lunes, 19 de enero de 2009

Perfección sentimental

Fabrícate, en secreto, una ciudad sagrada,
y equilibra en su centro la rosa primitiva.

Efraín Huerta, La rosa primitiva


Muchas veces me pregunto dónde reside la magia de lo exacto, o al menos su razón, de aquello a lo que no le cambiaríamos ni una coma, de esas palabras que leemos y hacemos nuestras y siempre son de otros. Sospechamos que nuestro propio espíritu confuso debió intuirlas una vez en algún breve momento de claridad que más tarde olvidamos como un sueño o como un capítulo más del desconcierto.

No es algo al alcance del artesano ni del que ha interiorizado simplemente, aun con honestidad y dedicación, las normas de una lengua, afiladas a través de los siglos por la inteligencia, el material sensible, el sentido común y ese enfrentamiento con la realidad que supone hablar todos los días. Es eso y algo más que eso, es recoger toda la herencia que arrastran las palabras, resumirla y hacerla crecer, elegir las adecuadas, expresar algo que nace de nosotros y va más allá de cada uno. El pensamiento certero que da en el blanco de otras memorias.

Lo genial. Concebir y mostrar de una forma precisa su delicado equilibrio, su rara perfección sentimental.

Olga Bernad

54 comentarios:

s dijo...

"El pensamiento certero que da en el blanco de otras memorias."

Me gusta, preciosa prosa. Quizás, como quería Borges, el genio sólo sea un accidente donde ocurren las palabras o la expresión exacta (en otras artes); algo fortuito. Quizás esas "otras memorias" formen parte de otra memoria más grande y sin sujeto. Quizás esté yo hablando demasiado...(risas)

Abrazos, Olga.

carmen jiménez dijo...

Yo tampoco sé dónde reside la magia. Pero sé que existe. Yo viví bajo su embrujo y nunca pregunté. Pero sé que no es suficiente decir abracadabra. Que no son suficientes las palabras, ni siquiera las exactas. No sé, pero quisiera vivir echizada para siempre.
Un placer leer tus textos.

Juan Manuel Macías dijo...

¿Dónde reside la magia de lo exacto? Por la propia razón de ser magia, no lo sabemos, afortunadamente. Lo mejor, lo que haces tú, una aproximación negativa. Estoy de acuerdo, lo exacto no reside en seguir unas normas de artesano (como en los dichosos talleres de poesía, donde se corrompe tanto ocio sin sentido). Seguir unas normas nos lleva más bien a lo correcto. Lo exacto consiste en que algo sólo puede ser "así" y no de otra forma. Detrás de todo eso esta la libertad, que consiste en saber decir "no" más de una vez. Jakobson ya afirmaba que el poeta desautomatiza el lenguaje. Saussure (dicen sus aplicados alumnos) hablaba de lengua y habla. La poesía (en su sentido más amplio) es un acto clarísimo de habla. Yo mejor diría de voz. Voz frente al logos. Pero yo prefiero la música a las intuiciones más o menos certeras de los lingüistas. Y esto lo cantó más elegantemente Pedro Salinas: "Voz que se dice a sí misma, Inolvidable". Lo exacto es algo clarísimamente inolvidable, como tu texto. Y la memoria tiene unos engranajes sentimentales. Besos, Olga.

Olga Bernad dijo...

Quizá cada uno de los múltiples lectores que somos, esas otras memorias que parecen reconocer algo suyo en las palabras ajenas, “formen parte de otra memoria más grande y sin sujeto”. Quizá, Sergio. Un enorme puzzle con algún sentido. Un dibujo de verdad que sólo podemos intuir y al que algunos se acercan, tal vez por accidente.
Un abrazo, Sergio.

Olga Bernad dijo...

No es suficiente decir abracadabra, eso se creen muchos, pobres, que aquí los hechizos se heredan o se aprenden. Si así fuese, no quedarían almas en venta y nadie sería responsable de sus propios aciertos, ni culpable de sus mediocridades.
No preguntes, Carmen, para qué.

Olga Bernad dijo...

