
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo…
César Vallejo
ARS AMANDI
Bajo la oscura piel de la armadura
llevo mi piel gastada de contiendas
donde el dolor, un pájaro dormido,
despierta de su siesta y me reclama
y sube hasta la voz de mi garganta.
Mi grito no es de odio ni de miedo:
es la conversación de las heridas
lo que queda flotando en la mañana.
Dentro de la batalla no hay silencio.
Los muertos aún parecen estar vivos,
su sangre se calienta en nuestras venas.
Hay momentos tan ciegamente cuerdos
que hasta en el corazón del enemigo
vivimos otra vida. Y otros sueños
cabalgan por el aire, otras miradas
levantan nuestros ojos hacia el cielo.
Pero ¿somos nosotros los del ruido?,
¿son ellos los que mueren y se matan?
Difícil distinguir entre la niebla
si los perros que ladran son los tuyos.
Sólo hay jinetes en la madrugada
-no veo lo demás o no me importa-
sobre cada caballo se sostiene
el nombre verdadero de un herido.
Olga Bernad
Para estos días que vienen, en los cuales tan fácil nos resulta querer a los que queremos, refugiarnos en los nuestros y añorar a los que nos faltan, tal vez el reto sería intentar comprender a los que nunca pensamos amar y todavía están aquí.
Feliz Navidad a todos.