En el momento lúcido de la última vigilia, cuando sabes que entrarás al sueño por la puerta que abren los párpados al cerrarse, la fiebre de los días intenta aún la rectitud de un verso, quiere ser geometría, el mapa melancólico y perfecto de quien ya no debe conquistar territorios pues rindió armas y cuentas al anochecer, el pacífico gesto de una final esperado y merecido, la tregua momentánea del orgullo implorando a los dioses el pacto del descanso.
Algunas noches el diablo tira piedras contra ese lago en calma, un torbellino incontrolable danza para enredar los hilos y las gentes, los rostros que no viste, y las montañas muestran precipicios hambrientos que invitan a saltar. Cuando comienza el sueño, sabes que con él vienen espacios aún más negros que se harán esponjosos y profundos, no dura superficie de plana realidad contra la cual se puede, al menos, terminar de caer.
No habrá consuelo, no vendrá nadie. Sólo queda el silbido del viento en los oídos, la voz de unos fantasmas aulladores que ni siquiera existen, el vacío indiferente por el que te derramas, sin fondo y sin final. Un trayecto interminable que sólo acabará si te despiertas.
Mano en el pecho que tranquilice el galope de todos los caballos desbocados y calme a los jinetes imposibles, lágrimas en los ojos, aire en los pulmones. Respirar es la meta. Latir es la única necesidad del corazón, su verdad más sencilla y más antigua. En su ritmo tranquilo se adormece el dolor y yo voy recuperando la rienda de seda que solté al dormirme. Si yo sólo quería el paraíso, la mano de mi madre apartando el miedo y el dolor de cabeza, la tranquila penumbra en la que ella sabía convertir la oscuridad.
Pero es mi hijo el que llora y yo la que debo levantarme con mi desbarajuste en el centro del pecho. Sonrío y acaricio como si el mundo fuese un lugar cálido y seguro y no el planeta frágil, solitario y absurdo que seguramente es, esa pequeña piedra azul y peligrosa danzando en un salón interminable, frío, oscuro de no poder saber.
Ahora soy yo la que debe poner parches a otros miedos, la maga de manos frescas y mirada serena. Se acabó para mí el tiempo del consuelo: ya no lo creería. No hay más ángel que yo, no vendrá ni el demonio.
Olga Bernad
53 comentarios:
Casi estaba por decir: ¡qué bueno ser ángel para los demás! ¡Qué suerte, Olga, tener esa responsabilidad, ese deber!
El que no puedas permitirte el menor abandono, el más mínimo desfallecimiento, te limita, sí, pero también, paradójicamente, te eleva. Pregúntale, si no, al hijo consolado. (Su descanso es ahora el tuyo, supongo.)
Un abrazo
Así lo pensaré, Gema, fuera de la literatura. "Te limita, sí, pero también te eleva". Todos los niños deben ser consolados, es un derecho suyo, un deber nuestro.
Pero, ay, los sueños, cómo nos enredan a veces, cuántas cosas nos querrán decir.
Un abrazo.
Este es uno de mis temas preferidas y una de las voces más bellas que he escuchado nunca.
Sigo leyendo tu post.
Un saludo,
Marta
A mí Eurythmics me recuerdan los buen(ísim)os tiempos, pero Annie Lennox me gusta incluso en los regulares. He dudado con el tema, es mi preferido, pero ese "There must be an angel (playing with my heart)"...
Saludos, Marta, y no te me distraigas del todo con la music, leéte también la entrada, mujer, sí:-)
Saludos.
¡Ojú, no hay frase más desesperada que esta última! ¡Ni el demonio siquiera ha de venir, que yo creía que era al menos aquel demiurgo encargado de revolver y no dejarnos en paz con sus locuras! Me quedo con aquel recuerdo de la infancia, con aquel paraíso que las manos de una madre saben sostener. Un recuerdo así será todo un fragor, permanente, eterno, como explicaba tan poéticamente nuestro admirado C. S. Lewis. Que nos quede, al menos, soñar.
