miércoles, 13 de julio de 2011

Los no-lugares (La senda del tiempo)


Recuerdo una casa en Deba, en la ladera de un monte, mirando al Cantábrico.  Otra, en la Daroca medieval, con cancela y jardín y el punto justo de decadencia.  En Zaragoza, quisiera que fuesen míos el torreón de la Zuda, el palacio de Larrinaga y Torreluna.  O que lo fuesen a ratos.  A ratos, lo son. Manderley.  Casas para la soledad que a veces se comparte.

Abrir la puerta y mostrar un hermoso interior perfectamente cuidado, el orden delicioso del burgués, su pulcro día a día dentro de ese otro orden algo más fantasmagórico de la conciencia.  Las buenas costumbres, la hora del te, las copas de vino. 

Ahí adentro he estado algunas veces, mecida por alguna conversación, en un tiempo encantado.  Allí he vivido cortas temporadas que instalo en el recuerdo y son ya capítulos perdidos, países de los que uno se va cuando las habitaciones de los sueños comienzan a oler a cárcel o a mentira.  O a nada.

Frente a eso, la atracción de la carretera infame, su olor a gasolina y libertad, sus espejismos realistas.  Las desoladas búsquedas y todos los faroles rojos que siempre nos invitan a pasar.  Una vez salí más o menos viva del Motel Bates.  Y en cuántos puticlubs me habré metido.  De cuántos he salido con el espíritu un poco más sucio y el instinto embotado por un cansancio que, al menos, se parecía a la paz.

Y, luego, esa manía de dormirme pensando en Manderley, en encontrarla un día, nueva para siempre, suave como la voz de una mujer, cálida como las manos de un hombre que te toca y te desea tanto que la casa eres tú, confusa y abierta, al otro lado de una curva imposible.


A pesar de mis intenciones de descansar hasta septiembre, parece que el verano  piensa por su cuenta.  En esta visita relámpago tengo cosas que agradecer:  a Antonio Rivero Taravillo, su mención en Fuego con Nieve de mi Nostalgia armada, a la que tan bien ha tratado en el prólogo y fuera de él;  a una lectora  desconocida para mí,  su atención a Andábata y las varias entradas que le ha dedicado en su blog.  También tengo cosas que compartir: en Los otros hay un par de novedades, Carlos Manzano me solicita un relato para el número 22 de la REVISTA NARRATIVAS y un texto inguinalmente crítico ha pasado a formar parte, junto a otras interesantísimas firmas, de la sección VACACIONES AÚN MÁS CRÍTICAS de la página de DVD Ediciones.  Espero que os gusten. 

47 comentarios:

Durrell dijo...

Espléndida sorpresa esta puerta entreabierta a tus no-lugares. Confieso que he buscado algunos de ellos. Y qué placer leerte y andar contigo desde hace un trecho la senda del tiempo.
Gracias por el regalo inesperado y enhorabuena por tan productivo "descanso".

Olga Bernad dijo...

Gracias a ti, Durrell, por venir a leer y a asomarte en esos no-lugares, y por acompañar, siguiera virtualmente, en la senda del tiempo.
Pensaba no volver hasta septiembre, pero escribí este texto hace unas noches y me quemaba en las manos.
Para eso está el blog, supongo, para que las manos no me quemen tanto;-)

Araceli Esteves dijo...

Qué bien se está a veces en los no-lugares y en el no-tiempo Y qué bien lo describes tú.

Olga Bernad dijo...

Los no-lugares tienen su sitio, igual que el tiempo tiene su senda. Es complicado hablar de ello, por eso os he traído unas cuantas fotos;-)
Gracias, Araceli, me alegro mucho de que te guste.

Unknown dijo...

Quién sabe si esos capítulos de verdad se perdieron. Si el olvido es una forma de memoria (Borges dixit) bastaría una nueva conversación encantada, un vino que no emborrache pero calme la conciencia, y todos esos instantes serían uno y el mismo. Quién sabe.
Abrazos.

