jueves, 26 de febrero de 2009

La morena de la copla

La veo claramente en algunas canciones. Pero esas morenas lo tienen muy difícil: las mujeres las odian y los hombres sospechan que no valen para novias decentes. Los profesores nunca creerían que pudieran amar las matemáticas. Ésta es la más morena de la copla: los frívolos la encuentran muy antigua, los formales ven en su morenez salada un algo incompatible con las mechas rubias que ahora son institución en las señoras; los ricos la ven pobre, los pobres nunca la han necesitado porque necesitar es otra cosa.

Las miradas de deseo son casi siempre nocturnas y alevosas, quieren alimentar el pálido placer del egoísmo, tener los diez segundos de gloria y babas sobre su escote de mujer vivida. Secretamente, todos los poetas la persiguen para tenerla al menos una noche a su disposición; cada alcalde del pueblo la quiere de su parte; cada pueblo, del lado de su virgen el día de la foto y la patrona; cada cruzada sueña con convertirla en mártir de su causa, pues el martirio oscuro de una mujer hermosa es materia poética que comprende cualquiera, una morena es sustituible por otra y los muertos de ese tipo, eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa.

Mientras tanto, ella ve lo que pasa en la calle y se maquilla y, al mismo tiempo, tan despacio que asusta, muy despacio, como a través de siglos y de ruido, se escribe interminable la historia de su vida para jóvenes que no querrán leerla.

Incomprendida como el sortilegio que no sabemos quién nos enseñará, pues fue perfeccionado por el recuerdo y el olvido y se perdió entre las voces de la gente, la morena de esta copla se va a morir de amor.

La imagino dispuesta a cumplir su destino de morenaza sobre la que rechina el gozne litúrgico de las leyes severas. Apoyada en el quicio de la mancebía o colocada, tal vez a su pesar, bajo un rutilante neón de color rosa, cada vez más rancio y más absurdo, guardará para siempre, con pureza de novicia equivocada, la tragedia de ir dejando de existir, el desbordamiento telúrico de sus caderas y, en la punta de sus dedos, pervivirá la memoria y el tacto de la perfecta columna dórica desde la que quiso sonreír a los hombres por primera vez.

Olga Bernad

44 comentarios:

Juan Manuel Macías dijo...

Fíjate, me contó una vez alguien cuyo nombre aquí no cito, una anécdota verídica (la fuente es solvente) sobre el célebre soneto de Blas de Otero que comienza Mademoiselle Isabel, rubia y francesa. Reulta que la añorada profesora de francés existió. Pero era morena. El gran Blas de Otero prescindió de ese detalle (a mi juicio, capital) por escrúpulos de métrica. La cosa, no por musical, tiene bemoles. Ay, las morenas. La historia de mi vida está entreverada de morenas ilustres: aquella voz solista que cantaba en el partenio de Alcmán sobre la rubia Haguesícora (pero quien cantaba era morena, sin duda. Y una lechuza), Safo (ejem, sí otra vez, pequeña y morena, según los testimonios antiguos), Melina Kaná, la princesa Leia. Esa morena de la copla me llega al alma. Esa morena altiva, más allá de los premios nacionales y los premios de la crítica, y los juegos florales, y las sectas de poetastros, tan absolutamente moderna cuando le da la gana, más moderna que todos los modernos de coral, tan pasados de moda. Qué pedazo de metáfora con peineta la de tu texto. Esa morena-poesía, nuestra amante oscura y nuestra mejor amiga (cuando le da la gana :-). Toda una reina. Abro una botella apasionada y tormentosa de Loch Lomond por las morenas, por el misterio de las morenas, por tu prosa y por tus versos morenos. "El desbordamiento telúrico de sus caderas"... ¿Te das cuenta de qué cosas escribes? Joder. Qué placer, qué placer siempre leerte. Pedazo de texto, Olga, una vez más. Besos admirados.

Máster en nubes dijo...

