domingo, 12 de julio de 2009

Extra viam

El muro de mis dudas frente al rostro
de la virgen más triste de la ermita.
Respiro en el silencio suspendido
y pienso en el dolor que ella sentía.

No hay nada que me acerque a su dulzura:
ni soledad, ni amor, ni la tristeza
ni la locura de este largo viaje
de inagotable sed y de miseria.

Y yo no sé de dónde sacar agua,
ni el sol sabe olvidarse de mi alma
ni encuentro esa piedad que me encendía.

Mirar, pensar, callar: nada me salva.
Quisiera acurrucarme en el camino
y que volver no duela demasiado.

Olga Bernad
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Hace un año
En julio: De profundis, No me dejes caer, Jazmines sobre el mar, Agosto espera.
En Agosto: Mil gracias, Las reglas del desierto.
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79 comentarios:

colorprimario dijo...

Si bien el camino de la fe puede llegar a salvar a los que se creen condenados, aquellos que transitan el mundo en otros términos no tendrían porque sufrir más de lo que esta vida limitada duele de por sí. Para nosotros no hay infierno. Pero casi se diría que a modo de castigo, por eso mismo tampoco hay paraíso. Y que ambas realidades se hallen confundidas en esta tierra de nadie, es algo que sólo pueden sospechar los que un día tuvieron fe en otros mundos, cuya sola concepción da un sentido moral a cualquier existencia.

No sé si te servirá de consuelo, pero hasta donde yo sé, creer es algo más que una cuestión de fe...

Un abrazo Olga.

D.

Blackbird dijo...

Quizás, fuera del camino trillado, es dónde está el verdadero camino.
Quizás la respuesta esté en el camino, en el polvo que ahora cubre tus pies.
Quizás las piedras no respondan tus preguntas, ¿le preguntaste a los que las colocaron?


Besos estivales Olga.

Fernando dijo...

la ceguera del miedo mueve la fe...besos.

Isabel Barceló Chico dijo...

"No hay nada que me acerque a su dulzura", señala tu poema. ¡Cómo te comprendo! La religión católica y las imágenes sacras han hecho del dolor algo santo, hermoso, casi deseable. Pero, desafortunadamente, el dolor no tiene nada de bello, el dolor duele. Precioso poema, querida amiga.

Sergio Astorga dijo...

Olga,este soneto de aires inflamdos, de éxtasis, y de humildada abandonada.
Los tersetos son estupendos y el cierre del soneto es memorable.
Recuerdas
"verme morir entre memorias tristes"
"entre las azucenas olvidado"
"polvo seran mas polvo enamorado"
Estos tres finales de soneto de Garzilazo de la Vega, de San Juan de la Cruz y de Quevedo, apoyan mi concepto que el cierre de tu soneto me parece memorable.
Un abrazo que tendrá sentido.
Sergio Astorga

Olga Bernad dijo...

Me sorprende la rápida respuesta, siendo un tema tan poco actual (mujer de poca fe). Para mí la fe, las dudas y nuestra capacidad para resistirlas son temas fundamentales. Creo que la fe mueve el mundo porque mueve a los hombres. Aun sin infierno ni paraíso posible, me quedará siempre la nostalgia, que es como el sitio en blanco que le guardo por si vuelve.
Un abrazo, D.
Muchas gracias.

Olga Bernad dijo...

Black, el título (que también es una etiqueta) está tomado de una frase de San Agustín “Bene curris, sed extra viam…”. Es un camino fuera del camino, un camino equivocado. Pero también puede sugerir la idea de camino “extra”, un camino de más… El polvo del camino es importante, pero a cualquier peregrino lo mueve su fe: si ésta se tambalea, se tambalea todo, desaparece la senda o deja de tener importancia. La duda es un mal país, pero también un territorio inevitable. Hay que recorrerlo. Pero mirarlo a la cara…
Un beso, Black.

Olga Bernad dijo...

La luz mueve cualquier fe, no el miedo o la recompensa, lo demás son escondrijos. Tal vez por eso fallan. Yo siempre pienso que la culpa es mía y, probablemente, tengo razón;-)
Un beso, Fernando.

Olga Bernad dijo...

Isabel, yo creo que el dolor puede ser hermoso a veces, pero lo que se busca no es dolor, sino esperanza. Eso es común a todos los hombres de todas las religiones e incluso de ninguna. Y, sobre todo, se busca la verdad. A mí me duele no saber distinguirla, ser a veces incapaz de sentirla. El símbolo de la virgen es uno de los más hermosos y dulces, incluso para los no creyentes (para los creyentes es mucho más que un símbolo) el consuelo que todos entendemos: la madre. El amor gratis. No puedo, ni pretendo, explicar el porqué del poema. Pero sentirse lejos tiene algo de exilio.
Mil gracias, Isabel, que te parezca bello es suficiente. Después de todo sólo es un poema.
Un fuerte abrazo.

Olga Bernad dijo...