Besos mil.
Qué suerte tienen los niños que les tranquilizamos y se vuelven a dormir, Olga. Y qué terrores nocturnos tan duros se tienen en la infancia.
Un beso, amiga
Aurora
"Mano en el pecho que tranquilice el galope de todos los caballos desbocados y calme a los jinetes imposibles, lágrimas en los ojos, aire en los pulmones"....madre mia,madre mia, que frase....eres un pozo sin fondo de frases geniales.....¡¡Y yo tengo el privilegio de conocerte!! yo conozco a la maga de las manos frescas...YUPPIIIII
De repente he sentido una tremanda melancolía, un nudo extraño que tardará tiempo en deshacerse, ni siquera con las pequeñas migajas de ironía con que uno a veces ensaya sus huidas. Esto es prueba irrefutable de la eficacia de este trozo de prosa. Pienso en mi madre, y en todas las madres, pienso en lo débiles que somos, pienso en lo grande que se nos hace el universo, como en aquellos cuatro versitos sencillos y demoledores atribuidos a Safo, donde se pone la luna y las Pléyades y dormimos solos y que C. S. Lewis (ya que Arsenio Bernal lo cita por aquí, convierte en canción de cuna. Pienso también en el "Ángel fieramente humano" que compartieron don Luis de Góngora y Blas de Otero. En fin, pienso demasiado :-) Me imprimiré este texto y me dejaré acunar con él. Mi enhorabuena, una vez más, Olga. Besos.
Uf, Arsenio, yo tengo frases más desesperadas, seguro, déme tiempo:-) A decir verdad, me cuesta comentar esta entrada en serio, porque es triste hasta no saber qué decir. Y algo la he suavizado, no sé por qué. Autocensura, supongo. A veces me dan ramalazos nihilistas, sí, me temo que sí. Y me acuerdo más de San Manuel Bueno Mártir que de C.S. Lewis y sus posibles consuelos. Sólo me consolaría ser una niña, creer como los niños creen en sus madres. Luego las aguas vuelven a su cauce, pero piense usted en el momento inmediato a la pesadilla, cuando el mundo aún no ha tenido tiempo de ponerse en orden y tienes que ser la madre, y todo, todo, sin soñar.
Su visita hace ese todo un poco más amable, siempre se queda usted con lo mejor. Eso es inteligencia:-)
Un beso muy agradecido.
Los terrores nocturnos de la infancia son muy malos, yo fui una abonada a las pesadillas, sobre todo a la caída al vacío que me tuvo harta hasta los doce o trece años, y aún vuelve de vez en cuando. Afortunadamente mis hijos han salido a su padre y sueñan cosas bastante normales, pero hay que consolarlos, ellos no tienen recursos frente al miedo.
Un fuerte abrazo, Aurora.
¡Tere!, ay, es que me pones de buen humor sólo con aparecer. Ayer estuve a punto de llamarte, me avisó el lunes mi amigo Juan de que volvía a Zaragoza para una charla sobre la edición de Poe y allí que me fui con Mª José, pero nos faltabas, guapa, que a nosotras nadie nos hizo fotos:-) De la próxima no te libras. Nos vamos a culturizar mucho, para que nos salgan frases geniales sin parar:-)
Yo sí que estoy encantada de conocerte.
Un besazo.
El texto es una delicia, literaria y psicológicamente hablando. Cualquier poeta avalaría el primer adverbio; cualquier antiguo maestro de la introspección, el segundo. Yo, que no soy ni lo uno ni lo otro, sólo puedo alardear de mi nariz; no por Cyrano, sino por Nietzsche. O, por más o menos Nietzsche; es decir, no porque en ella esté mi genio para ser, sino mi ingenio para juzgar. Porque una vez más, aquí la palabra huele bien, muy bien, desesperadamente bien. ¿Te enfadarías si digo que es la mejor descripción que he leído sobre el combate del hombre (especie, no “varón”) con sus sueños?... ¿Y si dijera que es "lección de mujer" (aquí sí como tal, porque en esto el varón es bastante incompetente) sobre ese tema que casi nadie estudia porque se llama "ternura"? Supongo que no… porque es verdad. No porque yo sea veraz…, sino porque, objetivamente, es así.
