miércoles, 18 de febrero de 2009

Muerta en combate (a golpe de extrañeza)

Ese hombre me conmueve. No sé cómo, pues nunca necesita recurrir al chantaje de la emoción ni al barro del mediocre. Y jamás manosea lo importante, apenas roza, busca o ilumina con el áspero brillo de metales de su amable desdén, mi desconcierto. O convierte en espada esa distancia cálida, su pacífica forma de ser frío y mirarte con versos como ojos que se abren para enfocar la invisible y remota parte del mundo que nunca ha sido mía. Y allí hay largas fronteras esperando, cerca de un horizonte lejanísimo.

Después de él, todo es incontinencia, pornográfica muestra de pesares. Hasta la desesperación se vuelve blanca (profunda pero blanca). Sólo el desierto puro me convence, o sólo el mar, que tiene la costumbre -esa terca costumbre de sus versos- de llegar hasta el límite del cielo y pararse en la línea que separa la tierra y el misterio, resumir ese mar en esa línea y no esperar nuestro agradecimiento ni quedarse a mirar mi indiferencia, muerta en combate a golpe de extrañeza.

Olga Bernad

51 comentarios:

Juan Manuel Macías dijo...

Me gusta moverme en la frontera. Ya te dejé dicho en un antiguo comentario (ay, cómo pasa el tiempo, que se nos echa mayo encima :-) que todo lo que veo en tu blog es poesía, ya sea en prosa o en verso. La distinción entre prosa o verso es una más de esas parcelas arificiales (como forma y fondo) en que ordenamos lo que escribimos para nuestra tranquilidad cosmética. En el mejor de los casos, podemos aceptar la superstiión de los géneros como un juego inofensivo, claro. En fin, Olga, nunca hay temor del lenguaje en lo que escribes. Y esa ausencia de temor en nada tiene que ver, desde luego, con la incontinencia verbal y la pornografía sentimental a la que aludes, con palmaria razón. Consiste en saber elegir un paso de baile, el idóneo, y bailar como nadie, y tocar las palabras como pocos y decir lo que uno tiene que decir. Y punto. Yo también me declaro muerto en combate a golpe de extrañeza. Una extrañeza que, extrañamente, se parece al hogar. Discúlpame el extenso escolio, y la incontinencia verbal. Sólo es un arrebato de admiración. Me vuelvo a quitar el sombrero (viejo ejercicio por estos lugares ;-).
Besos.

José Luis Garrido Peña dijo...

Todo lo que ha dicho Juan Manuel es bastante certero, lo suscribo.

Un beso y felicidades, Olga.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

J. M. Macías se me adelanta. Mi admiración nuevamente. Venir a leerte es de obligado cumplimiento. Besos.

José Luis Garrido Peña dijo...

Hay un comentario de W. Benjamín que expresa muy bien esto, parafraseando (con el debido respeto) una cita bíblica; busca el reino de Dios (poesía) y su justicia y lo demás (forma) te será dado por añadidura.

Olga Bernad dijo...

Juan Manuel, tampoco tú pareces temer mostrar admiración. Yo lo necesito, ¿por qué? Porque quiero. Y, sin embargo, nunca en estos nueve meses te he visto hacerlo por costumbre en demasiados sitios. Así que tú también me conmueves, como el tú del poema que ves en esta prosa. La verdad es que ha sido fortuito ponerlo en líneas y no en versos. Un orden cosmético como otro cualquiera que me ayuda a mantenerme en la frontera en la que me sitúo cuando escribo. Todo esto porque no sé qué decir (ah, la incontinencia:-) y porque no quiero dejar de decir lo que debo: gracias.
Besos.

Olga Bernad dijo...

Luis, no conocía la cita (pensaba que tenía a medio mundo sin leer: me temo que estaba siendo optimista;-) pero el paralelismo que has hecho con ella no podría ser más feliz. Cuando uno no sabe muy bien cómo hacer las cosas- o sea, casi siempre- por lo menos hay que tener claro hacia dónde se quiere mirar.
En ese reino de la poesía, que tampoco es exactamente de este mundo, sólo se puede estar perdido. Se agradece mucho la compañía y la experiencia.
Un beso.

enrique dijo...

El mar, en rigor, es el más puro de los desiertos...

Olga Bernad dijo...