Oh, Sergio, los finales… qué tres.
Los tres están en nuestra memoria, incluso aunque no los recordemos conscientemente. La tristeza y la memoria, el olvido, el amor más allá de la muerte (si eso no es fe…). Todo eso me has traído en tan pocas líneas. Y en todo eso piensa la peregrina, un poco perdida hoy.
Un fuerte abrazo

Máster en nubes dijo...

Muchas cosas, muchas, Olga.

Respecto al primer cuarteto, creo que sin fe no hay dudas, creo ;-)- Y sin dudas no hay fe tampoco, igualmente lo creo, aunque tengo dudas también sobre esto.

No sé muy bien cómo era la Virgen, y tampoco tengo idea de la representación que tú has visto y te ha inspirado este poema. En cualquier caso yo a las vírgenes dulces las detesto, quiero decir, a las dulzonas, me encantan las dolorosas y hasta las angustias, pero las de caja de polvorones como que no. No sé si estamos de acuerdo en esto o me he perdido, seguramente lo segundo (todo esto respecto al segundo cuarteto). Como tú creo que algunos dolores tienen un tipo de belleza, pero es que el ser humano es bello y nosotros sentimos dolor (o como dijo el otro día JAGR, la belleza siempre es fugaz, ergo da dolor, luego pensé en la verdad que también es fugaz a menudo, pero ya me lío).

Del primer terceto no sé, quizás hay otras piedades que no encienden tanto, y son tan piedad como la que enciende. A mi es un palabra y un concepto que me gusta mucho, piedad, en todos los sentidos, y me encanta que lo menciones porque es como prohibida, como de idiotas.

Y ya por último y con ánimo de que me digas pelma, que lo soy, creo que es que da realmente igual lo que uno haga porque salvados estamos todos, y no es un consuelo, creo. Es como la ley de la gravedad, que creas o no o puedas o no enunciarla va a dar igual porque va a existir independientemente de uno. Perdón por eso porque es totalmente protestante casi por seguro.

O sea, que me ha gustado. Y que un abrazo en la duda, en la fe, en el dolor y en la angustia y en el don de la piedad, que es un don y ojalá se nos dé, de todos los tipos.

Joé, tú esto no te lo mereces ;-) y además estamos en verano, tiempo como todo el mundo sabe de frivolidad y playa. En fin, que tú has empezado. Perdón y un abrazo

Aurora

Olga Bernad dijo...

Aurora, qué rabia todos mis problemas para publicar comentarios largos, igual lo tengo que partir… veremos;-)
Bueno, al tajo: mucha razón tienes en el primer párrafo. Como dijo no sé qué teólogo (pero era importante), la fe es la capacidad de resistir dudar. Me sorprendió esa frase y siempre la recordé, igual que la de “ama y haz lo que quieras”. Qué difícil.
La virgen era hermosa, dulce y triste. A mí me gustan. Me gustan todas. Incluso las más dramáticas dejan un dolor dulce. Mira, sabes que soy alérgica a la dulzura gratuita, pero en este caso no encuentro otra palabra. No, no te has perdido; mezclas sentido común y buena fe cuando miras y eso es una brújula casi perfecta para acertar, una máquina con la afinación precisa.
Ah. la fugacidad de la belleza produce dolor, también se mezcla aquí esa condena; ¿la verdad es fugaz a menudo? Si es muy a menudo, algo falla con esas verdades.

Olga Bernad dijo...

Y por último: yo necesito (¿o sólo prefiero?) estar encendida, eso me lleva a quemar a veces todo lo que se menea y hasta lo que se está quieto. Y la piedad enciende muchas luces, ya lo creo, las enciende sola, aunque no se lleve hablar de ello. La piedad es un sentimiento inmenso, de los pocos que adecenta el mundo. Si ella te enciende, no hace falta ser una pirómana sentimental. Hay que echarla de menos como a una persona a la que quieres.
¿Da igual lo que hagamos? Estamos salvados porque eso es así, como la ley de la gravedad? Es hermoso e ¿injusto? Cuidado con la protestancia;-)
O sea, que te ha gustado y me mandas un abrazo en la duda y en la fe.
Pues entonces, algo ha salido bien, qué duda cabe;-)
Gracias, muchas, Aurora.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Querida, te has vuelto a superar. Y esta vez, en grado sumo.

Lo siento o lo disfruto.

Es el amor al verso que me abruma.

Me encanta...

Olga Bernad dijo...

Uf, Javier, no será por las ganas que tengo de meterme en estos berenjenales, es ponerse a tiro en el fondo y en la forma; pero si no lo hacemos, si no se escribe de lo que realmente se quiere, como se quiere y cuando se quiere ¿a qué jugamos? El amor al verso o a través del verso.
Que lo sientas y/o lo disfrutes es suficiente, me encanta que te encante.
Mil gracias.

Antonio Azuaga dijo...

