lunes, 23 de febrero de 2009

Andábata XIX: Mens Sana

Eva y yo hemos decidido cuidarnos y lo único que se nos ha ocurrido es apuntarnos a un gimnasio. Desde luego, a mí me va a venir muy bien quemar todas esas toxinas últimamente acumuladas en mi organismo y, además, el cansancio físico es el tranquilizante más antiguo del mundo (junto con la comida y el whisky, pero en eso no hay que pensar). Sólo podemos ir al mediodía, porque ella no puede cerrar su negocio para atender el cuerpo y porque yo estudio después de mi horario laboral para triunfar en la vida y ser funcionaria de verdad cuando sea mayor.

Bueno, ayer nos lo pasamos bomba comprándonos mayas de colores y camisetas muy anchas con la esperanza de tener un aspecto más o menos deportivo y, a la vez, disimular en lo posible esos michelines asquerosos que yo no considero de mi cuerpo y que no quiero ver bajo ningún concepto. Formalizamos la matrícula muy contentas y hoy hemos hecho nuestro debut.

Tengo que reconocer que yo estaba bastante ilusionada y decidida a machacarme hasta la extenuación. Ha pasado mucho tiempo desde que entrenábamos a baloncesto y comenzábamos con un calentamiento que consistía en trotar veinte minutos. Veinte minutos, y no lo notábamos. Ahora no sé qué me pasa pero no puedo correr ni treinta segundos, me duele mucho el corazón o algo así. Tal vez sea psicológico. Ninguno de mis músculos se acuerda de que estuve seis años en un equipo de baloncesto, te lo puedo asegurar.

En fin, nos hemos puesto esa especie de disfraz rumboso, mezcla de deportistas y cubanas desacomplejadas habituadas al colorido, nos hemos hecho una coleta alta y hemos salido a la palestra. Esta es la hora de las ejecutivas agresivas que trabajan todo el día y vienen aquí a quemar calorías en su rato de la comida, en vez de ingerirlas. Qué tipazos, qué cantidad de músculos tiene la gente, yo no tengo ni la mitad, o los tengo bajo una espesa manta de grasa y ya han perdido la esperanza de volver a asomar al mundo. Qué culos más redondos pero más estrechos. Los anuncios de la tele no son mentira: hay personas así y vienen todas a este gimnasio. Claro que, con esa cantidad de máquinas tan bien inventadas y que yo nunca he usado, seguro que es cosa de coser y cantar, ya verás, y yo tengo una buena estructura ósea y soy muy alta, que es lo importante; bueno, no tan alta, la verdad es que no llego al metro setenta (pero paso mucho del uno con sesenta y ocho) sin embargo, con unos tacones parezco una reina, ya verás, tengo remedio y estoy dispuesta a sufrir lo que haga falta.

Pensando así de positivamente nos hemos acercado a una de las máquinas para empezar, una en cuyo letrero explicativo ponía que era muy buena para las tetas, y yo le he dicho a Eva que la iba a hacer con todos sus ladrillos o como se llamen, sin sandeces, hay que aprovechar el tiempo que este gimnasio es carísimo, oye. Entonces un chico muy guapo, muy musculado y bastante más joven que nosotras, se nos ha acercado con mucha seriedad, nos ha dicho que es el preparador físico (¡guau, tengo de eso, yo creo que este gimnasio es incluso barato!) y que sería conveniente que nos dejásemos guiar por sus consejos, sobre todo al principio, simplemente hasta que consigamos una mejora en nuestra forma física y conozcamos bien cada uno de los aparatos. Hemos estado de acuerdo en todo.

Entonces, el muy traidor, nos ha echado un vistazo rápido, sobre todo a mí, lo sé, nos ha sacado de la zona moderna de las máquinas de película y de la gente guapa, nos ha llevado a un rincón con un espejo como para que nadie nos viese demasiado, como si no fuésemos una buena publicidad para su asqueroso antro, y nos ha traído, aún no me lo puedo creer, una especie de palo de escoba, y nos ha dicho que nos lo pongamos detrás de la cabeza y hagamos unos giros de lo más tonto. Sólo nos ha dejado hacer eso y un poco de bicicleta estática.

Qué estafa más total, qué ridículo más espantoso, allí, frente al espejo (un espejo que hace mucho más gorda, por cierto) con el palo de escoba, con las piernas un poco abiertas (que hace mucho más baja), con aquellas mayas tan crueles en esa postura, sin tacones, sin pintar, con la coleta que hace cuatro días me quedaba tan bien y ahora me hace una cara redonda que no es normal, con ese aspecto de avergonzadas de nosotras mismas… Vaya, que me he dado cuenta de que soy horrorosa, pero horrorosa. Y Eva mucho más.

Pues yo para esto no necesito gastarme tanta pasta, que en el trastero de mi casa tengo una bicicleta estática del año catapún y un montón de escobas, no te fastidia, y no tengo que hacer el ridículo delante de ningún espejo que engorda ni delante de ninguna ejecutiva agresiva, sí, de ésas que nos miran de reojo, como vaya se van a enterar de lo que es una gorda empedernida con un montón de frustraciones y un palo de escoba en la mano.

