lunes, 9 de marzo de 2009

El mal amor

Lo peor del mal amor es que está condenado a la mentira. Se miente a sí mismo cuando interpreta y sigue mintiendo cuando habla. Con motivos o incluso sin ellos, tenemos derecho a decir no, y deberíamos poder soportar que nos lo dijesen.

Las personas normales se entristecen, los apasionados sufren e investigan los límites de su dolor, aprenden; los mejores escriben poemas. Pero el acosador, por encima de todo eso, no acepta al otro, ese otro desligado de sí mismo y su vanidad; busca mil explicaciones, se crece de una manera equivocada, refuerza sus actitudes hasta hacerse minuciosamente odioso a los ojos de quien quiere poseer.

Toma café en tu bar, pasea por tu calle, va a los mismos cines que tú, propicia mil coincidencias cotidianas e interpreta las del otro como mensajes en la misma lengua. Te espía, te importuna, y tú te vuelves sensible al mínimo roce de su mirada. Enseña su dolor constantemente, su dolor de monarca indignado, de mentirosa víctima, de serpiente que sabe arrastrarse y quiere hipnotizar. El acosado llega a preguntarse si tiene derecho a marcar su territorio, si eso será amor, si debe decir no tan claramente, si esa honestidad no forma parte de cuantas margaritas echamos a los cerdos. Si tendrá razón o se estará volviendo loco. Pero el rechazo es tan rotundo que no es fácil fingir cordialidad. Es tan cierto que aclara cualquier duda. No puedes.

Cuando el acosador pasa a la acción, comprendes que tu instinto olió su sangre negra antes que tú. Que tu mirada le dice lo que no quiere saber: le dice quién es. Le dice que no. Que es no, es no, es no y lo será siempre.

Olga Bernad

68 comentarios:

carmen jiménez dijo...

Lástima que el instinto y la palabra no estén más sincronizados. Pero siempre debería ser tiempo para decir NO y tiempo para que el otro, el que no sabe de amor por mucho que crea amar, escuchara la palabra con sus dos letras. N-O. NO

s dijo...

Sólo te puedo decir: ¡Bravo!

Saludos y abrazos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

¡Qué lástima que la maldad exista! Siempre me gusta pensar que los malos no son malos, sino ignorantes o enfermos, pero, claro, son malos. Me gusta eso del monarca indignado: creo que define muy bien al acosador.

Mery dijo...

Inevitablemente este post tuyo de hoy me ha recordado una entrada mia sobre el mismo tema; por la caridad entra la peste y en cuanto el tema de los sentimientos anda de por medio, los chantajes emocionales acaban siendo insufribles.
Si, el mal amor es inhumano y lo has expresado perfectamente.
Un beso

Maria Luisa dijo...

Preciso relato del "acosador".

Olga: Lo describes con tal perfección, es como tú dices, te espía, te importuna, enseña su dolor.
Y nunca entiende como bien dices que un "no", es "no" y lo será siempre.

Preciso texto y real.

Un abrazo

Juan Manuel Macías dijo...

El amor como símbolo de cualquier cosa que se quiera imponer por la fuerza o el cansancio: una religión, una ideología, un equipo de fútbol, una póliza de seguros. Pero qué bien lo dices y lo escribes. Es que cuando es no es no. Como decía Michi Panero, en esta vida se puede ser cualquier cosa menos coñazo. Y qué razón tenía. Un diez de texto.
Besos, Olga.

Antonio Azuaga dijo...

Un acosador es un sinvergüenza que no se merece un retrato tan bien elaborado como éste, Olga. Lo que sí merece es aquello que, en dispares contexto y sentido, dice el Arcipreste de Talavera: “palos e coces e puñadas e mala vida continua…” Comprendo que resulte un “no” demasiado contundente, pero a veces no hay más remedio.

Besos.

P.S.: También un 10 en “Psicopatologías de la vida cotidiana”.

Juan Antonio González Romano dijo...

Esa frase final habría que remarcarla y propagarla. Nunca, por duro que a alguno pueda parecerle, hay que pensar que un acosador o un maltratador va a dejar de serlo. Quien le pone la mano encima a una mujer no merece una segunda oportunidad. No es no y lo será siempre.
Un abrazo.

Fernando dijo...

oigamos las palabras desde el principio y digamos un no rotundo ante ese amor fundido en negro..besos.

