martes, 9 de marzo de 2010

Lugares invisibles, verbos muertos

O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
Que chega a fingir que é dor
A dor que deveras sente.
No me dices, amor, lo que me cuentas;
me dices “no te entiendo” y me destierras
con ese breve gesto de tu boca
a repetir palabras que no importan.
Mientras hablo me rindo y me pregunto
si acaso me he perdido en tu respuesta,
y si hablar es rezar o es sólo el resto
de un deseo insolente. Se ha parado
un pájaro a mirarme en la ventana.
Y se va como yo, siempre nos vamos.

Apago el cigarrillo, cierro frases
que ya no hablan de mí.

Ni tampoco de ti, sólo se mueren
como cosas no dichas o inventadas.
No volveré a quererte y, ahora mismo,
en el preciso instante que se escapa,
no sé si esta impotencia es el futuro
o tendremos acaso otras personas
y otros tiempos y modos de vivirlas;
si el verbo nos verá probar verdades
que parecen mentira y nos marcaron
la piel en los lugares invisibles.

Mi propia cicatriz es mi trabajo,
no el tuyo ni el de nadie. Si tú estabas
sentado al otro lado de la mesa,
cómo explicar la burla: la ventana
me reflejó esa tarde hablando sola.

Olga Bernad

A Juan Manuel Macías, que me recitó estos cuatro versos de Pessoa tras leer el poema y me habló de la incomprensión y de la rara manera en que cada cosa, hasta la soledad, hasta lo incierto, cumple su papel al pie de la letra en algún desquiciado orden de cosas. Amen.
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Hace un año:  El mal amor
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10 de marzo: Aurora Pimentel deja en su blog algunas reflexiones tras la lectura de Andábata.  Mil gracias. 
12 de marzo:  Me entero de que el miércoles apareció en la página VAE VICTIS! un  poema de Caricias perplejas.   Muchas gracias también a su administradora.

52 comentarios:

Antonio Rivero Taravillo dijo...

¡Qué gran poema, Olga! Juan Manuel (¡y Pessoa!) deben estar muy orgullosos. Besos.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Contundente,tragico y duro....siempre hablamos solos cuando no tenemos el coraje de decir las cosas frente a frente.Muy bueno...como siempre.
besos

Miguel dijo...

Querida Olga: No sé qué cocinas interiormente, pero el olor del guiso es rico: tus versos, tu prosa tan espléndida...Nos traes a la mesa de los olvidados, el dolor de tu trabajo, la gratitud y la compañía; a veces,también, el desprecio y la duda que nos hacen tan débiles o fuertes (ambas cosas no son lo que somos) Y el amor, que no encuentra redentor en tu poesía, hasta que consigna una certeza (alguna quizás) a la que esta vez se ha añadido la burla y el soliloquio. No sé de qué otro dolor escribirás más adelante.
El poema es precioso, Olga. Tus propias vacilaciones no son nuevas, pero me han conmovido más que el acervo poético del que tirar comunmente. Ese es tu don.

Bueno, esta es la impresión de la primera lectura que, como sabes, no será la única.

Me apresuro porque quiero enviarte el comentario a esta hora de una tarde hermosísima en Sevilla. Quien pudiera tomar ese café contigo...
Un beso y enhorabuena siempre.Gracias.

José Morillas dijo...

Hola Olga, no sé si te llegó mi comentario a tu anterior entrada. Cuando se publica se está también expuestos a las valoraciones y opiniones de la crítica, los lectores, etc. siempre con respeto y honestidad intelectual, es sano y muy provechoso para todos los lectores. Te decía en ese comentario anterior, que Zaitegui expone una certera y breve calificación de tu trabajo en la reseña, cuando se refiere, aquí es aun más evidente y ello me ha movido a volverte a escribir, de tu tendencia al microrrelato. Lo que tampoco comprendo es que en algunas bitácoras, como la de José Luis Garrido, de líneas tan opuestas, de una interesante dramaturgia esencial en el espacio poético, no quiera o no le interese ver esto en alguna mención de tu trabajo.

Saludos afectuosos, vuelvo a reiterar lo de afectuosos, que muchos consideran la crítica como un insulto.

Dyhego dijo...

¡Ay, la soledad, la maldita soledad!
Salu2.

(Chica, que no encuentro el momento de seguir con tu novela. Estoy hasta el cuello.)