Olga Bernad dijo...

Si lo dijo Borges y lo corrobora usted, no voy a ser yo quien me ponga a llevar la contraria;-) Lo cierto es que esos capítulos -esperemos- no agotaron el libro de la verdad. Mientras nos quede tiempo y senda (e incluso verano: no nos falta de nada) seguiremos leyendo.
Un abrazo, Eduardo, y muchas gracias.

Juan Manuel Macías dijo...

Cómo nos definen a todos esos no lugares, y qué maravillosamente los defines. Qué relojería melancólica en esa no biografía. Me alegro de que el verano a veces piense por su cuenta (¿lo dudabas? :-), si nos trae como regalo esta joya de texto.
Besos

Olga Bernad dijo...

Nos definen, sí. Hablan de nosotros y saben todo lo que nosotros hemos dicho dentro. Bien pensado, también hay que escapar de ellos alguna vez (aunque sea para tener ganas de volver:-) Pero esos lugares son nuestra casa, creo que sí.
Besos y gracias, capitán.

Alfaraz dijo...

A Manderley y al Motel Bates añadiría de mi cosecha la Casa Usher, Y de todos los no lugares (y hasta de los lugares) nos quedará el recuerdo de algunas conversaciones.


Olga, las buenas intenciones están para romperlas así de agradablemente.




.

Olga Bernad dijo...

La casa Usher sería una inquietante residencia de invierno; y su (re)lectura, la mejor conversación con el autor. Puede ser una idea para diciembre, aunque todavía tenemos pendiente esa revisitación de La piel, con Curzio Malaparte, en edición de 1969.
Y, sí, el recuerdo de algunas conversaciones es lo que queda. Lo demás no deja de ser el escenario que las hace posibles o imposibles, un poco como el blog.
Da gusto volver;-)

Miguel Baquero dijo...

Qué bien describes esas casas como fantasmagóricas y misteriosas. Dan ganas hasta de veranear en una de ellas :-)

Olga Bernad dijo...

Estás invitado, Miguel.
Estoy segura de que serías un excelente conversador;-)

Anónimo dijo...

Lorca también comentaba que había perdido muchos versos por el calor que le daban las manos. Me alegro que esa quemazón a ti no te afecte.Tántas veces he pasado por tu blog, que estoy de suerte y celebrándolo. Preciosa entrada, Olga. Permíteme que no sepa elogiarla, como merece.Quizás no esté famiiarizado con los términos del texto, pero su belleza es indudable. Grandes comentaristas, además, con los que cuentas.
Salud para todos vosotros.

Olga Bernad dijo...

Sí me afecta, anónimo, a mí me afecta todo (aunque aguanto bastante bien la quemadura;-) No hace falta que elogies, aquí estamos para leer, hablar -quien quiera- y, si se puede, disfrutar un poco de la conversación. También este blog es un poco mi casa, una de ellas. Muy bienvenido y muchas gracias.

Juanma dijo...

Estoy repartiendo besos por los blogs amigos y vengo a dejar uno gordo que lleva escrito tu dirección, que te pertenece vaya.

Pues eso...un beso gordo.

Toni Aznar dijo...

Me parece genial que tengas la necesidad de dejar retazos que todos podamos compartir.
Divino el fuego que nos quema las manos y nos obliga a ir dejando huellas y rastros.
Un abrazo
Toni

Olga Bernad dijo...

Bueno, Juanma, ya te he dicho que me alegra mucho tu vuelta (aunque yo estoy también un poco "a medias" por aquí). Lo importante es volver cuando un texto nos lo pida. Esto es un lugar de encuentro del que cada uno entra y sale como quiere. Los amigos, siempre se encontrarán;-)
Besazo.

Olga Bernad dijo...

Sí, Toni, es una necesidad que procuro no forzar pero tampoco traicionar. Divino o humano, ese fuego me quema a veces;-)
Bienvenido por aquí.
Un abrazo.

Angós dijo...

