sábado, 13 de diciembre de 2008

Canciones de extraño amor



Estoy segura de que nadie en el mundo ha visto este vídeo tantas veces como yo. Tengo una copia en la habitación destartalada donde sólo entra lo que amo y de la que ya les he hablado algunas veces; la misma habitación de la que no saldré algún día, cuando el sentido común deje de interesarme o me abandone, aburrido de cuentas por cuadrar y tonterías.

Miren a su alrededor: en su trabajo, en la calle, en el autobús o encapsulados en su coche entre el tráfico; miren un poco y comprendan de qué viven rodeados y, luego, dediquen dos minutos a esta canción.

Ni siquiera la entiendo del todo: sé que habla de marineros que bailan en el puerto, que brindan a la salud de las putas de Ámsterdam y a veces mueren al despuntar el día, ebrios de cerveza y dramas; habla de lánguidos océanos, del sonido de un acordeón y de mujeres infieles, de monótonas orillas, de manteles muy blancos, de miseria. Oigo el rumor de un mar vivo y triste, duro como una roca, en ese gesto hipnótico que se ha ido irremisiblemente a otro lugar y desde allí nos habla, dejando mi incredulidad agazapada hasta que acabe, poniéndome la carne de gallina.

Nadie canta así, con la emoción creciente del que se va dejando herir por la historia que desgrana, enamorándose de ella hasta desesperarse y hacernos desaparecer. Yo quiero estar ahí, quiero estar a su lado mientras canta. Seguro que el aire quieto de los auditorios vibraba con la voz y el calor de esos sentimientos tan normales y tan extraños que palpitan en su gesto masculino, distintos como copos de nieve que no dejan de caer, llenos de una rara perfección de miel y rabia. Y yo me siento ahí, casi siento el calor que se levanta de cada uno de sus movimientos, y me gustaría que esas manos que acarician o golpean el aire cuando siguen la música, torrentes de algo como un amor contenido que se escapa, rozasen un segundo mi mejilla.

Olga Bernad
Actualización del 17 de julio de 2009: lamentablemente el vídeo mostrado en la entrada ya no está disponible. Adiós a los subtítulos en griego... os dejo éste subtitulado en inglés, que no es lo mismo, pero nos permite oír a Brel. Sin su voz, el texto estaba muy triste.

34 comentarios:

Andrei Rublev dijo...

Todo resulta extraño en esta vida. Hasta la vida misma. Todos en un escenario a pecho descubierto, con un micrófono que en la mayoría de los casos sólo oímos nosotros. Tal vez eso la hace maravillosa. Y con sentido. Siempre el sentido, aunque sólo sea el de acariciar con la voz, con la palabra, con la simple presencia... Dotemos de sentido nuestra actuación. Seduzcamos al público. Ellos también son nosotros. Nosotros también somos ellos.

Olga Bernad dijo...

Quizá parte de la seducción esté en su postura de hacerlo a pecho descubierto. Si van a mentirte, que al menos lo hagan bien.-) En cuanto veo a alguien parapetado detrás de demasiadas cosas (palabras, posturas, consignas, correcciones políticas) dejo de creerle. Es difícil decir nada nuevo, pero hay quien transmite las cosas de una manera distinta, y no se puede imitar porque se cae en el ridículo más absurdo. Eso me seduce. Necesito que me hagan creer lo que dicen, lo que cantan, lo que cuentan… realmente este hombre me seduce, se me lleva con él. Creo que de fondo hay una verdad. Sí, ojalá pudiésemos seducir así.

Juan Manuel Macías dijo...

Siempre guardamos una canción (yo guardo varias) para explicar el mundo y explicarnos. Y lo mejor, las más de las veces, es no entender lo que dicen. Es la mejor forma de hacerlas parte de nuestra vida. Así las podemos dotar de contenidos, como haces en este admirable texto, una mitología paralela en toda regla. Somos el resultado de unas cuantas canciones y unos cuantos versos. La poesía, como la música, no tiene obligación de decir nada. Nosotros (en este caso tú) ponemos las imágenes, la historia, el sentimiento y el paisaje. ¿Qué más pedir? Un texto precioso, Olga. Besos.
P.D.: Pero es todo un detalle lo de los subtítulos en griego :-)

Olga Bernad dijo...

Hay canciones que intentan explicar el mundo, otras que lo cuestionan y otras parecen llevar a cuestas el suyo propio. Entender el mundo es una entelequia siempre. Dotamos de contenidos propios todo lo que amamos, lo que elegimos. Yo incluso les he puesto piso en la memoria a semejantes amantes, y lo decoro como más me gusta: el retrato de Lucrecia, una botella de Laphroaig y algunos libros. Y, sí, esta historia que no acabo de entender. Este hombre cantando. No hay realidad, por muy iconoclasta que sea, que pueda con un paraíso así, porque está hecho de cosas ciertas. Sólo quiero escribir sobre ellas, pero es difícil estar a la altura.
En cuanto al detalle del texto en griego, madre mía, creía que era ruso (ese alfabeto cirílico me confunde:-) Mi filología es un papel y mi B.U.P y mi C.O.U. fueron matemáticos… pero te mando besos, eso sí. Y, como siempre, mil gracias.