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Antonio R. Taravillo, tu opinión es muy importante para mí. La de Juan Manuel, también; la de Pessoa… podemos soñar. Pero cuánta razón tiene;-)
Un beso

Olga Bernad dijo...

Tere, todavía no sé si ella estaba realmente sola o acompañada, si el cristal reflejó la ausencia de un fantasma o la realidad plana. Pero sé que el absurdo de intentar responder a lo absurdo, ni de convencer a nadie de nada, estuvo en el origen de este poema. Es trágico, sí. Es soledad pura.
Besos, compa.

Olga Bernad dijo...

Miguel, ese café nos lo tomaremos, descuida;-) El amor no encuentra su sitio en mis poemas últimamente, pero el poeta es un fingidor, como dice Pessoa. Yo me siento muy querida y, sin embargo, puedo llegar a fingir que me duele… lo que me duele de verdad. A veces la verdad parece mentira, y la suspensión de la incredulidad no es posible por vías normales.
Un beso.

Olga Bernad dijo...

Sí me llegó, José Morillas, pero firmado por Antonio Morillas. Coincidimos en valorar la reseña de Zaitegui. Siempre es agradable, para los que dudamos de lo nuestro y no pontificamos sobre lo ajeno, que nos consideren mejores de lo que nosotros pensamos. En cualquier caso, ni ella dice lo que usted sugiere ni encuentro yo lógica alguna en considerar que el hecho de que un poema pueda tener (o no) un cierto argumento, sea en sí mismo un mérito o un demérito.
En cuanto a la atención ajena, salvo que también me ha sorprendido (pero a mí muy gratamente) que tanta gente distinta y desconocida se haya interesado por mis poemas desde el principio, poco puedo decirle. No suelo hablar por boca de los demás, pero supongo que algunos no necesitamos de la comunión en eso que usted llama “líneas” para reconocer lo que otro escribe.

Gracias por su insistencia en el afecto, con el mismo (que no está reñido con la claridad) le doy la bienvenida. Pero también le digo una cosa: yo no abrí el blog para estar al pairo de críticas que en el fondo son anónimas, sino para compartir versos y prosas con quien le gusten. Esto no es un suplemento cultural por el que me paguen, es mi propio blog, no me cuente a lo que debo o no debo exponerme, ya lo decidiré yo. A mí esto me cuesta un tiempo y una dedicación, y pretender que lo destine a dar réplicas a argumentos cuyo fin no siempre entiendo, y que lo haga para nada, es ya mucho pedir, es verbo muerto. El poema habla mejor que yo de eso.

Olga Bernad dijo...

Ay, Diego, la solitude;-) Menos mal que te vas encontrando gente que la cura un poco, las cosas como son. Esa Andábata te espera arregladita, ya me contarás, mesié.

Juan Manuel Macías dijo...

Suscribo lo que dice Antonio. ¡Cómo no estar orgulloso! Este poema es, sencillamente, inmenso. Sí, adjetivos, adjetivos, pero es que no se puede decir de otra manera. Y aquí debería terminar mi comentario, porque ahora sólo habría que leerte y quitarse el sombrero.

De todas formas, aunque tú has sido muy precisa con tu contestación al señor Morillas (parece que hay una duda razonable con su nombre de pila), quería hacer una pequeña reflexión al hilo de su comentario. Creo que es más una cuestión de profilaxis crítica que una defensa de tu poema, que se defiende solo. No entiendo, para empezar, ese empecinamiento en lo del "microrelato". Parece que es un término que el sr. Morillas esgrime como palabra tabú. Yo, desde luego, no siento ese respeto supersticioso por los géneros. Por otra parte, no veo inconveniente alguno en que la poesía narre cuando es poesía. ¿Nos atreveremos a decir dónde están los límites? ¿Qué es una imagen, una metáfora o una narración? ¿Lo podemos decir de verdad? Parece mentira que a estas alturas estemos todavía en estas lides, por dios. Las estéticas construidas a priori, como siempre digo, son muy malas y conducen casi siempre al sectarismo y a la burricie. Frente a esto, sólo cabe seguir ejerciendo la libertad creadora. La obra de arte ha de tender hacia lo uno, simple y misterioso. Y vuelvo de nuevo (sí, sí, todas las veces que haga falta) a La Odisea, de donde hemos bebido todos.
Lamento lo extenso de un comentario que tendría que haberse reducido a muy pocas líneas, mi admiración, mi aplauso y mi admiración otra vez sin pudor de énfasis.
Gracias, Olga.
Besos.

