martes, 22 de marzo de 2011

Para que tú las bailes... (Banda sonora de Andábata I)


Hace tiempo que pensé en dedicar una entrada a cada una de las canciones que aparecían en Andábata, pues a Marta le presté, entre otras cosas, parte de la banda sonora de mi vida.  Una de las canciones que se cuelan en el pensamiento de Marta  es -inevitablemente- el Quiero ser libre de Los Chichos, tan inmortal, tan puro (a su manera), tan distinto. 

Más allá de la crítica musical e incluso de los gustos personales, al final la banda sonora de la vida es lo que se recuerda.  Yo recuerdo, por ejemplo, que a los trece años comencé a volverme  loca por aquellos grupos ochenteros, nuevos e independientes, que salpicaban mi corazón de una alegría gamberra y superaban de un plumazo la  libertad tan tristemente soñada por aquellos otros barbudos comprometidos, los cantautores de mi infancia.  Para compromiso, la actuación.

Pero se me han ido de la cabeza las letras de Polansky y el Ardor e incluso algunas de La Mode.  Me cuesta recordar a Aviador Dro, a Kikí D'Akí o a los Lords of the New Church (si bien me sigue encantando su Russian Roulette).   Sin embargo, recuerdo con toda facilidad a Los Chichos, aunque entonces los despreciase, distraída entre libros y perfumes y postmodernos, aunque también los despreciasen los puristas (siempre dando su especie de murga, les da igual el tema, la cuestión es no dejar vivir) y algunos intelectuales los salvasen para olvidarlos inmediatamente, como si fuesen un asunto de hacer gracia, sin acabar de comprender jamás que esas letras eran algo mucho más auténtico de lo que el efímero reconocimiento de la fama supone.

“Poder casarme contigo, tener un niño marinero…”  ¿Un niño marinero?  ¿Y por qué marinero y no ingeniero del estado?  Pues porque no, porque no eran materialistas, ni siquiera al estilo sesgado y brutal en que pueden serlo los antimaterialistas- anda y léeles a Marx, o háblales de neocones-.  ¿Por qué marinero y no poeta? Pues no lo sé, pero ahí está su no sé qué (que quedan balbuciendo), completamente a salvo de su propia horterez, de la indignidad, del desastre que late en esa actualización siempre algo falsa de su auténtica versión gitana de los hechos; ahí brilla, entre yonatanes y kevincósneres, alguna verdad como un templo: que tienen sangre de reyes en la palma de la mano y una borrachera de melancolía intergeneracional que llegará hasta el fin del mundo.

Como yo nací en un barrio fronterizo, uno de esos barrios obreros que marcan el límite entre la ciudad y el descampado (ay, esa sensación de haber caído del lado un poco menos malo por los pelos…), recuerdo el poblado gitano que se divisaba, allá en la llanura de las afueras, desde la ventana de mi dormitorio.  Alguna noche de verano miraba las hogueras y me llegaban, mezclándose con mis primeros escritos, voces de juerga y luces.  Allá lejos, tan cerca.

A veces aparecían jeringuillas por el suelo de la fábrica quemada que dibujaba la frontera entre ellos y nosotros, o en los silos abandonados donde nos encerrábamos para fumar y ver revistas porno.  Las gitanas que venían en busca de agua potable a las bocas de mi calle tenían largas melenas, ojos hermosísimos y olían a humo.  Niñas preciosas a las que les salían tetas en un cuarto de hora,  jóvenes princesas que se convertían en madres desdentadas de mirada triste en diez minutos.  Maldita magia del revés, maldito duende descuidado.  Ya no hay poblado, hay unas instalaciones deportivas limpias de polvo y paja.  Ya no hay gitanos.   El ayuntamiento (o quien fuese) los integró (o lo que sea) por ahí. 

Qué habrá sido de toda aquella gente a la que yo veía acceder a la ciudad por las sucias aceras de mi barrio tarareando canciones de los Chichos, qué habrá sido de mí, dónde estará la tumba de Marta.  Yo no lo sé (perdonen la tristeza).