Carlos dijo...

Acojonante. El labio superior de este hombre me fascina, me hipnotiza. Apenas alcanzo a entender lo que dice y no comprendo los subtítulos ni de lejos, pero creo que las caras de los aplaudientes no reflejan lo bastante la excelente interpretación. Hay marineros que se mueren llenos de cerveza y dramas cuando despunta el día. Gracias.

Anónimo dijo...

Preciosa entrada para una mañana lluviosa de otoño. Yo conocía esta canción (Brel, ay, incomparable Brel), pero no este vídeo. Me encanta esa imagen, sobre todo al principio, de hombre gigantón, algo contrahecho, con manos enormes, sobre ese fondo negro. El francés acelerado de Brel no siempre es fácil de seguir. En esta canción parece una continua vibración, realzada por los primeros planos de su dentadura prominente. Lástima que el público no corresponda con esos aplausos tan fríos al delirio final de uno de los mejores cantautores que ha dado el pasado siglo.
Por si no la tienes, te dejo un enlace con la letra de esta canción:
www.frmusique.ru/texts/b/brel_jacques/amsterdam.htm
Besos.

Olga Bernad dijo...

¡loky! Nunca se sabe cuando vas a aparecer. Creo que nos pasa lo mismo con esta canción y, sí, qué “formalita” es la gente, supongo que son los usos y costumbres de la época. Él trasciende la época y el lugar, a mí me parece de otro mundo. Desde luego, es otra cosa. Esos marineros comprendidos sólo a medias, vislumbrados…pues sí, acojonante

Olga Bernad dijo...

Carmen, qué alegría me da que casi en cada entrada aparezca alguien nuevo. He ido a ver tu blog y creo que entiendes de música mucho más que yo, pero me pasaré más despacio. Me encanta coincidir con una experta (aunque ni las coincidencias ni los expertos son mi especialidad, pero se agradece:-) A mí el vídeo me encanta: ni trucos ni nada. Me gusta cuando comienza a mover suavemente las manos, creo que no es un gesto del todo consciente, o no le importa, simplemente sigue la música, apoya su emoción y la transmite. El público, como le he dicho a Loky, está sentado en su época, pero él no.
Ayyyy, no sé si ir a ver la letra...
Bienvenida, Carmen, y muchísimas gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Ay, nuestro querido Brel, para mi el gran mimo de la canción. Inigualable.
Como muy bien dices “Es difícil decir nada nuevo, pero hay quien transmite las cosas de una manera distinta, …” y ahí es donde te incluyo a ti, cariño, junto a Brel y otros pocos elegidos/as.

Precioso texto.

Besitos

Anónimo dijo...

Una experiencia altamente recomendable, leer este texto mientras comienza la canción, y observar a Brel en su crescendo.

Maravilloso. Besos.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Querida Olga, la entrada de Carmen Serrano es mía. Mi hija tiene 10 años y cuando me toca el ordenador deja su huella. Escribí el comentario sin darme cuenta de que estaba abierta su cuenta, la que corresponde a ese blog sobre música que se ha abierto. Como ves, en esto de internet los niños van a una velocidad de vértigo. Besos.

Olga Bernad dijo...

Gracias, Gemita. Ay, qué tarde descubrí yo a este hombre. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. Creo que era Chesterton el que decía (más o menos:-) que la mediocridad consiste en pasar al lado de la grandeza y no reconocerla. Que no nos pase.
Besos, sister.

Olga Bernad dijo...

Sí que es una experiencia, Spender, ver atentamente este vídeo; para mí lo ha sido. Quizá porque estamos saturados de efectos especiales (buenísimos en ocasiones, no tengo nada en contra) y de repente ves que la emoción y el gesto de un hombre puede tocarte el corazón de una manera mucho más contundente. Misterios.
Un beso.

Olga Bernad dijo...

¡Antonio! Pues mira, que me has traído una nueva visitante sin comerlo ni beberlo:-) Me ha gustado ese blog, dile que se pase por aquí.
No te digo lo rápido que van los niños, mi hijo mayor es como tu hija y ya me quiere dejar comentarios... Quizá nos parece que van rápido a nosotros, ellos ven todo esto con mucha naturalidad, no sé.
Me alegro de tu doble visita, y te mando un besazo también por ese merecidísimo éxito con tu relato.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

No suelo escuchar la musica de los blogs...pero como siempre me has picado la curiosidad por la historia que dices que cuenta...has dotado de sentido una canción que para mi no tiene ninguno (porque no entiendo lo que dice).

Olga Bernad dijo...

Pues es una alegría que te hayas acercado a esta canción por mí, Tere. Me gusta que mi texto te haya "picado la curiosidad". No es la estética habitual, desde luego, pero a mí me llega al alma. Quería compartirlo, como señalar con el dedo(y con la palabra)lo que veo por ahí:-)

Alfaraz dijo...

Esto no es como dicen a veces "cantar con el estómago", es cantar con el cuerpo entero.
Brel. Qué se va a decir.

.

Olga Bernad dijo...