Yo no soy un excelente conversador pero conozco muy bien algunos de esos lugares.
Pero leer lo que haces con ellos me sorprende, me sorprende lo que escribes. Siempre.

Olga Bernad dijo...

Ni falta que te hace.
Tú tienes sitio en ellos por derecho propio. Quien puede, puede;-)

Antonio Azuaga dijo...

Me parece perfecto que no hayan sido respetadas tus “intenciones” por el verano; y además, como tantas veces ha ocurrido desde los “orígenes”, estoy de acuerdo con Juan Manuel y su tasación de joyero experto al hablar de este texto.

Pero… (seguro que me permites y me perdonas un “pero”), disiento en un renglón: las habitaciones de los sueños nunca huelen “a cárcel o a mentira”; y, mucho menos, a “…nada”. Eso nos pasa con los espejismos, que son sueños de mercadillo, pobres falsificaciones ofrecidas al deseo o a la necesidad… Los sueños de verdad, Olga, los que se merecen el nombre o, como diría un consumista-burgués de nuestros días, son “de marca”, nunca decepcionan. Aunque el uso indebido hace perder la garantía. Porque los sueños no se estropean; muchas veces somos nosotros quienes no sabemos qué hacer con ellos.

¿Me has perdonado la “disidencia”...?

En todo caso, y siempre, un beso.

Dyhego dijo...

OLGA:
Tan frenética como siempre.
Que todo te vaya bien y disfruta del verano y de Manderley, con vasos de cristal o de plástico, lo que se tercie.
Salu2.

Olga Bernad dijo...

Querido Antonio, a mí me gustan bastante nuestras disidencias mutuas, de hecho, te confesaré que a veces nombro a Platón en vano sólo para llamar tu atención;-) Pero en este caso, no pensaba en disidencias. La desilusión no es materia opinable. Es. Como el ser. No lo sé, no sé si es cierto que los sueños, si son de verdad, nunca huelen a cárcel o a mentira. O a nada. A veces se agotan, o nos agotamos de sostenerlos contra todo pronóstico. “Los que se merecen el nombre”, qué frase, Antonio. Los sueños son como nuestra vocación, una parte de nuestra fe, “el nombre que le dimos a nuestra dignidad” dijo Gil de Biedma en algún momento (creo) refiriéndose a no sé qué. Cuando se van desdibujando como espejismos no es porque no fueran ciertos sino porque nunca pasaron y sospechamos que ya nunca pasarán. Saberlo es perder esa fe. Ser incapaz de seguir manteniendo en danza no se cuántos malabarismos mentales. Algunos incorregibles nos quedamos como locos zahoríes con una medalla desquiciada en la mano, o como sedientos lobos, cogemos carretera y manta e intentamos buscar (y encontrar) agua en alguna parte. Puede que eso nos envilezca un poco más, lo sabemos. Y por eso acabamos pensando en Manderley todas las noches. Creo que otra vez lo he explicado mal. De todas formas, yo creo que tú me entenderás, siempre me siento extrañamente comprendida por ti, incluso en tus disidencias;-)
Un beso.

Olga Bernad dijo...

Diego, no tengo problemas: en vaso de cristal -si puede ser- o amorrada al pilón, si no queda más remedio. Procuraremos que la sed de este verano no pueda con nosotros. Ni la del siguiente. Que todo te vaya como te mereces y que disfrutes mucho tú también, mesié.
Salu2.

Juan Carlos Garrido dijo...

Quizá, Manderley no exista más que en un rincón del deseo.

Saludos.

Anónimo dijo...

No existe, SC, es un no-lugar. Y algo que nos recuerda que,despues de todo, nuestro deseo no se conforma con cualquier cosa, aunque eso nos condene.

Olga Bernad dijo...

Anda, te he contestado desde el móvil y ha salido como anónimo, pero soy yo;-) Saludos, S.C., y buen verano.

Ramiro Gairín Muñoz dijo...