Un beso.
Es ciert, como dice algún comentarista anterior, que esta entrada inspira melancolía ( a la que yo soy bastante dada en ocasiones).
Es maravilloso dar consuelo al niño, porque es el deber de todo padre y madre, pero cuánto se anhela volver a sentirlo en tu piel, en tu corazón.
¿Será por eso que los mayores vuelven a recordar principalmente la infancia tan lejana?
Te felicito por esta reflexión del corazón. La has planteado con mucha belleza y lirismo.
De lo mejor. Besos.
...Y puede que el ciclo se cierre cuando nuestros hijos sean los que nos consuelen a nosotros.
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Juan Manuel, recordaré esa tremenda melancolía que has sentido de repente y procuraré ser la madre que todos guardamos en el corazón, la que no decepciona y la que está siempre ahí. Hay momentos en que me parece terrible tener tan claro lo que debo ser y sentirme tan poca cosa, debajo de un inmenso cielo oscuro. Es cierto que todos dormimos solos, no sólo Safo, cualquiera que piense otra cosa se equivoca. Siempre hay un momento en que estamos solos, y el sueño nos lleva donde quiere. Pero los demás no esperan la tristeza: en el caso de los hijos, no la merecen; en otros casos, no la quieren. Cabe en la poesía y en el pensamiento. De hecho, como sabes, el texto es una versión de prosa amarga sobre mi poema preferido, que no sé si algún día colgaré.
Acúnate con sueños más dulces, coge el septante;-)
Por cierto, yo también ensayo mis huidas con migajas de ironía, pero me sienta fatal. No es lo mío.
Muchas gracias, Juan Manuel. Besos.
Antonio, “maestro que habla de Nietzsche en primavera”, me gusta que este año te hayas adelantado un poco;-). Hay comentarios que recuerdo y vuelvo a leer a veces, y pequeños gestos sobre los que me he apoyado para seguir escribiendo. No consigo nada escribiendo y, sin embargo, si renuncio es como si estuviese malvendiendo no sé qué cosa. Así que tus palabras me ayudan a guardar las ganas de seguir haciéndolo, que no es poco. No me enfadaré por esas cosas que dices porque es falsa modestia decir que no se necesitan. No las necesitará quien no dude. Yo tengo claro de quién aprendo y aprendo más si me hablan.
La ternura es un amor que se derrite como un helado y sabe dulce, dulce, lo que sentimos al acariciar un hijo o al recordarlo, un dolor cálido bajo la garganta, es un tema precioso. Te obliga a olvidar los malos sueños o a dejarlos para luego. Pero es peligrosísimo sobre el papel. Una sílaba de más y se te ha convertido en otra cosa. Casi prefiero escribir sobre sexo, que es difícil pero no tanto.
En fin, mil gracias, Antonio. Y un beso, maestro.
Mery, compartes la melancolía con Juan Manuel… y desde luego conmigo. Yo más que dada soy adicta;-) La melancolía es una actitud muy civilizada, no te preocupes. Dar consuelo es casi tan consolador como que te lo den. Creo que las impresiones se graban mejor en nuestra mente cuando está más limpia, permanecen ahí, latiendo mientras vivimos, pero al final recordamos la infancia que dicen que es nuestra auténtica patria, y añoramos el consuelo más limpio y generoso, el de la madre. Mi abuela se murió llamando a la suya.
Me alegro mucho de que te haya gustado, Mery, muchas gracias por lo que dices.
