domingo, 11 de septiembre de 2011

Afectos literarios (la vida invisible)/Nostalgia armada en REVISTA DE LETRAS

A Rafael Alarcón Sierra
De más joven era profundamente inmoral en mis afectos literarios.  Rafa dice que la vida ya no es sueño, sino autoficción. Nunca estuve dotada para confundir del todo sueños y existencia pero mis amores ficticios casi eran de verdad.  Lo juro.  Lo sé porque dolían hasta enseñarme la punta de un iceberg contra el que podrías desaparecer.  Pensaba en muchos nombres -en unos más, en otros menos-, por citar algunos que tal vez les suenen pensaba en Janis Joplin, Francis Scott Fitzgerald, Humphrey Bogart, Evelyn Waugh, Curzio Malaparte, Boris Vian, Robert De Niro, Felicidad Blanch, Julio Cortázar, Vivien Leigh, Pere Gimferrer, don Francisco de Goya y Lucientes, Ava Gardner, Montgomery Clift, Joaquín Sabina.  Jamás hice con ellos lo que se llama vida social, aunque Joaquín Sabina me canta unas canciones preciosas y me mira -a mí- en todos sus conciertos.   Rezo por seguir enamorándome (o lo que sea que haga), por encontrar motivos.  No pierdo de vista que una cierta locura nos vigila siempre. Profunda y cortante, se sumerge en el mar hasta lo oscuro, es mejor no chocar contra ella.  La vida invisible se te puede tragar, eso es cierto.  Pero si nada duele, nada es cierto.  Lo noto en los ojos de los que nunca admiran, esa incapacidad para dejarse fascinar al menos hasta que duela, esa manera suya de razonar hasta amando (o lo que sea que hagan), de levantar escudos, de explicártelo todo, de mentir. O de decirte la verdad, qué importa.  

Nota: Hablando de afectos literarios, me encuentro motivos y me los colecciono:  Juan Manuel  Macías cuelga ahora en sus diosas la reseña que escribió para la revista Siltolá sobre mi Nostalgia armada  (ya hablamos de ella aquí) y en la REVISTA DE LETRAS apareció ayer, en la sección de crítica, un cuidado texto de Álex Chico que pueden leer directamente en el enlace: AQUÍ.   Es imposible no agradecer lo único que, con suerte, recibiremos: una lectura atenta y generosa.  Mil gracias, pues.                                                       
  

30 comentarios:

Araceli Esteves dijo...

Si nada duele, nada es cierto. Rotundamente.
Besos domingueros

Durrell dijo...

Yo me confieso respetuosamente enamorado y admirado. Motivos, los que usted da.
Un placer leerte en prosa o en verso.
Mis felicitaciones.

Olga Bernad dijo...

Araceli, la verdad de lo que nos pasa, la verdad-verdad, es tan escurridiza para nosotros como para los demás. Asoma en los afectos literarios y en todos los demás, cuando son ciertos. Y todo acaba doliendo alguna vez, sí.
Besos de domingo por la tarde, esa cosa taaaan triste;-)

Olga Bernad dijo...

Durrell, bienvenido al reino de la autoficción;-)
Y gracias siempre por tus palabras!

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Olga. Encantado de tu dedicatoria y de tus comentarios. Un abrazo muy fuerte.

Rafael

Olga Bernad dijo...

La conversación contigo me inspiró (como siempre;-) Y es cierto, se te escapan perlas en broma o en serio: la vida ya no es sueño, sino autoficción... No has perdido la chispa desde la facultad y eso es para felicitarte. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Amar, admirar, enloquecer, ¿hay vida sin estos verbos?

Me gustó tu reflexión. (Ah, y Sabina me mira a mí en sus conciertos, jeje... )

Un beso,

Olga Bernad dijo...

Pues no, no la hay. Hay otra cosa.

Venga, vaaaale, un rato te mira a ti y otro a mí. Pero piensa mucho en mí cuando canta, que se lo noto;-)
Un beso.

Dyhego dijo...

OLGA:
"Si nada duele,nada es cierto".
Complicada idea, vaya que sí.
Salu2.

Olga Bernad dijo...

No, mesié, es muy sencilla. Es la prueba del algodón. Es imposible pasar intactos a través de las emociones más verdaderas. Algo así quería decir;-)
Salu2.

Julio Castelló dijo...

La autoficción no es que sea lo mejor, es que es lo único que tenemos: maquillada conciencia de momentos de una vida (cuando lo es). De ahí la magia.

Olga Bernad dijo...

Sí, una vez me dijo alguien que nuestras posibilidades de ver "la realidad" eran muy limitadas. Más limitadas aún cuanto más convencidos estamos de que nunca la "maquillamos". Quizá la realidad es un mapa con muchas carreteras y, simplemente, transitamos algunas, imaginamos otras, hacemos lo que podemos... y a veces incluso lo que queremos;-)
Sea lo que sea, que no se nos muera (toda) la magia.

Anónimo dijo...

Si rezas por conservar la vida invisible, Olga, seguro que hay alguien por ahí que escuche tus plegarias. A veces uno puede dudar de si el empeño será neccesario, o incluso fructífero, pero yo confío que sí lo es. Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Dios te oiga, Sara.
Un beso.

Máster en nubes dijo...