Olga, terminada tu Nostalgia, que me ha desarmado a mí. Enhorabuena por el libro, y gracias por haberlo escrito. Tienes un mail con más alabanzas :) Feliz verano!

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Ramiro, eres muy amable. Te contesto con calma esta tarde-noche vía mail. Me pongo sí o sí con el correo;-)
Un abrazo.

gbp dijo...

Todos esos lugares... pronto voy a volver a ver algunos de ellos. Y qué texto, hermana. Siempre sorprendente.
Muchos besitos. Hasta mañana!

Olga Bernad dijo...

¡Mañana ya, siiiiii! Un motivo más para olvidarse un poco de los (no)lugares y volver a las personas. Lo que el tiempo nos deje;-)
Kisses.

Jesus Esnaola dijo...

Os contaré un secreto: sólo hay un modo de llegar a los no-lugares; deseando no-ir.
Claro que tú, Olga, lo dices mucho mejor. A veces la poesía me impone respeto y eso me ha mantenido alejado de este blog. Qué tonto.

Un placer leerte. Volveré.

Abrazos

Olga Bernad dijo...

Yo no sé si lo digo mucho mejor, la verdad, pero me alegro de que lo creas;-)
Compartimos respeto por la poesía. Yo no pude escribirla hasta los treinta y muchos, cuando ya no quería sueños sino realidades. Y ponerlas a prueba. Quédate, hombre, que esto no es un lugar pero tiene algo de casa;-)

veridiana dijo...

Demasiadas casas para limpiar...

Un relato precioso,me ha parecido que estaba con Thelma y Louise o con Lor Byron,Remando al viento.

Una gozada que no te marches del "todo".

Un beso

Olga Bernad dijo...

¡Pero no hay que limpiarlas! O tal vez sí, ahora que lo dices...
Hubiésemos sido muy felices tú y yo, Circe, remando al viento con Lord Byron. Ganas me dan de volver a ver también esa película. Creo que aún la tengo en VHS. Una idea para las vacaciones que, por cierto, inicio hoy;-)))
Cómo me voy a ir del todo, si hay algunas personas a la que sólo encuentro aquí... yo creo que del todo, del todo, no.
Un beso.

veridiana dijo...

Es cierto,es una película preciosa.
Sí,no estaría mal estar con L.Byron,ni con Hugh Grant...

Disfruta de tus vacaciones,yo la mitad de agosto.

Besitos

Olga Bernad dijo...

Para entonces ya se me habrán acabado;-(
Tampoco le negaríamos la entrada al Laurence Olivier de Rebeca, oye, ya puestas a abrir puertas (y ya que Manderley es suya y me la deja algunas noches;-)

Blackbird dijo...

Touché con tus palabras y con los Celtas!
Son el marco incomparable para agarrar una buena borrachera depresiva.
Pero tranquila, al menos nosotros nos levantamos al día siguiente como si no hubiera pasado nada, no como Amy y la ya cansina y terrible saga Joplin, Hendrix…

Seguiremos soñando, mientras tanto estaremos vivos.

Olga Bernad dijo...

Sí,una buena borrachera depresiva es algo que describe muy bien esa canción. Supongo que seguiremos soñando, Black, aunque el día siguiente es siempre una incógnita, y parece algunos, como Janis, como Amy, hacen lo posible por despejarla pronto. Descanse en paz. Otros, como el monstruo ese de Noruega, se dedican a matar gente por el bien de la humanidad. Lástima que esos no tengan nunca tendencias autodestructivas y que sus sueños sean siempre las pesadillas de los demás. Qué mal repartido está el mundo interior.

Un beso y hasta la vuelta.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

¿Sabes que cuentas las cosas de una manera maravillosa? si que lo sabes....puedo vivir lo mismo que tu con cada parrafo que escribes y eso debe ser algo asi como una experiencia ¿catarsica? no se si es muy correcto pero me encanta esa palabra.
Olga te echo de menos,pero algun hombre gris me ha robado el tiempo,espero retomar pronto nuestros encuentros culinarios y que me cuentes muchas cosas.
Un besico mu grande.