No sabía muy bien por qué era una perfección sentimental lo que buscaba, pero sí, quizá porque lo que acierta da en el blanco de otras memorias, supera al olvido, y la memoria, como dices, “tiene unos engranajes sentimentales”.
En cuanto a lo demás, cuida tu propia voz, que contiene todo lo que sabes y a la vez está sin contaminar. ¿Cuántos poemas “correctos” podrías escribir al día? y, sin embargo, ¿cuántos escribes?, ¿cuántos rompes? Por miedo, por frustración, por vergüenza, por respeto a un posible lector, por no usar más trampas de las inevitables… tenemos que hablar de eso otro día. Me gustaría mucho saber qué hace cada cual.
Besos, Juan Manuel, tu comentario es un lujo, como siempre.

Marta Fernández Olivera dijo...

Muchas veces nos apropiamos de frases, palabras..de otras personas y haciendolas nuestras le añadimos las muchas referencias que tenemos y que a veces no somos conscientes que las utilizamos, tambien ponemos parte de nosotros, granitos de "sangre y arena", ves? ahi esta una referencia, pues aderezamos con lo que podemos y los magos y brujas de las palabras hacen maravillas con estas pociones de perfeccion lingüistica, expresividad, y sentimientos que llegan hasta la persona mas terca y dura.
Un abrazo

Olga Bernad dijo...

Y aunque no las usemos, las pensamos y repensamos, se meten en nuestra memoria y las hacemos verdaderamente nuestras, luego se mezclan con la vida y, en manos de un mago, se crean pociones, sí, puede ser.
Tiene que ver con el talento, la admiración y sus razones. Pero también es muy difícil nombrar a ciencia cierta, con honestidad, qué nos admira y por qué. Y qué nos deja, a veces a nuestro pesar, completamente indiferentes.
Un abrazo, Marta, espero que ya estés instalada y todas esas cosas:-)

Andrei Rublev dijo...

La cita parece dar en el blanco. Y es preciso decirlo así, como si se tratase de una historia zen o de algo parecido.
Tú más bien hablas de construir, de inteligencia... Creo que es nuestra tragedia, expresar muy superficialmente lo que quizás hayamos olvidado. ¡Qué grandes, por tanto, San Juan de la Cruz, Santa Teresa...!
Una vieja historia judía dice que a todos, al nacer, un ángel nos sella los labios con su dedo para olvidar en vida... ¿qué?
Besos

Olga Bernad dijo...

No, no sólo hablo de inteligencia (auque nunca viene mal.-), de lo contrario no buscaría esa “perfección sentimental” que suele manifestarse más en forma de nostalgia que de logro. Algo que, extrañamente, podemos reconocer si lo vemos, tal vez gracias a un pequeño resquicio que ese ángel nos dejó entre los labios. Puede que ese olvido de no sabemos qué sea imperfecto.
Un beso, Arsenio. Me ha encantado esa vieja historia. Es curioso cómo intentamos explicarnos las cosas.

Gemma dijo...

Yo creo que la magia de lo exacto reside precisamente en lograr expresar lo que se desea con cierta justeza o semejanza, a veces lo máximo a que podemos aspirar.

A mí es el lenguaje el que me lleva de la mano a su antojo; yo simplemente procuro seguirlo de cerca y no perder demasiado el paso.

Saludos afectuosos

Olga Bernad dijo...

Muy de acuerdo, Mega. Tus palabras me han llevado a un comentario rezagado que recibí en una entrada de diciembre, en la que hablaba de mi abuelo Manuel. “Conmovedor y justo”, me decía Julio C. “Las dos cosas están en mi intención: conmover, como a mí me conmueve su recuerdo, y también ajustar esa emoción a las palabras.”
Pero yo hablo de admirar, de reconocer en otros un máximo que está muy por encima del propio. Me gustaría quedarme con la boca abierta, Mega, sinceramente, al menos una vez al día:-)
Un beso.

Manuel Arribas dijo...

¿Cómo medir lo exacto, si el fiel de la balanza es nuestra conciencia, y no sabemos si esta está en el equilibrio natural?.

Un abrazo.



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Olga, te adjunto a mi lista de favoritos, -con permiso-

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Certera,magnifica,maravillosa....
magica......todo eso se resume en Olga Bernad.
Como diria mi madre "Ole tu boca".
Un abrazo amiga torera.

Olga Bernad dijo...

