Esos ojos abiertos de los muertos
cuando nadie ha mirado su desvelo
ni su ausencia del sueño de los vivos;
cuando nadie ha hecho el gesto de entenderlos
cerrando sus inútiles ventanas
hacia un mundo perdido para siempre.
Aún atados por la fiel costumbre
a la manía de mirar las cosas,
qué verdad suspendida de sus párpados,
qué terrible pureza ensimismada,
definitivo asombro de los ojos
inmóviles y ciertos de los muertos.
Y la vacía voz de su mirada
y la imposible luz que acaso intuyen
los nuevos ojos ciegos de los muertos.
Olga Bernad
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Hace un año:
Deudas
Palabras elegidas
Todo
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60 comentarios:
Querida Olga.
¡Precioso Poema!.
"Aún atados por la fiel costumbre
a la manía de mirar las cosas".
Es verdad no quieren rendirse a cerrar los ojos, siempre quedan entreabiertos.
Un besazo grande.
"...verdad suspendida de sus párpados...pureza ensimismada... asombro de los ojos...luz que acaso intuyen..."
¿Qué haremos, Olga, cuando en esa hora la "manía de mirar las cosas" caduque en unos ojos errantes y fascinados? Quizás tardíamente tengamos una comprensión acertada de la vida. Tu poema lo pone en pespectiva, "atado por la fiel costumbre" de vivir, cuando no hay garantías ni estadísticas, sino cortesía de la vida.
Todo lo que escribes me gusta. La notoriedad que alcances, será para bien de la poesía. Muchas gracias.
Salud, Olga.
Aterrizo en tu blog y veo que, en principio, no me como un rosco: no soy morena,pero adoro la copla. Me gusta el discurrir de tus palabras. Volveré.
la verdad y la mentira crecen fuera...dentro ya ni los recuerdos...besicos...te espero el sábado.
¡Uff..., buenísimo Olga, me ha encantado! No sé qué más decirte. Gran poema.
Abrazo.
Siempre son nuevos los ojos ciegos de los muertos. Así ha de ser, aunque la muerte lleve caminando junto a nosotros todo el tiempo. Son la manifestación de lo que estamos hechos: el límite entre el cielo y la tierra (ninguna novedad por otra parte; nuestra es la indigencia de los seres desterrados y, a la vez, nuestra posibilidad de lo inefable para cumplir AQUí: porque soy de los que cree que el Amor desata las costuras, incluida la costura insoluble de la muerte).
Péguy: "Al creer que algún día alcanzará las nubes / o al pensar que ya sólo es tierra y sólo tierra, / qué vieja confusión esta del hombre, / queriendo distinguir en su horizonte, / hecho de tierra y cielo, el viejo límite / que separa el honor de la vergüenza..."
Por otro lado, gracias por unas explicaciones tan prolijas como enrevesadas, Betty B., fruto de la mala intención de algunos espíritus (tú ya me entiendes). Gracias porque con ello demuestras confianza y sabes darte con ese amor al que apelaba antes. Es seguro que no las merezco. Que sepas que aquí está quien intentará leerte con intención, aprendiendo siempre. (Después de 1 año, por lo visto y leído).
Besos ;-)
De todos tus poemas, Olga, éste es el que más me impresiona. Magnífico arranque y luego sigue cargado de fuerza y uno se llena de compasión y terror.
María Luisa, es verdad que sus párpados ya no obedecen a la mecánica imposible de evitar cuando la luz aún hiere. Eso fue lo que más me impresionó cuando vi a un muerto por primera vez: que su mirada ya no nos hablaba, estaba verdaderamente lejos.
No sé qué haremos, no haremos nada; no pienso en ello, la muerte es algo extraño. Un muerto, si te paras a pensarlo, es algo profundamente extraño entre los vivos.
Gracias por lo que dices de mi escritura, eres muy generoso, de verdad, Miguel
Salud.
Hola, Amalia. No te conozco pero eres, como todos, muy bienvenida. No te preocupes que aquí a las rubias también las queremos:-) Y la copla, depende, hay cosas espantosas, pero amamos a una morena que se quedó ya un poco atrás.
Vuelve cuando quieras.
Dentro ya no crece nada, Fernando, un muerto se vacía, es algo deshabitado: un cuerpo sin alma, una especie de traje abandonado después de una gran fiesta.