La foto es una de las muchas que aparece en google si  hacemos la búsqueda "gitanos españoles" 

24 de marzo: En la sección "Poetas" del Heraldo de Aragón de hoy aparecen algunos versos de Nostalgia armada.




25 de marzo: Javier Sánchez Menéndez, editor de Siltolá, y mi amigo Rafael Alarcón me avisan de que en El Cultural del periódico El Mundo aparece hoy una breve reseña de Nostalgia Armada.  Contentísima de que el suplemento de un periódico nacional se ocupe tan pronto del poemario,  y en términos básicamente elogiosos, además.  Toca un tema que me encanta para "discutir".  Y para escribir, evidentemente.  

26 de marzo: Juan Manuel Macías, poeta, amigo y vecino virtual, anuncia en su blog la aparición de Nostalgia armada y elige un poema, Belchite, para darle la bienvenida. Gracias, capitán. 

30 de marzo: Antón Castro reflexiona sobre las letras aragonesas en el chat del heraldo, y nos habla de su nuevo libro "El paseo en bicicleta". No se lo pierdan.  

57 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Lo lamento, cuando la colgué se me olvidó activar la opción de comentarios!.
Gracias por avisar.

Elías dijo...

Querida Olga: acabas de retratar exactamente mi barrio, mis sensaciones de entonces, los gitanos que convivían en la frontera con nosotros también.
En lo de la banda sonora soy un poco más antiguo que tú -¿quiénes puñetas son, o eran, Lords of New Church¿-.
Pero Los Chichos, ah, los Chichos; a Los Chunguitos, primos hermanos. O Las Grecas. O Los Amaya...

Un beso a ritmo de rumba.

Olga Bernad dijo...

Ay, Elías, qué bueno es ver el descampado bien de cerca. Saber que está ahí, y aprender de los que sobreviven en él. Sin juzgar demasiado.
Bueno, los Lords eran como postafterpunk, qué fatigas para sacar la letra de esa Russian Roulette (no había Internet ni demasiados conocimientos de inglés) con mi amiga Angelines... A Las Grecas y Los Amaya los recuerdo como algo muy, muy de la infancia, pero para el 83-84 los Chichos estaban en todo su esplendor aún, eran los ídolos de mucha gente, y yo tengo ese sonido mucho más metido en el alma de lo que creía, sí.
Un beso.
Otro día, un tango;-)

enrique dijo...

Ay, la banda sonora de la prota de tu magnífico libro es lo que menos me gusta...
:-)

Miguel Baquero dijo...

Bueno, yo recordó un panorama parecido a este con nostalgia porque era mi niñez y mi adolescecia, pero lo cierto es que maldita la gracia que tenía en realidad el fronterismo de mi barrio, y te reconozco que pese a lo que luego haya podido oír luego y me haya preocupado de pulirme un poco aún me parece que en cualquier momento va a entrar por la ventana de mi cuarto, desde un radiocasette a tanto volumen que distorsiona, el "esta rumba tan flamenca que los Chicos componemos son son para que tú la bailes son son para cantarlas al viento..."

Anónimo dijo...

Ay Olga, yo también despreciaba a Los Chichos, pero esta tarde bien que he bailado con ellos. Y cuántos recuerdos bonitos me ha traído esta música, imágenes de un pasado que se fue (y que creía ya olvidado) mucho más nítidas que las que puedan evocar otras canciones de las de entonces. Gracias.

Durrell dijo...

Magnífico el crudo y lúcido lirismo de tu mirada gitana de hoy. Espléndida tu forma de extraer poesía de donde otros extraerían resentimiento y miseria. Tu duende no se descuidó, tu ángel tampoco.

Dyhego dijo...

OLGA

Dyhego dijo...

OLGA:
También me gustaban Los Chichos, lo reconozco. Y muchas otras músicas inconfesables. ¡Por eso sólo puedo escucharlas cuando voy solo en el coche! ¡Si te dijera las canciones que he escuchado esta misma mañana, te morirías muerta rematá!
¡Dime dónde está la tumba de Marta pa llevarle unas florecicas!
¡Y olvida esa tristeza, que te afea la mirada!
Salu2

Angós dijo...