Sin garantías, Manuel, sin maquinaria, a ojo de buen (o mal) cubero. No creo que encontremos ningún manual de instrucciones para equilibrar rosas en el centro de ciudades sagradas:-) Ni siquiera para equilibrar nuestra conciencia. Si acaso, podemos intentar mantenerla lo más limpia posible y que distinga. Igual por eso nos confundimos tanto.
Un honor, su enlace:-)

Olga Bernad dijo...

María Teresa, no me faltaba más que meterme a torera:-) Aunque algunas cosas toreo, no te creas, con más miedo que alma pero procurando mantener el tipo. Como si fuésemos de los buenos.
Y viva tu mare!
Un abrazo, guapa, que le levantas la moral a cualquiera y eso no se paga con dinero.

Antonio Azuaga dijo...

Una macla de cuarzo, Olga, sería una belleza desperdiciada si con ella no se cruzara nunca una sensibilidad capaz de admirarla. Lo mismo podría decirse de una rosa, de una constelación, de un atardecer, de la carrera de un guepardo o de cualquier cosa que incluya aquella posibilidad. El “espectador” es la otra cara de la “magia”. Dices muy bien (¡como siempre!) “que nuestro propio espíritu confuso debió intuirlas una vez en algún breve momento de claridad que más tarde olvidamos como un sueño…”

Creo (no estoy seguro, tu cariñosa lealtad lectora sabrá si es cierto) que en alguna ocasión recordé aquello que pensaba Miguel Ángel sobre el escultor: que sólo extraía las formas que ya estaban en el mármol. Platónicamente yo añadiría (qué estúpida osadía añadir algo a Miguel Ángel) que esa labor es grande cuando las mismas formas deambulan confusamente por el alma de los hombres. Cuando tal cosa ocurre, cuando el “minero” extrae del mármol, del sonido, del color, de la luz, de la palabra… las formas previamente anidadas, sucede lo que llamas “magia”. Pero no basta el “hacedor”, se necesita el espectador: su complemento inevitable. Lo que somos nosotros cuando tú escribes, vamos.

Un beso, escultora de palabras.

Olga Bernad dijo...

Antonio, la belleza desperdiciada produce tristeza. Necesitamos verla y reconocerla; es como un pecado no hacerlo, como matarla. Me gusta mucho esa definición del espectador (o el lector) como la otra cara de la magia. Sabemos lo que es, aunque sea oscuramente, lo sabemos cuando la tenemos delante. Miguel Ángel la veía ya en la piedra y, simplemente, le quitaba lo que le sobraba. Para eso hay que verla muy claramente, mucho:-) Miguel Ángel, Platón y usted forman parte de mi puzzle, el que un día voy a completar, ya verás (cada uno juega con sus cosas.-) Seguiré dándole al cincel.
Gracias por ser espectador y, a veces, guía. Y siempre amigo.
Un beso, Antonio.

Juan Manuel Macías dijo...

En mi humilde opinión, no creo que sea necesario recurrir al zen, como alguien hizo más arriba, ni tampoco a presuntas superficies y profundidades. La poesía, a la manera de la música, no está en obligación de decir nada, ni de transmitir ningún conocimiento físico o metafísico, olvidado o no. No hay nada detrás de la máscara, sino la propia máscara. La poesía es una verdad en sí misma, limitada por el silencio, que es tan sólo la ausencia de voz. Y sí, el olvido de las palabras, como aquel nombre de ciudad que una vez olvidé en un sueño. ¿Inteligencia? Desde luego. No hay arte sin inteligencia, en el buen sentido de la palabra. Casi preferiría hablar de conciencia. La conciencia que poda lo inútil, como recuerda muy bien Antonio Azuaga refiriéndose a Miguel Ángel. Disculpa, Olga, por el permiso que me he dado por volver a entrar, costumbre que ya tenía un poco olvidada. Te reitero mi enhorabuena por la entrada. Besos.

Olga Bernad dijo...