Por eso, el sábado nos vemos, hay que vivir la fiesta haciendo lo que verdaderamente nos llama. Creo que fuiste tú quien me dijiste: no te avergüences nunca de tus aficiones. Ya no lo voy a hacer más.
Besicos
¡Gracias, Sergio! Ese ¡Uff…buenísimo! es muy propio de ti. Para qué enredarse con más palabras;-))))
Abrazo hacia Algeciras.
Te has superado querida Olga, tiene mucha, pero que mucha fuerza, y detrás de todo, estás tú.
Mis felicidades.
Un abrazo.
Por aquí me asomo, a veces, para
encontrar maravillas.
¡Qué hermoso poema!
Esos ojos de los muertos que
se han quedado atónitos al
contemplar la muerte...
Escribes precioso.
Un abrazo
BB
Hola, Arsenio. Te debía la explicación. Hay cosas que me molestan pero mucho, mucho. Y no te creas que a estas alturas me molestan tantas, pero no puedo con la mala baba disfrazada ni de inteligencia ni de victimismo. No sé cuál de las dos versiones me parece peor. En realidad, no creo en la mala baba de ninguna manera. Me pone de muy mala leche;.) Pero sí creo en la expresión de los sentimientos, aunque con una cierta vergüenza torera;-)
Los muertos miran con ojos nuevos, unos nuevos ojos ciegos a nuestra luz. Esa indigencia de seres desterrados debería, como dices, hacernos entender un poco mejor el necesario concepto del amor aquí y ahora. Cosa más simple. La entienden los niños. Y esperar, esperar que no sea todo. Aunque esa esperanza, como la compasión, no estén de moda.
Un beso.
Gracias, Jesús. Igual que la primera vez que entraste te dije que intentaría cautivarte hasta el final;-) te digo ahora que el que más te impresionará será el siguiente, o el siguiente… Fuerza, compasión y terror. Eso lo siento junto muchas veces. Y, generalmente, no sé qué hacer con ello;-)
Gracias, Javier, quizá la fuerza necesita confianza, una especie de fe; y la fe necesita signos, no somos dioses. No hubiera podido escribir este poema en un mal momento, eso lo sé.
Me alegro muchísimo de que te guste;-)
Un beso.
BB, asómate cuantas veces quieras, para eso abrimos estas ventanas hacia un mundo que, si no podemos ver, aún podemos intuir.
Gracias por tus palabras.
Querida Olga, vi que habías comentado en el post de Ángel Sobreviela sobre mi poesía. Gracias.
Hoy leo tu poema y me impresiona pues precisamente dentro de unas horas voy al entierro de una amiga. La muerte, como tú dices, es algo extraño pero debemos tenerla presente para vivir dignamente y darnos cuenta de todo lo que podemos hacer mientras no somos su presa. Aquí tendemos mucho a evitar ese tema, como si no fuera con nosotros pero ahí está y todos pasaremos por sus manos, aunque, de alguna manera, seguiremos vivos en el recuerdo de los que nos han querido.
Seguiré visitando tu blog.
Un abrazo.
Vaya, Carmen, lamento que la lectura del poema haya coincidido con unas circunstancias personales tan penosas.
Te había leído en el blog de Arsenio y te escuché recitar en la lectura de Joaquín Sánchez Vallés y Miguel Ángel Yusta (por cierto, lo haces realmente bien). Gracias a que Fernando me animó a pasarme, estoy sabiendo de mucha gente en esta ciudad que está haciendo cosas muy interesantes. Voy poco a poco;-) Dedicar entradas a la poesía zaragozana me parece una idea estupenda.
Bienvenida por aquí, Carmen.
Vaya, vaya, qué forma tan espectacular de comenzar el nuevo año de andadura de tu blog. Magnífico, Olga, magnífico. yo, que he visto los ojos abiertos de un ser querido ya sin vida, me he estremecido al leer el poema. Enhorabuena y gracias.
Un abrazo.
El poema recuerda ese puñetazo de realidad y misterio: los ojos conocidos de un ser querido, nuevos y ciegos, ausentes para siempre.
Gracias, Juan Antonio.
Un abrazo.