Roxana dijo...

La soledad nos hace compañía y nos traiciona, se hace amiga para arrancar de nuestra boca los pensamientos más íntimos.Hermoso Olga,saludos.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Juan Manuel, fue precioso compartir un poema recién escrito tan de mañana, con una intrahistoria que no importa, pero que está en su origen. Convertir las sensaciones en poesía y narrar, en todo caso, una sensación, es un proceso físico, químico y espiritual que me atrapa, como destilar algo a través de un alambique, algo así. La verdad es que yo aún no tengo muchas teorías sobre lo que debe hacerse y lo que no a la hora de afrontar el hecho de escribir, y eso que llevo toda mi vida leyendo, escribiendo y -para colmo- tuve el buen humor de licenciarme en Filología en la especialidad de literatura. Pero, si algún día las tengo, procuraré aplicarlas a mis propios escritos, que me parece la única forma eficaz de sostenerlas. Lo demás me da mucha pereza.
Besos y gracias por esa admiración inmerecida y, sobre todo, por estar al otro lado para compartir y comentar esta curiosa pasión;-)

Olga Bernad dijo...

Has personificado la soledad (no sé si eso será un fallo, chica;-). Lo cierto es que también las personas nos fallan, y les fallamos, y entre medio están las palabras haciendo lo que pueden, que a veces es muy poco.
Que te parezca hermoso es suficiente premio, Roxana, muchas gracias.
Saludos.

Anabel dijo...

He disfrutado tu poema, mucho.

Es cierto: todo tiene un orden lógico o ilógico depende del universo desde donde ser mire.

Un beso,

Anabel, la Cuentista

Olga Bernad dijo...

Gracias, Anabel, me da mucha alegría que lo disfrutes. Yo intuyo un orden, aunque el hilo es tan difícil de seguir que a veces lo llamamos azar. Pero es cierto que todo, lo que decimos y lo que no, nuestra soledad, todo, todo, parece acabar cumpliendo una función en nuestra vida.
Un beso, cuentista.

lolo dijo...

Después de leer el poema, boquiabierta, me he quedado en la nota y oración "...me habló de la incomprensión y de la rara manera en que cada cosa, hasta la soledad, hasta lo incierto, cumple su papel al pie de la letra en algún desquiciado orden de cosas. Amen " Y creo que ahí voy a estar un tiempo.
Gracias, Olga.

Olga Bernad dijo...

Y yo, Lolo, y yo;-)
Intentar comprender y seguir hablando, que es a veces como rezar: uno nunca sabe -al final- si habla solo o acompañado.
Gracias a ti por quedarte a darle vueltas a esa sensación un rato. Es algo parecido a acompañar.

Gonzalo Villar Bordones dijo...

quá fantasmas había en esa ventana?

Manuel Arribas dijo...

"No me dices, amor, lo que me cuentas;
me dices “no te entiendo” y me destierras
con ese breve gesto de tu boca
a repetir palabras que no importan."
......
Quiero ver reflejada en estos verso la incomunicaíon que hay hoy en día entre gran número de personas, que formas "parejas".
Soledad al fin.
Un abrazo
Manuel

---------
Leerte sigue siendo todo un disfrute para los sentidos.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Esa ventana, un hueco al que asomarse...para vernos reflejados en su vacío.

Un poema profundo y bello sobre la incomunicación con los otros, a veces con nosotros mismos.

(Mi más comunicativa enhorabuena)

Spender dijo...

Hola Olga,
Perdón por la tardanza. He estado desconectado del mundo un tiempo.

Tardanza, digo, por volver a visitar tu espacio. Porque recordar por qué me gusta tanto no me ha tomado ni 2 versos.

Un abrazo fuerte.

s dijo...

¡Maravilloso!...plás, plás, plás....

Olga Bernad dijo...

Gonzalo, no sé si había fantasmas o su ausencia, no sé si en la mesa había alguien y no se reflejó en el cristal porque no estaba, porque no era nadie, porque siempre, siempre, hay una parte de nosotros que está sola.

Olga Bernad dijo...

Manuel, muchas gracias, me gusta que vengas aquí a disfrutar con ese raro placer que nos causa reflexionar sobre el sufrimiento. Esa lectura, la de la incomunicación en la pareja, es la más directa (como en “La intrusa” lo era la inmigrante); aunque el origen del poema no estuvo ahí, es muy acertada.
Abrazos.

Olga Bernad dijo...

