domingo, 1 de diciembre de 2013

La magia y la verdad


Mi hijo Adrián ya tiene nueve años. Se pone la gorra de su padre para parecer mayor y, desde el jueves, no cree en los Reyes Magos. Momentazo históricamente triste cuando en una casa no queda nadie que crea en sus Majestades. "Mamá, todos los de mi clase (pero todos, eh, no uno) dicen que los Reyes son los padres". "¿Y tú qué dices?". "¡Yo les digo que noooo!" . "¿Y Jorge qué dice?". "Creo que Jorge es de mi bando". A mí me encantaría ser también de su bando, creo que lo soy, pero no puedo dejarlo ya desde pequeño secuestrado en la minoría soñadora. Qué asco da a veces decir la verdad. De todas formas, la cabra tira al monte. Ayer se le cayó un diente y vino con él en la mano: "¿Pero el ratoncito Pérez sí que existe?, ¿o tampoco?". 

Tampoco, Adri, no existe casi nada, esa es la puñetera verdad. Y sin embargo el mundo está lleno de magia, lleno de verdad, a pesar de hermosos cuentos y terribles mentiras. Él se puso un poco triste; yo también.

14 comentarios:

Durrell dijo...

"No existe casi nada, esa es la puñetera verdad. Y sin embargo el mundo está lleno de magia, lleno de verdad..." Conmovedora, certera, dura, tierna. Mágica.

Olga Bernad dijo...

Gracias Durrell. Hay que aprender a ver la magia de verdad, aunque es bonito creer en cuentos por un tiempo. Sin embargo, el momento es, inevitablemente, un poco triste... Tiene algo de ciclo que se cierra. Algo irrecuperable.

Unknown dijo...

"Me durmieron con un cuento…
Y me he despertado con un sueño."
Decía León Felipe, y quizás eso sea lo más difícil de enseñar y/o aprender: Despertar a la realidad sin renunciar a los sueños.
Un abrazo

Julio Castelló dijo...

Vaya, hoy hablaba de este momentodisparoenlasien con unos padres en el parque. Es de las pocas mentiras que he infiltrado en las mentes de mis hijos a conciencia; quizás porque es de las pocas en que yo mismo mantengo una ilusión, familiar, a sabiendas de que lo es. O sea que espero que, aunque el "tiro" sea inevitable, el daño no sea irreparable. Y prevalezca, en este caso, la imaginación.

Juan Manuel Macías dijo...

Es curioso. En mi caso, la teoría de la conspiración hacia sus majestades de Oriente también nació entre los compañeros de mi clase. Recuedo muy claramente cuando perdí la fe, en una tarde, en una clase de trabajos manuales (que siempre he odiado). Mis compañeros me desmontaron sin piedad y con voz aflautada la versión oficial. Y fue triste sí. Recuerdo que me puso triste pensar que por mi tejado nunca había pasado (ni pasaría) ningún camello.
Qué texto precioso, Olga. Y me uno al subrayado que hace Durrell de ese final.
Besos.

Olga Bernad dijo...

Miguel Ángel, qué bien traído León Felipe. Te confieso que yo también pensé en él. Soñar es de conscientes, y la conciencia duele alguna vez. Es triste perder el pensamiento mágico de la infancia, pero es inevitable y tal vez imprescindible. En cualquier caso, así ha sido. He querido guardarlo en una pocas líneas, en una foto, sabiendo que tal vez tampoco eso sea mucho...

Olga Bernad dijo...

Ay, Julio, yo me enteré tan pronto que he procurado que mis hijos mantengan esa ilusión el tiempo que puedan. Víctor se "enteró" con diez años. Adri con nueve. Es una buena edad; por desgracia, lo que es hermoso en su tiempo es ridículo sólo un tiempo después. Pero sí, quizá porque en esta casa ya no queda nadie que crea en los Reyes, el asunto me ha afectado algo. Pero es una desilusión amable, algo que todos sabemos recordar al final con una sonrisa. Le quedan muchas desilusiones, espero, porque también espero que sepa ilusionarse con muchas cosas más. Quién dijo miedo.

Olga Bernad dijo...

Jejejeje, los compañeros de clase y sus hermanos mayores son un comando antimajestades... a mí me lo soltaron a los seis años e intenté hacerme la chula demostrando lo lista que era, pero en el fondo estaba muy triste. Siempre he lamentado recordar tan pocas Navidades con esa ilusión; pero luego, no sé, me ilusiono igual, tengo esa tendencia. Y he disfrutado mucho los Reyes de mis hijos. Y todo esta lleno de misterio para dar y regalar, sólo que no siempre nos lo dan hecho, a veces hay que ganárselo.
En fin. Besos y gracias, capitán. También los Reyes sentirán mucho no existir y no haber pasado nunca por los cielos de Cercedilla.

Dyhego dijo...

Ese descubrimiento, Olga, marca el final de la niñez.
Pero mientras siga uno creyendo en los Reyes Magos, no dejarán de venir...
Salu2 majestuosos.

Olga Bernad dijo...

Sí, Diego, es un descubrimiento que tiene algo de iniciático. O más bien de finalizador. Pero, mientras yo esté aquí, los Reyes siempre tendrán algo para Adri y para Víctor. Por cuenta de mi majestad, jejeje. Crean o no.
Saludos Reales.

Alfredo J Ramos dijo...

Aprendizajes necesarios, sin duda. Pero las sorpresas más gordas están por llegar. Aquí una prueba:
http://www.youtube.com/watch?v=jYaOa-V5slI

Olga Bernad dijo...

Ah, jajajajajajaj. Qué bueno. Cierto, las sorpresas más gordas están todas por llegar...
¡¡Gracias, Alfredo!!

Anónimo dijo...

Me quedo con tu sentimiento de madre , de dedicarles palabras a los que tienes alrededor, a los que quieres ....

Olga Bernad dijo...

Afortunadamente para mí, no sólo quiero a los que tengo alrededor. Aunque los quiera especialmente. Pero pocas cosas hay más libres que el afecto.