En fin, Olga, es un poema tan real. Los que hemos cerrado los ojos a alguien lo sabemos también, quizás de un modo más, no sé, próximo. Lo has dicho tan bien, en fin, hay cosas que no se pueden expresar más que en un poema.
Un abrazo
Aurora
Coincido en que son versos que impactan, duros. No suelo evitar hablar de la muerte, pero pensar en los ojos de los muertos me produce una tristeza infinita, será porque recuerdo esas terribles fotografías postmortem que estaban de moda a principios del siglo XX, sobre todo de niños, y los poemas de Rückert y los lieder de Mahler (Kindertoten).
Escatológica te veo en yu inicio de año, te vas a parecer a mí;-)
Un abrazo, Olga.
Uno se aísla leyendo este poema.
Impresionante!!!
k,
M
Habiéndolo leído muchas veces y también los comentarios, no puedo decir nada, me dejas sin palabras. Un tema tan tabú para mí, que aquí estoy con lágrimas.
Aurora, nadie que no haya vivido ese momento podrá entender del todo el poema… pero a los poemas no es necesario “entenderlos” en su sentido estricto, basta con sentirlos por aproximación; creo que en este tema la compasión, el “sentir con” es más sencillo que nunca.
Un abrazo, guapa, y muchísimas gracias
José Miguel, yo tampoco evito hablar de ella, pero lo que me resulta ajeno es pensar en la propia muerte. Estar inmerso en la vida genera un asombro de silencio ante esa nada, esa marioneta con los hilos rotos que es un cuerpo muerto delante de tus ojos. Uno jamás se verá a sí mismo así.
Veo una fascinación tierna, triste, terriblemente oscura, en esos retratos de niños muertos tan de moda a principios del siglo pasado. No he leído a Rückert, y no he encontrado nada por la red, pero lo haré (lo que aprendo con vosotros) y le pondré de fondo a Mahler.
Le damos un sentido bastante completo a la escatología; yo con su primera acepción y tú… con tus costumbres a la hora de escribir.
Un abrazo.
Sí, uno mira hacia dentro, Marta.
Gracias por ese “impresionante”.
¿Nos vemos el sábado?
K,
Pepe. No es un tema fácil, no sé por qué me salió. Pero también he callado mucho sobre este tema. La muerte de mi mejor amiga, a los trece años, atropellada por un coche delante de nuestro portal me dejó con la boca abierta. Y tan en silencio como tú. Ahora, más de 25 años después, empiezo a escribir sobre el tema. El año pasado, en junio, le dediqué la entrada titulada Otros cielos. Pero ni el silencio ni la palabra se llevan el asombro y el misterio.
Justo ahí: de ser niños se trata, con la pasión y la confianza que manifiestan siempre. Ahí está la clave. Y con intención de superar las contradicciones: aquí-más allá, existencia-Dios, vida-muerte... Estoy seguro de que todo es más sencillo (y por supuesto más portentoso), y acabaremos comprendiéndolo, más allá de lo que esto signifique, más allá de nuestra personalidad un poco hueca (y huera). ¿Y qué es la moda? Aunque sólo haya uno de entre toda la humanidad que acomode su interior, su pureza, con humildad sincera, con dedicación, sin esperar nada y esperándolo todo, con un amor que se desborde... Con eso estaremos salvados (las modas, para otros). ¿No ocultará la modernidad con su autosuficiencia una aspiración tan alta como la que podamos tener nosotros? ¿Incluso mayor, por su autoexigencia? ¿Seremos anti-modernos? (Tampoco me quita el sueño).
Algún día tendremos que dejar de mirar y dejar de una vez que los demás nos vean como quieran. Tratas muy bien un tema que siempre es delicado. Creo que centrarse en la misma imagen de los ojos lo vuelve extraño y sutil, y muy hermoso.
¿Y cómo era que decía Machado?: "el ojo que miras no es ojo porque tu lo veas, es ojo porque te ve". Si. Parece que hasta para esa evidencia hay excepciones...
Un abrazo.
D.
Estoy sobrecogida con este poema, Olga. Sólo una persona con la fuerza interior que debes tener, sería capaz de escribir sobre ello de manera sencilla y elegante como lo has hecho tu. Has lidiado un toro adverso con la sutileza de una buena verónica.