Olga Bernad dijo...

Carmen, como has sido la primera, aprovecho esta contestación para disculparme con todos. Me gusta ir contestando sobre la marcha, como sabéis, porque eso propicia un diálogo que de otra manera parece quebrarse, pero hoy no ha podido ser. Espero que, aun así, no sea imposible;-)
Me quedo con esa frase tuya: lástima que el instinto y la palabra no estén más sincronizados. Pero es que a veces uno se siente incluso incómodo por ser un mal pensado. Y ningún acosador lleva un sello en la frente. Por mucho que no te guste alguien, distinguir a la serpiente debajo del halago puede llevar algo de tiempo. Pero siempre debería ser tiempo para decir no, eso es verdad.

Olga Bernad dijo...

Gracias, Sergio. Brevedad y contundencia, como un no. O como un sí, que también decimos muchos;-)
Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Sí, Jesús, la excusa de la enfermedad nos consuela, como si fuese un error. Si el hombre “funciona” bien, esas cosas no pasan, eso queremos pensar, porque eso nos reconcilia con el hombre bueno que todos queremos tener enfrente. Y digo hombre pero se puede decir mujer. El acoso no es patrimonio de los hombres, ni mucho menos, es una especie de indignación en el fondo altiva (aunque suelen pasar por fases de auténtico arrastrarse), ante la imposibilidad de conseguir el amor o el afecto de quien desean. Pero hacerse querer es algo tan sencillo como difícil de explicar. Tal vez a lo único que podamos aspirar es a merecerlo. Y eso es lo que no saben hacer.

Olga Bernad dijo...

Buscaré esa entrada, Mery. Pero qué gran verdad: por la caridad entra la peste. No te gusta alguien, pero objetivamente no tienes ninguna queja. Golpean amabilidad tras amabilidad igual que luego pueden golpear literalmente. O atacar de mil maneras, todas igualmente odiosas. El mal amor es inhumano. Porque el amor no correspondido es otra cosa, algo que todos hemos sufrido alguna vez, todos tenemos sentimientos contradictorios hacia quien no nos quiere, pero para mí la prueba del algodón es la mentira. Empiezan a mentir. No a confundirse, que es muy comprensible, sino a mentir.
Un beso.

Olga Bernad dijo...

Yo creo, María Luisa, que no entender un no es lo que les pasa a los niños. Se supone que al crecer vamos aprendiendo a aceptar. Pero hay miles de excusas: yo soy un luchador/a, yo me crezco, yo… no dejo vivir. Cualquier cosa que el otro haga es una provocación: si contestas, mal; si no contestas, peor. Pocos llegan a extremos literales (o no tan pocos, siempre son demasiados) pero esas maneras las vemos muchas veces, incluso entre grupos de amigos, no siempre en relaciones de pareja. Es una mezcla de envidia y dolor que pone de manifiesto lo que lleva cada uno en la cabeza. Y lo que vale.
Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Ay, Juan Manuel, con la cantidad de gestos interpretables con claridad que hacemos para demostrarles a los otros si nos sentimos forzados o no, lo curioso es que esta “tipología” te obliga a sentirte mal. Si acabas siendo contundente, ya has dado motivos para su tristeza, para sus lamentos, acaban haciéndote dudar sobre tu propio sentido de la justicia o tu derecho a decir que no. Cuando empiezan a actuar ves que sí había razones, pero suele ser tarde. Como poco, resultan un auténtico coñazo. Qué razón tenía Michi Panero. Pero suele ser peor.
Besos.

Olga Bernad dijo...

Uf, Antonio, pues el Arcipreste de Talavera tenía las cosas muy claras, pero no siempre es posible aplicar esas medicinas. A veces las cosas son muy sutiles, afectan a tu trabajo, a tu grupo de amigos, a tu pareja… o a cualquier cosa por la que demuestres afecto. Ni mirando alrededor con atención (cosa que no hacemos) podríamos descubrir a algunas de esas personas. No todos son tontos o tontas. Aunque en el fondo, sí, lo son. Y dan pena.
Un beso y muchas gracias.

Olga Bernad dijo...