Una pregunta, Olga...

Tú eres morena ¿no? ;-)

Es broma, (sé que eres morena).

Sólo puedo decir, olé, olé, olé, cómo te ha salido esto, Olga, se bambolea casi al leerlo, como algunas morenas.

Yo no las odiaba, las envidiaba, nada más rotundo que una morena, dónde va a parar.

Y de sustituibles, nada. Una rubia sustituye mejor a otra rubia, son más intercambiables, porque España es el país de las "morenas teñidas de rubias" (mechadas...)

Un beso, morena(za)
Aurora

Jesús Cotta Lobato dijo...

Bécquer la rechazó, pero yo la admiro. Y quisiera rescatarla del quicio de la mancebía y ser el de los ojos verdes que gozó de la columna dórica que siempre será en mi corazón. ¡Ay, ese último párrafo, cómo me gusta!

Antonio Azuaga dijo...

El texto es de una exquisita elegancia literaria, pero esto no tiene nada de particular porque es tuyo. Pero disiento, con perdón, de su semántica. Sé que no te gusta la copla. Sé que sabes que a mí no me gustan “estos tiempos”. Pues bien, el despectivo trato de la morena, la “morenaza”, no es culpa en mi opinión de la copla, sino de “estos tiempos”, que son los tiempos de la Barbie. Puede que también sea culpa de Bizet. Puede que de muchas otras cosas.

Pero hay más direcciones culturales y más coplas entre nosotros. La imaginería y la pintura religiosas, sin ir más lejos; o la misma literatura popular, por ejemplo. Las “Vírgenes” de Murillo son morenas. La iconografía religiosa española abunda en morenez por todas partes. No pretenden, sin duda, menospreciar su objeto. No lo pretende tampoco esta sencilla copla:

Morena es la Virgen de Arcos,
morena la del Pilar;
para morena y con gracia
la Virgen del Tremedal.

O esta otra:

Adoro lo moreno
desde que supe
que morena es la Virgen
de Guadalupe.

Ambos ejemplos los recoge Rodríguez Marín en “Cantos populares españoles”.

Y dos cosas que me duelen: una, porque lo soy; otra, porque lo quisiera. De la primera: “los profesores nunca creerían que pudieran amar las matemáticas”; si es así, lo que soy no lo soy realmente. De la segunda: “secretamente, todos los poetas la persiguen para tenerla al menos una noche a su disposición”; si esto es, tampoco quiero ser lo que quisiera.

Si la morena es un tópico de sensualidad ocasional para la egolatría brutalmente animal del hombre, la egolatría brutalmente animal del hombre es otro tópico del que protesto. Las coplas y los hombres (muchos al menos) no tenemos la culpa. Yo, por lo menos, miraría más hacia la Coca Cola y las hamburguesas.

Una opinión tan sólo que no le resta un punto a lo bien que escribes… Y no te enfades.

Un beso.

Olga Bernad dijo...

Ay, Juan Manuel, me pones en un brete con cada comentario. ¿Por dónde lo ataco? Con mis textos, estoy sola ante el peligro pero tú me haces sudar. Yo quiero estar a la altura, te lo juro;-)
Bien, dicho esto, tendré que añadir que me parece muy bien que Blas de Otero tiñera a sus amadas por razones métricas, no es lo peor que se le ha hecho a esta morena, sufrida y salvaje, a la que nada parece matar definitivamente, aunque algunos se esfuercen. Ni encerrándola en jaulas ni tampoco empuñando parabellums. “¿Te das cuenta de qué cosas escribes?” Pues no. Esta mañana he leído un texto por ahí que me ha revuelto las tripas; me he dado cuenta de que estaba muy cabreada y, luego, de que estaba muy triste. La metáfora con peineta ha venido solita, sin ningún esfuerzo, porque cada uno hace con sus cabreos lo que le da la gana y lo que puede. Así de prosaico. O así de poético, no lo sé.
Esa morena-poesía será una reina por los siglos de los siglos, hay cosas que no se manchan ni prostituyéndolas y que no se matan ni a punta de pistola. A pesar de resistir entre skins vestidos de formales y revolucionarios de pacotilla, igual le gusta encontrar algún chico que la quiera y le sea fiel, como tú a tu Safo y yo… a todo lo que lo merezca. Ganas tengo.
Besos, Juan Manuel, mil gracias.