Olga Bernad dijo...

Tere, yo creo que el método catártico lo aplico para mí misma, pero me encanta que les sirva a los demás;-)
Ese hombre gris se las va a ver conmigo si no te suelta pronto, que lo sepa! Ahora estoy de vacaciones y prácticamente desaparecida,tengo muchas cosas que revisar y entregar y necesito este autosecuestro, pero volveré muy pronto. Nos veremos.
Muaks!

Maria Luisa dijo...

Querida Olga, paso a dejarte un comentario, te visito, te leo y no te olvido; me ayudaste mucho y me ayudas, te quiero y me quieres.
¿ Se puede pedir más?
Te deseo un verano pleno de felicidad te lo mereces.

Te quieroooooooooo

Olga Bernad dijo...

¡María Luisa! Creía que habías dejado estos mundos virtuales... me alegro de saber de ti, reina madre;-)
Estoy fuera y sin ninguna facilidad para conectarme. Que pases un inmejorable verano. Un beso enorme para ti y los tuyos.

Gemma dijo...

Me resulta muy interesante la reflexión que entablas en torno a la realidad y lo soñado, o viceversa, como estados o circunstancias lábiles e intercambiables, más allá de las apariencias.
Creo que a veces sucede eso que nos relatas con tanto primor: ciertos escenarios, determinadas casas perfectamente amuebladas y llenas de confort se revelan de pronto como lugares muertos, como los espacios vacíos del título que son los no lugares, vaciados de sentido en realidad. Cuando eso sucede, "la carretera imfame, su olor a gasolina y libertad, sus espejismos realistas" resultan del todo imprescindibles, aunque al cabo solo sirvan para abrirnos aún más los ojos de la conciencia.
Y qué sensación de vértigo entonces sentir el propio cuerpo como la única casa, con la vida al filo.
(Mis disculpas por la tardanza, Olga. últimamente tengo la cabeza a pájaros...)
Un fuerte abrazo, y feliz verano!
Gemma

Olga Bernad dijo...

Si te paras a pensarlo, Gemma, es como si estuviésemos condenados a habililitar espacios, amueblarlos, soñarlos, cambiarlos, intentar conventirlos en lo soñado, volver a cambiarlos, llenarlos de muebles, personas, libros, presencias y hasta ausencias... para finalmente tener que abandonarlos si queremos avanzar. Al final, supongo que todo está bien si nos queda la calle para correr, como decía mi abuela, mucho tiempo después de no poder ni andar;-) Ningún lugar soñado se deja habilitar a nuestro gusto hasta ese punto, quizá por nuestro bien.
Nuestro cuerpo y nuestro corazón, la pecera melancólica de la que hablaba Miguel Hernández, es, si no nuestro único escenario, nuestra única manera de estar en todos ellos. Por eso los sitios no son lo que son, sino lo que nosotros llevamos dentro. Algo así, chica. Hoy te contesto precisamente desde Daroca, muy cerca de la casa que nombro en el texto, sin que los dueños tengan ninguna sospecha de que en el fondo es mía. Angelicos;-)
Besos, Gemma, que todos tus pájaros de la cabeza sean muy felices este verano. Los míos no están mal, no se quejan, jejejej.

Anónimo dijo...

Pues es un auténtico placer, al menos para tus seguidores, que interrumpas tu descanso para dejarnos ésto. Me encanta la metáfora del cuerpo curvilíneo de mujer como casa de las manos deseosas de un hombre. Bueno, es que me encantan todas tus metáforas, la verdad...

Besos grandes,

Olga Bernad dijo...

La metáfora es una reina muy exigente, Alice, pide como si diera, quiere otra vuelta de tuerca en la manera de mirar;-) Me gusta que te gusten mis metáforas. Estoy bastante apartada, pero vuelvo pronto y espero normalizar la publicación del blog en septiembre y también mis lecturas atrasadas, poco a poco. Un beso.