Aquella entrada de las ciudades perdidas y este poema de la rosa primitiva son dos piezas que me gusta ver juntas. Y lo sabes. El zen (del cual no sé absolutamente nada) y las profundidades (pero el arqueólogo excavaba, y debajo de su propia cama, para qué más allá) pueden estar en la explicación, si alguien quiere buscarla, o no, no podemos decir qué es lo válido. ¿No es necesario? Puede ser, y qué. ¿La poesía es “necesaria”? No nos acompaña casi nunca y no morimos. La vida no suele ser poesía. Cuando la reconocemos (la poesía, la belleza, Dios o el diablo, no lo sé) vemos una verdad y cada uno se la explica como puede, si es que puede y quiere.
De todas formas, de tu comentario se deduce una definición muy buena, (¿será necesario definirla?) porque recoge, en un acto de inteligencia, casi todo lo expresado, para decir sí o no: la poesía es música, una verdad en sí misma, limitada por el silencio, hecha con la conciencia de podar lo inútil.
Y no temas entrar siempre que quieras, recuerdo cuando tenía que decírtelo, pero ya no, ésta es tu casa, casi la he hecho contigo y yo quiero que así lo sientas.
Besos, Juan Manuel.

Juan Manuel Macías dijo...

Más que una definición, lo que he intentado es poner en orden los datos objetivos de mi destartalada relación con la poesía, que es lo que hacemos con todo, al fin y al cabo. No nos queda más remedio que ensayar una mitología paralela y resguardarnos de la intemperie al calor del braserillo. No, la poesía no es necesaria. Es un acto de fe, y por tanto, voluntario. Afortunadamente, la poesía no es Hacienda, pero no mentemos a la bicha :-)
Gracias por tu hospitalidad, como siempre. Besos.

Olga Bernad dijo...

Ay, Juan Manuel, esta ciudad no se dejaba enlazar:-)

Olga Bernad dijo...

Bueno, pues después de jugar un rato con los enlaces (qué invento) me pongo seria para decirte que no es necesaria pero no quiero ir a donde no esté. Aunque tenga que ir todos los días:-) Prefiero estar aquí o en las diosas, donde nos traduces la Odisea y nos cuentas historias de ciudades.
Me ha encantado volver a leerla, Juan Manuel, qué cosas.-)
Besos con recuerdos de otros textos.

Anónimo dijo...

He releído Ciudades Perdidas de Juan Manuel y tu entrada, Betty.
Si he de creeros a ambos llego a una cita bíblica:
“En el principio existía la Palabra…”

Y hablando de poesía, que no sea necesaria no significa que no sea necesaria.
Lo siento, yo, que no soy poeta ni lo pretendo, y que quizás soy un cursi nostálgico, reivindico como Celaya la poesía necesaria, como el pan de cada día.

Gracias Olga, gracias José Manuel (siento no haberlas dado en tu blog, pero soy un poco tímido).

PD. A estos niveles de debate, los profanos nos batiremos pronto en retirada.

Olga Bernad dijo...

Pues como los profanos se batan en retirada, la primera que me tengo que ir soy yo. Nada, tú te quedas y se acabó, somos unos profanos poco racistas y aceptamos expertos, eso sí:-) Si alguien quiere expertos con denominación de origen, seguro que sabe donde encontrarlos, así que sin problemas.
Ay, estoy muy cansada, Black, no sé si voy a poder con esto, pero ahora pienso en una canción de Javier Krahe, fíjate tú, "huevos de corral", anda, por lo de los expertos:-))))
En el principio fue el verbo,sí, eso lo dicen Las Escrituras. Y yo me alegro mucho de haberte llevado a las Ciudades Perdidas, así no has hecho el viaje "en balde" (¿se entenderá esta expresión?).
Pero mil gracias por venir, Black, siempre se te echa de menos. ¿Sabes que ya nadie me llama Betty? Melancólica me pongo...

enrique dijo...

"Perfección sentimental", qué hermosa y ardua expresión...

Olga Bernad dijo...

Tengo que agradecérselo a Javier, una nueva incorporación de la anterior entrada, que tuvo a bien alabar "la perfección sentimental y formal" de mi relato. Como le dije: es una frase para pensar. Perfección sentimental (y formal). “Perfección sentimental” me parece un título estupendo para algo:-)
Y he aquí el algo.
En este blog cada algo tiene que ver con otro algo:-)
Aprendo mucho de vosotros.

Anónimo dijo...

Ay Olga, a esta entrada tendría que dedicarle más de 15 minutos y no tengo tiempo. Tengo una reunión a las 11:15 a la que tengo que asistir irremediablemente (en la Libería...). De todas formas, coincido contigo en que "Perfección sentimental" es un título estupendo, mucho más cuando lees esta entrada, que da para mucho...

Olga Bernad dijo...