José Miguel Ridao dijo...

No sé por qué, pero yo siempre la Olgas me las he imaginado morenas, y las Helgas rubias. Las Olegarias, sin embargo, las veo con un pelo descolorido y grasiento. Es curioso cómo un nombre nos sugiere el color del pelo... Puede que sea algo desgraciada, pero qué poderosa esa morena, todos pendientes de ella y hasta el alcalde la quiere de su parte.

Precioso texto, Olga. Un abrazo.

Fernando dijo...

realmente es todo estético...a mi me gustan de principio las rubias...pero al final las que son guapas, simpaticas o te dejan un no sé qué que baila dentro de tus ojos..besos morenos

Olga Bernad dijo...

Yo soy morena, Aurora, morena total. Y me gusta un olé más que comer con los dedos. Me encanta tu mirada sobre el texto, y ese bamboleo que le das, me ayudas a verla andar moviendo las caderas, con contundencia no exenta de elegancia, con garbo, vaya, con un garbo que supera todas las miserias y, a la vez, conservando esa pureza de la columna dórica que la parió. Así la quería mover.
Un beso para ti, guapa.

Olga Bernad dijo...

Jesús, yo también he pensado un poquito en Bécquer “yo soy ardiente, yo soy morena,/ yo soy el símbolo de la pasión” en esos deliciosos decasílabos con más ritmo que una rumba;-)
Qué dulce ese “quisiera rescatarla…” y lo que siempre es en tu corazón. Y me encanta que te guste el último párrafo. ¿Te acuerdas de que la primera vez que viniste te dije que intentaría cautivarte hasta el final? Pues me alegro de haber echado el resto en el último;-)

Olga Bernad dijo...

No, Antonio, no es cierto que no me guste la copla. A veces no me gusta su uso y abuso más “folclórico”, pero adoro sus historias, sus mujeres, esa María de la O, esa Lirio (la Lirio, la Lirio tiene/ tiene una pena la Lirio/ y se le han puesto las sienes/ “moraítas” de martirio”) y esos claveles rojos que son mi himno personal (nadie sabe
nadie sabe/ aunque todos lo quieren saber/ ni la clave, ni la llave/ de mi cuándo, mi cómo y porqué/ me gusta ser libre lo mismo que el viento/que mueve el olivo y riza la mar/ meterme en la sombra de mi pensamiento/y luego de noche ponerme a cantar).
Qué hipersensible es usted como profesor, cuando yo siempre le he considerado “maestro”. Creo que hay quien mira la poesía, a veces con razón, como un entretenimiento que no está a la altura de otras actividades “intelectuales”, y he utilizado esa frase, esa actitud de superioridad en la figura del profesor ante la hembra. Decía Chesterton que la mediocridad consiste en estar delante de la grandeza y no reconocerla (más o menos decía eso), y yo creo que esta morena está a veces muy poco reconocida. Pero la morena de la copla es sólo una metáfora que estéticamente me gusta, porque es muy mía. Creo que los hombres, el poder, “el alcalde”, buscan siempre cierto ropaje intelectual y poético y que eso prostituye un poco la belleza. No es un tema nuevo, más bien es uno muy trillado, y yo explico muy mal mis propios textos. Hay quien siempre cree que es de su partido. Pero qué respeto vamos a pedir para la poesía, si no se tiene ni con la idea de Dios.
En fin, me quedo con “el texto es de una exquisita elegancia literaria, pero esto no tiene nada de particular porque es tuyo”,
y termino como siempre, con mi agradecimiento y un beso.