Esa intuición de otra luz nueva me parece muy atinada, un deseo vehemente en el ser humano.
Y estoy de acuerdo contigo en otra cosa: en un mal momento no hubieras podido tratar este tema así, tan lindamente.
Un beso y buenas noches
Pasión y confianza…”acabaremos comprendiéndolo”. Dios te oiga, Arsenio. Seguramente la modernidad, la antigüedad y el futuro tendrán o habrán tenido las mismas aspiraciones, las que tienen los hombres, siempre tan parecidas. Aspiraciones altas y siglos de caídas, siglos perdidos y brillantes llenos de hombres con una vida corta y frágil. Si solo queda una mirada vacía después de tantas cosas, yo no quiero ni volver a pensar. Ojalá intuyan una luz que es verdad los nuevos ojos ciegos de los muertos. Estoy tan cansada que sólo me salen cosas tristes, ya disculpará-:)
Me gusta tu comentario, D. “Extraño y sutil” son dos buenos adjetivos para un poema. ¿Cómo tratar la muerte, cómo tocarla? No sabía cómo hacerlo y, entonces, dejo la mente más o menos en blanco y permito que salga lo que pienso o veo. Lo que me ha impresionado. Los ojos de los muertos, un águila, un enorme petrolero, un hombre o nada, lo que sea. Claro que no siempre es así, incluso para lo evidente hay excepciones;-)
Un abrazo.
A estas horas de la madrugada, querida Mery, el poema me sobrecoge incluso a mí, para qué te voy a decir otra cosa;-) Lo de la fuerza interior me agrada mucho, como lo de la serenidad y esas cosas, pero no es cierto. Lo que pasa es que debo ser eso que llaman ciclotímica (que igual es una manera de nombrar a las locas de toda la vida) y, cuando estoy bien, puedo atacar temas que te llevarían al fondo si estuviese de bajón; cuando estoy de bajón, hablo de lo que encuentro en el fondo. Creo que es bueno para la poesía, pero malo para la vida normal, porque siempre hay que estar controlando algo: la alegría, la tristeza, el amor, el odio, la pasión y la compasión… agotador:-)
Buenas noches, Mery, ya van unas cuantas noches que eres la última persona con la que hablo antes de acostarme;-) Y ni siquiera nos conocemos. Qué cosas.
Muchas gracias por tus palabras.
Se vé que somos noctámbulas aunque estemos agotadas; la hora calma del pre-sueño la aprovechamos al máximo.
Me ha hecho mucha gracia lo de loca de toda la vida. Ni de lejos eres nada parecido, señorita.
En fin, que siga usted tan productiva, hablando hoy de esto y mañana de lo otro.
Un beso, ahora bien de mañana.
Buenos días, Mery. Qué remedio, prefiero contestar cuando todos duermen. Y creo que todo el mundo está un poco loco, pero algunos mucho más;-)
Ánimo con la jornada; yo hoy tengo diez horas de normalidad obligatoria... menos mal que me las pagan.
Querida Olga, vengo de pasearme por tus anteriores entradas y me parece todo un acierto tu decisión de acercárnoslas de nuevo. Así nos ponemos al día... ;-)
Tratas a la muerte con una delicadeza tal, que hasta la vuelves amable (e incluso deseable, llegado el momento, claro). Poco importa haber conocido el dolor que acarrea siempre, si ese despojo del que hablas les/nos conduce a poder ver con ojos nuevos.
(Tus versos son siempre un bálsamo, ¿lo sabías?).
Besos
Sobrecogedor es tan solo una palabra. El martes cerré los ojos a una de las personas que más amor me ha dado. Se los cerré con una caricia, cuando ya se habían llevado su mirada. Cuando todo su brillo se despidió de mis ojos para brillar en otro lado.
...Yo me quedé brillando de amor.
Sí, Mega, hemos estrenado la sección "Hace un año":-) Me alegro de que te parezca buena idea.
Quizá ese final quiera ser un poco esperanzador "Y la imposible luz que acaso intuyen/ los nuevos ojos ciegos de los muertos". Tal vez comienzan a ver lo que a nosotros nos está vedado (y por muchos años, chica, déjate de velatorios:-) Pero mi intención no era dar esperanza o dejar de darla, eso lo pienso ahora, a posteriori, ayudada por los comentarios.