Juan Antonio, tú has tocado el tema de la violencia, que suele ser la última fase. Más que al período de acoso, corresponde al de la dominación, para seguir ejerciéndola. Ahí sí que estadísticamente llegan más los hombres y toda oportunidad dada es una oportunidad perdida. Pero ese mal amor lo compartimos hombres y mujeres. Es un tema sobre el que me gustaría escribir más, porque tiene una profundidad que da vértigo, pero nunca quiero ponerme. Pienso ahora en la tragedia de Puerto Hurraco, que tenía en su origen a una mujer despechada que jamás aceptó ese no y sólo vivió para enredar una madeja que al final se convirtió en una bomba de odio.
Un abrazo y muchas gracias, da gusto hablar con vosotros de este tema y de cualquiera.

Olga Bernad dijo...

Desde luego, Fernando, quizá la clave sea escuchar desde el principio. Y también ser rotundo desde el principio. Amor fundido en negro. Eso es.
Un beso, paisano.

Gemma dijo...

Abajo, en el bar que hay al pie de mi casa trabajaba no hace mucho Elena, una camarera risueña con una hija y una sonrisa siempre en los labios a modo de saludo, separada de su marido, quien tenía una orden de alejamiento. Desde hacía ya algún tiempo se había trasladado a trabajar a otro bar cercano, también en mi calle.
Hace dos semanas la encontraron muerta por acuchillamiento.
No se sabe todavía si fue su marido o un chorizo casual con intenciones de llevarse la caja a la hora del cierre.
Demasiadas veces, un 'no' es un 'no' es un 'no' que no siempre logra ser.
Besazo, Olga

Andrei Rublev dijo...

Lo siniestro habita en lo cotidiano.

Olga Bernad dijo...

Ostras, Mega. Hay casos que ponen los pelos de punta, demasiados. Pero tenerlos en mente te obligaría a desconfiar sin parar y eso puede llegar a ser muy injusto. La prueba de que esos seres no saben lo que es el amor es que no quieren ni a sus hijos, no les importa dejarlos sin madre o incluso hacerles daño como “venganza” (porque ellos se sienten muy heridos, saben que no valen nada). Pero de verdad pienso que son casos extremos. Yo pienso en mi vida y en la de los que me rodean y, a pesar de alguna mala experiencia, eso no es lo normal. Lo normal es que si plantas un no a tiempo o incluso a destiempo, evites muchos problemas, aunque de momento sufras las consecuencias. A veces son unas consecuencias sorprendentes, pero no siempre trágicas.
Un beso, Gema.

Olga Bernad dijo...

Ya lo creo, Arsenio. Dicen que el diablo se esconde en lo baladí. Desde luego, se enreda en lo cotidiano. Y hay que vivir con ello.

enrique dijo...

Cierto, debemos aprender a decir NO.

Olga Bernad dijo...

A decir no y a aceptar las consecuencias. Aunque a veces son excesivas. Pero no decirlo tampoco soluciona nada. A lo que hay que aprender es a distinguir, y eso es complicado si te importa ser justo.

Máster en nubes dijo...

Uf, Olga, lo de decir no y aceptar un no, qué importante. Y, la vez, saber decir sí otras veces. Pero a lo que tú te refieres, madre mía qué mal se lleva a veces recibir un no, y eso sin llegar a la violencia, se buscan 3 pies al gato, que si el otro (no sólo la otra) no sabe, no aprecia, no entiende, no ve, en fin.

¿Y cómo distinguir a veces el no ser una borde, dar otra oportunidad de cuándo no eres borde y estás siendo simplemente sensata al decir que no?

Uf. En casa ajena se ve más fácil a veces, cuando te toca cuesta un poco más, tanto decir no como aceptar un no con elegancia y sensatez.

Olga Bernad dijo...

A cualquiera le fastidia un no pero, depende de cómo seas, aprendes, o te aguantas o lo que sea. Sólo algunos convierten eso en una tragedia o en un auténtico suplicio, pero para el otro. Con ello sólo consiguen volverse odiosos a lo ojos del supuesto "amado". Juegan en su contra. Y sí, culpabilizan, como si hubiese alguna obligación de aceptarles o los demás no tuvieran derecho a elegir o hablar. Mal asunto, siempre es mal asunto.
Que sepamos aceptar un no, Aurora, y que podamos hacer respetar los nuestros.

José Miguel Ridao dijo...