Pues a esa reunión ni se te ocurra faltar, que el deber es el deber:-)
Jeje, me tendrás que esperar porque son y catorce y aquí estamos, contestando comentarios. Librería, nada de "Libería". Hay que adecuar la perfección del título a la de nuestras reflexiones,que también dan para mucho y, si no, siempre nos quedará comer churros (y los amores platónicos:-)
Hasta ahora, guapa.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

La justeza de un pensamiento no reside tanto en las palabras con que se formula, cuanto en la sintonía que nuestro espíritu halla, en un momento determinado, con ese pensamiento. A mayor sintonía, más exactamente nos parecerá que se ha expresado. La prueba está en que muchas de esas perlas, leídas más tarde, producen un efecto distinto. En suma, cuando dos espíritus coinciden en un instante mágico, toda palabra resulta transparente y precisa.
Besos.

Olga Bernad dijo...

Eso es muy cierto casi siempre, pero si lo fuera siempre, siempre seríamos nosotros la medida de la exactitud, con nuestra pobre balanza posiblemente desajustada. Esas coincidencias mágicas pueden ser historias de “amor”. Pero cómo explicar entonces la admiración (a mí me ha pasado) ante algo que no sólo no parece estar en consonancia con tu espíritu sino que lo trastorna, y sin embargo intuyes ahí un toque de atención y un misterio (es que no sé cómo explicarlo) y sientes claramente una “querencia” por esas palabras. Reconoces la precisión aunque no veas la transparencia, ni la coincidencia. Parecen recordarte, aunque sea a empujones, algo que sabías. O hacen visible algo que debías ver.
Un beso, Antonio.

Maria Luisa dijo...

Querida Olga: Te preguntas ¿ Dónde reside la magia de lo exacto, aquello que no cambiaríamos ni una coma?
Mi respuesta sería lo que escribís personas que he encontrado en este viaje, textos preciosos, poesías, frases que te llevan a un mundo perfecto.
En este mundo tan complicado.

Un besico.

ONDA dijo...

Está en numerosos libros o blogs como el túyo en donde reposamos por unos instantes nuestra atención y nos sentimos mejor despues de leer aquellas frases.
Pero existir existe la cuestion es que vayamos recopilando esas frases a lo largo de nuestras vidas.
Cuídate.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, María Luisa, ya me gustaría estar incluida en eso que dices, yo sí he rozado la perfección leyendo algunos blogs. Hay de todo: perfecciones, imperfecciones, ficciones y hasta imposturas. La blogosfera es tan complicada como el mundo, pero mucho más libre. Eso nos disculpa, y deja un sitio para todos, creo, :-)
Un besico.

Olga Bernad dijo...

Gracias también a ti, Ignacio, te digo lo mismo que a María Luisa. Si te sientes bien viniendo a leer, un placer que lo hagas. Yo también he ido recopilando frases a lo largo de mi vida, intentando recoger una extraña cosecha de palabras perfectas, algo así.
Saludos, Octavo Nieto De Adriano:-)

José Miguel Ridao dijo...

Para mí esa magia reside en que lo que percibimos como exacto es inaprensible y fruto de un instante fugaz, que desaparace al instante pero queda grabado en nuestro sentir, donde sí existe la perfección.

Olga Bernad dijo...

"Queda grabado en nuestro sentir, donde sí existe la perfección". Hombre de fe, de alguna:-)
Con lo que no estoy muy de acuerdo es con que desaparezca al instante, no, lo exacto permanece, guarda la verdad, es un misterio escrito en piedra. Por encima de cada sentir en el que deja su huella.
Pero bienvenido, José Miguel. Acabo de echar un vistazo a tu blog (no lo conocía e iré más despacio)y quiero que sepas que tengo mucho que decir sobre el asunto de los calcetines.
Un saludo y muchísimas gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Tú escribes en piedra.

Olga Bernad dijo...

Sobre algunos corazones de piedra quisiera escribir, pero son tan de piedra.
Muchas gracias, Angos.

José Miguel Ridao dijo...

Me refería a que desaparece al instante el mismo instante (valga la rebuznancia), no lo exacto. En mi opinión, de todos modos, lo exacto no existe; lo que sí existe es la percepción de lo exacto.

¡Cómo no voy a tener algo de fe, si hasta llega Dios y me comenta una entrada!

Muchas gracias por tu bienvenida, Olga; me ha impresionado la profundidad de tu escritura.