Antonio, me gusta mucho que te pongas ese tipo de obligaciones. No importa si antes o después, pero no dejes de cumplirlas;-) Yo te sigo muy de cerca, ya ves que te pillo los más mínimos cambios.
Un beso y muchísimas gracias.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Es un texto denso y hermoso. Las últimas palabras, que además son el título, son contundentes y métricas, pero me descubro especialmente ante el primer párrafo. ¿Cómo puede una persona afectarnos tanto, influirnos tanto? Me recuerda un poco a Safo cuando decía aquello de "se parece un dios el hombre que frente a mí se sienta". Ex corde, Cotta

Olga Bernad dijo...

Enrique, el mar y el desierto son dos de mis obsesiones más antiguas. Y el paisaje a veces poco complaciente de la pureza. Pocas flores y mucho, mucho espacio. Y mucha soledad.
(Por dios, es que todas las entradas están relacionadas con las mías propias y con otras: me parece que no tengo la culpa, pero me disculpo por si acaso;-)

Olga Bernad dijo...

Jesús, está ese primer párrafo, sí, no sé si es una suerte o una desgracia, pero la admiración es para mí la mejor manera de aprender. Alguien digno de admiración es un tesoro. Yo procuro no engañarme y darle nombre a lo que siento. No soy Safo, pero sé admirar. Ojalá sepa aprender porque, aunque no todo se aprende, alcanzar algún saber por esa vía marca la diferencia entre "savoir par coeur a savoir par livre", esa expresión tan afortunada, prima hermana de tu “ex corde” y de mi agradecimiento. De corazón.

Antonio Azuaga dijo...

No, no es prosa; es un poema, es una red musicada de endecasílabos perfectos. Pero has puesto cada verso en formación compacta. Como si fueran las “sarisas” de la falange macedónica, esas picas larguísimas con que Alejandro se paseó por el mundo como un dios. Así avanzan aquí las palabras en su disciplinada armonía, así entran en el silencio sorprendido de quienes tenemos la fortuna de que nos invada su lectura. Nos rendimos ante la hilera decidida que dibujan en nuestros ojos. Y esa caída final en el “combate” es también la nuestra… en su admiración.

Gracias, Olga.

Olga Bernad dijo...

Eso es porque a veces juego a pensar en endecasílabos, o en alejandrinos o heptasílabos, o en todo mezclado, for example: nunca en dodecasílabos,/ tampoco en decasílabos;/ creo que mis hoplitas/ prefieren avanzar al ritmo impar/ (que arrastra por debajo un ritmo en pares,/ dada nuestra tendencia /tan española a la acentuación grave)/ y sin la rima al fondo,/ solamente con ritmo de falange que danza;/ las sarisas en alto,/ arañando los cielos… (vale;-))))
Pero así se entretiene/mi corazón, “hoplita ajusticiado” (vale, de verdad).
En serio, gracias a ti, Antonio, por este comentario y por todos.
Un beso.

Antonio Azuaga dijo...

¡Perfecta métrica del "pensamiento"!

Besos.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Pienso como Juan Manuel que todo lo que escribes es "poesia" pero de una genialidad que asombra a pesar de que ya me voy acostumbrando a ella....
Un beso....un abrazo y mi admiración más sincera...siempre a tus pies Poeta (o Poetisa para las feministas).

Juan Manuel Macías dijo...

Lo importante de un verso no son las sílabas que se cuentan con los dedos. Todos valen. Todo vale, cuando la música vale. No hay un arquetipo de verso: eso dejémoslo para los tratadistas de métrica. Todos los versos pueden ser de nuestra lengua, si el oído (o el deseo) quiere. Y la tradición del decasílabo y el dodecasílabo en español es aplastante... Ay, esa reivindicable Edad Media. ¿Y el cien mil veces reivindicable octosílabo? Lo importante es la Poesía, como decía atinadamente Luis Spencer comentarios más arriba. Y lo que no es poesía se lo dejaremos a la aritmética.

Mil perdones por el arrebato métrico-espontáneo, pero es que estas cuestiones me hacen saltar del asiento a la mínima. No lo puedo remediar :-)

Besos.

P.D.: Sí, tienes mucho de Safo (como poeta). Pero ya lo demostraremos en otra ocasión... ;-)

Olga Bernad dijo...

Sólo es gimnasia, Antonio. Una vez escribí unas estrofas sáficas (porque me gusta tanto la palabra "coriambo"), tras una conferencia de un especialista. Un día te las mando para hacerte sonreír:-)

Olga Bernad dijo...