Loky, intentaré que eso lo digas unas cuantas veces más. Es que eres como Angós, de frase corta, pero me lo pones difícil;-)
Un saludo y muchísimas gracias.
Alfaraz, cuando nuestros hijos nos consuelen a nosotros no se habrá cerrado un ciclo, sólo se habrá completado una vuelta más de una inmensa espiral que llega hasta el infinito con que sueño.
Por cierto, ¿qué tal en el metro?
Haga el favor de comportarse;-)
De nuevo tu prosa es mágica, Olga; es prosa poética. Me quedo con "entrarás al sueño por la puerta que abren los párpados al cerrarse". Magnífico: se cierra una puerta para abrir otra. Siempre he pensado que en los sueños llevamos una vida paralela sin conexión con la real, aunque ¿cuál es de verdad la real?
Me ha gustado mucho cómo te rescata tu hijo de la pesadilla. Nunca había pensado que alguien se puede alegrar cuando sus hijos le despiertan por la noche, y te aseguro que yo sé bastante de eso.
Enhorabuena otra vez.
Bueno, pues la próxima vez que te despierten, piensa que te están salvando de una posible pesadilla y alégrate, aunque yo no sé por qué los hombres soléis recordar mucho menos los sueños (¿sufrís menos hasta en sueños?:-) Yo puedo recordar tres o cuatro distintos en una sola noche mientras mi marido no sabe, no contesta. Me parece una injusticia. Claro que, a veces, no está tan mal recordarlos, no todo van a ser pesadillas en la viña del señor... las vidas paralelas son como la de "verdad", variadas.
Muchas gracias, José Manuel, por tus palabras y por ayudarme en este palimpsesto y en tantos otros.
Es verdad que los hombres no recordamos los sueños, por eso para nosotros son vidas paralelas; en vuestro caso dejáis abierta la puerta que los párpados tratan de cerrar. Además sois vosotras las que lleváis dentro los niños, y tantas otras cosas. ¿Es una injusticia? En esta vida todo tiene un motivo;-) También tiene sus cosas buenas, Olga, sé de hombres (yo no, desde luego) que querrían tener esas experiencias.
Un abrazo de José Miguel (no José Manuel). Es curioso, suelen ser las mujeres las que se confunden con mi nombre;-)
Ay, qué rabia lo del nombre, como generalmente vienen Antonios no suele haber problemas, pero éstas similitudes es lo que tienen:-) Es la primera vez que me pasa, eso reconócemelo.
Ay, lo de llevar los niños dentro es simplemente lo mejor de lo mejor de lo mejor, y soñar también, la verdad. A pesar de que a veces me detenga literariamente (y sinceramente) en mi punto nihilista, yo estoy razonablemente contenta de ser lo que me ha tocado ser. Y siempre encantada de hablar contigo, JOSÉ MIGUEL.
Un abrazo.
Yo sigo teniendo malos sueños nocturnos; todas las noches sueño con Mónica Belluci...
Es hermoso ver a los padres (sobre todo a una madre) tranquilizar y aquietar a un hijo... Una de las fuerzas más poderosas de la naturaleza, el poder de una madre.
Como dice algún comentarista, muchos adultos necesitan (necesitamos) de ese consuelo...
Claro, Enrique, tú calculando la proporción aúrea sobre cuerpos gloriosos, por ser consecuente:-)
Sería un consuelo que Mónica Belluci te comprendiera en sueños. No es una madre, pero es una idea:-)
Sí, en serio, la imagen de la madre es necesaria, tal vez por eso la de la virgen suele ser tan querida incluso entre no creyentes, porque no deja a nadie huérfano.
Insista con la Belluci, que cualquier noche le sale bien...
Qué bonita que es mi niña,
Que bonita cuando duerme!
Se parece a una amapola
entre los trigales verdes.
¡Olé, Angós!