Uf, ¿cómo no admirar, amar, entusiasmarse? A mi me pasó con Sean Connery y Omar Sharif, pero también me pasa cada vez que leo algo que me deja la noche en vela porque tengo que acabarlo. Y hasta en el campo. Felicidades por los afectos que nunca te faltarán, guapa. Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Oye, a ti solo te pasa con los guapos, jejejej. Por cierto, no me parece mal motivo. Como tú dices siempre: también es triste que te quieran sólo por tu cerebro;-)
Espero que no nos falten los afectos ni los amores, por activa y por pasiva, sean reales o literarios o directamente inventados, pues todos son una mezcla (no creas que no).
Abrazos.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

A ti Olga no te faltaran afectos...porque tu verbo enamora seguro....

veridiana dijo...

Hay que procurar no ser invisible,e inventar un decorado,una historia...
Me encanta Marina Abramovic,artista,famosa por sus performance;en una de sus exposiciones instala una imagen con una levitación,pareciendo alcanzar el éxtasis.
Po cierto,en Marzo,irá al Teatro Real,con una ópera:Vida y muerte.

Hablando de guapos:Clive Owen,está estupendo...
Un beso.

Olga Bernad dijo...

Lo que espero que no me falten, Tere, son afectos que sentir, en activo. Yo lo que quiero es querer... aunque a veces sea tan difícil que te tengas que inventar más de la mitad (o mitad y tres cuartos;-)
Tampoco está nada mal recibir afecto, la verdad, así que gracias por el tuyo, que es mutuo!

Olga Bernad dijo...

Pero yo las historias las prefiero hacia dentro, y la invención no como decorado sino como íntimo escenario. Quizá escribir sea una forma de hacer visible lo invisible. Cuando pesa demasiado, para volver a empezar. Se me ocurre.
En cualquier caso, soy muy partidaria de los guapos, alegran el gran escenario del mundo. Un día voy a hacer un montaje de fotos con todos ellos y a mí misma cantando: it's raining men, aleluya! Si quieres te apuntas a la performance, jejejej. Que tiemble la Abramovic esa!

veridiana dijo...

jaja,me apunto.

Ramiro Gairín Muñoz dijo...

Olga!
Como sé que es más facil localizarte por aquí :)), que sepas que estás invitadísma a la presentación de "QUE CAIGA EL FAVORITO", el próximo jueves 22, a las 19:30 en la FNAC, con Fernando Sanmartín y J.A. Cilleruelo. Casi ná!
Un besico

Olga Bernad dijo...

Algo haremos, Circe!

Olga Bernad dijo...

Ramiro, gracias, tengo varias cuentas y no siempre miro todas. Estoy pensando en unificarlas, pero eso implica mandar correos, etc. "Ustedes me entendéis", como decía la ínclita Lola;-)
Voy a hacer todo, todo lo posible. Será un lujazo de presentación. El 23 estoy invitada a otra y el 24 sábado (creo)vamos a Madrid con la antologìa YIN. Veré cómo hago para dejar a los críos... o igual me los llevo para que os den la presentación!
Un beso.

Miguel Baquero dijo...

Hay veces, es cierto, en que uno admira tanto la obra de alguien en que llega a causar dolor el no haberla conocido antes y se te figura que el tiempo que lo ignorabas lo has malgastado de alguna manera

Olga Bernad dijo...

Es verdad, a mí me ha pasado. Pero he acabado pensando que los libros, como las personas, nos llegan cuando nos tenían que llegar. De esa feliz coincidencia nacen historias de amor tan reales como la vida misma.

Juan Manuel Macías dijo...

Esos afectos literarios, cuando son afectos y literarios, me parecen de los más ciertos que uno puede tener. Yo también cuento con los míos. Enternece cuando Quevedo escuchaba con los ojos a los muertos. Aunque luego le quisiera sacar los ojos al pobre Don Luis (en el fondo se amaban). Me gusta esa enumeración de afectos que haces, donde conviven personas y personajes tan dispares. ¿Y por qué no? Lo importante es tener paz con uno mismo y sus afectos literarios, y entonces la propia conciencia siempre será una fiesta. Nada mejor que eso frente a la tristeza de los uniformados y la tiritera del canon académico, que se parece a un mausoleo. Me gusta cómo lo cuentas. Y me gustan tus afectos y que se lleven tan bien entre ellos. "Pero si nada duele, nada es cierto": Un texto precioso.
Besos

Olga Bernad dijo...

A mí también me gusta más la vida invisible que otras tristezas, pero en la mía no tengo ningún mérito: mis afectos me eligen. Me ven y me llaman por mi nombre y yo sólo tengo que decir sí. En los uniformados no pienso, no están en este baile ni como mal ejemplo. Paz exactamente no es que tenga, pero eso no me importa. Y menos hoy, que me voy al mar y me llevo lo visible y lo invisible;-)
Gracias por haber formado parte de esos afectos.
Besos.

Mery dijo...

Es que si no tuviéramos ese puntillo de locura en la imaginación y las ilusiones, nuestra vida tendría sombras del tamaño de catedrales, como los perfiles de tu poema anterior.
(La ventaja de leer de corrido y con perespectiva, es que se enlazan entradas y su trasfondo con cierta facilidad).
Un abrazo, mañica

Olga Bernad dijo...

Ya lo creo, Mery, "sombras del tamaño de catedrales", qué bonito;-)
Rompiendo sombras a cañonazos sentimentales, así creo que me ha pasdo la vida... y así me paso las entradas, sí. Casi nunca tengo nada pensado, así que es normal que, leídas hacia atrás o hacia delante, uno pueda ver el hilo de una ídea (o una obsesión). En el fondo tejo una alfombra. A veces eso me preocupa, porque con perspectiva quizá puedan verse demasiadas cosas. Pero todo es literatura, etc. O algo así;-)
Un abrazo, Mery.
¡Cuánto hemos hablado hoy, para compensar!