No digas sandeces de pies y ve buscando escritorio antiguo, guapa.
Yo también me he acostumbrado a tu manera de mirar y a la de Fernando (que me comenta en su blog, el angelico:-)
Mil gracias, fotógrafa co-oficial de estas caricias. Esos poemas copiados a mano no se me olvidan.

Olga Bernad dijo...

Odio que se me mezclen comentarios y respuestas, ya intento colgar las entradas fuera de horario de trabajo para responder bien, pero es que no me da tiempo. Mira, Juan Manuel, estaba pensando en ti. Yo no cuento, pienso, me dejo llevar por el ritmo, ya lo sabes. Y todo vale (si vale) pero tengo mis querencias, mis juegos preferidos, me gusta mecerme al ritmo de la sexta, al ritmo de la octava, al obligado ritmo de la décima. O al de la séptima, incluso aunque no las sepa nombrar, como bien sabes (“Capilla ardiente sin cuerpo presente” y esas cosas;-) como un redoble de tambor de otro soldado. Pero estoy dispuesta a quedarme con la boca abierta ante lo que sea, si lo que sea “es”. Y no te olvides de que tengo medio mundo por leer… pero también llevo toda mi vida leyendo, y esa borrachera de alguien, cuando te atrapan de verdad algunos versos, eso no es nada fácil de disfrutar. No pasa casi nunca.
Miedo me das con las demostraciones, no pienso demostrar nada mientras no se demuestre lo contrario;-)
Besos, Juan Manuel, gracias por lo de Safo. Viniendo de ti, sé que es lo mejor que podrías decirme.

Maria Luisa dijo...

Me gusta leerte, no una, muchas veces.
Así te entiendo mejor.

Me quedo con un trocito:
"LLegar hasta el límite del cielo y pararse en esa línea que separa la tierra y el misterio".

Un besazo.

Olga Bernad dijo...

Pues muchísimas gracias, María Luisa, tú a lo tuyo, Reina, que todos hacemos lo mismo: pararnos en lo que nos gusta, volver y volver y quedarnos con lo que nuestra memoria quiere.
Haces muy requetebien.
Te mando otro besazo, y que conste que yo no he dado tanto beso social ni cuando era pequeña. Qué cosas nos pasan:-)

Mery dijo...

A estas alturas de los comentarios, el mío sonará repetitivo, porque coincido con muchos de ellos.
Por no extenderme, te diría como Jesús Cotta: hay algo mío en lo que tan bien has descrito y que de mis manos nunca saldría con esa belleza.
Eres sáfica, sin duda, como cien cosas mas.
Un placer leerte cada entrada.
Un beso

José Miguel Ridao dijo...

Esa prosa me conmueve, Olga. Igual que la poesía. Me quedo con el primer párrafo, es muy hermoso. "Con el áspero brillo de metales de su amable desdén", íntimo sin duda.

El final es demoledor, como acostumbras: "muerta en combate a golpe de extrañeza", "al borde de tu invierno y mi tristeza", "feliz donde no hay nada". Son frases sugerentes, contundentes, palmarias, que dan un sello a lo que escribes. Sabes que lo digo de veras:-)

Olga Bernad dijo...

En tu comentario, Mery, también hay algo mío.
“Eres sáfica” no sé exactamente qué será, pero me encanta. Las otras cien cosas me dan que pensar;-) Pero no importa, porque me he enterado de que ha sido tu cumple (tarde, pero me he enterado) y te quiero felicitar además de darte las buenas noches, si es que aún estás despierta. Y muchas gracias, Mery.
Seguro que un año más suma encantos a tus taitantos (mira, y con cercana rima)
Un beso.

Olga Bernad dijo...

Pues sí, lo sé, José Miguel. Y aunque parezca que contesto tan natural, a veces estos comentarios me llegan al alma, de verdad, pero no puedes estar diciéndolo todo el rato. Espero saber transmitirlo, sin embargo.
Por cierto, espero la trascripción exacta de los comentarios de ese especialista de cinco años que nos da lecciones de poesía y teología. Son los que verdaderamente me interesan;-)
Buenas noches, que me rindo.

Andrei Rublev dijo...