- Cállate de una vez y haz los giros como Dios manda, Olga.
- Los hago como mi pobre cintura me permite, oye.
- Ánimo, aguantaremos y les demostraremos en poco tiempo que en alguna parte de nuestros deformes cuerpos tenemos unos culos y unos abdominales parecidos a los suyos, después de todo somos de la misma raza, ¿no?
- Pues no lo sé, Eva, ellas tienen pinta de replicantes o algo así, como en Blade Runner. Tal vez formen parte de un ejército secreto creado por ordenador para incitar al suicidio a las gordas del mundo. Una suerte de guerra psicológica, no sé, algo perverso y auténticamente efectivo.
- Dios no lo permitirá, Olga, Dios nos ama, recuérdalo y mueve el culo, hija mía; es verdad, mira que estás gorda, mucho más que yo, las cosas como son.
- Pero yo no tengo pistoleras, Eva, no es por desanimarte pero parece que vas a rodar una película del oeste, maja.
- Vete a la mierda.

Y nos hemos picado de tal manera que parecía que nuestros respectivos palos de escoba nos estuvieran hipnotizando con sus reflejos en el espejo que engorda, y venga a hacer giros con cara de obesas obsesas y cabreadas. Luego, el pretencioso que se llama a sí mismo preparador físico nos ha obligado a hacer unos estiramientos (también frente al espejo, cómo no) que sólo tenían por objeto desarrollar unas posturas que evidenciaban aún más, si cabe, nuestros monstruosos michelines y acabar de hundirnos en la miseria más absoluta.

Finalmente nos ha felicitado y animado a seguir y nos ha mandado a la ducha. Otra vergüenza propia de un campo de concentración, el hecho de tener que vestirte delante de esas flacas asquerosas, tan deportivas y tan simpáticas. Me he dado cuenta que llevo unas bragas feísimas (tipo algodón, es que son muy cómodas) y que ellas, sin embargo, se ponen una lencería como para rodar una película porno de un momento a otro. Yo no estoy a la altura de la vida, no. Una guarra de ésas me ha mirado (¡qué braga más fea llevo, madre de Dios, qué tripa más gorda tengo!) me ha sonreído y me ha dicho condescendientemente (ella fingía amabilidad y comprensión, pero a mí no me la da) que con unas braguitas tanga iguales a las que llevaba ella no se me marcaría la antiestética goma en medio del glúteo (¡glúteo!, ¡hipócrita!) ni con los vaqueros ni con ningún pantalón justo, que lo probase. Yo también he sonreído y me he puesto a pensar en el aspecto que tendría mi trasero con una de esas monerías y le he dicho que gracias, pero el algodón y la holgura me perece lo más sano para la piel y la circulación, sobre todo ahora que apenas hace veinte días que he dado a luz y que sólo pretendo comodidad y hacer un poco de ejercicio ligero, que me preocupan las cosas importantes y nada más.

- Oye, pues estás estupenda para acabar de dar a luz, en cuanto te quites esos quilos de más te vas a poder presentar a un concurso de Miss Mamá. Mi hermana también se quedó muy ancha de caderas, pero en un año a dieta se recuperó del todo y, oye, al fin y al cabo esas caderas te habrán facilitado mucho el parto, qué suerte. Yo, en cambio, no sé cómo voy a dar a luz cuando me llegue el momento, hija, qué desgracia, pero así es la genética y hay que aceptarlo. Oye, y qué suerte también, casi no tienes estrías para lo estirada que tienes la piel; y qué curioso, las tienes en las caderas y en… lo que te digo, misterios de la genética.

Eva ha salido disparada del rinconcito en el que intentaba pasar desapercibida, ha recogido las bolsas a toda prisa con un brazo, me ha arrastrado a mí del otro y se ha despedido con un montón de sonrisas. Yo también he sonreído mucho, creo, o más bien he puesto una mueca sonriente y, en cuanto hemos salido de aquel horror, Eva me ha aconsejado que dejase de poner cara de loca y de tener ganas de matar gente y de inventarme bebés recién paridos, que la gente nos miraba.

A pesar de que el musculitos no nos ha dejado usar ningún aparato moderno, tengo unas agujetas increíbles. Me duele todo, todo mi cuerpo. Dado el volumen visto en aquel espejo, eso es demasiado dolor. Y pensar que el tal musculitos decía que los estiramientos eran beneficiosos para evitar las agujetas... qué sabrá ése, ay, qué dolor. Así no se puede estudiar en paz. Pero no me voy a tomar ni un sorbo de whisky para consolarme, ni un solo mordisco de chocolate con licor, menuda soy yo si me pongo, esa Irene de los cojones se va a enterar de lo que es una recién parida emocional y de lo que es esa genética que tanto le gustar nombrar y de lo buena que puedo estar yo, sí, yo, que aunque tenga las caderas un poco generosas por lo menos soy guapa de cara y tengo dos ojazos de gitana más grandes que sus bragas tanga, ay, no me hagas reír que me duele todo mucho más. Esperemos que no le dé por hacerse la simpática y preguntarme por mi bebé constantemente; va, qué mas da, no pienso concederle confianza a nadie en ese gimnasio de mis tormentos, ni mantendré ningún diálogo con esos seres no-humanos. Además, como creo que voy a estar exiliada en la zona del espejo que engorda por un largo tiempo, pues eso, que no podré hacer amigos y no me importa, yo tengo aguante para ese exilio y para muchos otros, yo soy muy yo, ay.

