viernes, 6 de mayo de 2011

Nº 4 de la revista Isla de Siltolá/ Nostalgia armada vista por Juan Manuel Macías

Javier Sánchez Menéndez anuncia ya en la página de la editorial la aparición del nº 4 de la revista Isla de Siltolá.  El proyecto crece en cada número y llega, en esta ocasión, con un inédito de Juan Ramón Jiménez y unas interesantísimas colaboraciones.  Con una vocación inclusiva a la par que rigurosa, la revista demuestra su intención de sumar... y seguir.  AQUÍ pueden ver la nómina completa.  En el apartado crítico, donde  evidentemente los libros de Siltolá tienen su sitio, se reseñan publicaciones de cualquier otro sello.  La reciente aparición de Nostalgia armada tiene también su hueco en este número, con un excelente texto de Juan Manuel Macías que aquí guardo:    


     
Pudiéramos improvisar un mito donde el hombre descubre la poesía instantes después de descubrirse irremediablemente nostálgico. Si hubo un tiempo legendario en que la poesía vio la luz, ésta tuvo que aparecer definida en esa enfermedad por el regreso, nostálgica de todo y de sí misma. ¿Acaso no llevan las palabras un desesperado, siempre incumplido afán por regresar a aquello a lo que nombran? Olga Bernad no ha dejado de compartir con nosotros esa perplejidad esencial en sus versos, y ahora nos entrega su segundo poemario bajo un título que no sólo es bello (propio de quien sabe titular con tacto), sino también portador de un coraje poco habitual en tiempos alejandrinos o de variada gendarmería poética. Nostalgia armada supone, en efecto, una perfecta definición de lo que contienen sus páginas, compendiables, por ejemplo, en versos como estos: «¿Recordará esta casa aquel otoño?/Claro que no, no sé por qué te empeñas /en que algo quede cuando nada queda.»; pero también establece una dulce contradicción marcada por la rareza del adjetivo. Hay una entrega voluntariosa, casi marcial, en esa nostalgia. La minuciosidad en el equipamiento soldadesco que no deja resquicio a lo improvisado o a la simple y urgente expresión. Antes bien, hay un rito y un orden que nos recuerda, mejor que a un civilizado hoplita, a los ambiguos y complejos mapas de todo un Odiseo, el más nostálgico de los héroes, con su intelectualismo del sentimiento y su juanramoniana intelijencia.

Defender, limitar, almenar y construír la nostalgia paso a paso: eso es lo que la poeta hace admirablemente a lo largo de unos poemas que se suceden como episodios de una larga vigilia sonámbula en torno al yo que recuerda y siente. El yo que se reinventa en cada instante sucesivo, y se encuentra consigo una y otra vez: «Yo de nuevo./Soy yo. /Estamos yo y la vida.» Pero no caigamos en la superstición filológica o en el escrúpulo del biografismo (más manidos de lo que algunos actuales exorcistas del yo en poesía pudieran suponer), puesto que no es Olga Bernad la que nos está hablando desde cualquier posible realidad vital, sino sus propios poemas. El yo en poesía es una máscara más. Labrada de carne y hueso, si lo prefieren, o de palabras que quieren ser carne y hueso, pero máscara al fin y al cabo, siempre dispuesta a adaptarse a la voz que, eventualmente, pudiera darle vida. El poeta es una parte más del poema y Olga Bernad, autora de esa necesaria arquitectura, se esconde hábilmente, tan inalcanzable como la manzana de Safo.

Y estaremos satisfechos de no alcanzar nunca esa manzana. Pero los poemas, que es de lo que aquí se trata, también se nos muestran enormemente satisfechos de ser poemas desde el principio hasta el final: creen siempre en ellos mismos y logran, por tanto, hacernos partícipes de esa fe, sin echar mano de ningún medio ajeno a los simples resortes de la poesía. Quieren vivir y persistir en la lengua de la que son esclavos y dueños, en cada palabra donde asoma la voz, reinventada, de la tradición.

Domado el lenguaje a su albedrío, la poeta no escribe desde la temeraria preceptiva o el patrón aprendido del emulador. No cuenta las sílabas como quien cuenta los peldaños de una escalera. Hacer lo primero o lo segundo conduciría a no poder ver el verso o la escalera. Pero la poeta ve el verso porque sabe respirar y subir a través de él. Su materia no son las sílabas, tomadas en abstracto, sino la voz de los poemas que ha resonado en sus lecturas (la arcilla modelable de todo poeta), y así nos llegan sus endecasílabos con ese algo más que emerge por encima de la tautológica cifra once; con la naturalidad y los márgenes que definen la perfección, no por obedecer ciegamente a un canon a priori, sino porque conocen el secreto para tentar a nuestra escurridiza memoria.

