El siglo XX dobló definitivamente el cuello ante el escurridizo significado de la palabra originalidad. Y el XXI no parece que vaya a levantarlo. Todo el mundo se moría por ser original. Algunos lo consiguieron: cráneos privilegiados, cadáveres exquisitos, estrellas del rock, etcétera. Pero la masificación de la originalidad como objetivo consiguió también que, al final, fuese el concepto de normalidad el que se volviese anormalmente elástico y acabase convertido en un caldo oscuro en el que todo se diluyó por igual.
Y, sin embargo, es tan tierno –por ejemplo- que a un joven le parezca digno de contar su primer polvo (o digno de olvidar, pero siempre digno de convertirse en literatura). Y no literatura cualquiera, no. Literatura original, como el pecado, como un día lo fue el punk y luego el afterpunk y luego el postafterpunk donde yo perdí la cuenta. Así es la primavera, repetitiva y nueva para siempre jamás. O los juguetes (nuevos). O la tecnología. La originalidad montada en las noches de los trenes.
A veces, justo antes de dormirme, pienso que daría todo mi reino de borrascas por un hombre que quiera ser normal (no, no quiero decir normal). Uno que no doble el cuello. Oh, capitán.
31 comentarios:
Ay, uno normalito, please.
;-)
Y aprovechando lo orignial y lo del siglo pasado: Alaska no ha pasado de moda en absoluto y me refiero a la de los 80' y 90'
Anabel
Decir normalito es ya decir especial. No sé qué va a pasar con los campos semánticos;-) Y lo de menos es la vida real (donde no me quejo). Lo malo es la literaria, que es mi pasión.
Vamos, que al menos Alaska tenía su gracia.
Gracia tiene esta Fruta Radical. Lástima que se prodigue tan poco.
Pa qué más.
Si ya he tenido que aclarar en facebook que vale para hombres y para hombras. Dios (mío). Como dice un sabio: que vengan los Mayas ya.
Que vengan!! Si no esto es un sinvivir. Pero a ver si se van a encontrar con la Merkel a punto de embargarnos el país y se van a confundir.
Pobre mayas, ya ni vaticinar el fin del mundo es original, lo único original sería que de verdad se acabase. : p
Merkel y Mayas juntos serían un exceso general e incluso literario, pero a la vez también sería ya lo de menos, llegados a este punto. Yo me voy a sumar a la intención originalitaria según las normas de libro y voy a empezar a ser auténtica o algo, escribiendo lo que ahora pienso solamente para mí (y todas esas cosas).
: p y requete:p, sea lo que sea lo que signifique.
Olga:
Si eh que no pué ser, si eh que lo queremoh to: que la moza sea guapísima pero no se lo tenga creído, que sea buena madre y mejor amante, que sea princesa pero que sepa arremangarse las mangas, que sea delicá pero que sepa enfrentarse al peor de los camioneros, que vaya impecable pero que no se pase ocho horas en el aseo, que se levante con la cara maquillá y la raya de los ojos pintá, que no tengo arrugas ni ojeras... o sea, normal como la vida misma, jajajaja.
Yo mismo lo sea, que me duele la cara de lo guapo que soy. Muah.
Salu2, jajajaja. :))))))
Sí, mesié, yo siempre lo he querido todo pero, por lo visto, ella quiere más... porque lo que pide es mucho más difícil de lo que pides tú. No hay más príncipe azul que uno que no baje la cabeza. O sea: no hay. Pensé en todo esto después de leer unas cuantas cosas raras y, finalmente, un poema de Miguel Labordeta (no el cantante, un poeta muerto que también formó un club):
Puesto que el joven azul
de la montaña ha muerto
es preciso partir
antes de ser golosamente asesinados
en los crepúsculos de la gran ciudad
antes de que las muchedumbres
tristes de los metros
invadan el templo del sol
definitivamente seducidas
por las noches de los trenes...
Etc.
Muaks, Dieguico.
Es verdad Olga:
Siempre queremos más y a veces hasta el alma se nos queda pequeña, el espacio nos agobia, el infinito nos aprieta y los zapatos del absoluto nos quedan chicos.
Saludicos, majica.
El marido de Alaska muy muy normalito no es.....a mi me gusta la anormalidad de la normalidad....