Olga Bernad


56 comentarios:

Fernando dijo...

mi niña ...eres una tía especial dehjate de mariconadas y suda...y los demás a lo suyo.

Juan Manuel Macías dijo...

Ay, los espejos, qué puñeteros. Son un invento del demonio, nos devuelven todo nuestro orgullo y nuestra mala conciencia multiplicados por mil. Y a ciertas horas de la mañana, después de según qué noches, pueden tener un efecto más letal que una reseña envenenada en un suplemento de cultura o el halago más melifluo de un adulador. Habría que abolir los espejos, y aprender a conocernos en ojos ajenos, que son los que valen, para bien y para mal. Incluso en los ojos de nuestros enemigos... Oh, ¿Y qué mejor sitio para un espejo que un gimnasio, ese templo de narcisos postmodernos? Una gran miga es lo que tiene este texto, que se lee de un tirón. Me encanta, me atrapa, me divierte esta Andábata que nos vas mostrando en pequeñas dosis. Yo quiero más. Esto tiene que estar publicado con carácter de urgencia. Esta literatura merece sin duda el papel, y no me cansaré de repetirlo aquí las veces que haga falta. Pero de momento, me tendré que conformar con estos aperitivos tan suculentos. Fíjate, hablando de la pretendida perfección del cuerpo, y ahora que tu blog está helenizado de repente con esos bellos frisos del Partenón (oye, qué foto más buena), no dejo de acordarme de esos cuatro versos de Safo, esa griega excéntrica de que hablábamos en los comentarios anteriores, tan "anti-griega", que sabía mirar con la justicia que sólo el amor puede dar a la mirada. El amor incluso a uno mismo. Yo creo que Safo jamás se apuntaría a un gimnasio. Tu Andábata también se parece a Safo. Nada, aquí te dejo en pago a tu capítulo de Andábata, esos cuatro versos, con sus tres coriambos y su adonio y su mens sana. Y sus sigmas en forma de media luna, que eso ya es tirar la casa por la ventana, no me digas :-)


οἰ µὲν ἰππήων cτρότον οἰ δὲ πέcδων
οἰ δὲ νάων φαῖc᾽ ἐπὶ γᾶν µέλαι[ν]αν
ἔ] µµεναι κάλλιcτον, ἔγω δὲ κῆν᾽ ὄτ-
τω τιc ἔραται·

Una tropa a caballo, dicen éstos; de infantes,
dicen ésos; y aquéllos, que una flota de naves
sobre la negra tierra es lo más bello; pero
yo digo que es lo que uno ama.

Enhorabuena por el texto. Y por el nuevo aspecto del blog. Me gusta esta luz. Pero sobre todo el contenido.
Besos.

Máster en nubes dijo...

Me dice mi madre que qué me pasa que me río tanto. Por Dios, Olga, de antología, de verdad. Lo has descrito a la perfección, y es que los gimnasios son (casi) todos iguales. Hay que tener o mucha moral o pasar de todo para resistir.

En cualquier caso quizás el yoga y el pilates sean prácticas de menos esfuerzo, más paz y, curiosamente, mejores resultados no sé si para perder peso pero desde luego que para tonificar y reafirmar (especialmente la moral que tan a menudo se te pone por los suelos en estos sitios).

Bueno, todavía me estoy riendo. Llevate un bebé prestado la próxima vez y preséntalo como propio.

Un abrazo y "namasté" que decimos en yoga. Solo tener que saltar o levantar un peso ¡muero!

Aurora

Antonio Azuaga dijo...

Definitivamente, Olga, eres un encanto: por la sonrisa que hoy nos regalas, por lo bien que nos la regalas, porque siempre nos regalas algo... Por tanta generosidad, guapísima.

Un beso sonriente.

Olga Bernad dijo...

Gracias, Fernando, por pensar que soy especial, me hace ilusión;-). Reconozco que esta andábata me vino muy bien en su momento para vomitar todo lo que se me atragantaba. Digamos que esta “basada en hechos reales” pero forma parte de una ficción, la que te permite decir todo lo que quieras, la que refleja la realidad de una forma que el tú a tú no te permite, por pudor o por lo que sea. No sé lo que aguantará sudando… continuará.
Yo, de momento, estoy a régimen:-(

Olga Bernad dijo...

Los espejos, Juan Manuel, sí, son un invento del demonio pero guardan su verdad, ya lo creo. Conocernos en ojos ajenos sería incluso más peligroso, salvo que los ojos que nos miran nos amaran siempre, lo cual es un sueño que también tendría su parte terrible. Pienso en la mirada del enemigo, en la del supuesto “adnirador/a” que acosa, persigue, espía, imita, inventa, cuyo “amor” puede hacer sentir peor que el odio… sólo esos pocos que nos aman de verdad nos servirían de espejo, pero no siempre sabemos reconocerlos. ¿Se miró Anactoria en los ojos de Safo? Seguramente nunca supo verse más bella que “una flota de naves sobre la negra tierra”. Qué bien entendió a Safo San Juan de la Cruz, seguramente sin saberlo, puesto que todos los cánticos de auténtico amor son espirituales:
“Cuando tú me mirabas,
tu gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían”.

En fin.