Olga Bernad dijo...

José Miguel, José Miguel, ya decía yo que lo de Olegaria era un castigo muy severo;-) Pero como voy a ser buena, señor Ridao, no le quedará más remedio que buscar nombres bien bonitos si, Dios no lo quiera, vuelvo a equivocarme con su nombre. En cuanto a la morena de la copla en cuestión, yo también la encuentro poderosa y su tristeza no es más que otra versión de la belleza, la cara oscura de la luna de rosados dedos.
Muchas gracias, JOSÉ MIGUEL, un fuerte abrazo;-)

Olga Bernad dijo...

Bueno, Fernando, ese “no sé qué que baila dentro de tus ojos” me lleva al “no se qué que quedan balbuciendo” mezclado con los ojos morenos a los que canta Machado. No le escribí entrada por el aniversario, pero lo leí mucho y he pensado en él, por eso se me ha colado Juan de Mairena; pero qué me dices de estos versillos de nada:
Tus ojos me recuerdan
las noches de verano,
negras noches sin luna,
orilla al mar salado,
y el chispear de estrellas
del cielo negro y bajo.
De tu morena gracia,
de tu soñar gitano,
de tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.
Me embriagaré una noche
de cielo negro y bajo,
para cantar contigo,
orilla al mar salado,
una canciòn que deje
cenizas en los labios...

Granito dijo...

A mi no me gusta -que yo sepa- un tipo de mujer concreto, al menos por fuera, pero al leer tu - como siempre- estupendo y muy auténtico texto no hacía más que venirme a la cabeza un cuadro de una de las bellezas morenas (siempre he estado enamorado de ellas, ¡qué mujeres!) de Julio Romero de Torres (y perdón si sueno muy a tópico), imagen a la que he añadido por mi cuenta (o mejor dicho por la tuya, la de tu texto) un pensamiento: "Voy a dejar de posar... ¡pero ya!, voy a posar si..., pero cuando y como yo quiera".
Besotes.

Olga Bernad dijo...

Yo creo que los bellezones a lo Julio Romero de Torres tienen su encanto, aunque sea un tópico, no vamos a renunciar a los tópicos bonitos. Dejemos la originalidad a los adolescentes y a los profesionales(tantos hay, que ya no sé lo que es la originalidad). Me gusta esa mujer morena "con los ojos de tristeza/ y el alma llena de pena". Pero debe estar también harta de su sino. ¿Se ha vuelto respondona? Ya veremos a quién le da con la guitarra cantadora. En las manos adecuadas (y más si son de bronce) cualquier cosa puede ser un arma mortal, decía mi maestro de artes marciales;-)
Muchas gracias, Granito, un abrazo y buenas noches. Me retiro.

enrique dijo...

Mi utopía necesaria es morena, lo tengo dicho en mi blog.
De hecho, en unos días habrá un post de homenaje moreno...

Olga Bernad dijo...

Pues espero impaciente ese post de homenaje moreno.
Gracias por venir al mío particular, mi homenaje moreno a la poesía, amada, mimada, maltratada... y bellísima.

José Luis Garrido Peña dijo...

Bueno, Olga, esta muy bien esta historia. Siempre recuerdo aquel principio que quería Borges para cualquier texto; la fidelidad a nuestros sueños e imaginación, ahí está toda la ética de nuestro trabajo. Aunque estemos encerrados en una mazmorra, Kafka, Poe, Hohl, la imaginación inquieta y fértil construye mundos, esta es la marca. Juan Manuel elogia siempre tu trabajo y tiene toda la razón, lo comprobamos cuando entramos en este hermoso espacio tuyo. La morena de la copla, o la ramera, como decía con su gracia barroca Vicente Núñez.


Un beso.

Olga Bernad dijo...