Olga Bernad dijo...

Ah, bueno, el instante sí que suele desaparecer al instante (que no le entendí bien, disculpe:-)para eso tenemos la memoria, para seguir sin darle la razón. Jeje. Es que me lo has puesto en bandeja.
Vale, intentaremos aproximarnos a las aproximaciones, a ver si se nos pega algo.
Yo tengo que leerme tu blog de cabo a rabo. Y por favor, por favor, dile a Dios que se me acerque, aunque sea de lejos, aunque sea sólo a leer:-)
Gracias a ti, José Miguel, que has traído a estas caricias tu buen humor y tu buen pensar.

Víctor González dijo...

Si todo es relativo, y lo es, el punto de equilibrio se modifica en el espacio, en el tiempo, en la filosofía, en el ser mismo. Concluyo con que en cada ser está su propio punto de equilibrio. Otra cosa es que el tuyo por ejemplo, sea de un diámetro en el que cabemos muchos.
Beso equilibrado.

Olga Bernad dijo...

Víctor, cómo me gustaría que estuviese aquí un amigo mío que siempre dice:"Todo es relativo menos..." y detrás del menos pueden ir unas cuantas cosas. Mi equilibrio es bastante precario, la verdad, pero mis ganas de tenerlo son amplias, eso sí, y ahí cabe todo el que quiera venir.
Beso de vuelta, piloto:-)

Pedro dijo...

He leído -como siempre- con sumo interés tu entrada, un interés teñido de estupor (¿es realmente posible esa concentración de la palabra, esa condensación de la materia elevada a pura racionalidad y al tiempo intuición brillante?), un estupor que ha de acomodarse a este derroche de talento sin sentirse pequeñito, haciendo por aprender...
Al tema: debo confesar que me considero superado por el debate. Sufro de una acusada incapacidad para los conceptos abstractos, niebla inaprensible. La genialidad, dices, ese dardo disparado desde el corazón que acierta en el blanco de otras memorias y se hace así universal, ¿por qué? Es una definición que no tengo ningún inconveniente en hacer mía, pero seguro que aceptaría otras muchas, hasta contradictorias. No sé bien qué es la genialidad, pero tampoco entiendo de magia ni de verdad; lo he dicho, me cuesta lo abstracto. Me atrae la materia, me gusta esa chispa que se enciende sola, inesperada, y que es solo tuya, ha sido creada solo para ti. Y ni siquiera tiene que ser bella o rara o compleja. A veces esa palabra o ese trazo o esa melodía o esa luz no es apenas especial, quizás en otras circunstancias podría hasta pasar desapercibida. ¿Es el ojo el que crea al cuadro, el oído a la melodía, la piel a la caricia? ¿Y es la memoria la savia que les da vida? De acuerdo, pero solo si guardamos memoria de lo aún no visto ni oído ni sentido, si nos sabemos dardo lanzado al azar. Cada trayecto es así único; cada experiencia, exclusiva; cada mirada, personal. Quiero creer que la experiencia estética puede ser libre porque no está escrita, pero al tiempo no surge de la nada porque nace de la memoria compartida. En ese cruce misterioso debe situarse la genialidad (si existe), y su atracción puede ser tan fuerte que el dardo que somos puede cambiar de trayectoria, quizás hasta convertirse en gaviota y remontar el vuelo, lejos. O cerca, bien cerca, aquí, su ala leve roza tu mano...

Olga Bernad dijo...

No lo sé, Pedro, ¿habrá alguien a quien no superen estas cosas? Yo sé que escribir la entrada fue fácil, pero no sé responder a los comentarios como seguramente merecen. Me siento andando a ciegas en una habitación llena de cosas con las que tropezar, afinando la vista para distinguir algo.
La genialidad es un dardo que acierta. Da en el centro del relativismo y las circustancias y las teorías y las personalidades. Acierta de verdad.
¿Quién lo decide? No es una decisión, es verdad. Yo leo algo y lo siento así, lo sé o algo parecido. Lo que no sé es cómo explicarlo.
Cuando escribes un texto no siempre tienes que "explicarte", te aproximas a una experiencia de formas muy distintas.
Sólo he compartido esa aproximación, no estoy capacitada para mucho más, me temo.
Eres muy amable, Pedro, y muy paciente.
Volveré a leer esta entrada cuando sea mayor y tal vez entonces sea más sabia:-)
Un beso.