Lo peor es que estamos educando a nuestros jóvenes en la cultura del "por supuesto que sí". ¿Me compras una moto? ¿Me dejas llegar a las 4? ¿Me das 50 euros? Es difícil aceptar un no por primera vez con 20 ó 25 años. Yo digo que no a mis hijos al menos veinte veces al día (y otras doscientas les digo que sí). Espero que les sirva para algo.

Un beso, Olga.

Olga Bernad dijo...

Ay, qué tema me sacas. Lo he tenido en mente toda la entrada, pero me he contenido, porque siempre acabamos hablando de los hijos;-)) Yo he creído ver en alguna de esas personalidades un niño o niña absolutamente malcriado, tal vez no sólo desde el punto de vista económico, sino emocional. Niños devastados por concederles una importancia que aún no se habían ganado, padres y abuelos echando sobre ellos esperanzas, frustraciones, emociones y mimos tan bienintencionados como equivocados. Una pena. A ver cómo nos sale, que no es fácil.
Un beso, José Miguel.

Isabel Barceló Chico dijo...

Creo que has hecho una acertada descripción de una situación de acoso que aún no ha logrado dañar demasiado a la víctima, aunque ha retratado perfectamente al acosador. Qué terrible debe ser encontrarse con alguien asi, alguien que dice amar y no respeta, que dice amar y mata. No sé, siquiera, si a esto se le puede llamar "mal amor", porque ni siquiera merece que le permitamos ensuciar una palabra tan hermosa. Besos, querida amiga.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Si a veces te dan un No "rotundo" y no es malo siempres que busques el Si en otro lado,en otro contexto en otra persona...
Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Es cierto, Isabel, la intención no daña del todo, pero hace mella, envenena la vida. Supongo que todos hemos visto algún caso. Al principio no quieres verlo, pero cuando no te queda más remedio, el rechazo es tan absoluto y total como cuando desarrollas una alergia. Ni amor ni amistad ni cercanía. Nada.
Besos, Isabel, gracias. Pensé que en un texto tan corto el tema no daría mucho de sí; es realmente un asunto a tomar en consideración para algo más largo, si no fuese tan desagradable de pensar;-)

Olga Bernad dijo...

Sí, Tere, es una situación dura para la que tendríamos que encontrar recursos. Siempre que esa búsqueda no sea otro capítulo del despecho, se siga obsesionado, se siga asediando y, simplemente, se utilicen también a otras personas como “tapaderas” que ni siquiera se saben usadas. El mal amor miente mucho.
Mira, yo ni siquiera creo que haya que olvidar un amor no correspondido, cada uno sabrá; pero lo obligatorio es no hacer daño, no mentir y dejar vivir. De los sentimientos, que cada cual sienta lo que quiera o pueda. Ahí mejor no meterse.
Un abrazo, compa.

Anónimo dijo...

Escribes igual de bien que de otras cosas pero no me gusta el tema.
Mucha frase. Yo estoy con el Arcipreste de Talavera.

Olga Bernad dijo...

Hombre, Angós, habrá casos y casos. Aunque sí, a veces se echa de menos no poder solucionar las cosas.
Me acuerdo de lo sencilla y sana que era la solución de conflictos en nuestra calle, jeje, y algunos de ellos ya tenían estos virus. Qué tiempos,
pero ya no somos críos; aunque, si te paras a mirar, hay quien apunta maneras desde muy pronto.
Se acabó la conversación por hoy;-)
Buenas noches.

Olga Bernad dijo...

Perdón, quise decir "se echa de menos poder solucionar las cosas", es que estaba ya medio dormida:-)

Ángeles L. Satorre dijo...

Que bien has sabido reflejar al acosador y al acosado.
Simplemente genial y espero que entradas como la tuya ayuden a muchas a decir muy alto: NO.
Un saludo y gracias por tu poesía de ayer: preciosa.

Olga Bernad dijo...

Pues esperemos que así sea, que le sirva a cualquiera que se sienta acosado. Y que se sienta con derecho a decir no.
Muchas gracias también por lo que dices del poema de la entrada anterior. Sigue teniendo comentarios y, cuando una entrada sigue activa aun después de publicar otras, eso me hace ver el blog como algo vivo y un poco menos "fugaz" de lo que pensamos.
Un saludo, Ángeles.

Granito dijo...