Gracias, Luis. Fiel al enfado que motivó el texto, hice con él lo que pude;-) Ya casi lo estoy disfrutando pero aún pienso en lo triste de la tremenda utilización de la poesía como muñeco de pimpampum. Vicente Nuñez la llamaba ramera, la ramera que tiende un velo, pero la quería, y realmente a veces tiende un velo a través del cual se ve la vida, otra vida.
Prostituirla de verdad es querer usarla para hacer visibles nombres que no son el suyo, y eso lleva al fracaso más absoluto, es como querer aprovecharse de una mujer mientras se le intenta convencer de que se trata de amor.
También Vicente Nuñez era el que decía:

“El código del amor está en la palabra y no en el sexo.
Después de refocilarse no hay quien hable.”

Ojalá.

Un beso.

Mery dijo...

Como soy morena por los cuatro costados, me alegra este alegato maravilloso de tu texto.
Esa referencia tuya a las coplas, como "apoyada en el quicio de la mancebía" me encanta, nada como las coplas para encontrar un filón de frases contundentes y de belleza única. Los boleros también tienen su aquél, por cierto.

En fin, me uno a los aplausos del estimable público, porque esta entrada te ha salido redonda.

Un beso

Olga Bernad dijo...

Muchísimas gracias, Mery. Es verdad eso de que las coplas son un filón de frases contundentes. Las coplas y los tangos(los tangos me encantan). Con los boleros tengo que tener cuidadito, que se endulzan demasiado para mi gusto y al final me empalagan, aunque los hay preciosos, sí.
Bueno, morena por los cuatro costaos, que tengas un fin de semana estupendo. Pisa con garbo;-)
Un besazo.

Anónimo dijo...

A mi la morena de Julio Romero deseando dar un guitarrazo me ha recordado a la del gimnasio con el palo de escoba.
Me gustan las dos.
Me encanta leer lo que escribes.

Olga Bernad dijo...

Es que si a ti no te gusta, querido Angós... Anda, ábrete un blog, que vas a acabar diciendo barbaridades en mi nombre:-))))) Y así irás alargando las frases.
Cada texto pretende una cierta perfección, pero los comentarios son como la vida real, detalles que se añaden al personaje. Se aleja la columna dórica pero... ¿y el gusto de imaginar un guitarrazo? En fin, sigue leyendo, porfaplis.

Anónimo dijo...

De una morena a una morenaza;
-OLé! y larga vida a las morenas, que en españa ya parece una raza en peligro de extinción. Cada vez que doy una vuelta por mis queridas tierras me sorprende el encontrarme con mas rubias que por estos barrios anglosajones.
Precioso, cariño. Me gusta cuando te enfadas y vomitas textos como este.

Muchos besitos

Olga Bernad dijo...

No sé qué es más sincero, si el enfado o la tristeza. En cualquier caso, todo se pasa; ahí se me queda esa morena, mirándome también a mí y, desde luego, no me verá con mechas, sister;-)
Ponerse otro color de pelo sólo engaña hasta que se ve la raíz y sólo sirve para acrecentar el número de esclavitudes. En el pecado llevaríamos la penitencia.
Pa qué.

Muchos besitos para ti.

Anónimo dijo...

Lo “folklórico” aparece en mi imaginario ligado a la dictadura y, sinceramente, tampoco reivindico ahora el flamenco cual rojeras ilustrado y post-postmoderno. Lo cual no tiene nada que ver con el gran aprecio que he tenido y tengo por las morenas y las pelirrojas. Mientras, las rubias, casi todas producto (en este país) del agua oxigenada, siempre me han echado para atrás. A fin de cuentas se
estaban mostrando como no eran y eso no daba buena espina.

¡¡Olé Olguita!!

Olga Bernad dijo...