¡Creer… y no creer! Pero… ¿qué es creer? Dado que ya ha aparecido por ahí arriba, me acogeré a San Agustín, parafrasearé ese argumento suyo contra el escepticismo, al que tanto jugo sacó Descartes: en verdad, nadie hay no creyente porque quien dice no creer cree profundamente… que no es creyente. Es decir, cree en su incredulidad, que técnicamente se sostiene en lo mismo que la credulidad de su antagónico.

La duda no se paseó por el mundo hasta que apareció el hombre (me refiero a la especie, por supuesto); y a la duda no se enfrenta uno con el conocimiento, que siempre es una circunstancial provisionalidad, sino con una decisión del alma que dice “sí” o “no”. Así que, ni el creyente gana al no creyente, ni viceversa; porque, en el fondo, ninguno de los dos “saben” “…de dónde sacar agua”: ambos “creen” en un manantial, más o menos satisfactorio, donde intentan apagar su agonía.

A esto me ha llevado tu soneto, tu extraordinario poema, por la adecuación de la forma, por la honradez de su fondo, por la sinceridad de su estructura, tanto semántica como musical… ¡una vez más!

Beso y corto, que tengo que madrugar.

BB dijo...

Tus versos tienen ese efecto en
mi: me conmueven. Y eso soneto,
bellísimo.
Importa poco si eres creyente o
no. Es la emoción que le has
puesto a ese encuentro con la
virgen de tu fe.
"Yo no sé de dónde sacar agua"
Emotivo al extremo.

Creo que hay pocos que no se
conmuevan con el soneto anónimo,
al Cristo Crucificado:
No me mueve, mi Dios para quererte,
el cielo que me tienes prometido...
Un beso
BB

Olga Bernad dijo...

Bueno, pues visto así, Antonio…
Pero ocurre así con cualquier fe, cualquier fe echa de menos el entusiasmo, lo que la mueve o la movía o debería moverla, esa especie de luz que nos enciende. Sin eso, se queda uno como una marioneta al borde del camino y el peregrinaje pierde sentido. Más que una decisión del alma que dice sí o no, hay a veces, por momentos o por años, un desconcierto del alma que no sabe, que ve y no ve. Se avanza a ciegas o a tientas muchas veces, guiados más por un hilo de intuición o esperanza que por un hilo de luz. Lo único que se puede hacer es guardarle el sitio y afinar el alma como el péndulo de un zahorí.
Pero el soneto está muy contento con tus palabras;-)))
Un beso.

Olga Bernad dijo...

“Tú me mueves, señor, muéveme el verte…”
Ese soneto anónimo es precioso. Hablando de almas como péndulos sensibles de un zahorí, está claro que el autor sintió el río escondido.
Me alegro de que mi soneto también te conmueva. Al fin, es un poema y la emoción (la capacidad de “mover”, como la que refleja el anónimo) es lo importante.
Muchísimas gracias, BB.

s dijo...

"El muro de mis dudas"

"ni la locura de este largo viaje
de inagotable sed y de miseria"

Bravo.

Olga Bernad dijo...

¡Gracias!
Lo que es inagotable es tu amabilidad, Sergio.

s dijo...

Intento ser justo con lo que me parece bueno, desde mi dudoso criterio. Y espero que también amable (risas).

Abrazos, poeta.

Olga Bernad dijo...

Es buen criterio, intentar ser justo. Y, si se puede, incluso amable;-)))

Un abrazo.

Juan Antonio González Romano dijo...

Ante un soneto tan radondo a mí sólo se me ocurre disfrutar y guardar silencio, para que queden tus palabras. La Poesía conm mayúsculas no necesita exégesis. Un abrazo emocionado.

ONDA dijo...

Precioso poema el que te sale del alma y que no has podido resistir por compartirlo pese a tu anunciado paréntesis.

Eso le da más merito aún y por ello gracias

Olga Bernad dijo...

Pues ante un silencio tan elocuente sólo queda dar las gracias, Juan Antonio.
Gracias por la lectura y la emoción.
Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Ay, Ignacio, ya dije que las caricias se quedarían al ralentí, pero no las dejaré del todo. Cuando las ganas de escribir o compartir puedan más que las ganas de descansar, pues colgaré entrada y punto, que para eso está el blog;-)
Muchas gracias por hacer que merezca la pena.

Ramiro Rosón dijo...

Qué hermoso este soneto. En él, parece como si la autora mirase a sus adentros y confesara sus emociones, sincerándose consigo misma; se reconoce humana y le invade el sentimiento de la duda.

Enhorabuena por este blog.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Ramiro. Cuando uno mira hacia dentro, no le queda más remedio que cargar con su cruz, sea cual sea: responsabilidad, culpa... o dudas. Para mentirse no mira uno hacia dentro, para eso mejor mirar la tele.
Pero cargar con ella y seguir, aun teniendo ganas de acurrucarse en el camino, es lo que debe hacerse (creo;-)
Bienvenido por aquí.
Me alegro de que te guste.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Me recuerda a uno de los poemas que tenia mi abuelo manuscrito y que a mi madre tanto le gusta....Recibe con placer todas las penas,adornate con ellas como galas y procura si algún suspiro exhalas que no se note o se note apenas....y terminaba diciendo que el dolor también tiene su dulzura...
Creo que lo de acurrucarse en el camino no es duda sino aceptación de la duda y el dolor.
Magistral poema Olga un gusto y un privilegio leerte.
Besos

Juan Manuel Macías dijo...