Y quizá lo más triste de esto es que el que no acepta el "no" pide imposibles, pide que otro desde fuera supla en él (o ella) lo que él mismo no ha conseguido solito, lo que él y solo él puede hacer: quererse a si mismo en la forma correcta, aunque sea un poquito.

Anónimo dijo...

Y otro sentimiento universal. No sé cómo consigues que me vea un poco en cada post. Aunque esta vez no pienso decirte si me veo en el acosado o en el acosador ;)
Besos!

Anónimo dijo...

Bueeeno, vale...quizá un poco en LOS DOS.

entrenomadas dijo...

Olga, que texto tan bueno!!!
me lo vuelvo a leer.

Un beso,

M

Marta Fernández Olivera dijo...

Este mal de amor es que no entiende que significa "no", este mal de amor que explota en la cabeza y se ejecuta con las manos, este mal de amor que mata, este maldito mal de amor que habita en cada uno de nuestros barrios, este terrible virus emocional, loco o yo que se...
un abrazo Olga

Anónimo dijo...

Pues fíjese usted que cuando he leído su texto me ha parecido una impecable forma de atacar a los acosadores de mujeres que tanto mal están causando a tantas inocentes.Un texto excelente.Pero luego al leer los comentarios creo que ha hecho usted "trampa" y que ha utilizado ese reclamo pero no era de eso de lo que realmente quería hablar.Me he sentido algo decepcionado porque es un tema muy serio y el acoso y el mal amor son temas muy peliagudos y de gran calado social para utilizarlos con otros fines.Escribe usted muy bien pero no me parece acertado jugar con sus lectores, atraerlos y luego no ser ese el tema que realmente quiere denunciar.
Un saludo
Joaquín Arribas.

Olga Bernad dijo...

Hola, Granito, mis disculpas a ti y a todos hoy por la tardanza pero no he tenido fácil el acceso a internet durante el día.
Sí, el que no acepta un no pide imposibles, que el otro no vea lo que él o ella es.
No sabría pontificar sobre cuál es la forma correcta de querer pero, desde luego, como tú dices, no es esa.
Gracias;-)

Olga Bernad dijo...

Spender, ME ENCANTAS, un acosador nunca reconocería ni tan siquiera la posibilidad de serlo, jamás, contaría lo imposible, se inventaría las cosas más peregrinas, se disculparía a sí mismo con las razones más absurdas; así que tranquilo: no creo que lo seas;-) Todos tenemos sentimientos muy difíciles y muy humanos ante un rechazo y nos cuesta aceptarlo. Todos podríamos acabar acosando. Pero ya recordé una vez una cita que aquí viene que ni pintada “lo malo no es el sentimiento sino el consentimiento”. Ni hacer lo que no debemos, ni permitir que nos lo hagan. Que la intención vaya muy en serio.
Un beso

Olga Bernad dijo...

Gracias, Marta, me alegro muchísimo de que te haya gustado. Eso de querer volver a leerlo me parece de lo mejor que te pueden decir de un texto;-)
Un besazo.

Olga Bernad dijo...

Sí, Marta F. (de fotógrafa;-), más que un mal de amor, es un mal amor. La confusión en la cabeza propia es asunto de uno, pero lo que ejecutamos con las manos, con nuestros actos o con nuestras palabras suele tener repercusión en la de los demás. Algo de la peor locura lleva dentro, una mala semilla.
Un abrazo y que si tenemos alguno cerca se cure pronto, pero lejos.

Olga Bernad dijo...

Joaquín, no sé quién es usted. Me alegra que el texto le parezca excelente, pero permítame decirle que en sus reservas veo un error de concepción. Creo haber sido clara pero, en cualquier caso, no escribo para que usted decida cuál es el uso “recto” de mi texto. Escribo de lo que quiero y como quiero. No evito ningún tema pero esto es fundamentalmente un blog literario. Curiosamente, las pocas veces que toco asuntos que pueden tener un cierto enfoque “social” que no excluya otros, suelo tener que soportar intentos de corrección de gente que se cree con derecho a decirme cuál es el discurso “justo” sobre un tema, siempre en nombre del bien social y hasta de la libertad y de la humanidad. Ya me pasó con el único texto que dediqué a mi abuelo y a su recuerdo Si considera que no trato las cosas como a usted le gustaría, no me lea, pero no se moleste en darme indicaciones ni mucho menos en intentar tocarme las narices nombrando a mis lectores. Si lo que quiere es leer panfletos, vaya a otro sitio. Le sugeriría alguno pero no tengo tan mal gusto.
Un saludo.