Francisco Javier, esa ventana es el escenario clave del poema, más que la mesa en la que hablan o callan, es donde se establece la doble lectura. Curiosamente, ninguno de los dos escenarios está claro. No sabemos cuál finge una presencia o una ausencia porque como decía Pessoa, el poeta es un fingidor. Tan absolutamente lo es, que llega a fingir que es dolor el dolor que de veras siente.
Mi más comunicativo agradecimiento;-)

Olga Bernad dijo...

¡Spender! Qué alegría que vuelva ese viento del norte, ya sabes que esta es tu casa y tus versos. Yo también tengo muchas visitas pendientes, llego a lo que llego, pero tarde o temprano volvemos a los sitios que nos gustan, es como navegar por mares en calma (aunque no lo estén;-)
Un fuerte abrazo, y que llueva…

Olga Bernad dijo...

Gracias, Sergio, eres un eficaz comunicador;-)))
Besazo.

s dijo...

Jajaja...por si no ha quedado claro, es ruido de aplausos...

"Mi propia cicatriz es mi trabajo"...¡joder, qué bueno!

Olga Bernad dijo...

Clarísimo, clarísimo, nada de ambigüedades. Onomatopéyico y eficaz;-)
Gracias otra vez, Sergio, eres muy generoso siempre conmigo.

Durrell dijo...

Destacaría dos hallazgos en los que creo ver los puntales sobre los que se sostiene este poema aparentemente desolado: la ventana como reflejo y doble escenario de la acción -pero también como punto de fuga- y la esperanza en futuros tiempos, modos y personas del verbo. "Si el verbo nos verá probar verdades" es un lujo de sonoras oclusivas y de vibrantes erres que derrocha talento en forma de perfecto endecasílabo.
Coincido con Zaitegui, o él coincide conmigo puesto que yo ya te lo dije, eres mucho mejor de lo que crees.
Comentarios como el del señor X Morillas me reafirman en mi opinión de que estos poemas no deberían estar aquí, a merced de la amabilidad o la ignorancia de lo que se llama blogosfera, algo que tiene tan poco que ver con la poesía.

Olga Bernad dijo...

Mira, no sé, tampoco pasa nada. Y los poemas en una urna tampoco hacen nada. Ni los poemas, ni los hijos, ni nosotros, ni nada. Todos estamos expuestos a eso que dices, no sólo aquí. Pero, de no comenzar el blog hace apenas año y medio, ¿hubiera leído mis poemas mi editor?, ¿los hubieses leído tú? Yo sigo viendo la blogosfera como un lugar interesante, a pesar de las sandeces, que las tiene, y de las trampas, que también. Para mí, ni es un lugar para hacer amigos que ya tengo (aunque son bienvenidos si te los encuentras, claro)ni una biblioteca, pero he encontrado joyas debido a la generosidad de otros y pretendo que, si la blogosfera no tiene que ver con la literatura, no sea por mis entradas.
Independientemente de eso, yo te agradezco el consejo, la intención y el comentario, Durrel. Es una maravilla.

Ángeles dijo...

Me encanta el primer verso y el resto también. Enfréntate al acto de escribir como quieras, pero sigue haciéndolo para que los demás sigamos disfrutando.
Un beso

Olga Bernad dijo...

Lo de "como quiera", te lo garantizo personalmente;-) Que lo disfrutéis es una intención sincera, pero nada más.
Un beso, Ángeles. Muchísimas gracias por la lectura.

L.N.J. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Máster en nubes dijo...

Casi ya te lo han dicho varios antes. Es lo que tiene llegar tarde ;-), que casi todo está dicho ya. El caso es que una se puede quedar sola hablando ;-) como pasa a menudo y dice Barbadillo... pero, a la vez, qué seguridad cuando las palabras quedan en alguien, en tantos ¿no? y te dicen pues a mí me ha dicho esto y mí esto otro... diferente o a veces lo mismo... Qué alegría.

Eso, llegar, Olga, y, mucho antes, la libertad al hablar y al escribir, la independencia, que a veces cuesta tanto, me parece que es importante. Luego ya habrá monólogos o diálogos variados, pero primero la voz, la tuya, antes.

Un abrazo fuerte.

Aurora

José Luis Garrido Peña dijo...