Ay, pobre morena, hasta sobre el papel y pidiendo clemencia levanta suspicacias. Supongo que el sino de cualquier dictadura es usar lo folclórico en cada país, es una buena vía de “enganche” emocional, pero eso son circunstancias que se pasan. Y la postmodernidad y afterpostmodernidad, etc también acaban buceado en lo mismo. Por debajo (o por encima) hay una verdad poética llevada de un sitio a otro, como una de esas morenas de la copla. Sí, la proliferación de rubias en un país tan moreno deja un poco pensativo. ¿Será porque los caballeros las prefieren rubias? ¿Porque molesta el poso más rancio del folclore? Ummm. Aunque tú las prefieras morenas y pelirrojas…
Un beso, Black, mil gracias por la visita y el olé:-)

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Julio Romero de Torres pinto la mujer morena porque la suya era rubia estaba hasta el gorro de ella.....yo he sido rubia de pequeña,luego castaña clara y ahora puedo ser desde pelirroja a morena beneficios del tinte.
Muy buen relato...como siempre Olga.

Olga Bernad dijo...

Tú eres la típica "royica" de por aquí, que es una cosa muy maja de ver:-)
Habemus nueva teoría sobre Julio Romero de Torres;-) En tiempos de mi abuela un tinte era una cosa peligrosa, una vecina del pueblo se murió "de un mal tinte", fíjate. Tendría que investigar sobre eso...
Gracias, Tere, y no estudies tanto, que nos abandonas:-)

Maria Luisa dijo...

Ole, ole, ole, por las morenas.

Bueno, unos pocos oles, también para las rubias.
Precioso texto.

Un abrazo Olga.

Olga Bernad dijo...

Venga, sí, un buen olé también para esas rubias como mi madre y como tú, Reina Madre;-)
Muchas gracias, Maria luisa.
Un besazo.

ONDA dijo...

De morena que erés tú
pareces verde, gitana;
moreno el encaje blanco
parece en tu enagu blanca....

Olga Bernad dijo...

Ay, Octavo Nieto De Adriano, Ignacio de mi alma, de la copla a la samba, qué corriente cálida traen algunas morenas al mover la enagua:

"Joven campesina que atraes cuando paso en las tardes
Llévame al casto contacto de tus ropas
Sálvame de los brazos de la mujer morena
Que son lazos, y quedan extendidos inmóviles hacia
mi cuerpo
Son como raíces que huelen a resina fresca
Son como dos silencios que me paralizan."
(Vinícius de Moraes. "El regreso de la mujer morena")

Miguel Ángel Yusta. dijo...

Se ve que la copla vive, a pesar de sus detractores...Óle. Por cierto, gracias por tus visitas. Aquí no me atrevo a comentar nada...¡Vaya nivelazo!
Besicos...

Olga Bernad dijo...

Anda, no me digas eso. Lo del nivelazo es cierto por parte de los comentaristas, (y tú no harías sino subirlo)... pero la dueña de la casa tienen un nivel más que asequible y con lo que hay es con lo que trabaja:-)
La copla, como la poesía, a pesar de usos y abusos y a pesar de prejuicios y miopes, es capaz de guardar unas cuantas verdades y es un vehículo natural y comprensible para soltar por el mundo un poco de belleza. Como en todo, hay quien la hace vivir y quien la mata. Eso depende de gustos pero también de razones.
Besicos, Miguel Ángel, mil gracias.

Isabel Barceló Chico dijo...

El foro está de lo más animado con este tema de la morena. Y es que tiene trasfondo, más allá de la belleza de tu prosa. Mientras lo leía, iba pensando que todos esos topicos eran aplicables también a las rubias (a quienes, quizá por despecho nacional, les hemos puesto fama de tontas). Creo que has extraído la materia poética y literaria del tópico de la morena con gran maestría y, en cierto modo, al quedar en nuestro inconsciente contrapuesto al tópico de la rubia, adquiere un aspecto novedoso que lo hace muy interesante. Creo que con esta morena has trazado un arquetipo que va más allá de las apariencias, pues apunta a todo cuanto de inalcanzable, deseable y misterioso tiene la mujer que espera. Un texto para quitarse el sombrero, Olga.