Yo era más de los Who como tú sabes, pero soy de lo que tú quieras. Hay que ver esos Chichos!
Olvida la tumba de Marta que no está cavada aun y olvida la tristeza.
Pero no te afea la mirada, no te la afeó ni el barrio.

Olga Bernad dijo...

No es una banda sonora fácilmente “aceptable”, Enrique. Y he empezado por una parte que aún tiene lado amable. La verdad es que no sé cómo encararé otras canciones (pero lo haré).
Yo tardé mucho a llegar a King Crimson, y ahora mismo me parece un recuerdo por desgracia mucho más maltratado.
Bueno, gracias por lo de “magnífico libro”, va;-)

Olga Bernad dijo...

Miguel, si tuvimos que aceptar la parte mala de nuestro “fronterismo” -que la tiene, y muy variada, ya lo creo- tampoco está mal que nuestra nostalgia le busque el lado bueno. Que seguro lo tuvo. Yo no guardo malos recuerdos. Es más, puede que el barrio me gustase más que ahora en muchos aspectos. O será la vergüenza torera que me inculcaron, la de no quejarme más de la cuenta. Pero a veces me ocurre como a ti, sí; ay, aquellos radiocassetes feroces mientras uno se empeñaba en estudiarse a Kant para aprobar la selectividad, aquellas ventanas abiertas de par en par con todas las teles puestas al unísono en la primera cadena… Y “son, son, para que tú las bailes, son, son para cantarlas al viento”.

Olga Bernad dijo...

Sara, ayer, mientras escribía la entrada, me oí todo el repertorio y bailé como una gitana posesa;-) Me resulta increíble haberte llevado esas canciones a ¿Belfast? De allí me llegan ahora tus visitas. Curiosísima la nitidez con la que se quedaron en alguna parte de nuestra memoria. Sin duda, conectaron con algo nuestro que nosotras no sabíamos o no queríamos ver.
Gracias a ti por bailarlas conmigo.

Olga Bernad dijo...

Durrell, a la fuerza ahorcan;-) Si mi ángel no se descuidó, no tengo yo ningún mérito en eso.
Pero muchas gracias por tus palabras, de corazón.

Olga Bernad dijo...

Diego, qué verdad. No conocemos a alguien del todo hasta que no nos confiesa sus canciones inconfesables;-) Hay gente a la que nunca deberíamos confesárselas, nunca nos aceptarán. Así que hace usted muy bien en escucharlas solito y en el coche, no como yo, que acabo de hacer una confesión pública…
Marta le agradecerá las flores. Mándelas a una dirección inventada porque no sé nada de ella desde hace mil años. Dicen que no, pero yo creo que está bien muerta.
Salu2.

Olga Bernad dijo...

Gracias, Angós. Conociendo tus gustos, a eso se le llama ceder. O más bien conceder.
No tengo derecho a la tristeza. Es esa maldita nostalgia, que se rearma en cuanto me descuido;-)

dale calor dijo...

Me encanta todo el flamenquito mestizado, con rock, rumba, popero, lo que sea pero creo que como toda musica aunque me encantan el tiempo de los chunguitos y del cante jondo espero que no vuelvan, y menos esos pantalones de campana con los chalecos (ostias si ya volvio hace no mucho esa moda, jajaja)

saludos

http://dalecalor.blogspot.com

Olga Bernad dijo...

Uf, mezclar a los chunguitos con el cante jondo, aun con su raíz flamenca... Bueno, yo hablo de esa época de adolescencia y primera juventud,de principios de los ochenta a principios de los noventa: nada de campanas, pantalón de torero, alto de tiro y ajustadísimo de pierna, mucha hombrera, etc. Para el negocio de la moda, es imprescindible que, en sólo diez años, toda moda se vea absurda (lo que seguramente es); cuando pasan más de veinte, nuestra melancolía empieza a disculpar estéticas por la vía sentimental. A los pantalones de campana ya les ha dado tiempo a volver... y a volver a marcharse. La vida es un tango.
Bienvenido.

Anónimo dijo...

