domingo, 18 de mayo de 2008

Ella y yo

Fui una niña tan solitaria que nadie lo notó. Tal vez dejar que se noten la tristeza y la soledad sea sólo una curiosa petición de ayuda y yo no pensé que la necesitaba. Y nunca me mostré. Mientras la niña guapa y lista coleccionaba éxitos y amigos y la adolescente besos, ella, la otra, se fue quedando cada vez más escondida, haciendo lo vergonzoso, el trabajo sucio de su mitad, la que llora por cosas que no puedes contar a nadie y la que aprende cuando nadie a tu alrededor quiere aprender. No la dejé hacer amigos ni conocer gente como ella, porque la niña lista, representante de su clase por votación popular, comprendió pronto lo mal que les iba en la vida a toda esa cuadrilla: los que no encajan, los vulnerables, los despreciados, los olvidados, los políticamente incorrectos, los verdaderamente insumisos. Nadie es la palabra que la acompaña siempre, por eso ella es la más triste, el destartalado escondite de mi sensibilidad.

Como todos los niños encerrados, no creció bien; pero ella se las arregló para sobrevivir y , un día, cuando no fueron los amigos, ni los amantes, ni los chicos que me besaban en el parque, sino Dios mismo el que me puso contra el paredón, mientras la chica lista se moría de miedo y de dolor y corría despavorida hacia ninguna parte, fue ella la que se quedó de pie y sostuvo la mirada del ejecutor y la mía, ella le convenció de que no disparase y luego siguió leyendo sin esperar ni un poco de mi agradecimiento. La mujer que soy no sería nadie sin ella.

Una tarde la saqué a pasear un rato y ahora no deja de llamar a la puerta, está ahí, de pie, arregladita, con su carpeta en la mano para tener algo a lo que agarrarse, con sus ojitos de miope que no saben mirar como yo, con esa palidez sin remedio que nunca le permitirá lucir mis escotes en primavera, sin novio y con los labios sin pintar, más terca que una mula, susurrando sílabas. Creo que quiere eso que llamamos libertad, la muy ilusa, y su parte del inmenso mundo loco que tal vez acabará con ella, tan sensible y desarmada. Aunque puede que no. A su manera se ha hecho fuerte y aguanta sin respirar mucho más que yo.

Ojalá haya alguien por ahí que quiera hablar con ella.


Olga Bernad

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho tu texto. Déjala salir.

fa mayor dijo...

Precioso texto. Te entiendo. Nunca sabes en realidad dónde se oculta la verdadera fuerza, si en la dureza voluntaria y elegida para prevenir el dolor o en la capacidad de mantener la sensibilidad.
Un saludo cordial.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias,Angós, se hará lo quese pueda.

Olga Bernad dijo...

Supongo que ese intento infantil de protección que acaba resultando una especie de secuestro del alma es algo que hacemos todos en mayor o menor medida ( y, desde luego,"todas" las mujeres que conozco). Pero al final nuestra fuerza está donde debe. No sabía de tu blog, me pasaré en cuanto pueda.
Encantada y muchas gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Muy bonito. Supongo que todos tenemos escondido ese otro yo que como bien dices hace el trabajo sucio, pero al que de vez en cuando debemos dejar asomar. Qué pocos momentos pero qué intensos aquellos en los que dos “yo” escondidos se conocen. ¿Por qué es tan difícil que se vuelvan a encontrar?

Olga Bernad dijo...

No lo sé. Una parte razonable de miedo y otra de timidez o pura vergüenza. Te haces visible para ti y para los otros, te haces más fuerte y, a la vez, más vulnerable.
Pero, bueno, que sea lo que Dios quiera, ¿no?
Iseo, ese nombre sí... Gracias, querida Iseo. Y ven más, ven siempre, va.

Anónimo dijo...

Querida Betty. B, he leído tu entrada y quería decirte que no existen parias en el ciberespacio, millones de personas conectadas constantemente a través de haces de electrones excitados lo convierten en imposible. Hoy en día los despreciados hackean los servidores de la bolsa y los olvidados han creado su mundo virtual en MySpace . Puedes sacar a pasear sin miedo a tu débil yo de acero pues miles de bits esperan ansiosos para mirar sus gafas de miope, sus labios sin carmín, su aferrada carpeta, su alma de poeta. Vamos, mujer, anímate y déjala salir. Si ya lo decía Norman Bates: ¿qué daño puede hacer dejar salir de vez en cuando tu yo interior?. Um, por cierto la B ¿de qué es?