Los poemas de Nostalgia armada se van acumulando dentro de lo que la poeta llama en un afinado epílogo «ese organismo vivo cuyo crecimiento es a la vez natural y misterioso». Hay unos cauces, sí, misteriosos: una directriz y un extraño destino que conforman el poemario y lo llevan por diversos paisajes como las cuerdas y trastes de un único instrumento: la épica sentimental de Al borde del invierno y la tristeza, los suaves escorzos de barroquismo en versos tan sonoros como «el mar de mar sembrado —el mar desconcertante/que estaba enamorado de la calma—» o la descarnada, intensa elegía colectiva de Belchite 2002. Y todo para concluir, de pronto, en mayo, un «terco mayo de ritos repetidos» que acude en nuestro rescate con la oscura intención de no salvarnos.

O para que descubramos, leyendo estos poemas memoriosos, la nostalgia, instantes después de aprender de cuántos inviernos puede estar fabricada una primavera.
Juan Manuel Macías . Publicado en el nº 4 (enero-abril 2011) de la revista Isla de Siltolá 

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánta luz en este texto de Juan Manuel. Extraordinario.

Durrell dijo...

Verdaderamente, un texto magnífico. Da gusto ver tu Nostalgia a esa luz.
Espléndida reflexión.

Olga Bernad dijo...

Vaya, Sara, hoy sí que no me parecía posible que hubiese nadie despierto! Mujer de poca fe;-)
Sí que hay luz en él, porque la hay en los textos de este autor.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Durrell. Así es. Es muy bonito guardar estos textos aquí, muy importante para mí.

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Escribir con gran estilo. Y que escriban sobre lo que uno escribe tan bien y con tanta justicia.

Bien puede usted reverenciar a la Fortuna.


Saludos de su lector.

gbp dijo...

Impresionante el texto de Juan Manuel, excelente como tus memorables poemas.

Besitos

Olga Bernad dijo...

¡Gracias, Gema! Lo tuyo es amor, así que... pero gracias de todas formas;-) Y sí que es bueno el texto, la verdad.
Kisses

Olga Bernad dijo...

Pues sí, GdL (o Retablo dlva), sólo las últimas tres reseñas ya son para estar contenta; tanto Eduardo Moga como Antón Castro como Juan Manuel son lectores y escritores de lujo. Para no perder la costumbre, te dejo el enlace a otro texto del mismo autor, también sobre poesía, pues estoy segura de que te interesará y creo que una de las posibilidades que nos da todo esto es la de compartir los descubrimientos: AQUÍ.

Muchas gracias por sus palabras, que pase usted un feliz fin de semana;-)

Angós dijo...

Algo especial tenéis con las palabras, eso es así, como decía Antón en su reseña. Le recuerdo a Juan Manuel cuando estuvimos en Madrid hablando de tabaco de pipa ¡y me dieron ganas de volver a fumar! Es un don.
Me ha encantado el texto y le mando un saludo y recuerdos.

Olga Bernad dijo...

¡A mí me dieron ganas de fumar TAMBIÉN en pipa! Bueno, qué bien lo pasemos en Madrid;-)) Ya hace más de un año. Y conocimos a Azuaga, y a Alfaraz y Enrique, en aquella ocasión...

Pero tú también tienes bastantes dones, todos muy apreciados por mí;-)

La reseña me ha hecho mucha ilusión, me alegro de que te haya gustado tanto.

Miguel Baquero dijo...

Enhorabuena, que sigan esas estupendas reseñas

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Miguel!

Mery dijo...

A la vista está que las palabras del sr. Macías engrandecen aún mas tu obra. Me parece un texto precioso, que lleva de la mano para que uno quiera hacerse con Nostalgia Armada YA.

Un beso, señora Poeta.

Olga Bernad dijo...

Buena relación tiene el sr. Macías con las palabras, eso es así. Sí que es un texto bonito, como tú comentario:-)
Un beso y muchas gracias, Mery, ojalá te guste la Nostalgia!

Anónimo dijo...

Me ha gusatado mucho leer a Juan Manuel hablando de tu Nostalgia Armada, lo que dice y cómo lo dice. Es un texto magnífico. Tienes que estar muy orgullosa de todo lo que se está diciendo de tu obra. Enhorabuena

Olga Bernad dijo...

A mí también! Como a ti o como a Tu. Dame una pista, anda... ¿quién eres tú?
Pero gracias;-)

NINGUNO dijo...

Hola, Olga; He leído una referencia a "Nostalgia Armada" en el suplemento Artes & Letras de El Heraldo de hoy; he colocado una pequeña parte en mi blog.
Nos vemos el día 19 en El Corte Inglés.
Un abrazo
Mariano Ibeas

Olga Bernad dijo...

Sí!!! Me han avisado esta mañana, pero acabo de llegar a casa y no he tenido tiempo ni de escanearlo. Ha sido una de las enormes alegrías de hoy. La segunda me la han dado los alumnos de 5º de un colegio de Zaragoza, con un estudio más que especial sobre el poema "Terco mayo". Como sea, mañana preparo entrada sobre todo esto y la cuelgo por la noche!
Mil gracias, Mariano. Nos vemos el jueves que viene!

Olga Bernad dijo...

Lamento los comentarios desaparecidos que sí publiqué y aquellos que no habéis podido dejar. Parece que es un problema general y se ha borrado todo desde el día once. Blogger está intentando recuperar entradas y comentarios perdidos. Veremos.