias, Marta, una especie de soneto no es un relato pero también da tiempo a contar cosas (o a intentarlo). Seguiré leyendo los tuyos.

Anónimo dijo...

Las caricias poéticas, y por supuesto perplejas; recién llegadas ellas a la blogosfera, ya han conseguido hacerse un hueco en el mundo mundial (de telarañas, claro). Google dixit.

No me extraña nada, porque tus palabras están ahora mismo desbordando en cascadas el dique donde las tenías contenidas por tantos años. Y ante la riada de emociones los curiosos se asoman presurosos a los puentes a disfrutar del agua poderosa que arrambla con todo, con esa belleza que tiene la naturaleza cuando se muestra incontenible e incontinente.

Sí Betty B, tus palabras son bellas sin más (como dijo booster2051), bellas pero simples como el agua, y tu sabes agitarlas para hacer un poema esplendido Ya los amigos no tenemos que venir a hacer la “cla”, los poemas hablan solos.

Olga Bernad dijo...

Ni hablar, a Iseo y a ti ya os tengo contratados, que esto de la blogosfera es como saltar al vacío con un papel en la mano si piensas que puede no haber nadie ahí. Ella no fallará, me la sé de memoria. Los poemas pueden fallar, los amigos ni en broma. Ya me contarás lo de Google dixit, soy una negada para esas cosas. Por cierto, ya hace tiempo identificado Blackbird, yo me contengo.