¿Por qué la melancolía es un estado tan contagioso sobre todo en un día gris de marzo? Me has hecho pensar en la tumba de Camilo. Guardo una foto donde sale con 15 años tirándose de cabeza desde unas rocas. Yo tampoco puedo llevarle flores.

Olga Bernad dijo...

Porque las palabras tocan y contagian y nos llevan a nuestras propias melancolías, que siempre están esperando, agazapadas.
Disfruta del día, Alice, y no leas cosas tristes.

lolo dijo...

Ay, ay Olga, que lloro. Qué entrada tan genial. Lo siento pero me quedo con las "niñas preciosas a las que les salían las tetas en un cuarto de hora". Yo me entiendo; feliz banda sonora. Smuack.

Retablo de la Vida Antigua dijo...

De La Mode recuerdo su "Evolución de las costumbres". Tiene una letra profundamente pesimista y sombría. Y había por los ochenta un grupo llamado "Magenta", creo que de Zaragoza, que tenía muy buen tono.

Saludos de su lector-

Anabel dijo...

Ya sabes lo mucho que me gusta tu Andábata. Si eso fuera poco, creo que compartimos la misma banda sonora de adolescencia y juventud.

Así que siga usted subiendo su música, que será la mía también.

Enhorabuena por tus éxitos y un beso,

Anabel

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Andabata es una genial novela y marta una protagonista que me recuerda a alguien cercano.....y la música siempre esta ligada a algún tiempo lejano,a un instante especial.....besicos te mando.

lolo dijo...

Y otra cosa; les brilla alguna verdad como un templo, estoy segura. Gracias, Olga.

Olga Bernad dijo...

Lolo, no me llores, mujer, que para eso ya estoy yo… aunque yo también te entiendo, y entiendo que te quedes con esa frase.
Y sí, también, como dices en tu segundo comentario, les brilla alguna verdad. Hay verdades que resisten (ahora y siempre al invasor, etc.)
Pero la entrada tiene tristura, ya lo creo. Me alegro de que, a pesar de todo, te haya gustado.
Smuak!

Olga Bernad dijo...

Querido GdL, casi no recordaba a Magenta y, sí, eran muy elegantes. Había un batiburrillo impresionante. Había un pop más elegante, Los Esclarecidos, Nacha Pop… a mí me gustaban también Estación Victoria- aquel “Octubre Rojo”- y La Mode, of course, y los anteriores Paraíso, con aquella canción “Para ti” y otra que se titulaba “Carolina”, creo, que me encantaba. Luego estaban otros más festivos: los Zombies (ay, “Groenlandia”, una de mis canciones preferidas), Aerolíneas Federales, Glutamato Yeyé, Dinamita pa los Pollos (algo posteriores) y también otros más afterpunk como Los Lords que enlazo en la entrada (“Russian Roulette” es una canción muy buena, lástima que se oiga mal y cueste entenderla) o P.V.P; o ya mucho más gamberros, como las Vulpess. Otros que no sé cómo clasificarlos, como los Ilegales (qué buena una canción que se llamaba “Tiempos nuevos, tiempos salvajes”, voy a buscarla ahora mismo). Había muchísimos, me empiezo a acordar y no paro;-) No le busco esta vez los enlaces por cuestión de tiempo, porque de lo contrario retrasaría mucho la contestación. Pero sí, “Evolución de las costumbres” es una de las mejores de La Mode, también “Aquella canción de Roxy” o “El eterno femenino”… Muchas, qué tiempos. En eso estaba yo, y no en Los Chichos. Pero recuerdo ahora más fácilmente las letras de los Chichos que muchas de aquéllas. Hay que aceptarlo.

Olga Bernad dijo...

Anabel, pues si compartimos banda sonora, arriba acabo de dejar una muestra de melancolía ochentera, jejejej. No todo resiste bien al tiempo, pero se compensa con recuerdos, ay.
Muchas gracias, guapa, beso de vuelta.

Olga Bernad dijo...

Tere, muchas gracias; Andábata es una parte de mi corazón, la verdad. Pero es difícil que un Andábata llegue a cumplir 30 años…
Yo también te mando besicos, compa.