Me gusta que te parezcan un bálsamo, y que a otros les parezcan duros. Quizá puedan ser las dos cosas y cada uno, como siempre, los acompaña con su propio sentimiento.
Besos y mil gracias, Mega.
Carmen, lamento muchísimo esa coincidencia. Creo que no es lo mismo hablar de la muerte como recuerdo y convertirla en poema, ya que el tiempo suaviza mucho las aristas más punzantes del dolor, que hablar de ella cuando la tienes delante de forma concreta.
Seguro que al cerrar esos ojos con una caricia, "cuando ya se habían llevado su mirada", esa persona se despidió en paz, sabiendo que tú te quedabas con su amor.
Lo siento mucho.
Un beso.
Querida Olga, recordando a mi maestro y admirado Holderlin, quien piensa lo más hondo ama lo mas vivo. Con 16 años yo miraba una espadaña sevillana, una cruz sobre el cielo del atardecer pensando obsesivamente en la muerte ante la belleza y el esplendor de la vida, el miedo a perder a los seres y cosas que mas quería. Es irremediable ese miedo constante, esa reflexión persistente sobre algo tan sustancial y definitivo. Me ha gustado tu poema, yo desde aquí pido salud para todos, y te dejo estas palabras de Antonio Porchia con el que Savater cierra su autobiografía y yo este comentario.
En el último instante, toda mi vida durará un instante.
Cuando yo me muera, no me veré morir, por primera vez.
Un beso
Es irremediable ese miedo. Yo lo estrené de verdad a los doce años y ya no me ha abandonado, porque en ese momento aprendí que ese temor se puede volver una verdad sorprendente en cualquier instante, en el más inesperado. Bofetada de dolor y conciencia que te hace sentir muy pequeña, pero también te enseña que nada es tuyo, y a agradecer las cosas, las personas y el tiempo que tengamos. Todo el mundo se enfrenta a esa reflexión alguna vez. La melancolía ante la belleza y el amor tiene que ver con la conciencia de la muerte, tal vez por eso he escrito este poema en mayo y no en noviembre.
En cuanto a la propia muerte, es otra cosa; no nos veremos morir, como dice Porchia (por cierto, a mí me gusta Juarroz, a través de él le conocí:-), y eso resulta ajeno al hombre vivo, acostumbrado a juzgar todas las cosas a través de sus propios ojos. Una verdad que no necesita ser vista para ser creída;-)
Gracias por tu comentario, Luis. Me alegro mucho de que te haya gustado el poema.
Un beso.
Precioso poema, con un tema muy poco usual y una bellísima descripción.
Me lleva a reflexionar sobre aquellos que tienen la mirada perdida y vacía, ausente de toda realidad, ciertamente están "muertos en vida", qué tristeza no tener soluciones siempre.
Disculpa que no te haya dado la enhorabuena antes por tantos éxitos cosechados pero el petardillo este me tiene atada de pies y manos.
Me he alegrado mucho por ti y por tu hijo Víctor, estarás muy orgullosa de él, y de tí, que algo habrás tenido que ver: ¡qué alegría da saber que la educación que das a tus hijos tiene sus frutos!
Es un placer leerte. Un beso.
Lola "la de Ridao"
Lola, te agradezco muchísimo que vengas. Yo recuerdo el último período de lactancia, que me coincidió con las oposiciones y creo que ahora, en comparación, vivo como una reina (y eso que sólo tenía otro niño dando mal, no sé cómo te las arreglas con cuatro:-). Contigo no me apetece hablar de muertos, chica. La verdad es que últimamente he recibido muy buenas noticias, incluso alguna más de las contadas, pero lo de Víctor fue una cosa bien bonita (te tengo que mandar su poema). Es el único que me hace un poco de caso en mi familia, le leo muchas de las poesías que escribo y él a mí, entre entrenamiento y entrenamiento de rugby. Para casi todos los demás miembros de mi familia la poesía está considerada un capítulo más del mariconismo, hija, qué le vamos a hacer. No me da ningún prestigio.
Creo que Miguel y Víctor nos van a retirar a patadas al Ridao y a mí;-))))
Un beso, y nada de leer cosas tristes, que estropea la lactancia.