Querida Olga, te felicito sinceramente por este hermoso poema, por la verdad de vida que trasmite, los amigos solo podemos llenarnos de satisfacción y orgullo. Eso es lo importante, y el resto –verdad, maestro Borges- es literatura.
Un comentarista, el señor Morillas, me nombra, no mucho más que añadir a lo expresado por Juan Manuel Macías. Uno ya está acostumbrado y cansado, pero en casa propia y no en la de los amigos. Como ya he dicho y repetido bastante, es difícil dar una opinión en algo tan sustancial como la poesía, sólo los supuestos críticos opinan con sus falibles armas profesionales y sientan unos criterios, por otra parte discutibles, pues la poesía es el reino de la excepciones y siempre nos acaba sorprendiendo. Los maestros de este oficio están en la estanterías de nuestras bibliotecas siempre dispuestos a enseñarnos, siempre dispuestos a dialogar con todos.

Un beso

Olga Bernad dijo...

Lourdes, vi tu comentario ayer cuando lo dejaste, pero no he podido contestar hasta ahora y veo que lo has quitado, igual te parecía que preguntar no era apropiado (a mí me pasan esas cosas;-) En absoluto, cualquier información que te pueda dar, te la daré encantada. (Aunque mucha no tengo, la verdad es que tanto el poemario, como la novela como la antología que saldrá proximamente se publicaron al manifestarme las editoriales o el responsable de la antología su interés y su intención de publicarme, pero me temo que no es lo habitual y que he sido muy afortunada).
Si te da menos corte, puedes escribirme a la dirección de contacto que está en mi perfil.
Bienvenida, en cualquier caso;-)

Olga Bernad dijo...

Desde luego, Aurora, para comunicarse hace falta el esfuerzo, a veces difícil, de decir exactamente lo que quieres. Hay muchas cosas en contra: miedo, dudas, no saber si el otro escuchará, si entenderá, si querrá entender. Pero bueno, se intenta y a veces sale bien. Otras, el espejo te refleja sola aunque te estés dejando el alma para hacerte entender. Mala suerte. Hay situaciones en las que uno se da cuenta de que todo lo que diga es verbo muerto, y lo que oye, también. Entonces se está solo y, lo mejor, es cerrar frases e irse y esperar que haya otros modos, tiempos y personas del verbo que nos aguarden.
Seguro que sí;-)
Un fuerte abrazo.

Olga Bernad dijo...

Luis, muchas gracias por tu felicitación y ese "orgullo". El comentarista que te nombra ya lo hizo en el anterior comentario donde me decía sin que le dolieran prendas que tú no debías haberme dedicado esta ESTUPENDA RESEÑA en ese blog tan personal, que aprovecho para recomendar a todo el mundo. La verdad es que Caricias perplejas fue bastante comentado en la blogosfera y fuera de ella, cosa que me sorprendió. Pero la atención que le molestaba era la tuya, vaya por Dios. Pues se siente. Me honra tenerla dentro y fuera del blog y considerarte uno de los amigos que he hecho por aquí y de los que aprendo. Porque a mí me queda mucho por aprender, por supuesto, pero elijo maestros. Y, si no los encuentro, como tú dices, ahí están las estanterías de las bibliotecas.
Un beso y muchas gracias, como siempre.

L.N.J. dijo...

Pues sí, me daba un poco de corte y lo quité. Me alegro que la editorial se haya fijado en ti o el editor. Y es que, haberle gustado todo lo que escribes es un orgullo y un placer enorme. Tan sólo era eso, de veras.

Además de ser una mujer que veo que se lanza por lo que desea hasta conseguirlo, con esa entrega total que te recompensa a ti primero y después a los demás, por leerte.

Enhorabuena y felicidades Olga.

Olga Bernad dijo...

Pues aquí no hace falta que te dé vergüenza nada porque, salvo la mala baba y los que se autorizan a sí mismo como profesores, igual de bienvenido es un comentario que pregunta, un experto, un aficionado, otro que deja su lectura personal u otro que cuenta lo que hace en ese momento al hilo de la lectura.
Y sí, me entrego mucho en cada cosa que hago o siento. Eso tiene su parte mala cuando lo que sientes es triste;-)
En fin.
Gracias, guapa.

Blackbird dijo...

Con la sencillez de tus palabras, expresas con rotundidad situaciones tremendamente tristes, que las personas nunca queremos asumir, pretendiendo no darnos cuenta. La normal normalidad, lo trivial, lo tapan todo.

Tiene razón Juan Manuel, todo tiene su papel, incluso la soledad… incluso la compañía.
Los humanos somos muy roceros y sólo presumimos de nuestra soledad, cuando es nuestra única compañía.

