lunes, 19 de septiembre de 2011

Los nombres de la sed


Yo destilaba sed de arquitectura.
No fue culpa de nadie: 
en un mundo tan plano, cualquier cosa tenía
perfil de catedral.

Y me pregunto
si después de la luz aún vivirán las ganas,
si no he buscado en todos 
los nombres de la sed.

Hace dos años: Primer libro
Hace tres años: Belleza y compasión





21 de septiembre: Si el sábado 24 estáis por Madrid, a lo mejor os apetece pasaros por Libertad, 8.  Poesía y chicas (YIN).  Os esperamos. 

36 comentarios:

Máster en nubes dijo...

Que bebas. Que tengas sed y haya agua cerca. Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Se hará lo que se pueda;-)
Abrazos, duquesa.

Durrell dijo...

Te lo preguntas pero seguirás buscando en los nombres y en los adjetivos para fortuna de tus lectores. Le alegra a uno el día encontrar esta sencilla profundidad en un mundo tan plano y generalmente tan pretencioso.

Olga Bernad dijo...

Me lo pregunto, sí. A veces no sé ya hacia dónde mirar.
Gracias por tus palabras, Durrell, y que sigas encontrando por aquí lo que tú también buscas.

Anónimo dijo...

"Yo destilaba sed de arquitectura". Olga, ¿cómo se puede decir tanto con tan pocas palabras? Inmenso, este poema.

Olga Bernad dijo...

¡Gracias, Sara! Me alegro mucho de que te guste. Yo nunca sé si el poema va a ser largo o corto, pero sí procuro que no sobre nada.

Emilio Calvo de Mora dijo...

No hay catedrales. Hay páramos, Olga. Escribir, leerte, da profundidad y hondura, belleza.

Olga Bernad dijo...

Yo vivo en un páramo, es esperanzador pensar que habrá catedrales en alguna parte, pero me canso un poco de espejismos. Quizá la profundidad sea el camino (esa otra verticalidad). Me hace muy, muy feliz que la encuentres por aquí.
Gracias.

Dyhego dijo...

OLGA:
Creo que es bueno tener sed porque cuando uno está saciado, no tiene ganas de nada.
Salu2,

Olga Bernad dijo...

No te preocupes, mesié, me temo que nada sacia para siempre mientras uno está vivo. Estamos condenados (o bendecidos) por la sed, supongo. Siempre vuelve.
Salu2.

Angós dijo...

No sé qué buscas pero algo encuentras. De otra manera no podrías escribir así.

Olga Bernad dijo...

Gracias, Angós, entre algún "algo" y algún "alguien", el páramo es menos duro. Y, a veces, incluso menos plano. Yo creo que ya sólo se puede pedir que ese "algo" se deje ver (y que sepamos verlo). No hay mucha más aventura.

samsa777 dijo...

Con cuánta hermosura has saciado la sed de luz...

Olga Bernad dijo...

Ahogarla en hermosura no estaría mal. Seria un buen final, un final literario;-)
Gracias, Francisco.

samsa777 dijo...

Y a fe que lo haces, a torrente de versos...

;D

Olga Bernad dijo...

Usted que me mira bien;-)
Oye, ¿nos vemos este sábado por el recital de YIN en Madrid? Creo qeu Juan Manuel te comentó algo (ahora caigo en que no lo he anunciado ni en la entrada, ay;-(
Te escribo esta noche... ahora salgo pitando hacia luces más impuras, pero que conste que tenía en mente avisarte!

Juan Manuel Macías dijo...

Maravilloso. Y repentino. Ya el primer verso es tremendo, como apunta Sara. Levanta el poema con toda su palmaria profundidad, cuerpo, volumen. En un mundo plano, eso es lo que se conoce, técnicamente, por un oasis. El agua es cierta y dan ganas de darse un chapuzón.
Bueno, y nos vemos el sábado! Siento lo de Francisco, pero habrá más días, seguro.
Besos

Olga Bernad dijo...

¡Gracias, Juan Manuel!
Y sí, qué casualidad, con las ganas que teníamos... pero estaremos unos cuantos, incluido Calderón;-)
No se me había ocurrido que, técnicamente, esa fuese la definición de oasis. Un oasis técnicamente. Qué cosas. La poesía es misterio;-)
Besos y hasta el sábado!

Sergio Astorga dijo...

Olga,infinita sed de la garganta.
Me gusta.

Abrazo a tu nombre.
Sergio Astorga

enrique dijo...

El primer verso me maravilla!!

Olga Bernad dijo...

Infinita, pues se sacia temporalmente. Me gusta que te guste;-)
Gracias, Sergio. Abrazo de vuelta.

Olga Bernad dijo...

Parece que hay coincidencia en el primero. Me hace pensar.
Gracias, Enrique... y nos vemos el sábado!

Blackbird dijo...

En el mundo de los rumiantes, nadie se hace preguntas.
Me alegro que tú, sí. Y me alegro más cuando lo expresas de forma lírica.

Besos


PD. ¡Qué impertinente el Blogger!, con el rollo de registrarme, me ha borrado tres veces el comentario.

Olga Bernad dijo...

Aquí preguntas tengo de todos los colores. No vendría mal de vez en cuando alguna respuesta. No perdamos (del todo) la fe;-)

Agradezco tu insintencia, Black, me alegra mucho tu vuelta por estos lares. Y disculpas por las molestias, a veces pasan cosas raras con los comentarios, parece que no todos llegan. Lo siento.

Anónimo dijo...

¿A qué hora el sábado, Olga?

Besos,

Arancha

Olga Bernad dijo...

Perdón;-) A las doce en punto (la noche del sábado al domingo). Haciendo clic sobre la imagen se amplía y creo que se leen los datos bien. ¿Eres de allí? Sería estupendo conocernos;-)
Un beso.

Anónimo dijo...

Síiiii... Lo intentaré. Tengo cena con las amigas. A ver si me ligo a alguna para que se venga conmigo.

Vocal a dijo...

Sed de gente como Labordeta...

Que vaya muy bien por la Capital!

Agustín

Olga Bernad dijo...

Eso, Arancha, ven con amigas, que Madrid da un poco de miedo escénico;-)

Olga Bernad dijo...

Gracias, Agustín. El enlace a la entrada del año pasado, en la que hablaba de su muerte, ha sido mi manera de recordarlo. Pocos cómo él han entendido la sed de esta tierra, que al final también es la de uno mismo.

Juan Carlos Garrido dijo...

Lamento haberlo visto demasiado tarde.

Saludos.

Olga Bernad dijo...

Ah, qué lástima. Lo pasamos muy bien. Pero el fin de semana me ha dejado hecha polvo;-)
Habrá más ocasiones, seguro.
Saludos.

Mery dijo...

Leo tarde y me entero tarde, madre mía. Una pena.
Hoy que tengo tiempo voy poniéndome al día.

Olga Bernad dijo...

¡Me hubiese encantado conocerte, Mery!

Mery dijo...

Es verdad, Olga, ídem eadem ídem.
Además hay tan pocas ocasiones de poder vernos...
¡De la próxima no pasa!

Olga Bernad dijo...

Además de asistir a la lectura y pasar una velada estupenda (prácticamente la última lectura de YIN), aproveché para ver a media docena de personas que suelen venir por aquí; entre ellos, nuestro común amigo Enrique. Quedamos a desayunar al día siguiente y pasamos toda la mañana paseando, conoce la historia de cada calle de Madrid, es una auténtica enciclopedia. A la próxima, sí;-)