Gemma dijo...

La entrada está muy bien, Olga. Pura educación sentimental. En cuanto a lo que dices, a mí me parece que durante nuestra infancia, allá cuando corría la década de los 80, bastaba poner la radio para toparse con todos estos grupos. A mí me gusta la que has puesto, fíjate, y aunque hiciera más de dos décadas que no la oía como ahora, poniendo atención, el caso es que supongo que es oírla y recuperar de golpe y porrazo esa infancia mía y nuestra de radios puestas todo el santo día... Que creo que nunca escuché tanto la radio como entonces.
En fin, que un abrazo

Alfaraz dijo...

Propongo un Andábata Edición para Coleccionistas con todos los extras: CD con los Greatest Hits andabateños (especial Los Chichos) sección multimedia con tus entrevistas y reseñas que se publicaron. Es una idea.



.

Anónimo dijo...

Mi apoyo a la propuesta de Alfaraz! :-)

Gonzalo Villar Bordones dijo...

te leo y me encanto!!!

Alejandro Muñoz dijo...

Proseguirán con su vida errante en cualquier otro sitio, mientras la mayoría de nosotros, en tantos años, apenas nos habremos movido unos kilómetros (metros, en mi caso).

Eso sí, son más fieles a las bandas sonoras de sus vidas, que no las cambian con tanta facilidad cómo nosotros deshechamos las nuestras.

Un abrazo, Olga... y ahora que lo recuerdo, el otro día me confundí de Gahete en mi comentario. El que ha cuidado de la edición de tu libro no sé si será cordobés, ni poeta.

Mea culpa.

veridiana dijo...

¡Qué precioso relato,Olga Bernad!
Gracias.
Un beso

Juan Manuel Macías dijo...

Es un texto sencillamente maravilloso, y cada vez que lo leo me emociona más.
Besos

gbp dijo...

Cariño, Olé!. Un texto genial y en cuanto a la banda sonora que te voy a decir que tú no sepas, Los Chichos son "number one" en esta familia desde el mismísimo dia en que Steve escuchó por primera vez el Cd de los chichos que le regalaisteis, ¿quien me lo iva a decir a mi?, pero me encanta y me lo paso en grande bailando a los chichos con mis hijas y recordando mi barrio fronterizo...
Olguichu, nos echamos unas rumbas en cuanto llegue.

Besitos emocionados.

Olga Bernad dijo...

Gemma, puede ser, todo aquello formó parte de nuestra educación sentimental, no podíamos elegir oírlas o no porque es cierto que la radio tenía entonces una presencia constante en las casas. Mi madre no tenía siempre la tele encendida, qué va, y menos mis abuelas (sólo un rato, que la tele te lleva a la inacción) pero la radio te permitía ir trajinando por la casa sin parar de hacer cosas (algo en la naturaleza de mis abuelas estaba profundamente en contra del concepto “mujer sentada leyendo libro”). Por allí se coló toda la música de los primeros ochenta. Aún recuerdo los aspavientos de la abuela de una amiga oyendo una canción de Los Decibelios (unos punks catalanes que igual recuerdas), casi le da un soponcio. Los Chichos iban a su aire gitano. Pienso ahora en su canción “yo vivo navegando… por el tiempo”. Hasta aquí han llegado también, a una entrada en una cosa llamada blog, a agitar recuerdos variados.
Abrazo de vuelta, sister adoptada;-)

Olga Bernad dijo...

Qué gracia, Alfaraz. Se lo diré al editor, que están los tiempos para audacias esitoriales-;) Hará unos meses, con ocasión de un viaje de Antonio a Zaragoza, le comenté la idea de escribir entradas sobre las canciones de Andábata y estuvimos hablando en broma del CD que podría salir de ahí. Como mínimo, sería curioso, sí. Porque vaya mezcla… hay canciones que no sé cómo defenderé, te lo confieso. Glups.

Olga Bernad dijo...

Pues eso, Sara, apunto tu apoyo a la propuesta para comentársela a Antonio, jejejej.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Gonzalo. Me encanta que te encante!