Ya te la traje una vez, pero insisto con Moustaki:
Non je ne suis jamais seul avec ma solitude

Te mereces 7 brindis con güisqui escocés del bueno, así es como se pasan las penas.

Besicos, y que le den bola a los estilos, las escuelas literarias y a quién no le guste tu blog.

Olga Bernad dijo...

A veces el problema no es ese, Black, yo no necesito que le den bola a nadie, pero me molesta que intenten dármela a mí y en mi propio blog. El primer comentario llevaba realmente mala baba, no siempre es un problema precisamente de no gustar, sino más bien de que por lo visto hay gente a la que le gustaría que determinadas atenciones no fueran para mí. Si intenté evitarlo, fue precisamente para evitar esto, que la entrada se convierta en lo que no es.
Por eso, mejor hablar del poema, sí, y considerar que todo tiene un por qué en este desquiciado orden de cosas. Me ha encantado tu comentario, Black, muchas gracias.
Y cuánta razón tiene Moustaki, siempre dan ganas como de consolarlo (debe ser una treta suya;-)
Siete besos como siete brindis.

L.N.J. dijo...

Hola Olga
Sí, como dices tiene su parte mala cuando es triste lo que sientes. Pero creo que estamos en una sociedad tan dinámica en consejos y apariencias, que la práctica pasa a un último plano.
Esa tristeza a veces es dolor y otras sufrimiento. En el primer caso, el dolor es más llevadero pero el segundo hay que cortarlo; es como un duelo donde el tiempo va curando heridas.
Saber canalizar bien la tristeza, nos ayudará a no ir más allá de ella. Lo importante, no es huir cuando la tristeza pertenece a uno o a los demás; compartirla no es malo, si elegimos como camino la parte más optimistas de las circunstancias.

Y saber perdonar a los demás ,cuando nos hemos perdonado a nosotros mismos. Trabajo arduo del ser humano.

Bueno, hoy murió Miguel Delibes, he leído tres veces _ El Camino _ y me gustaría dejarte aquí un pequeño párrafo de este libro:

" Yo manejo hombres y cosas, no ideas, con lo que para mí la novela sigue siendo un intento de exploración del corazón humano y me resisto a considerar al hombre como un objeto más ".

Besos y suerte con tus proyectos.

Olga Bernad dijo...

Qué pena, Delibes, leí tan pronto "El camino", a los doce años, que es una de esas voces que forman parte de mi vida. A esa edad no razonas tus juicios literarios: si un libro te atrapa, te zambulles de cabeza; si no lo hace, lo cierras y punto. Aunque, bien pensado, yo continúo haciendo lo mismo...
"Yo manejo hombres y cosas, no ideas". Es toda una clave. Las ideas, como las intenciones, que a veces son muy buenas, no sirven para escribir libros. Al final, hay que traducirlas a palabras, y que en esas palabras respiren hombres y cosas. También la tristeza y la alegría. Ambas tienden a desparramarse y canalizarlas es también una actividad intelectual, no sólo sentimental.
Ay, el perdón... qué tema.
Lo dejaremos para entrada nueva;-)
Besos y buen finde, Lourdes.

ONDA dijo...

Enhora buena querida amiga.

Por ese poema que nos traslada junto a tí, junto a tu mesa, junto a tu hoja.

Un fuerte abrazo.

Olga Bernad dijo...

Muchísimas gracias, Ignacio. Es siempre una alegría enorme verte por aquí y saber que estás ahí leyendo.
Fuerte abrazo.

Mery dijo...

Es un poema excelente, Olga.
Ese " no volveré a quererte" me ha desgarrado el alma, tontamente, como la cicatriz que rezuma en todos los versos.
Un beso

Olga Bernad dijo...

A mí me parecía el verso más duro que he escrito. Es curioso que no se haya visto así. Es tan simple y tan definitivo: no volveré a quererte. Es como oír un click. O un crack.
Me gusta que te guste, y que nos demos un paseo nocturno por los últimos poemas, aunque últimamente no me salen muy alegres;-)
Besos, Mery.

Mery dijo...

Tienes toda la razón, Olga, así me ha parecido sentirlo a mí: como un click o un crack, definitivo.
Veo que las horas nocturnas nos conectan perfectamente.
Buenas noches, poeta.

Olga Bernad dijo...

Buenas noches, conexión nocturna;-)