Juan Manuel Macías dijo...

Perdóname una intervención, Olga. Pasaba por aquí y he visto tu última respuesta a un comentario. Evidentemente, estoy completamente de acuerdo contigo, y como lector asiduo de esta bitácora, en ningún momento he sentido que "se juega conmigo". Creo que el resto de lectores y comentaristas pueden decir lo mismo que yo. Poco más puedo añadir a tus palabras. Evidentemente, esto es un foro público, y se puede entrar en debate dentro de unos límites. Pero el comentario aludido me parece francamente desafortunado, cuando no una impertinencia. Besos, y disculpa mi intempestiva entrada.

Olga Bernad dijo...

Pues no lo sé. Pero he sentido lo mismo que con el texto de Manuel. Te sales diez milímetros de la reflexión "oficializada", sin ni siquiera mostrar desacuerdo con ella, y ya tienes hipersensibilidades haciendo juicios de intención.
No creo que sea malo hablar del acoso, de la memoria o de cualquier tema de la manera más amplia y personal posible. Quizá sea una simple cuestión de capacidad para emitir discursos y para comprenderlos.
En el fondo, ganas de censurar al que no articula discursos a tu gusto y, si no puede ser contradiciendo lo escrito, pues se juzga subjetivamente la intención, que es una cosa mucho más libre. Y andando.
Como no pretendo debatir ni refundar Atenas, sino exponer mi texto en mi blog, prefiero dejar el asunto así.
Gracias siempre, Juan Manuel.
Besos.

ONDA dijo...

Cuesta creer que no fuera una experiencia personal...
ciertamente angustiosa, de no serlo te has puesto perfectamente en la piel de la protagonista del relato.

Olga Bernad dijo...

Yo me he sentido acosada alguna vez, supongo que como todos, y el texto intenta reflejarlo como un sentimiento universal, como lo percibía Spender. Ir más allá de las peculiaridades de las historias personales, mirar y reflexionar.
Gracias, Ignacio.
¡Buen fin de semana!

José Havel dijo...

Lúcido, delicado, cuidado como pocos, este blog es toda delicatessen. Mi más sincera enhorabuena, Olga.
Un saludo.

Olga Bernad dijo...

Lúcido, ojalá; delicado, se intenta (sin evitar la contundencia justa cuando sea necesario); cuidado, eso sí, todo lo que puedo. Es mi manera de demostrar el respeto por el posible lector. Y es lo único que pido a cambio. No la palabra respeto, ni la muestra de cariño porque sí, sino el acto verdadero de respeto que supone cuidar lo que se dice.
Bienvenido, José, y muchas gracias.
Ya conozco tu espacio y lo aconsejo, sobre todo a los amantes del cine.

Anónimo dijo...

"sin evitar la contundencia justa cuando sea necesario"
Pues SI cariño, hay que saber decir qué NO a cualquier tipo de acoso.
Precioso texto y acertadísima visión del tema.

Mil besos

Olga Bernad dijo...

Hace unos días hablaba de esto con un amigo de ascendencia gallega. Me decía que cuando hueles la típica actitud de "Xoder por Xoder", lo mejor es dejar de argumentar.
Gracias, guapa.
Besos a todas;-)

Antonio Azuaga dijo...

En relación a un comentario extravagante que por ahí arriba anda perdido (y más que debiera perderse), sólo quiero apuntar que esgrime la espada de la razón tan bien la dama y surge tan oportuno el alfil Don Juan Manuel, que a este peón sólo le queda aplaudiros a ambos.

Besos de otro que tampoco se ha sentido engañado, nunca.

Olga Bernad dijo...

Estuve por no publicarlo, como he hecho con su siguiente “aportación”, por primera vez en esta bitácora. Pero es un perfecto ejemplo para esta entrada justo cuando “finalizaba”. Decir por decir, buscar la última vuelta posible a las cosas para fastidiar con aquello que demuestras que te importa, en este caso el lector. Sólo he podido relacionarlo, por estilo y por algún enlace de su blog desaparecido, con una persona. Hablando de chantajes emocionales y de gente despechada… asco me da ese uso de lo “social” como arma arrojadiza y esa falta de respeto por el enfoque de los demás aunque no tengan a qué agarrarse. Para mí engañar es dedicarse a repartir abrazos y jugar con el concepto de amistad de la manera más ñoña, mientras la verdad es que se actúa con una mala fe que daría risa si no diera asco.
Gracias, Antonio, no hacía falta. En el fondo, al darte la réplica a ti se la tengo que dar a lo incomprensible.
La réplica es "no":-)

Antonio Azuaga dijo...