Olga Bernad dijo...

No es ya una distinción ya tan fácil, Alejandro, los gitanos se asientan en los pisos que les entregan, medio integrados medio desintegrados, los inmigrantes vienen en masa, pero muchos de los jóvenes de aquí están empezando a buscar fuera lo que no encuentran, después de haber estudiado y haber hecho todo lo que les dijeron que tenían que hacer. Mi hermana vive en Edimburgo, precisamente ha escrito un comentario casi seguido al tuyo. Veremos qué músicas nos trae el futuro…
Un fuerte abrazo, magno Alexander, (ya vi la confusión de Manuel por Fernando, creo que granadino y también escritor;-)

Olga Bernad dijo...

Gracias a ti, Circe, me alegro de que te guste el “relato”;-)
Un beso.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Juan Manuel. El texto es siempre lo importante, el conjunto de palabras exactas que me han servido para llegar a mis recuerdos y a esa emoción en el que lee, por el que siempre siento una especie de amor.
Besos.

Olga Bernad dijo...

Gema! Qué ganas tenía de que la leyeses. Eso de que mi cuñado australiano bailaba rumbas en Edimburgo se me ha escondido siempre. Yo quiero ver la demostración de esas palabras! Ve avisándole de que sólo comerá los estupendos guisos de nuestra madre previo baile de rumba catalana, jejejej. Así no engordará tanto cuando venga. A mis sobrinas les voy a comprar zapatos de tacón con lunares, yo bailaré descalza. Y olé.
Tengo muchas ganas de que vengas, muchísimas.
Muchos besos para todos.

Vocal a dijo...

Yo, si me lo permites, me quedo con Peret, que era uno de los heroes de mi barrio (el Raval de BCN. Cuando yo era pequeño se le llamaba Barrio Chino, ahora sólo Raval). Él había ido a la Eurovisión con una rumba catalana!
Enhorabuena Olga, cada vez que me paso por tu blog, veo como crece(s).
Agustín

Olga Bernad dijo...

Ay, Peret, por Dios, qué bueno. Lo que pasa es que yo lo tengo más asociado a la infancia total, los setenta (como los Amaya y Las Grecas y los baladistas italianos y Abba y Bonie M., madre mía, que me embalo otra vez...)

Yo no recuerdo la participación de Peret en Eurovisión, salvo por verlo ya en imágenes de archivo, pero me gustaba mucho también;-)

Muchas gracias, Agustín, eres un sol!

Máster en nubes dijo...

Genial lo del Mundo, qué alegría, Olga.... Y de la entrada... ¿tú te acuerdas aquello de "Si me das a elegir entre tú y la riqueza, ay amor, me quedo contigo...? " jo, eran horteras pero molaban, muy entragados, como debe ser ;-) Un abrazo, hermosa. Y a ti no te afea nada, hombre, por Dios.

Olga Bernad dijo...

Sí, la versión calé del "contigo pan y cebolla". Nunca sienta mal que te lo digan (aunque aquí era más bien Larra el que tenía razón, creo yo;-)
¿Y aquella "Historia de Juan Castillo"? Momentos de antología, sin duda.
Abrazos y muy buen finde, duquesa. A disfrutar.

Blackbird dijo...

Aún recuerdo aquella discoteca de pueblo en el verano con los Chichos cerrando el trancazo madrugador. Sí, esas rumbas de los Chichos “son son para que tu las bailes, son son para cantarlas al viento”; todo mezclado con “baby you and me”, “start me up”, “highway to hell” y la movida de los 80.

Es un lujo que hayamos vivido en varias fronteras simultáneamente: la frontera entre la represión y la libertad que estallaba, la muga invisible entre los barrios obreros y la marginación del extrarradio, el borroso trazo entre la infancia y la juventud…
Pero de vivir en la frontera aprendimos mucho (aunque a mí me costó más años digerirlo).

Te dedico esta canción de La Mode que nunca tuve, pero que no olvidé:
Aquella canción de Roxy

Besos

Alfredo J Ramos dijo...