Olga Bernad dijo...

El tema es una gozada, Isabel. Fue un acierto tirar por ahí. Y qué naturalmente me vino a la cabeza la morena de la copla. Lo que yo sentía (y eso ya no es lo importante,-) era indignación por los fines bastardos para los que intenta usarse la poesía. Y con qué mala baba y con qué poca gracia se hace a veces, porque la gracia todo lo limpiaría, pero...
Ella se me apareció como la morena de la copla, que tiene un aura oscura y hermosísima, una mujer preciosa y triste. Podría haber pensado en una valkiria, en una griega antigua, en una matrona romana… todas esas mujeres son verdad, pero una nunca es gratuitamente lo que es y para mí la copla lleva encima algún momento sublime que podría encarnar esa sensación. No es sólo la España de pandereta, aunque ejemplos de tal horror los hay. “La mujer que espera”, algo del eterno femenino (perfectamente aplicable a las rubias, desde luego) en versión morena. Y no sé qué más, cosas que se me ocurrieron.
Gracias por ese gesto, Isabel, ese quitarse el sombrero es tan bonito como inmerecido.

Juan Manuel Macías dijo...

Para nivelazo, el que tiene su señoría en sus entradas. Es que da gusto leerte y releerte, así que me vuelvo a quitar el sombrero, como dice Isabel. Ay, llegará un día en que me compre un sombrero Panamá, pero en fin :-)

Como se ha hablado de Safo, en esta y anteriores entradas, te dejo a ti y al resto de comentaristas, de regalo, una recreación de un fragmento de Safo por parte de la griega Elefthería Arvanitaki. Es aquel fragmento que habla de las riberas del Aqueronte cubiertas de Loto. La música es del Armenio Ara Dinjan. Aquí

Safo también se quitaría el sombrero. Besos, Olga. La afición ya pide nueva entrada. Y un libro.

Olga Bernad dijo...

Jo, aún me acuerdo de las primeras entradas que te leí sobre Melina Kana durante el verano pasado, y luego Eleftheria y todas esas morenas del rembétiko... "La morena del rembétiko" hubiese sido todo un título(ideas en barbecho, etc:-)Letra de Safo y voz morenísima. La canción es perfecta para nuestra morena triste, le devuelve ecos de su antigua columna, la que está al fondo de la historia entre caracteres griegos y muchos, muchos puntos suspensivos.
Gracias, Juan Manuel, de verdad. A ver si puedo decidirme a actualizar mañana,estoy dudando entre dos cosas, es que nada me parece suficiente:-)
Besos.

Alfaraz dijo...

Olga, leyendo tu texto y comentarios me he acordado de una saeta que le cantan en Sevilla a la Vigen d elos Gitanos que empieza "Morena, la más morena / Reina de la morenería..."
A mí me encantan las morenas, aunque te diré que la realidad me desmiente por vía de una rubia. Qué le vamos a hacer!

.

Olga Bernad dijo...

A mí me encantan las saetas, y ya se acerca el tiempo, así que gracias por acercar una a esta morena que ha estado acompañada por tan buen repertorio.
La realidad siempre ha ido por su cuenta, digamos que nos matiza o algo así. A mí me gustan los poetas y la realidad me desmiente con un jugador de rugby al que tengo que obligar a leer mis entradas. Menos mal que vosotros venís voluntariamente:-) Pues sí, qué le vamos a hacer. No por eso deja de ser verdad lo que es verdad.
Un saludo, Alfaraz.

Pepe López dijo...

me gusta tu personalidad como escritora y persona (comentarista me suena raro, quizá porque soy periodista), sobre todo por tus touchés finales.

Olga Bernad dijo...

Gracias, Pepe, eres muy gentil con esta morena que no canta copla pero hace lo que puede:-)
Buen fin de semana y gracias por esta relectura del blog. Como siempre digo, dais vida a las entradas antiguas.

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