Sí, qué extraño es todo esto. Acechando siempre el sinsentido, ahí estamos, sin embargo, con la escopeta cargada del lenguaje. Lo que comenzó siendo pura utilidad, se levanta durante siglos en forma de metáforas. La materia resulta ser energía. El problema de la singularidad se solventa con una elegantísima conjetura matemática que sólo es eso, retórica hermosa de números que sueña con universos paralelos. No hay intención en nada, y yo se la otorgo con el mirar... ¿Qué intención ciega manifiesta esta camisa de hierro de la evolución? Aquí es lo mismo que allí, es decir, el centro del universo.
"Nada, nada, nada, nada" manifestaba San Juan de la Cruz. Suspensión del juicio, en última instancia, según Angelus Silesius. El olvido como la meta más apetecida, según el maestro Borges. Misterio, pues. Extrañeza. El ojo ve pero no se ve. La mano toca pero no se experimenta a sí misma. Todo es paradoja. Y habita en el desierto. En el mar. En el lugar del destierro, que es el del conocimiento. Alto, como el cielo. Infinito.
"Bien quieto y solo está el comprendedor / de tantas multitudes; por encima / de toda relación vive en su afino // Mirad, el mundo es vuestro / con una condición: que no os contéis / entre aquello que al mundo pertenece" (Vicente Gallego)

Olga Bernad dijo...

Más que acechando me gustaría pensar que a veces sólo miro, tranquilamente, sin el peso de escopeta ni arco, y soy capaz de ver entre el barro del suelo una pieza del puzzle que intento completar, un trozo pequeñito de misterio que muestra un poco el cielo y al que no le encontramos el lugar, pero lo guardamos en la mano porque creemos (tenemos la esperanza de) que algún día veremos la intención de sus aristas encajar a la perfección en nuestro paisaje. Extrañeza también, pero la protegemos y pensamos sobre ella. Si Angelus Silesius creía que el diablo tiene los ojos de un enemigo que piensa, Dios debe ser el de los ojos claros, el que suspende a veces nuestra incredulidad.
Más fácil en el desierto, con un libro en la mano y sobre palabras de otro:
“Mirad, el mundo es vuestro / con una condición: que no os contéis / entre aquello que al mundo pertenece"
Vaya con Vicente Gallego;-)

Andrei Rublev dijo...

Touché! Me habéis matado, señora! Ni una palabra de más, ni una de menos. Hasta conviene escribir un comentario con tal de leer poesía así, según surge, perfecta, que bien podría convertirse en una nueva entrada suya.
Trabajamos todos a su servicio. A su bello servicio. Los buenos escritores se alimentan de todo, y de todos. Lo dicho: a sus pies, a su servicio. Mucho aprenderemos algunos a su lado.

s dijo...

Pues sigo por aquí, leyendo cosas como estas tuyas, que me dejan sin palabras. Gracias por la reprimenda cariñosa. Últimamente estoy más silencioso que de costumbre, que ya es decir.

Abrazos.

Isabel Barceló Chico dijo...

Tu prosa poética es insuperable. Me gusta la profundidad de las ideas, la hermosura de su expresión. Una vez más, te felicito.

Olga Bernad dijo...

Bueno, Arsenio, está bien, después de la esgrima, pensar en la entrada siguiente. Me das una idea. Tengo dos o tres comentarios a propósito del puzzle (otra obsesión;-) por ahí perdidos. Igual recojo los trozos dispersos, busco otros y armo algo, si todo encaja. Veremos.
Pero no creo que tengas nada que aprender de mí. Eres muy amable, en serio.
Mil gracias y buenas noches, dada la hora. Que tenga usted muy felices sueños.

Olga Bernad dijo...

Sergio, ya que la entrada habla de la incontinencia, no puedo reprocharte el silencio… pero puedo echarte en falta;-) Seguro que cuando te animes a actualizar, ese silencio habrá cumplido.
Gracias por venir a leer.

Olga Bernad dijo...

Insuperable seguro que no, pero me gusta que te guste, Isabel. A veces una no sabe, no contesta. Y es bueno notar que alguien disfruta de lo que has escrito y charlar un poco de eso, sobre todo porque las horas del día nos mantienen pendientes de otras cosas, y es una manera de no abandonar. Yo no quiero pecar de incontinencia, pero no quiero abandonar.
Una vez más, muchísimas gracias.

Anónimo dijo...

Tú no sabes abandonar como otros no sabemos escribir.
Es precioso.
Pero duele.

Olga Bernad dijo...