Qué estilazo tienes:-))))
Qué alegría oir de nuevo esta canción. Me encanta. Como ves, sigo acordándome de tí aunque te puedes imaginar que estos días he estado muy liada. Ya veo que me he perdido muchas cosas de este blog. Esta entrada, preciosa. ¡Fíjate de lo que eres capaz de hacer con un mal sueño! De todas formas, cuántas veces no habremos deseado que las cosas fuesen sólo eso, un mal sueño. A ver si nos vemos y hablamos y te cuento qué tal por mi nuevo sitio. Muchos besos.
¡Iseo! Pensaba llamarte mañana, nos vemos la semana que viene. Estoy segura de que te irá genial. Oye, qué vamos a hacer con los malos sueños, con la "tabarra" que me ha dado esta pesadilla de la caída al vacío durante mucho tiempo, lo mínimo es hacerle una entrada:-)
Muchas gracias, Iseo, me alegro de tu vuelta y de que te haya gustado.
Besos mil.
Me siento identificado con este texto. Desde que murió mi padre, hace cuatro años, me sentí un niño desamparado y aún no me acabo de enterar de que soy, muy a gusto, padre.
Ser padre es único, te hace pensar en ti mismo como hijo también. De la maravilla de disfrutar de los padres nos damos cuenta tarde, supongo. Pero es mejor así, los niños conscientes tienen algo muy triste. Tan triste como los adultos inconscientes. A ver qué tal nos sale:-) Ojalá les dejemos el mejor de los recuerdos, tan bueno como el que tú guardas de tu padre.
Querida Olga: PRECIOSO.
Miedo a los sueños que nos inquietan, que nos afligen, miedo al miedo.
El final delicioso. El hijo que llora, te levantas, le acaricias y el mundo como tu dices "se vuelve cálido, seguro"
Es verdad no hay más ángel que tu.
Una delicia leerte, y releerte.
(La canción me la ha traducido mi hija).
Un besazo.
Hola Olga, la verdad es que estoy abrumado al pasearme por tu blog, especialmente por la cantidad de comentarios y la extensión de los mismos.
Esta última entrada me ha gustado mucho, creo que el mejor consuelo que nos queda a todos es por ejemplo hacer ejercicios del tipo: "voy a dar la orden a esa mano de que se mueva sobre ese hombro y a ver..."
...¡y va el brazo y lo hace! ¡que pasada!. No es broma, ¿no es increíble estar vivo? ¿ser? ¿pensar?, estar, consolar, amar...
Pero sobre todo quiero darte las gracias por tu entrada sobre Lindberg. Soy un apasionado de su azaña y su biografía. Y claro, por supuesto era un inconsciente, como tantos otros, ...a los que tanto debemos.
Muchos saludos.
Convertirse en ángel es una manera de conjurar a los demonios. Sé que no por ello los demonios se rinden, y cada día se libra la batalla de tener que respirar sin creer en el consuelo.
Supongo que el trayecto es tan interminable como parece.
Ahora intentaré disfrutar de ese lago tranquilo hasta que caiga a primera piedra y las ondas comiencen a esparcirse.
Un beso.
Gracias, María Luisa, por leer y releer. Miedo al miedo, sí. Pero al final intentas que el mundo, si no es cálido y seguro, al menos lo parezca para ellos. Eso nos hace un poco ángeles, qué remedio;-)
Seguro que tu hija ya conocía muy bien la canción. Annie Lennox for ever.
Un besazo para ti y otro para tu hija, que tiene una Reina Madre.
Hola, Granito. Bienvenido. Yo también estoy un poco abrumada, la cosa ha ido poco a poco, pero sin pausa. Siempre llega alguna visita nueva que me sorprende, como la tuya hoy. Me alegra que compartamos la admiración por Lindbergh, tenía un punto de locura, pero yo creo que era muy consciente. Y sí, no es ninguna tontería lo que dices sobre el consuelo que nos da ser dueños de nosotros mismos… Pero la conciencia de la “amabilidad” de la vida no cura el miedo para siempre. Vivir es un asunto complicado y peligroso, me temo. Y la noche puede llenarse de pesadillas en cualquier momento.