... y que Carlos Saura utilizó (el «Si me das a a elegir...») de forma magistral en Deprisa, deprisa, otra joya agitanada de la época. Un texto memorable, Olga: como ya han dicho otros y otras más arriba, veo reflejada en él mi infancia talaverana y los mercados de ganado donde los tratos entre payos y calés eran moneda corriente. Después, ya en años universitarios y en Madrid, vino lo de Camelamos naquerar, La Cuadra de Salvador Távora y el milagro de Camarón, además de descubrimientos extraordinarios del jondo jondo. Pero en la base estaban la alegría de la rumba y el desparpajo de tantos flamencos (gentes del bronce la mayoría) oídos por la radio... de cretona (que cantara Carlos Cano, y que también era, la radio, decretona) ¿Hay alguien es este país sureño que no tenga algo de gitano? Sí, pero lleva un bigote impostado y anda sobre coturnos ;-). Un abrazo.

Juan Carlos Garrido dijo...

A mi los Chichos me hacen evocar los coches de choque y, de fondo, aroma de churros.

Saludos.

Olga Bernad dijo...

Black, disculpa la tardanza, nuevos virus se han adueñado de mi persona (la infancia actual no hace más que contagiar cosas, nosotros no teníamos ni la mitad de virus, jo;-) Así que ahora mismo pensar en discotecas y Chichos me marea una barbaridad... y me temo que faltaré a nuestra aplazadísima cita de mañana. Cómo lo siento. Las cafeterías solitarias van a terminar olvidando a nuestro pequeño grupo (quizá un día se convierta en literatura;-)
Es verdad lo que dices de las múltiples fronteras sobre las que hemos ido haciendo equilibrios. Seremos equilibristas for ever.
Aquella canción de Roxy...
Besos y gracias.

Olga Bernad dijo...

Ya lo creo, Alfredo, casi todos entendemos bien ese ritmo interno, independientemente de que también hayamos interiorizado otras músicas y otro acentos (salvo algunos, a los que es más difícil imaginarlos a ritmo de un rumba que a un escandinavo, cosas que pasan, es también cuestión de simple sosería;-)
Curioso que cada cual tenga su historia, me gusta que hayáis venido a compartirla al hilo del texto. Me gusta que el texto te parezca memorable, yo creo que a surtido efectos memoriosos en los lectores;-)
Un abrazo y muchas gracias.

Olga Bernad dijo...

Uf, S.C., no sabes cómo aciertas. Mi barrio también fue durante más de 20 años el lugar oficial de las ferias todos los Pilares. Ahora se han ido a otro extrarradio más moderno, pero incluso mi primer trabajo, en COU, fue cuidar a los niños de los feriantes (en el Pilar se gasta mucho y había que proveerse;-). El ambiente de la feria, con su música a tope, sus calles llenas de gente, su olor a churros y ese extraño aroma a quemado, esas chispas eléctricas de los autos de choque... el éxito que tenías se medía, además, en cuán salvajemente iban a por ti los chicos;-) Y estas rumbas triunfaban, solapándose sonoramente unas a otras de atracción en atracción, en una locura rumbera, sí.

Mery dijo...

Das tantas noticias al final de tu entradaCque no sé por dónde empezar.

Yo recuerdo muchas veces al grupo Rumba 3, tan alegres: "porque tu te ves bonita tu te pones orgullosaaa, ni mas ni menos, ni mas ni menos". O "Caramba carmabita carambiruli, cariño de verano no me gusta a mi, cariño de verano que ni fu ni faaa".

Ay, la melancolía ochentera trae buenísimos recuerdos también.
Un beso, morena

Olga Bernad dijo...

Ay, se acumulan las cosas y yo no puedo actualizar todos los días, pero dejo esa especie de "noticiero" entre entrada y entrada...
Ese ni más ni menos lo tenemos tooooodas en el subconsciente, que sí;-)

Los ochenta fueron años fronterizos, como mi barrio, como yo. También fueron el final de mi niñez y mi primera juventud. Los añoro, pero me gusta el presente.
Un beso, Mery, gracias por añadir tus canciones a este revival.