¿No sé abandonar? Qué conclusiones, Angós, juegas con mucha ventaja. Igual por eso no puedo dejar de fumar, fíjate:-)
Todo esto es como el desierto, símbolo y realidad. Pero morir en combate también duele, aunque sea a golpe de extrañeza.

Juan Antonio González Romano dijo...

Tras una semana más qu liado (por no hacer mudanza en mi costumbre, ay), llego a tus palabras con retraso y con el asombro acostumbrado (valga la paradoja). No me extenderé por no ser repetitivo con los comentaristas anteriores: prosa tremendamente musical, poética en el puro sentido de la palabra. Emocionante, rotunda, conmovedora. Un abrazo, Olga.

Olga Bernad dijo...

Ummmm, el "asombro acostumbrado", qué bien me hubiera venido para este texto. Lástima que no me puedas mandar los comentarios antes de que publique la entrada:-)
Pero te lo agradezco igual, Juan Antonio, aunque ya no pueda usar la expresión. Y ese tiempo sacado de no sé dónde da sentido al que yo le robo al sueño.
Mil gracias, como decía Jesús (Cotta): ex corde.

Víctor González dijo...

Ponlo en verso, será un poema maravilloso. Conmovida y muerta en combate a golpes de extrañeza. Es redondo, es intercambiable, es tremendo. Te admiro racionalmente.
Un beso.

Anónimo dijo...

Te dije que me gustabas más en verso, pero esto es tan poético como cualquier otro poema que hayas escrito.

Besos

Olga Bernad dijo...

Víctor, dude mucho y al final decidí tratarlo como prosa, porque admiraba otros versos y era casi una forma de respeto.
Gracias por lo que dices y por esa admiración racional:-) A mí no me sale, pero debe ser una cosa muy bonita, se me irracionaliza la admiración.
Un beso, piloto.

Olga Bernad dijo...

Spender, tu preferencia por mis versos me hace muy feliz, no sé por qué pero me siento mucho más vulnerable a la opinión ajena con ellos que con las prosas. La poesía puede estar igual en unos o en otras, eso es verdad (no hay más que leer tus poemas en prosa para entenderlo). Gracias por verlo aquí.
Un beso.

Máster en nubes dijo...

Como a tantos sitios, llego tarde pero llego. Uf, tengo para leerte siempre un rato, varias veces. Y para pensar mucho. "Después de él, todo es incontinencia, pornográfica muestra de pesares". Desierto y mar. Difícil, Olga, a ver si aprendo, siempre es importante.

Un beso y un abrazo
Aurora

Olga Bernad dijo...

Nunca es tarde, aquí se queda la entrada esperando;-) No vengas pensando en aprender o no sabré qué enseñarte. Ven para estar y sírvete tú misma, esta es tu casa.
Un abrazo, Aurora.

Julio Castelló dijo...

Quién fuera él... Aunque, honestamente, me pirro por el fuego.
Tu(s) texto(s) lo tienen.

Olga Bernad dijo...

Julio, brother, podría firmar exactamente el mismo comentario:-)
Procuro al menos arder en calma, ya que friamente no va a poder ser.
Gracias por venir al calor de la hoguera y acercar siempre al final la tuya. Que no se apaguen.

Paco dijo...

para mi ese mar, ese Mediterraneo que tengo aqui enfrente, es la linea entre la miseria y este mundo que vivimos, que tenemos...

saludos

Olga Bernad dijo...

La realidad, Paco, siempre iconoclasta. Como decía no sé quién.
Saludos.

Anónimo dijo...

I surrender. That's great.

Olga Bernad dijo...

Sweet surrender, nice battle.
Your english teacher is rich, I suppose, as my taylor:-)
Kisses, my friend.

Marta Fernández Olivera dijo...

Que los extremos de la naturaleza sean los que mas te gusten, creo que es lo mas corriente del mundo, creo que ya te dije alguna vez que yo quede enganchadisima de los Monegros y lo sigo estando, ya forman parte de mi aunque sólo los pise durante 5 dias.
Es un texto muy bonito, el primer parrafo es genial, aunque el segundo con la definicion del mar..te has lucido

Un besico fuerte

Olga Bernad dijo...

Anda, mi monegrina adoptada, ya te echaba yo en falta. Mar de fondo, desde luego, aunque al que procuro definir es al poeta, que es una manera de quedártelo;-)
Pero es imposible:-(

Besos para ti y esos maris nostri.