Saludos
Carmen, los demonios no son fáciles de conjurar pero hay que hacerlo. Dicen que el diablo se esconde en lo baladí, las pequeñas cosas que matan la fe y dejan que el desencanto se extienda como el fuego sobre un campo seco, tan sencillamente. No sé si todos los trayectos son tan interminables como parecen, pero de todas maneras hay que respirar. A ver si esta noche descansa también él y nos deja el lago en paz. Quizá tu personalísimo espíritu aventurero te ayude;-)
Que pase usted una noche muy feliz, señora. Un beso.
Repito, querida Olga, que si escribo sobre eso es... no sé por qué. (Me refiero al feísmo de "El amor no es la repera", ya sabes). Quizás me exaspero, con una sonrisa en los labios, porque, como bien escribes (chicle de melón): las mujeres no pueden ser un producto sencillo ni agradable, como no lo son los hombres, como no lo es el género humano (salvo los santos, y aun así...). Porque no se puede embridar el mar, porque la definición del mundo es la complejidad, porque siempre nos invade la incertidumbre, por todo eso (creo) estoy en contra de los sofistas, de los masajeadores de conciencias, de los que se apropian hasta de las entrañas de su propia madre para vendernos el remedio definitivo contra la calvicie, contra la infelicidad social, contra... Por todo ello (creo). Y que conste que estoy contigo: el eslógan es perfecto pues afirma y niega al mismo tiempo, pretendiendo tener razón (definición de política). Ya sé que tú te quedas con el "...no es la repera", quitas razones con ello a los químicos, a Ibn-Hazm, a san Juan... y das así lección de escepticismo. Siempre sano. Siempre.
Besos.
Pero de las pesadillas siempre acaba por despertarse uno ¿no?.
Y sobre la vida (o la realidad) en general yo creo que no es ni mejor ni peor, ni buena ni mala, es lo que es, y en todo caso fundamentalmente cada uno la mire.
"La realidad es una cosa lejana
que se acerca con infinita lentitud
al que tiene paciencia".
Rilke
Saludos.
En fin, estimada Olga, que muy bien ha sabido usted enseñar su mejor lado (por si no los tenía ya de por sí buenos) con "Jazmines sobre el mar", con ese último verso de Jaime Siles que queda gimiendo aún... Para bien utiliza usted su sabiduría técnica enlazando, y mire que he leído relatos eróticos previsibles, gastados, horrendos por su previsibilidad. El suyo, sin serlo específicamente, lo es más y mejor que ninguno.
Escucharla recitar esas exóticas y sugerentes plantas...
En fin.
Jeje, me encanta, Arsenio, que me respondas esta vez aquí. Comprendo su exasperación y la comparto, sólo que tal vez con algunos temas habría que hacer una excepción que usted ha hecho del revés (algo así). Piense en cuantas pesadillas reales han propiciado quienes creen que el amor es la hostia. No lo es, ni la versión literal (que ya es metafórica: no es el golpe) ni la comúnmente usada (no es la repera, no suele serlo, blablabla). La publicidad nos convence para comprar y para votar. Dinero e intención: sabe lo que quiere. Pero tiene en los perfumes su capítulo aparte. Los jazmines sobre el mar empezaron críticos y se pusieron eróticos, no fue premeditado, sería mi subconsciente y el calor:-) Lo enlazo para fanáticos de la intertextualidad, locos como usted y yo que se leen incluso los comentarios. Los que hayan llegado hasta aquí, que no se pierdan, la cosa comenzó aquí.
Un beso y muy buen finde, Arsenio.