La casualidad ha permitido que, después de leer tu entrada, haya dado con esta cita de Gustave Thibon que viene al pelo: "La muerte no tiene la misión de revelarnos lo que el ojo aún no ve, sino lo que no podrá ver jamás..."
Pues sí que viene al pelo;-) Es usted una enciclopedia, Arsenio, mil gracias.
Es muy difícil hacer poesía sobre algo, una imagen, un presagio, un tema (odio hablar en poesía de la palabra "tema", pero así nos entendemos), algo, vaya, que ya de por sí puede ser poético. Así que no entraré en glosas ni escolástica. Lo difícil, lo verdaderamente difícil, es destilar todo eso y sacar una esencia y una música irrepetible y memorable. Y sí, estremecedora, inquietante, pero no tenebrista. Para gustos, colores, pero creo que este poema es de los mejores que te he leído, aunque llevas una racha de aqui te espero, y decir el mejor, con tu poesía, siempre es difícil y caprichoso. Para qué decir más. Y ya me estoy extendiendo, como siempre. Inmenso poema e inmensa poeta.
Besos, Olga.
P.S.: Veo que llego tarde a sumarme a los aplausos merecidos. Uno lleva unos días malos, mil perdones.
Preferí dejar la entrada del aniversario un solo día. Eso no es lo normal y por eso solté este poema como un torito bravo, para volver a la poesía y a nuestras cosas. Pero el toro me salió melancólico, aunque procurando mantener la estampa, como casi siempre, y se quedó pensando cosas raras;-)
¿Sabes, Juan Manuel, lo que he pensado yo estos días? Tenía algunos versos metidos en la cabeza, y no eran míos, pensaba
“El giro del tiovivo es algo más que una conjetura apenas sustentada en un vago enjambre de mayo”.
“El tiovivo insiste en su empeño de no llegar a sitio alguno,
en huida perpetua del invierno,
y se comba sobre sí mismo como una interrogación”.
Esa manía de girar del tiovivo me ha recordado siempre nuestra manía de vivir, aun cuando las vueltas parecen más estériles, “mas no lo pienses y contempla a Hagesícora dar vueltas”.
Eso hago con cada poema, dar vueltas a lo mismo, como aquella amazona griega que iba en tiovivo.
Besos, Juan Manuel, gracias.
Todo se convierte en poesía si de tu mano pasa....hasta la muerte.
Un beso como siempre estas que te sales.
Hondamente conmovedor, Olga. Y conste que lo leí el miércoles, pero estoyy fatal... de tiempo
Besos.
Tere, se pasa uno la vida convirtiendo unas cosas en otras: letras en palabras, palabras en frases, pequeñas alegrías en victorias, ataques en aprendizajes, penas en melancolías, melancolías en poemas... esperemos que la muerte no convierta todo en nada y la luz que intuimos esté por algún lugar.
Gracias, compa.
Bueno, Antonio. Piedad con los alumnos, que mayo es muy duro para esos sacos de hormonas con exámenes, creo que más que para los profes (con perdón).
Ánimo con el fin de curso y gracias por hacer un alto siempre en estas caricias, me gusta conmoverte hondamente;-)
Un beso, caballero.
Una mirada ciega, pero que penetra, una mirada que guarda las ultimas palabras sin voz del alma que marcha, una mirada de terror o placer...mirada ciega del despido.
un petó
Una mirada ciega a este mundo pero ojalá abierta ya a otro, si algo nos espera, si es posible vislumbrarlo al final.
Un petó, guapa.
Ojos que quizás hayan visto en sus últimos momentos con más lucidez que todos nosotros.
Ojos que por lo menos hayan sido conscientes en ese instante del amor que han dejado y en el que perdurarán en el tiempo.
And in the end the love you take is equal to the love you make. (Lennon/McCartney)Besos.
Quién sabe. Consuela pensarlo; de lo contrario, es demasiado absurdo. Se desmorona el amor.
Al menos en estas caricias, al final tú nos traes canciones que por la noche suenan deliciosamente tristes;-)
Gracias, Blackbird, banda sonora de esta película.
Besicos.
Cariño, es precioso, aún tengo "carne de gallina".
Mil besos.
Eres muy impresionable, sister, hay que hacerse fuerte;-)
Kisses.
A lot of love.
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