Como yo siempre suelo comentar, aunque sea hablando conmigo mismo frente al espejo en figura machadiana, un poema no es más modeno ni arriesgado por contener teléfonos móviles, microprocesadores u hornos microhondas. Toda palabra es lícita, desde luego. Todo camino digno de recorrerse. Pero tampoco hay que dejarse apabullar por los tiempos y las cosas que, dentro de nada, serán artículos retro. Los hombres más alaban un poema cuanto más nuevo, decía Homero, lo cual se traduce en que quieren escuchar la verdad de siempre en una voz distinta, recién amanecida y aún con los primeros rocíos. Ésa es la vanguardia, pues todo buen poema está a la vanguardia. Hagamos caso a Homero. Y hagamos caso a Azuaga. Es un gran poema, verdadero en su emoción y nuevo en su decir, aun en catorce versos, y contemplando el mundo, con ojos estrenados, desde la autoridad de una larga tradición de ecos. Hay olor a naftalina en muchos teléfonos móviles, pero esta ermita y esta congoja y este abismo huele a fresco, por humano y cierto, por poesía.
Enhorabuena, Olga.
Besos.

José Luis Garrido Peña dijo...

Querida Olga, hay bandos, desgraciadamente, quien despacha la temática sin mas. El símbolo de la madre, matriz, raíz, es extraordinario, mas allá de las confesiones, creencias. En estos días ando con sueños y escritura sobre este tema tan importante para mí por muchos motivos. En el mediterráneo, en Andalucía, tienen su orígenes señalados en las divinidades del mundo clásico, Virgen del Rocío, las Vírgenes Negras. Es la materia que nos constituye, fíjate que la etimología de materia es madre y matriz. Para mi también es un mundo lleno de posibilidades y profundo como los pozos donde tuvieron sus leyendas y apariciones muchas devociones. Juan Manuel te le expone muy bien. Pero nunca desde la perspectiva de los sectarios disparates y enmascarados, sean tardomodernillos o afines a Sanjosémaría, cuidado.



Un beso y felicidades

Olga Bernad dijo...

Tere, la vena artística la has recibido tú con tu tacto para detener momentos, reflejos, y todo lo que se escapa nuestra rápida y desatenta manera de mirar. Procurar que el suspiro “no se note o se note apenas” y asumir nuestra parte de soledad dolor lo más dignamente posible es algo que comparto con tu abuelo. Callar y acurrucarse un rato en el camino es inevitable a veces. Hay que darse tiempo para digerir las dudas y el desaliento y convertirlo de nuevo en algún tipo de fuerza.
Muchísimas gracias, fotógrafa, el privilegio es que vengas.
Espero que vaya todo bien.
Un besazo.

Olga Bernad dijo...

Ay, Juan Manuel, qué ajena me siento a esas discusiones. Lo has dicho muy bien. Me parece que esa eterna disputa entre tradición e innovación está vacía en la mayor parte de las ocasiones. En ambos lados se escucha de fondo el “desprecia cuanto ignora” machadiano, que es uno de los mejores espejos de la tontería humana que se han escrito nunca. Creo sinceramente que algunas actitudes innovadoras no esconden sino un desdén lleno de prejuicios, cuando no un desconocimiento brutal, hacia la tradición, que es como luchar contra tu propio idioma; y las actitudes más tradicionalistas reflejan a veces una absurda intención de poner puertas a un campo que es demasiado grande para intentar conocerlo. A mí me da lo mismo, creo que un intento patético por ser constantemente “diferentes” ha convertido parte de la poesía en un juego adolescente que no me interesa, pero tampoco lo critico, simplemente desatiendo lo que no me emociona. Hay conceptos de “novedad” que están más pasados que las hombreras de los ochenta pero, a la vez, innovar me parece inevitable. El problema no son las teorías, sino el talento.
Como lectora quiero disfrutar, y no me cierro en banda a nada. Cuando escribo, procuro tomarle el pulso al momento y elegir bien. Pero estoy dispuesta a admirar todo lo que sepa resultarme admirable… y estoy segura de que me queda medio mundo por leer. Sin embargo, la tradición no me parece un lastre sino un tesoro lleno de ecos que me gusta oír y, si es posible, hacerlos sonar de vez en cuando.
Gracias por venir a escucharlos y por tu comentario, que hace el poema mucho más bonito.
Besos.

Olga Bernad dijo...