En cuanto a la pobre andábata mostrada a trocitos, es que este capítulo no podía partirse, es toda una prueba de paciencia para los habituales. Me queda muchísimo trabajo con ella y tengo muy poco tiempo. Me encanta que te guste el nuevo aspecto de esta tu casa, estuvimos de reformas mientras andabas por Sevilla, discutiendo confusos temas y compartiendo habitaciones (separadas) con mi LMP;-)
Besos, Juan Manuel, y gracias por el comentario, como siempre.
Me pones el nivel tan por las nubes… que algún día no voy a ser capaz de atreverme a contestar;-)

Olga Bernad dijo...

Aurora, me alegro muchísimo de haberte hecho reír, es una cosa muy difícil. Y, sí, hay que tener mucha moral o pasar de todo. La vida moderna no es para pusilánimes;-) Yo con el yoga me pongo muy nerviosa, no valgo, no acabo de conectar con lo oriental, fíjate, será desconocimiento, por supuesto. Y eso que de jovencita también fui judoka, llegué a cinturón rojo y me encantaban los “randolis” a muerte... aunque fuese un deporte de defensa, respeto y atención. Un mundo esto del deporte, igual le dedico una entrada.
El “namasté” no me suena pero, si tú lo dices, “namasté”, Aurora, me fío totalmente;-)
Y un fuerte abrazo.

Olga Bernad dijo...

Antonio, mil gracias. Yo sonrío mucho, aunque a veces en los textos deje una parte más amarga o reflexiva, o más oscura que también está ahí y con la que hay que convivir. Pero sonrío y me gusta hacer sonreír. Incluso cuando me enfado tontamente, de fondo quiero que no se ahoguen esas ganas, que encuentren un agujerito por el que respirar. Sin embargo, no hay nada que odie tanto como la sonrisa permanente que no busca ni motivos.
Un beso, caballero, y una sonrisa siempre (o casi siempre) para usted.

Juan Manuel Macías dijo...

No he podido resistirme a volver a entrar. Eso de que todos los cánticos de auténtico amor son espirituales es para enmarcarlo. Desde luego que la entendió, y tú entiendes a ambos. El amor de Safo es claramente "espiritual", lo cual no implica que sea "platónico", en el sentido popular del término (si es que volvemos a lo mismo, ay :-). Al contrario. Safo desea (etimología de eros) el cuerpo de Anactoria. Pero la desea porque sabe mirarla. Es un amor que descubre, que devuelve a Anactoria a su sitio en el universo, que la recompone; un amor como una lamparita en medio del invierno. Así Safo, y así Juan de Yepes.

No es que el espejo sea un invento del demonio, sino que lo usamos mal. Lo miramos como la madrastra de Blancanieves y nos devuelve lo que depositamos en él. Ya sabes que el padre Chesterton, el personaje de G. K. Brown, no se miraba demasiado al espejo, y gracias a esa costumbre tan saludable resolvió un crimen. Usted disculpe la permutación de nombres, pero es que se cita ya tanto a G. K. C. por algunos barrios de la blogosfera, que como no aportemos alguna novedad, nos acusan de cansinos :-)

Besos, y admiración reiterada

Andrei Rublev dijo...

¡Homérico!, se decía en "El hombre tranquilo". Un exceso, vaya. Para mí quisiera poder imaginar chanzas así.
Y la mirada. Siempre la mirada: jugando al baloncesto era libidinosa. En el gimnasio, piadosa. El espejo nos la devuelve ¿inmisericorde? ¿jactanciosa?...

Andrei Rublev dijo...

Como has cambiado la cabecera, y de mujeres en acción se trata, espero haber enlazado bien:

http://josehavel.blogspot.com/2009/01/gladiadoras-las-chicas-del-millon-de.html

Olga Bernad dijo...

Juan Manuel, ese pobre Chesterton, estaba tan harta de oírlo nombrar que decidí solucionarlo por la tremenda y leérmelo. Mereció la pena pero ¿no hace algunas trampas? Esos monstruos horribles y culpables que todos ven huír son su propio reflejo en la luna del fondo del pasillo. Cruel, el padre Brown; cruel, nuestra mirada en cuanto puede. Cuidado con los ojos de la gente. El que ama sabe mirar e iluminar lo que ama, “como una lamparita en medio del invierno”. ¿Sabes de qué me acuerdo?:
“…y prenderle fuego como a una delicada antorcha
que tiembla sola al borde de los acantilados,
o como la luna que surge, inevitable, para empequeñecer a las estrellas,
y verla brillar desde la oscuridad donde me quedo”.

Olga Bernad dijo...

Arsenio, a todos los que habéis leído e incluso venido a comentar una entrada tan larga, os daría un merecido carnet de habituales, si eso os fuera a servir para algo. Que relaciones y recuerdes otras miradas es una alegría, agradezco enormemente esa atención. Tengo una desde dentro de la bañera que creo que le iba a gustar, la verdad.
Pienso que el personaje nunca llega a ser inmisericorde, tampoco exactamente jactancioso, esa actitud condena a la soledad y yo espero que se salve. Ahí estamos, recomponiendo a esta andábata. Los andábatas no solían ser mujeres. Eran fieros, contundentes y luchaban a ciegas, con la cara tapada. Supongo que eran carne de cañón. Pero esos instintos de punta para oler un peligro que saben que no ven, cegados como nosotros por mil vendas sobre los ojos …
Y no, no has enlazado bien, haga el favor de aprender: se hace así.
Saludos, Arsenio, muy buenas noches tenga usted;-)

Olga Bernad dijo...