Aunque no haga falta que te lo diga, Olga –ya sé que tienes carácter para esto y más–, ¡ni caso! Yo tuve un “Anónimo”, como moscardón septembrino, hasta que me cansé de perdonarle la vida en la pantalla. Así que… a lo que importa: ¿cuándo la nueva entrada?

Olga Bernad dijo...

Sí, vi a tu anónimo por ahí;-) La nueva entrada me la estoy pensando, soy tan tonta que me preocupo por los textos que cuelgo en vez de por las relaciones públicas.
Pero los amigos llegan por añadidura:-)

Anónimo dijo...

Por añadidura llegan muchas cosas. No te preocupes tanto por ser justa cuando no va a importar y no te enredes.
A lo tuyo.

Olga Bernad dijo...

Sí que importa. Pero amén a lo demás, maestro Yoda;-)
Buenas noches.

s dijo...

Pues yo no sé qué trampa puede haber en un texto que trata este tema con la delicadeza y el coraje con que tú lo tratas. Yo lo que veo es valentía: no creo que la sensibilidad esté reñida con el desparpajo. A mi me parece que en textos como este lo que muestras es un sentido ético pero sin remilgos, con la osadía necesaria como para que haya una emoción estética, puesto que es literatura. Aparte te puedes equivocar más o menos, pero por lo que llevo leído tuyo eres una escritora que cuida bastante lo que dice. No sé, Olga, y perdona si me meto donde no me llaman. Abrazos y que tengas una buena semana.

Olga Bernad dijo...

Es xoder por xoder y no es la primera vez. Y además ya lo he relacionado. Meterse con mi relación con los lectores es una forma absurda de intentar hacer daño, porque cualquiera ve que me importan. La tontería de intentar dar cabida a todo el mundo me hizo publicarlo y hacer que la entrada se convierta en otra cosa. No volverá a pasar. Al menos en mi blog.
Igual debería demostrar más remilgos pero no me sale. El que los quiera, tiene donde encontrarlos.
Gracias, majo.

Paco dijo...

lo malo es que no hay quien sabe interpretar un NO.

saludos

Olga Bernad dijo...

Y tanto.
Saludos, Paco.

Anónimo dijo...

Últimamente estoy ocupado, tímido o cansado, probablemente todo a la vez. Por eso te visito, pero no te he escrito. Sigo línea a línea las venturas y polémicas de tu blog, y me he indignado junto a ti por esos comentarios tan fuera de lugar. No obstante has tenido tantos y tan buenos valedores que parecía que mi comentario no hacía mucha falta.

Realmente hay que tener jeta para decirle a otra persona sobre qué y cómo se tiene que escribir para ser políticamente correcto, ¡cuánto “progre”con perfume de Christian Dior!
Pero no te alarmes porque en muchos blogs la gente aprovecha su anonimato para insultar directamente. En este blog no se atreven claro, aquí las puñaladas traperas se dan con la sutileza de quien te estuviera clavando una aguja de acupuntura, aun así duele.

Pero olvídate de eso, tú ya estás en otro mundo, en las Afinidades electivas.

Besos Olga.

Olga Bernad dijo...

Ya sólo me parece una anécdota. Pero lo curioso de la gente que viene a tocar las narices es lo poco que les gusta que les contestes. Que no quieres debatir, te dicen. Pues no, de gilipolleces, no. En el fondo, tiene relación con la entrada. Ay, cuánto daño hacen algunos a sus propios principios; si es que los tienen, que -puestos a dudar- yo también puedo dudar de que los tengan.
Aquí, salvo en este texto y en el de Manuel, no ha habido ese tipo de problemas. Los comentarios son, con diferencia, lo que más disfruto de cada entrada.
A ver si te relajas más y vuelves con tus canciones y tus historias.
Esta es tu casa, Blackbird.
Un beso.