Querido Luis, he visto tu comentario cuando iba a colgar la respuesta a Juan Manuel, y me parece que venimos a decir lo mismo, sólo que vosotros lo decís mucho mejor que yo;-) Me gusta que hagas hincapié en el símbolo de la madre, la matriz, la raíz, que une tan intensamente la tradición y la forma del poema al motivo religioso que lo suscita; y también que destaques las inmensas posibilidades de ese mundo temático, tan profundo y rico. Es la materia que nos constituye. Y en el origen reside, como vuelve a decirnos la etimología, la más auténtica “originalidad”, eso que persigue la modernidad desesperadamente. A partir de ahí, que cada cual haga lo que quiera y lo que sepa. Vale: ni tardomodernillos, ni afines a Sanjosémaría… ni correctos libros de texto sin gracia y sin pasión, añadiría yo (una virgen sin gracia y sin pasión sería un fenómeno muy extraño y desagradable, un milagro del revés). ¿Alguien añade algo más?

Un beso y muchas gracias, Luis.

Juan Manuel Macías dijo...

Fe de erratas: Pues yo me he pasado de postmoderno, porque el horno "microhondas" todavía no se ha inventado. El microondas, sí, para calentar la fabada litoral (¡no en estos días!) y hacer una receta propia de huevos al plato con champiñones absolutamente inigualable. Las pizzas, por contra, las deja del todo intragables y se limpia con un vasito de agua y limón exprimido. No meter nunca dentro nada de metal, ni mucho menos un gato. En fin, pido perdón por esas haches absolutamente reprobables y nada mudas. Lo escribiré cien veces, palabra. O haré una cantiga sobre las microndas do mar de vigo.
Besos.

José Miguel Ridao dijo...

Me encantó el primer cuarteto, Olga, la imagen de la virgen más triste de la ermita. Y el cierre, como te dicen en algún comentario, en tu línea de siempre.

Un día me gustaría leerte un soneto con sus rimas. Seguro que lo bordas.

Abrazos jamoneros.

Maria Luisa dijo...

Querida Olga: ¡ Que alegría!

Pasaba a visitarte y me he encontrado en tu blog este bello poema.
La fe..., el dolor...
Palabras que a veces no comprendo, o comprendo demasiado.
Querría tener una fe ciega, o sentir el dolor más profundo y que no se fuera.
Me parece que así "creería más" y "querría más"

Un beso grande, pero grandeeee.

Olga Bernad dijo...

Bueno, Juan Manuel, como a continuación decías que toda palabra es lícita, cualquiera se opone. Verdaderamente, es una cosa de sentido común colocar una h entre esas dos oes que van tan juntas… para no correr el riesgo de convertir el microhondas en microndas> que está mucho peor (aunque sean del mar de Vigo;-))))) De todas formas, no lo intentes: jamás superarás tu propio culeranismo y modernismo, aquél que estrenaste en las ya lejanas “Mujeres sin corazón”.
Hablando de fe, no podía faltar una fe de erratas de las tuyas…
Lo que sea con tal de mandar besos, reconócelo;-)
Venga, pues besos.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, José Miguel, eso es abrazar con sustancia;-) En serio que tengo el nombre de Alájar unido al jamón, como si los árboles allí fueran grandes palmas de Domingo de Ramos con sus jamones colgantes como chuches de los críos, pero para adultos y sin prohibición de comer carne. No sé. No preguntes;-)
Gracias por tus palabras. Yo creo, para citar a nuestro compa de arriba (el que tanta fe tiene en las erratas), que

Una rima es un péndulo muy serio,
arco iris con billete de ida y vuelta
de tus párpados al centro del misterio.

Qué raro cautiverio
licuarse entre la lluvia más esbelta,
dejarse columpiar por las campanas
en la tarde erigida de manzanas
y hablar al viento en íntimo salterio
.

También hay que dejarse atrapar, si merece la pena, por ese raro cautiverio que implica una rima…
Un abrazo, y a seguir inspirándose…

Olga Bernad dijo...

María Luisa, muchas gracias. Pero hoy me soprendes. Esas líneas: Querría tener una fe ciega, o sentir el dolor más profundo y que no se fuera. Me parece que así "creería más" y "querría más", son realmente propias de una mujer apasionada.
¿Te das cuenta de lo que se nos escapa cuando escribimos?
Me parecen preciosas.
Un beso, Reina.

Alfaraz dijo...

Bueno Olga, creo que es el primer soneto que te leo, y desde luego a mí no me parece de la desesperanza sino de la búsqueda. Y ahí si que andamos todos.

Buen verano.

.

Olga Bernad dijo...

He escrito muy pocos sonetos, Alfaraz, no sé por qué. Voy haciendo lo que me sale, todo es parte de la misma búsqueda, también la forma. Es una búsqueda con momentos ciegos, con ganas de sentarse pero también con ganas de seguir.
Por eso nos encontramos, porque por ahí andamos todos. La ermita seguirá en el mismo sitio. Ya volveré;-)
Buen verano también para ti y muchas gracias.

veridiana dijo...

¡Precioso ese poema!

Me pareces muy guapa e interesante.

Saludos

Olga Bernad dijo...

Vaya, pues muchas gracias, salada;-)
Bienvenida por estos lares, Veridiana.

Andrei Rublev dijo...