Ay, Granito, tengo que disculparme con Arsenio y contigo porque ayer no estaba para atender el blog, el viernes ya no tengo energía. También tengo pendiente pasarme a conocer tu bitácora. La realidad es muy, muy agotadora. No siempre me convence lo del cristal con que se mire. Algunos la miran con cristal coloreado e incluso dibujado Y con varios superpuestos. Si vas quitando filtros, quién sabe lo que te encontrarás. Tal vea la lejana caminante de Rilke, desesperantemente clara y lenta.
Un saludo.
Como siempre pude ser el primero en comentarte y casi soy el último.
Decirte que es uno de tus más bellos escritos, para mi completamente poético. Es en cualquier caso una prosa deliciosa, un tema magnífico y una forma de contarlo que me ha enganchado desde el comienzo hasta el final.
Hablando de canciones tus reflexiones me traen a la cabeza “Logical Song” de Supertramp, ya sabes:
When I was young, it seemed that life was so wonderful,
A miracle, oh it was beautiful, magical.
Besos admirados.
PD. Por cierto Qué fue de Betty B.? ¿La hiciste desaparecer en un descuido? ¿Cobrarás el seguro? ¿Quién se quedará los derechos de autor?
Los derechos de autor de Betty B. son de Olga B. Desapareció, y sólo tú y Fa la recordáis. Pero Fa se ha perdido en la niebla de blogger y no sabemos cuándo volverá. No fue un descuido sino una reflexión, cuando los demás te nombran, te nombran. Yo creo que está bien así.
Sé que eres de los primeros en leerme y casi siempre de los últimos en comentar. Esos valientes del principio nunca me dejan sola, pero también agradezco tus reflexiones a toro pasado. Eres el amigo esperado, el de la canción del final:-)
Me alegro mucho de que te haya gustado. Hay algo en el tono que va mucho contigo, querido Blackbird.
Muchas gracias por esos besos admirados.
Creo que nos vemos esta semana…
Olga, la primera estrofa es increible la descripcion que haces, yo no ne que tienes en la cabeza para crear todo esto..eres una crack, como siempre leer y releer tus textos que son incansables,y los bebo con ansia hasta el final.
Un beso
No es la primera vez que me lo dicen, Marta, eso de "yo no sé qué tienes en la cabeza", ni creo que sea la última:-) Yo no sé qué tengo en la cabeza, pero a veces me duele mucho.
En cualquier caso, me alegro de que te guste esa primera "estrofa" de esta prosa que intenta ser poética y me alegro mucho más de tu visita. Eres una de las que siempre, siempre me haces sonreír.
Besazo, fotógrafa.
Pues yo también me voy a sumar a los lectores que te siguen en este blog!
Saludos
¡Gracias!
Espero que te guste y que vuelvas muchas veces.
Saludos, Agustín.
Hola Olguita, casi no encuentro el momento, pero tenía que entrar a leerte, un amigo nuestro me dijo que no podía faltar, que era muy especial, y la verdad que lo es, me ha entrado un escalofrío al final, de tan bonito ...
Me ha gustado mucho y el sentimiento de lo que describes es compartido.
Muchos besos, artista:)
Izarbe, dichosos los ojos, no te veía desde las derrotas... Pues muchas gracias, guapa, me encanta que funcione el boca a boca.
Qué te voy a contar, ¿Verdad?.-)
Besos para ti.
Consolador final para tu hijo con tu mente protectora.
Un bello texto querida amiga
"esa pequeña piedra azul y peligrosa danzando en un salón interminable, frío, oscuro de no poder saber"
originalisima descripción de nuestro planeta, que gira y gira sobre sí mismo cayendo dos y mil veces sobre su mismo eje.
Gracias, Ignacio.
Es cierto, la tierra no puede tropezar dos veces en la misma piedra, no puede aprender, pero caerá dos y mil veces sobre su mismo eje. Hay algo profundamente terco en este universo incomprensible.
Un beso.
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