Quería decir así
Usted perdone:-)

Miguel Ángel Yusta. dijo...

Y a mí que gustan llenitas...
Besicos y a vivir, que es maravilloso...

Olga Bernad dijo...

Jeje, pues esa concepción de las cosas evitaría un montón de sufrimiento no sólo inútil sino, sobre todo, absurdo. Desde luego, es muy agradable despedirse del día con una sonrisa.
Gracias, Miguel Ángel.

Alfaraz dijo...

Y a mí tambien...hala !
Fin de la tiranía del hueso.

Viva la molicie y el J&B con Coca-cola !

.

Olga Bernad dijo...

...Y es muy agradable comenzar el día con otra sonrisa, Alfaraz, que esta vez tu nocturnidad me ha superado.
Fin de la tiranía del hueso, qué gran eslogan;-)
El café con leche me lo voy a tomar a tu salud, por salao.

enrique dijo...

Olga; muchísimas gracias por quitarme de la cabeza esa idea absurda de apuntarme a un gimnasio...

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Muy divertido, Olga, y una muestra excelente de tu capacidad para cambiar de registros. No sé si has explicado alguna vez lo de andábata, pero seguro que muchos de tus lectores no saben qué cosa era. Un beso.

José Miguel Ridao dijo...

Desternillante relato, Olga; me lo he pasado pipa. Como soy seguidor tuyo reciente no te conocía en esta faceta; hoy me has hecho sonreír, mejor casi que pensar. Me quedo con el retrato de las pijas replicantes y el disfraz rumboso de cubana desacomplejada. Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Vaya, Enrique, no sólo no consigo animarme yo a la cosa del deporte, sino que encima te desanimo a ti. De todas formas, no creo que un seductor como tú necesite el gimnasio salvo para seguir bien; ya sabes, virgencita, virgencita que me que (más o menos) como estoy;-)

Olga Bernad dijo...

Antonio, procuro no tener miedo aunque sí respeto y prudencia a la hora de cambiar de registro. Pero que esa prudencia no nos haga olvidar otras virtudes más dignas de protección: la autenticidad y, si es posible, el buen humor.
Un beso y muchísimas gracias.

P.S.: Para los nuevos,“Andábata” es un texto que estoy revisando por capítulos o trozos bajo la etiqueta “Microrrelatos largos y cuentos normales”. El título viene de los gladiadores que luchaban a ciegas. Salían a la arena con la cara tapada.

Olga Bernad dijo...

José Manuel, esa risa también pretende, humildemente, hacer pensar. La naturalidad de la que Andábata procura hacer gala es más costosa que el engolamiento y mucho menos cómoda que agarrarse a un tono supuestamente poético y no soltarlo ni a punta de pistola.
Pero la verdad es que yo también he disfrutado escribiéndolo y me alegro de que eso se comparta. Te entrego solemnemente el carnet de habitual, por venir a la entrada larga, machote (tiene como único efecto que, a partir de ahora, te echaré de menos cuando no vengas;-)
Un fuerte abrazo.

Andrei Rublev dijo...

Lo cierto es que entre tantas bragas (con perdón) y tantos tangas, al final me he puesto pelín nervioso. Debe de ser que me inquieta sobremanera ver aquello que está hecho para mantenerse oculto. Y todavía va usted y me sugiere muy aviesamente una mirada en el tocador, digo, en la bañera... No comprende usted que uno ya tiene su edad? En fin, no me haga caso, será esa maldita perversidad con la que está hecho el pérfido uomo. Le agradezco su lección de enlaces (bonito título, téngalo en cuenta), que no creo poder culminar, aunque lo intentaré en otras ocasiones para su solaz y descacharre particular. Sírvase a su gusto. La terapia es gratis.
Muy agradecido, como siempre.

Olga Bernad dijo...

Dios mío, todo lo hago mal. Es que acababa de salir de trabajar… perdón, en primer lugar a JOSÉ MIGUEL, otra vez, Dios mío, te he llamando José Manuel. Y hoy precisamente que te daba el carnet… si te consuela, siempre pienso en ti como “el Ridao”, o sea, que no hay pérdida;-)
En cuanto a usted, Arsenio, pues sí, fui mala. Casi tan mala como usted al sustituir la bañera por el tocador y llevarnos directamente a misteriosas filosofías. Una ha leído poco, pero..;-)
Para compensar maldades, sepa que enlazar es muy fácil, ponga lo siguiente:
abra código con el signo "menor que" y escriba a continuación todo seguido la letra a (deje un espacio)href=abra comillas, ponga la dirección que sea y cierre comillas,y finalmente cierre el código con el signo "mayor que" LUEGO ESCRIBA LA PALABRA QUE VAYA A CONTENER EL ENLACE Y FINALICE CON ESTE CÓDIGO: signo menor que/a signo mayor que
Y ya está, ¡magia!
Saludos a ambos.

Maria Luisa dijo...