Si callar no salva, si tampoco salva "acurrucarse en el camino"... entonces nada nos salva. Desde luego el trayecto no se hace por el lado del raciocinio. ¿Pero qué te voy a contar yo, pobre de mí? ¿Qué puedo decirle a alguien a quien le duele regresar, a quien le duele la claudicación de la piedad, si incluso en el poema se admite que hubo un tiempo en el que sí creyó? En fin, ¿dónde está la respuesta? ¿dónde se halla el sentido? Acaso en el silencio, en el corazón humano, en la confianza ciega al modo de los niños. ¿Cuándo dejamos ese mirar inocente? ¿Quién nos rescatará?
Que sepa usted una cosa: volver a su blog es reconciliarse con la humanidad, y, por qué no, con Dios. Siga así. La leeré. La admiraré (aunque bien sabemos ambos que la vanidad bien alimentada tampoco sirve de nada; tal vez sea lo que menos sirve, aunque, como el dinero, ayude).
Besos fraternos.

Olga Bernad dijo...

Tal vez, como decían por allá arriba, estamos salvados gratis, por una generosidad inmensa de la que nos defendemos levantando muros. Muros de profundas dudas, de mezquinas suspicacias: nuestra simpleza frente a la verdad, nuestra necedad contra la belleza. Cercamos la inocencia que tal vez podría hacernos entender con muros de palabras supuestamente inteligentes, la ahogamos por completo para defender no sé qué. Muchas veces pienso que, si Dios existiera, siempre estaría triste. Debemos ser muy difíciles de rescatar.
No sé si volver por mi blog sirve para tantas cosas, pero la verdad es que me alegro de verle. Gracias por esa admiración inmerecida. Yo necesito admirar, intenté explicarlo aquí. La vanidad es casi tan insaciable como la usura, es otra esclavitud, pero ella no se alimenta de reconocimiento sino de halagos. Y no sé qué es más mezquino: halagar porque sí, dejar que hagan lo mismo, o ser incapaz de reconocer la grandeza cuando se tiene delante y de decirlo honestamente por soberbia… yo rezo porque esa virgen triste me libre de todas esas tentaciones a la vez.
Un beso, Arsenio.

Angós dijo...

Es precioso.
Esa virgen te quiere.

Olga Bernad dijo...

Tienen las vírgenes tristes esa manía: querer a todo el mundo;-)
Gracias, Angós.

veridiana dijo...

Igual conoces a unos buenos amigos míos, que son de Zaragoza.Pilar Albajar, fógrafa, y Antonio Altarriba, escritor.

Olga Bernad dijo...

No los conozco, Veridiana, pero un día te vienes a Zaragoza y me los presentas tú;-)

veridiana dijo...

OK. Gracias
Ahora viven en El País Vasco, pero van mucho.

Ramiro Rosón dijo...

Por si fuera de su interés, la invito a ver el blog que he abierto, hace muy poco, sobre literatura en general y poesía en particular:

http://cuadernodefulgores.blogspot.com/

Un saludo.

Olga Bernad dijo...

Gracias por el enlace, Ramiro. Siempre lo hago, siempre visito a la gente que se ha acercado por aquí: así he conocido a la mayoría. A veces es un poco complicado comentar por una mera cuestión de tiempo y porque no siempre tengo algo que decir, pero lo tendré en cuenta.
Iré con tiempo y lo leeré despacito.
Muchísima suerte con ese inicio de blog.

gbp dijo...

Es uno de mis favoritos, hermana.
Me recuerda a la ermita del pueblo y como mirábamos por la reja cuando éramos pequeñas.
Es precioso y sencillo pero con esa sencillez que emociona, con algo fuerte.
Es muy tú.
Es precioso.

Olga Bernad dijo...

Esa ermita entre almendros, en la ladera del monte, por el camino que llega al pequeño cementerio... nos resultaba tan misteriosa. Luego fue expoliada como tantas otras. Qué triste.
Bueno, lo fuerte en este caso tal vez sean las dudas; pero las dudas son una forma de no caer del todo del lado del error;-)
Veámoslo así.
Gracias, sister, dudé entre colgar éste u otro al que aún ando dándole vueltas.
Me alegro de haberlo dejado aquí.

ana dijo...

La patrona de León es la Virgen del Camino.

Los pasos de nuestro camino duelen a veces lo indecible. Y sin embargo ahí están, como los pasos de un peregrino, afrontando cada uno de ellos con valentía, haciendo camino.

"Peregrino... dime si tu dolor es como mi dolor".

Y no, de sobra sé que no lo es, no. Entonces se encuentra el consuleo. En esa Madre. A pesar de "... la locura de este largo viaje de inagotable sed y de miseria".

Mucho ánimo para cada uno de tus pasos. Suerte en tu camino, Olga.

Olga Bernad dijo...

Ningún dolor es igual, Ana, pero todos son parecidos. Yo creo que ni siquiera en eso somos muy especiales... ni falta que hace; de lo contrario nunca podríamos, ni tan siquiera por un momento de casual coincidencia en el camino, acompañar. Esa palabra tan bonita.
Gracias por tu compañía y suerte también para ti, que nunca viene mal;-)

Olga Bernad dijo...