Con el cuerpo entero, sí. Y con la mente. Es una cuestión de sentimientos pero también de inteligencia. Me encanta que te guste.

ONDA dijo...

Seguramente habría tenido que oir esta canción alguna vez, en algún programa de televisión de niño.
Me resulta familiar y preciosa tu crítica digna de una periodista crítica musical.

No hace falta ser una experta para evocar las sensaciones que una obra de arte, y esta canción lo es, nos provoca y tu lo has hecho estupendamente.

Gracias por compartirlo

Olga Bernad dijo...

Supongo que es una de las mejores cosas de tener un blog. Realmente esta canción y este vídeo en especial me gustaron mucho, y podría habérselo comentado a la gente que está cerca de mí, pero no compartir esa sensación con tantas personas. Me gusta eso.
Un abrazo, Ignacio, y muchas gracias por lo que dices, aunque lo de “periodista crítica musical” me excede:-)

Maria Luisa dijo...

Cuantas veces una canción nos lleva a un mundo mágico, o nos recuerda momentos que se gravaron en nuestra memoria...


Querida Olga, un abrazo.

Anónimo dijo...

Yo conozco sólo un poco de Brel, pero a mi me enganchó su suplicante “Ne me quitte pas”. Es verdad que este hombre lo vivía, no sólo en canciones de amor, y que sus letras hablaban muchas veces de temas marginales que no sé cómo podía escuchar tan tranquilamente su acomodado auditorio. En fin, una más de las contradicciones de la vida.

Yo te entregaré el mundo pero “ne me quitte pas, ne me quitte pas

Olga Bernad dijo...

Las canciones son como píldoras sentimentales, sí, algunas producen efectos muy potentes y mágicos.
Yo creo que las canciones que nos gustan nos definen mucho, y no conoces bien a alguien hasta que no sabes cuáles son. ¿Qué canciones te gustarán a ti? Voy a pensar...
Un beso, "Yaya Lu".

Olga Bernad dijo...

Ay, los oyentes, qué "tiesos", aunque la emoción es suficiente con sentirla, supongo que entonces no se expresaba de la forma que se hace ahora. Nada es necesario más que la emoción. El aire de esas salas tenía que vibrar sólo con él. Me hubiera encantado estar ahí, sí.
Conozco muchas canciones que te gustan (hace bastante que no me traes ninguna, por cierto.-)pero nunca habíamos hablado de Brel.
Y no, yo no te dejaré:-) De hecho, pienso ir el viernes a la cafetería solitaria. Habla con Iseo.

Gemma dijo...

Estupendo el Brel que nos ofreces, vibrante de cuerpo y alma y de la cabeza a los pies. ;-)

Me ha gustado mucho el artículo que has escrito, tan sentido como tu Brel querido.
Un abrazo, Olga

Olga Bernad dijo...

Desde luego, a mí me gustó escribirlo. La verdad es que le tenía ganas a este señor:-) ¿No te pasa eso a veces?
Muchas gracias, Mega. Bienvenida por aquí.

Fernando dijo...

tienen los muelles un algo de morirnos a trozos cuando las cantinas recogen tantos cuerpos rotos y tanta melancolía...un beso.

Olga Bernad dijo...

"Morirse a trozos", sí, esa sensación me deja su forma de cantar y lo que a medias intuyo y entiendo en la canción. Y una tristeza que se contiene, aunque finalmente se desborda. Y una especie de nostalgia de ser otro (muchas cosas:-)
Un beso, Fernando.

Víctor González dijo...

A mí Olga, mucho más que el video y que Brel que es impresionante, me impresionas tú, me impresiona tu mantra profundo... profundo... profundo...
Beso.

Olga Bernad dijo...

Sé poco de esas cosas, pero entiendo que un mantra "eficaz" nos deja la marca de su vibración, y lo repetimos. Mi mantra profundo. Qué cosas:-)
Beso profundamente agradecido, piloto.

La historia de Manoli dijo...

esta bien, todos tenemos que tener nuestro rinconcito.

saludos y feliz navidad

Isabel Barceló Chico dijo...

Comprendo la fascinación que sientes por esta canción y las imágenes, casi hipnóticas. Así no me extraña que algún día te quedes en esa habitación sin volver a salir jamás.
Te deseo una fiestas muy felices. Un abrazo muy fuerte.

Olga Bernad dijo...

Vaya, Manoli, otra sorpresa, tampoco conocía tu blog pero me pasaré a saber algo de tu historia. Bienvenida a este rincón, que se llena con vosotros. Te felicito la Navidad aquí y en la siguiente entrada, que iba a colgar ahora mismo…

Olga Bernad dijo...

Sí que me fascina esta canción; y guardo todo lo que me fascina en una ficticia “habitación destartalada” que voy amueblando poco a poco con cosas muy diversas. Algunas han ido saliendo por aquí, en la entrada dedicada al retrato de Lucrecia y en Mujeres sin corazón. Teníamos cuadro y peli, nos faltaba música.-)
Sé que te vas. Disfruta muchísimo. Dada mi indecisión para escribir sobre la Navidad, casi se me junta Brel con los villancicos…