Querida Olga: He leído tu texto con detenimiento esta lleno de buena "chispa" y mucho sentido del humor. Es verdad las mujeres no se porque tenemos que ir sobre todo al gimnasio acompañadas por una amiga, yo la llamo la amiga "martir". Ella comparte nuesta euforia, vamos las dos como muy, muy convencidas.
Al llegar siempre te asombras de el montón de inventos que hay para machacarnos, parece más que un gimnasio una sala de tortura.
Pero ya que nos hemos puesto monísimas, no hay más remedio que lucir cuerpazo.
Sí, miras y ves "cuerpazos" pero Olga no son de verdad, para mi consuelo me pregunto siempre:
¿Cuantos cuerpazos veo por la calle o en la piscina así...?
Pocos, pocos...
Me miro y digo como tu:
"Yo soy muy yo, ay ".
Y además me gusto.

Que os vaya bonito...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Olga, me he hartado de reír con esta historia, que además rezuma humanidad. ¡No te conviertas en una replicante! Yo también fui a un gimnasio y me pusieron el palo de escoba. Estaba todo el gimnasio lleno de espejos, para cultivar el narcisisimo. Aguanté tres días. Y siempre me estoy diciendo que tengo que volver. En fin. Seguiré con interés personal esta historia, si es que tiene continuación. Un abrazo, querida Olga.

Gemma dijo...

Qué buenísima historia, Olga, jaja. No sólo se lee de un tirón, como ya te han dicho más arriba, sino que, efectivamente, con ese buen humor que te gastas, me han entrado unas ganas locas de mandar el gimnasio a la porra y a las replicantes al cuerno. ;-P

(A mí me daría una pereza enorme... ¿Has probado -ha probado la Olga personaje- a nadar? Resulta, sin duda, mucho más gratificante, dónde vas a parar. Primero, porque no hay espejos, o si mismo (por suerte); segundo, porque es un ejercicio solitario, tu sola te peleas con el medio yendo pa'rriba y pa'bajo sin tener que violentarte con nadie más, y tercero, porque relaja de verdad, ¡y, encima, sin necesidad de deprimirte lo más mínimo!)

Besos y gracias por hacernos reír con tanta frescura.

Olga Bernad dijo...

María Luisa, veo que tú también has sido víctima de esta enfermedad. Sí, la amiga es imprescindible. La primera vez que le leí este texto a la amiga en cuestión, me dijo que lo había vivido mucho más que cuando lo vivió. Qué pocas cosas como una amistad entre mujeres, para mí es insustituible; con ellos también lo veo posible (no se me enfaden lo chicos) pero siempre hay otra cosa, yo nunca me olvido de lo que son, o de lo que soy, o de lo que podríamos ser.
Y paro, porque si empezamos así, acabaré metiéndome en berenjenales otra vez.
Yo también procuro, como tú, gustarme. Pero no es ninguna broma la cantidad de presiones que una mujer recibe. Al final parece que estar guapa sea una obligación moral…
Un beso, guapísima;-)

Olga Bernad dijo...

Jesús, tranquilo, que no hay ya peligro alguno de que me convierta en una replicante (me temo) pero tampoco estoy mal;-) Esos momentos se superan, como bien pareces saber.
La revisión de Andábata no va en orden. He publicado cuatro trocitos que me parecían apropiados como entrada; alguno más caerá aunque procuraré que sea más corto.
Te digo lo mismo que a José Miguel, te considero uno del club porque venir a comentar a esta larguísima entrada es muy, muy de agradecer.
Un abrazo, de corazón.

Anónimo dijo...

Patricia, Andábata y Arquíloca.
Y guapa, guapa, guapa.
Y siempre escritora.

Olga Bernad dijo...

Angós, qué emocionante, tu primer poema;-)
Ábrete un blog, aunque sea de rugby...rugbylari.

Mery dijo...

Yo me muero de la risa, de verdad.

Encantador eso que has dicho que cuando empiezas a entrenar "me duele el corazón...o algo así".
También acabo de apuntarme a un gimnasio y comprendo perfectamente lo que cuentas. En el mío se ven unos modelitos dignos de sacar un vídeo y no comprendo cómo pueden estar cómodas haciendo bicicleta y cien ejercicios mas con tangas tipo hilo dental.
Me has dado una idea: un dia de éstos voy a contar también mis visiones gimnásticas.

Lo dicho, ha sido un placer leerte. Y ánimo, sigue yendo, que te alegrarás.
Un beso

Olga Bernad dijo...

Mega, cómo me alegro de que te haya gustado… me encanta entonar a coro contigo ese “a la porra las replicantes” que debería ser el himno oficial de las mujeres sensatas (e incluso el mío).
Me hace gracia que me nombres la natación. La Olga persona es una enamorada del agua. Ya desde pequeña me sacaban del mar a bofetadas (es que las madres de antes no eran denunciables y no había otra manera de sacarme:-). Nado mucho, en verano todos los días, y antes bailaba también. Nadar y bailar no son como el resto de “deportes”, son placenteros a más no poder y, si de paso quemas calorías, miel sobre hojuelas. El problema es que a mí el agua, como los largos viajes por carretera, me dan hambre de bocata, ni hablar de ensaladas:-((
Un besazo, Mega

Olga Bernad dijo...