Elena, me trajo muy buenos recuerdos eso de que me despertases;-)
Gracias por la lectura y la emoción. Hay cosas que puedes entender muy bien.
Y disculpa por no haberlo comentado. Comencé el blog como quien pregunta, y no puedes preguntar a los amigos (sólo lo sabían cinco personas conocidas, incluidas mi hermana y mi marido). Era también una cuestión de pudor, algo aparte de mi vida "normal". Incluso comencé siendo anónima, una Betty B. que verás en las firmas de los comentarios de mayo a noviembre del año pasado. Después de más de un año, y también debido a la próxima publicación del libro, es normal que se vaya enterando más gente. Esto ha ido despacio, sin prisa y sin pausa. Me ha sorprendido la participación, que agradezco y cuido. No creo que me supere "el éxito", no te preocupes;-) Te aseguro que es muy relativo.
Sigamos moviendo algo, no sé si el mundo...

Ramiro Rosón dijo...

Olga, yo creo que, si un blog no puede mover el mundo, al menos podrá remover algunas conciencias, obligándolas a reflexionar y conmoviéndolas con la belleza de la escritura. Y eso ya es algo, y muy valioso.

Gracias por leer mi blog. Una vez más, me alegro de que te haya gustado.

Un saludo.

Olga Bernad dijo...

Es bonito pensarlo. Creerlo vuelve a ser una cuestión de fe;-) Igual es demasiado.
Un placer, Ramiro.

Miguel dijo...

...la locura de este largo viaje/ de inagotable sed y miseria.
Y yo no sé de donde sacar agua/ni el sol sabe olvidarse de mi alma...

La verdad, Olga, que son afirmaciones atroces.

He dudado antes de comentar el poema. La primera lectura me pareció muy tierno. Luego me perdí entre los numerosos comentarios, mientras golpeaban mi corazón las muchas razones que dar, sin entrometerme y perdido en la vaguedad por falta de espacio.
La diversidad de creencias, me parece, no aportan nada, salvo que algunas personas las necesitan y les ayudan. Y la maravilla es que proceden de una voz que ha estado presente, con más o menos difusión, a través de los tiempos. Lo que cuenta, entonces, es el Maestro vivo para la gente viva. Esto sí que es un verdadero acontecimiento histórico y una manera de ser pioneros en cada ocasión, ya que el resto o el rastro son la historia con minúscula.
Bueno, tampoco necesitamos propulsión para alcanzar la "verdad inalcanzable", ya que se encuentra en nuestro interior...y, de ella, podría darte tantos detalles que aquí no caben.

En fin, Olga, un bonito poema, como todo lo tuyo. Me encanta
leerte, ya lo sabes. Me paseo por tu blog con admiración. Sólo decirte, de nuevo, que hay posibilidad de saciar esa sed en esta vida y te deseo un feliz encuentro con el aguador y que pasen las penurias que has traido a estos últimos versos.
Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Ay, Miguel, me alegro de saber de ti. Espero que todo vaya muy bien.
No es atroz dudar, pero es duro. En realidad el poema siente una inmensa ternura por esa virgen triste, por lo hermoso y frágil de cada fe, por la fuerza que a veces no sentimos. Yo sé que la fe es para la vida, pero sin trascendencia se queda coja, Miguel, no sé cómo explicarlo. No sé si estamos genéticamente preparados para entender lo incomprensible; no sé si la verdad está en nuestro interior, pero te aseguro que sería cómodo. No creo que una peregrina busque la comodidad, sin embargo, necesita encontrar agua.
En fin, sólo es un poema, es mejor que hable él.
Me alegro de que te guste, y también de que pasees por mi blog.
Estás en tu casa.
Un fuerte abrazo.

Miguel dijo...

Muchas gracias, Olga, por tu acogida. Verdaderamente, da gusto dejarse llevar por los versos y prosas que conmpartes con nosotros. Me gusta leer entre líneas, pero siempre acabo fascinado por la totalidad. Se trata de la obra de una poeta grande, y a eso me atengo durante la lectura, a que tú me lleves; Me apasiona esta relación de lector pendiente de cualquier entrega, siempre con deseos de que lleguen pronto el próximo poema o la última prosa, los nuevos comentarios además... en fin, toda una ocasión de disfrutar.
¿Ves lo que te decía ayer? Una poeta viva para lectores y públicos vivos, aunque la expresión se acomode mejor al Maestro, pero, en esencia, es cuanto quería decirte.
Espero que, de nuevo, sientas la inspiración y los deseos de escribir. Todavía queda mucho verano. Estaré pendiente de una nueva entrega. Ah, eso sí, disfruto de cuanto has publicado en el blog hasta ahora. Me emocionan tus comienzos y la calidad de los comentaristas: su apoyo entusiasta y admirado.Esto es lo que inspiras y lo que ha cosechado tu alma acurrucadita de regreso.