Puede ser, mesié, y al final acabamos suplicando, simplemente, un poco de autenticidad. Algo sólido. Y amable, a ser posible. En el sentido etimológico de la palabra. Ves... empiezo a pedir y me vuelvo loca,-)
Reconozco que, aunque la canción es una broma aquí, pues mira, yo siento bastante simpatía por los personajes de los ochenta. Me parecían originales. Quizá porque el mundo era entonces para mí completamente nuevo y así es mucho más fácil.
A mí lo que me gusta es la gente especial, claro, pero eso no depende de nuestros deseos ni de nuestras extrañas volteretas.
Oye, pues si en la vida real no te quejas no te quejes, jejeje.
Muy bueno, Angós.
Aquí cada uno a lo suyo,-))) y requete,-))
No me quejo de la realidad, la verdad.
Pero lo que pasa es que, además de vivir, también me gusta leer. Y Quisiera no perder ese gusto.
Por eso tú y yo tenemos muchísima suerte. De verdad te lo digo. Un abrazo.
Y esa suerte hay que seguir trabajándosela (aunque siempre hay algo de suerte-suerte en estas cosas). No todo es merecido o inmerecido.
Abrazos, condesa, te imagino feliz;-)
Lo que yo digo. Cariño, cerveza fría y gin tonic helados, una mano y un parque.
jajajajaj, ¡el discreto encanto de lo auténtico! Tú sí que sabes, aviador, para qué más... incluso sobran cosas:lo importante sería la mano (aunque las otras tampoco molestan,-).
Porque tu eres una mujer de verdad.
¿Borrascosa?, ¿yo?. Ambas hacemos lo que podemos. O algo así.
Mujer, no sobra nada, de sequillo tampoco es cosa de ir. Aplica la conmutativa y siempre te saldrá un beso ensalivado.
http://youtu.be/nCwICAsp4Ks
Y de paso, Internet como catalizador fulgurante de millones de plúmbeas mediocridades... Mucho me temo que Borrascosa busca una aguja en un pajar: malos tiempos para el equilibrista.
http://youtu.be/XMhQIYlFxlM
Pero aviador, aunque esas cosas no molesten, como esto no va de besos sino de lecturas (bueno, a veces las lecturas para mí son besos...o mordiscos, o golpes,-) digamos que el gintonic y el parque serían el adorno y la mano, el hombre, sería el quid de la cuestión. A veces es que no hay ni cuestión.
Pero preciosas canciones, eso sí,-)
Mil gracias.
Ay, Francisco, mi Borrascosa institutriz puede ser así de locamente exigente porque no existe y la realidad no va a bastarle... pero tampoco a pasarle factura. No se matará si pierde el equilibrio, ni tampoco se cansará de buscar oro entre el barro. Chica con suerte,-)
Un beso.
La literatura siempre tiene algo de confesión y también de divan de psiquiatra, en particular la primeriza. recuerdo una frase de un libro de Auster (Leviathan) en la que dice algo así (es aproximado, cito de memoria):
Pensé que la de Sachs sería una primera novela convencional, un intento apenas velado de novelar la propia vida.
Saludos.
Puede serlo y no serlo. Y quizá nada sería más ficticio que un libro en el que uno pretendiera novelar su propia vida. Nuestras posibilidades de sinceridad ante nosotros mismos son francamente limitadas (mucho más ante testigos). Bueno, yo siempre creo que me digo a mí misma la verdad, of course;-) Pero veo tan claramente que a los demás les pasa que... no soy tan ingénua como para pensar que en alguna medida no me ocurre también a mí. Así que nuestras confesiones no dejan de ser literatura. Y qué literatura. Esa es la cuestión.
Sin embargo, en todo lo escrito dejamos, queramos o no, parte de lo que verdaderamente somos.
Saludos.
Ojalá nunca te abandonen los pájaros que anidan en tu cabeza. Besos
¡Creo que este comentario iba para la siguiente entrada! lo traspaso allí, por si vas a buscarlo y no lo encuentras,-)
y que sigan anidando, sí, que para eso son míos.
Besos.
Olga, no hay nada mas original que el desencanto.
Abrazo degollado.
Son originales (y devastadoras) las diversas maneras de sentirlo, sí.
Ese cuello, Sergio, bien alto;-)
Abrazos.
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