Qué bien, Mery, es que me encanta comentar esto con las chicas. También te has apuntado a un gimnasio, me lo temía;-) Yo ahora no puedo meter un gimnasio en mi vida, pero lo he metido mil veces. También estás escribiendo a estas horas en vez de ver la tele. ¿A que de pequeña te dijeron que estudiaras y estudiaste? ¿A que no repetiste jamás un curso? A que no te sirvió de mucho licenciarte a los veintitrés y a que ahora te sientes violentada por cosas que se supone que deberías llevar con naturalidad: bragas tanga, ingles brasileñas, depilaciones laser, kilos fuera, tetas que se caen hacia arriba y medidas imposibles. Tú cuenta tus visiones gimnásticas y yo haré una entrada (si me atrevo) contando la última discusión con mi depiladora, que quería dejarme en un estado incompatible con la decencia y la razón. Ay. Gracias a mi carácter, que si no…
Un beso, Mery.

Granito dijo...

Me ha gustado mucho esta entrada, me ha recordado con humor lo mal que lo pasé hace muchos años cuando me apunté a un gimnasio pagando seis meses por adelantado (en mi ciega ingenuidad) y no duré ni un mes, iba sólo y me sentía como un burro en un garage. Desde entonces mis michelines los guardo para los íntimos (claro que ahora que lo pienso habré de meter en los "íntimos" a los de las playas y las piscinas...).
Y de entrada larga nada, al revés, tus entradas se hacen siempre muy cortas.

Un saludo.

P.D.: Gracias por enseñarme también de paso a mi lo de enlazar, que también soy muy nuevo en esto.

Olga Bernad dijo...

Está muy bien eso de guardar los michelines para los íntimos, y luego ampliar la intimidad hasta la playa en agosto;-) Te advierto que yo llevo un bañador elegantísimo, un pareo elegantísimo y un sombrero elegantísimo, amén de unas elegantísimas gafas de sol. Así que no se me ve nada y, además, voy casi de incógnito cuando estoy en la playa;-) Todas las sandeces se me olvidan en el agua, verdadera intimidad de mí misma con este mundo que nos ha tocado en suerte.
¡Seis meses por adelantado! A quién se le ocurre… e ir solo, además.
Qué audaz:-)
Buenas noches, Granito, me rindo por hoy.

María dijo...

Por fin, he encontrado un relato que está a mi altura y entiendo. Que sepas que yo también uso bragas de algodón y no pasa nada, así no se marcan los grumos.
De todas formas, te puedes dedicar al arte de escribir monólogos y de contarlos o publicarlos.
Un beso fuerte y, sobre todo, no te borres del gimnasio y no te fijes en las demás. Lo importante es que te fijes en tí y que te lo pases bien con tu amiga.

Olga Bernad dijo...

Qué grumos, Belen:-)))) si entre lo rubia, lo alta, lo delgada, y tu nueva zona de trabajo... estás a un tris de pasar al lado ejecutivo de la fuerza. ¡Te salvan las bragas de algodón!
Lo de los monólogos como destino, me lo plantearé, sí:-)
Bienvenida, rubia.

Anónimo dijo...

Nunca me cansaré de leer y releer tu queridísima Andábata y tampoco de reirme como lo hice el primer día. Tampoco me cansaré de repetirte qué lo publiques!!!!, como muy bien recomienda Juan Manuel. Espero ansiosa ese día, que sé que llegará -no puede ser de otra forma, sería una injusticia demasiado grande. Mientras tanto me conformaré con ser una de las pocas privilegiadas en leer la versión "imperfecta". Y yo me pregunto, qué diablos quieres perfeccionar???!!!.

Mil besos siempre admirados and congratulations for the new look!

Olga Bernad dijo...

Primero hay que acabar las cosas como Dios manda y luego... rezar. Pienso en lo que controlo: lo que escribo y nada más.
Me encantaba ir enseñándoos los capítulos a ti y a Eva. Fue estupendo ir sacando a la arena a esta Andábata, tan temerosa como valiente.
Estoy muy contenta con el new look, sister. Me alegro de que te guste.
Cuida a nuestra señora madre, no la dejes sola por esas calles llenas de gentes que hablan inglés;-))))
Mil besos para las dos.

ONDA dijo...

Pues a mi me paso algo parecido me compre un equipo para hacer footing y en un año creo que lo he hecho cinco veces, pero claro mi opcion es hacerlo antes desayunar el sabado o el domingo...

Pero hemos de tener voluntad.
Lo malo es que mi mujer se queda con los niños y aún no tengo valor para ponerme al lado de otros que hagan lo mismo porque van a un ritmo mayor que el mío....

Démonos un año y luego haremos balance.

Un dos un dos un dos...recuerdo el paso que marcaban los oficiales en Valdespartera...creo que ahí en la instrucción fue donde perdi mas peso.

Olga Bernad dijo...

Ignacio, qué gracia, nada como que te destinen al cuartel de Valdespartera… o nada como tener veinte años;-)
Yo tengo una voluntad muy rara para esto del deporte, aunque he tocado varios “palos”: baloncesto durante más de seis años, judo por un par de temporadas, natación siempre que puedo, y no sé cuántas intentonas de gimnasio en serio: aerobic, pesas, baile de diversos tipos... pero también supone quitarle a mi familia el poco tiempo libre que tengo, además de dejarlos tantas veces por cuestiones laborales. Al final me desanimo. Y los domingos son para la vagancia, por el amor de Dios.
De todas formas, no me hagas caso, tú intenta desgastar ese equipazo y mantenerte como un soldadito:-)

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Olga de mi alma y de mi corazón...debian de ser todas replicantes.En el vestuario de mi trabajo a todas se nos ve celulitis y se nos ven los Kilos de más recien paridas o sin un cabezón a quien echarle la culpa.
Te recomiendo una oración diaria "Dios mio si no adelgazo yo haz que engorden mis compañeras" en tu caso las de gimnasio.
Un abrazo que me he reido a mandibula batiente.