Un abrazo, Olga. Que continues disfrutando de días felices. Y espero pronto alguna nueva entrega.
Gracias.

Olga Bernad dijo...

Se hará lo que se pueda, como decía el torero;-)
Gracias a ti, Miguel, por esa lectura y toda tu atención.

Un beso.

Maria Luisa dijo...

Querida Olga:

Hoy necesitaba leerte, repasar tu blog, leer en voz alta, sentir mi propia voz.

Gracias por dejarnos tu página abierta para soñar...
Te quierooooo

Olga Bernad dijo...

No sé qué decirte, salvo que el blog está ahí siempre esperando y que esas idas y vueltas le dan sentido.
Casi me sonroja ese cariño, María Luisa, que siempre me ha parecido tan extremadamente generoso por tu parte, y ya es mutuo.
Un besazo.

Ramiro Rosón dijo...

Olga, he releído el poema y, si me lo permites, me gustaría saber en qué virgen y en qué ermita te inspiraste para escribirlo.

Saludos.

Olga Bernad dijo...

Pues no hay una ermita concreta ni una virgen concreta que me sirviese de inspiración. La realidad exacta (si es que sabemos lo que eso es) suele inspirarme más bien poco; casi todos los poemas formarían parte de eso que se llama “autoficción” (creo;-), lo cual no quiere decir que no sean verdad, o que no guarden una mía.
He visto muchas ermitas; me gustan las ermitas perdidas por el desierto de los Monegros, medio abandonadas, medio vigilantes, como donjones esperando inútilmente que les crezca alrededor algún castillo en el aire.
Saludos, Ramiro.

Mery dijo...

Ese "nada me salva" me ha llegado al alma como colofón de un soneto perfecto.
El dolor frente a esa dulzura, el corazón patas arriba.
Olga, toques el tema que toques, le das un destello con tu varita mágica. Bienaventurada.
Un fuerte abrazo

Olga Bernad dijo...

El corazón patas arriba, Mery, qué buen resumen;-)
Cómo me alegro de tu vuelta.
Esa varita mágica te envía un buen sueño, he visto que no andas muy sobrada.
Un fuerte abrazo, morena.

MarianGardi dijo...

Olga, dicen que la fe mueve montañas y en algunos casos promueve al fanatismo y mueve metralletas.
Siento que no puedeas ir al encuentro de poesìa en Madrid, me hubiese gustado conocerte.
De Zaragoza vienen cuatro, que yo sepa, entre ellos Ricardo Fernandez, Fernando Sarria, Miguel Angel Yusta y Marisa de la Peña.
Traeremos fotos del evento!!
Un beso

Fernando Gonzalez Seral. fgseral dijo...

...después de tanto comentario, solo te puedo decir que me gusta.

(Ya había entrado dos o tres veces para leerla, y no te comentaba nada, en esta vez me he valentonado,(que mal suena) y solo se me ocurre decirte esto)

Olga Bernad dijo...

Las metralletas las mueven los hombres, Marian, con fe y sin ella. Con una inmensa capacidad para utilizar y pervetir la fe, los ideales e incluso las metralletas.
En fin; no, no puedo ir a Madrid. Conozco a Fernando y Miguel Ángel (aunqué no a Ricardo) y son encantadores.
Seguro que habrá otras ocasiones de conocernos;-)
Un beso.

Olga Bernad dijo...

Fernando, me encanta que te "envalentones". Importa decir las cosas; a veces, si no las decimos, es como si no pasaran.
Y me gusta mucho que vengas a leer por aquí.
Creo que voy a necesitar tu colaboración para la próxima entrada...

ana dijo...

Bellísima forma de expresar contradicciones internas.

Olga Bernad dijo...

Gracias, Ana; no creo en ellas pero haberlas, hailas.
Como las meigas;-)

Pepe López dijo...

Hola Olga, después de mucho tiempo, vuelvo a sentir tu magia. Me parece difícil de explicar lo que se siente al ver una virgen y eso me hace valorar más allá de la técnica, este poema. Muchos no entienden que no sea creyente y sin embargo adore a la virgen de las aguas (Hermandad del Museo, Sevilla) e incluso le escriba un poema y la tenga en mi escritorio.

Un abrazo

Olga Bernad dijo...

Encantada de tu vuelta, Pepe. Así es esto, como las ermitas, para que uno entre cuando quiera si le apetece hacer una pausa en la vida "normal".
Los poemas siempre hay que valorarlos más allá de la técnica, sin que éste tenga por qué ser un tema desdeñable.
El asunto de la creencia es bastante especial. Dicen que en las trincheras no hay ateos, Pepe. Yo no lo sé, nunca he ido a la guerra. Pero esa vida tan normal también está llena de momentos en las que volvemos la vista, a veces sin saber por qué, a aquellas cosas que nos producen un raro consuelo. No creo que a la virgen de las aguas le importe cómo te explicas tú esa mirada, lo que le importará es que, de vez en cuando, la mires.
Un abrazo y muchas gracias.