Olga Bernad dijo...

Pues tienes bastante razón, Booster2051, Norman Bates era un chico bastante común y mira la que armó... creo que ella es de otra manera, pero en fin, ahí queda tu inquietante apunte. La B. es de Blue, el nombre viene de una película que me gusta. También me gusta el azul y estoy triste con frecuencia. ¿Cómo has llegado tú aquí? Encuentro justo que me respondas, si lo consideras oportuno.
Gracias, en cualquier caso, por tu comentario, y espero que vuelvas.

Anónimo dijo...

Te lo dije. Y me alegro de haberlo hecho: no hay que privar a ningún silencio propio de la palabra. Dale palabra y aire a ese silencio tuyo: ¡verás qué bien respiráis las dos!
¡Enhorabuena! A ti, y a tu mitad olvidada.

Olga Bernad dijo...

A veces somos muy obedientes ella y yo. Pero de lo que me alegro es de que hayas vuelto a tu imaginaria (también te lo dije). Intentaré que la siguiente entrada te guste, a ver si tus visitas se convierten en hábito. De momento, muchas gracias por la de hoy. Un honor para mí, Antonio.

Anónimo dijo...

Very tuoching. Que bonito, que triste y que poderoso. No se' porque' nos empenyamos en aprender a vivir escondiendo parte de nuestro yo y poniendonos la ma'scara de salir a la calle, pero toda ma'scara se resquebraja con el uso y supongo que es entonces cuando tenemos que aprender a abrir puertas,pedir ayuda y empezar a respirar?.

Anónimo dijo...

Enhorabuena Betty B. Supongo que estarás muy feliz (por el éxito). También lo estoy yo, y porque te quiero vendré siempre.

Anónimo dijo...

Todos somos más de una persona, una nos gana la partida y se muestra al mundo, pero las demás luchan por estar ahí porque nos dan sentido a lo que somos. Y a veces, como me sucede a mi, la duda eterna del que está al mando hace que por períodos cortos se turnen entre ellas.
Así, entre codazos de los distintos yos, uno se pregunta quién es realmente, el que parece que es, el que parece que fue o el que le gustaría ser y nunca se atrevió.

Ala, que esto son dos días, que todas las personitas tienen derecho a orearse al sol de la primavera.

Olga Bernad dijo...

G.B.P., hermana escocesa, necesitas hablar con compatriotas. Pero en el fondo siempre te han encantado las máscaras, reconócelo, y el teatro. Porque tienen encanto.
Debe ser muy triste un teclado sin “ñ”. Da a tus palabras un extraño aire anglo-catalán y a mi memoria una ganas locas de volver a Edimburgo. See you soon, darling. Kisses.

Olga Bernad dijo...

Eso espero, Iseo, a ti te pondría falta.
Desde luego, qué generosa es la gente…

Olga Bernad dijo...

Don Quijote decía “yo sé quién soy”. Los demás hacemos lo que podemos.
Muchísimas gracias por venir, Blackbird, seas quien seas.
Estoy muy, muy agradablemente sorprendida.

Anónimo dijo...

la verdad..es que a veces somos nuestros propios verdugos, mutilando y matando de hambre a esa niña que no nos abandona y sin embargo nos arropa pese a todas la perrerias, esa niña que esta ahí en un rinconcito vestida de domingo con su mejor vestido, esa niña que lo es todo y simplemente se alimenta de cariño y AMOR. Nunca la dejes sola, hay que visitarla y decirle lo mucho que la queremos,hay que pedirle perdón, agradecerle todo.
Marta

Olga Bernad dijo...

Nadie la quiere como yo. Creo que sabe estar sola y también agradecer la compañía. Uno se acaba volviendo como el hambre que le toca pasar.
Seguro que hoy la pillas vestida de jotera, sorprendida y contenta por esta visita inesperada(quién se lo iba a decir)el día del Pilar.
Gracias, Marta, eres un encanto.