Isabel Barceló Chico dijo...

¡Eso pasa por ir a un gimnasio con entrenadores masculinos! Aún parece que nos encontremos peor de lo que estamos. Sin embrago, no hay que desanimarse tanto, fuera del gimnasio hay todo un mundo... Besitos divertidos, guapa.

Olga Bernad dijo...

Ay, mi Maritere, cómo me comprendes, hasta oraciónes para la noche me traes;-) Rezaré con el corazón;-)))
Tres días llevo a régimen y ya no hago más que saltármelo...no sé yo cómo va a acabar ésto. O más bien sí, lo tengo muy claro.
La risa es una cosa muy seria. Y acertar con las pretensiones concretas que tenemos al escribir cada texto en concreto, también. Si a ti te ha gustado esta entrada, eso para mí es la prueba del algodón.
Un abrazo, fotógrafa.

Olga Bernad dijo...

Sí, Isabel, puede que la mirada de un hombre empeore las cosas en según qué circunstancias... no lo sé. De todas formas un buen paseo por la calle con un poco de atención te sitúa en la realidad, eso está claro. Yo, en el fondo, no soy fácil de desanimar totalmente, pero tengo miles de desánimos parciales sobre los que escribir:-)
Besitos, Romana.

Marta Fernández Olivera dijo...

Que bueno!!
Mira Olga, tu ni caso a ese musculitos que se hace llamar preparador físico, no tiene ni idea, lo primero os vais a la sala donde esta todo el mundo y haceis bic estatica 15min + cinta15min+ maq.de step15min y luego abdominales y estiramientos, esto lo alternais con clases dirigidas, abstinencia de whiskis, pizzas, caramelos, leche entera...y esas cosas tan buenas y lo aderezais con dosis de amor y vamos....en unos meses estareis "que lo flipas" y os pondreis las lencerias finas de las ejecutivas agresivas...o sea, olvidaros del palo de la escoba.
Besicos

Olga Bernad dijo...

¡Cómo te conoces el paño, guapa!
¿Y todo eso hay que hacer para ponerse un tanga? Te advierto que yo soy partidaria de la penumbra más complaciente, y también pienso que lo importante es ser buenas personas;-)
Tal y como está el patio, a veces, para ser buena persona, hay que tomarse un par de whiskis.
En fin, tendré en cuenta tus consejos...
Besicos.

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¡Cuando retorno, mira lo que me encuentro!!!!!Nosotras tenemos también tableta de chocolate en el abdomen, lo único que ha pasado es que se derritió.ERES AUTENTICA.BESOS.

Olga Bernad dijo...

Selene, ¿quién eres?, ¿nos conocemos o me has visto en la blogosfera?
Me parece igual de bien todo, pero me llaman la atención:-)
En cualquier caso, muchísimas gracias, tú eres un encanto.

¿Se derritió? ¿Para siempre?

Anónimo dijo...

Ya me gustaría.En la blogosfera.
Y si, los cuadraditos del abdomen se derritieron, pero no para siempre.¿Qué te llama la atención?.Mas besos de los de antes.

Olga Bernad dijo...

Bueno, es que hasta hace un año no sabía ni lo que era un blog, ni había navegado casi por internet. Estoy todavía un poco extrañada de que venga tanta gente, y tantas veces sin saber de dónde. Aunque enseguida os hacéis habituales y luego pienso en vosotros como en gente conocida, es raro, ¿no?
Te lo agradezco mucho, Selene.

Julio Castelló dijo...

Te pido disculpas por haber disfrutado tanto de tu sufrimiento. La culpa es tuya; lo expones tan bien... Si algo de lo que dices se aproxima a la realidad, enhorabuena. Hace años que, por pura salud, debería (como tantos) hacer algo de deporte, pero es como si mi cuerpo tuviera una incapacidad cerebral para acatar ese tipo de órdenes. Enseguida le descubro todos los inconvenientes y menoscabo sus obvios beneficios, que dejan de ser tan obvios. Y el cuerpo es, estoy convencido, una parte fundamental del cerebro; la única parte que no cuido como correspondería. No abandones. Un beso admirativo.

Olga Bernad dijo...

No te disculpes por disfrutar del texto, no quería que los lectores sufrieran;-)
Algo se aproxima a la realidad, o se aproximaba o se aproximará. Qué bueno eso de que el cuerpo es una parte del cerebro. Realmente, tener el cuerpo en orden no molesta a la hora de pensar, hay que echarle de comer y esas cosas, mantenerlo, o no nos dejará reflexionar tranquilos.
Gracias por el beso admirativo, nunca sé cuándo piensas venir, eres como el novio que siempre llega tarde. Anímate a comentar más "en directo", tu visita puede ayudarme a despejar dudas, dudas, dudas...
Un beso, Julio.