Juan Manuel Macías dijo...

Llevo todo el día torturándome con una edición crítica, y entre el laberinto de los manuscritos que crecen y se reproducen y no mueren y las raras manías de los filólogos, que barajan y desbarajan y enmiendan los textos hasta el aburrimiento, uno no puede dejar de preguntarse si existe acaso un texto que podríamos llamar "definitivo". Esto me quita el sueño a menudo, pero me parece tremendamente sugestivo. Desde la invención de la imprenta parece que un poema (por ejemplo, y ya que hablamos de poesía) tiene que estar condenado a fosilizarse entre los tipos. Lorca andaba diciendo su Romancero gitano a todo el mundo en la Residencia de Estudiantes, y le daba pereza o reparo convertirlo en un libro. Quizás porque en la memoria un poema respira mejor, y cada vez que se hace voz se vuelve irrepetible. En la memoria un poema siempre está a punto de nacer, habita feliz y fundacional. Nunca está dispuesto a cerrarse, como las improvisaciones de los músicos de jazz. Siempre puede llegar a ser lo más parecido a su modelo ideal de ayer o de anteayer. Supongo que así sería en la poesía de Safo o la de Homero y la de tantos poetas de tradición oral. Por lo demás creo, honestamente, que hablar de estas cosas no es hablar de abstracciones. La poesía no es ninguna abstracción, es algo concreto y real. Incluso más real que la propia materia o la literatura. Si no fuera real y concreta, no tendría ningún efecto en nosotros. En fin, divagaciones que pongo a vuelapluma tras volver a leer tu hermoso texto y recatarme de las ediciones críticas y el estado crítico en que le dejan a uno. Disculpa la extensión. Besos.

Olga Bernad dijo...

Se nota que se acabó la “tortura”, que estoy segura de que no ha sido tal, te gusta el laberinto de los manuscritos por mucho que digas, y seguirles la pista a los filólogos que barajan un texto hasta agotarlo, armado con un programa genial y mucha paciencia. Lo escrito, escrito está. Claro que puede reescribirse infinitamente, y claro que la transmisión oral hace que los versos respiren, pero también es cierto que buscamos el apoyo del papel porque sujeta nuestra memoria y hace que unos versos sigan recorriendo el tiempo cuando los que pudieron oírlos ya no existen, y el papel salva el olvido. Qué nos hubiera llegado de Safo sin esos papiros rotos a los que fueron a parar mucho tiempo después, en donde se guardó un poco de su esencia, esa sobre la que ahora sólo podemos elucubrar. Quedó escrito el brento para que sepamos nombrarlo y sentir el racimo de aromas que trae esa palabra, aunque ya no podamos olerlo nunca más. Yo creo que la perfección, o su deseo, busca permanecer por escrito, quizá como un acto de amabilidad hacia el receptor. No impide que cada uno la pronuncie con su acento.
Me encanta que divagues después de terminar. Enhorabuena, Juan Manuel. Gracias por volver al texto. Volviste a leer porque estaba escrito:-)
Besos.

Julio Castelló dijo...

Esté donde esté, tú posees esa magia.

Olga Bernad dijo...

Vaya, gracias. Usted que me mira bien:-)
En serio, muchas gracias, me guardo la frase para cuando esté desesperada porque no me sale y no me sale...

Martín Martínez dijo...

“El pensamiento certero que da en el blanco de otras memorias”
Qué redonda y bella te salió esta frase Olga!
Yo diría que sobre una obra genial o perfecta se pueden analizar varios aspectos.
La génesis es misteriosa. Estoy seguro de que el que la escribió no sabe precisar cuál fue la alquimia que dio tan buen resultado.
Y muchos de ellos tampoco son concientes de haber creado algo superlativo.
Si entran en la variante de andar comparándose con otros caen con facilidad en escribir según los cánones de éxito del momento, y no siguiendo su propia voz. La humildad –que es sensatez- siempre me pareció una cualidad del que crea algo genial. No digo del “genio”, que me parece una categoría mucho más difícil de definir, sino imposible.
También está el hecho que somos nosotros, los lectores, los que acordamos si es algo “genial”. Esto es algo difícil de separar del éxito (llamémoslo también popularidad). Y eso reconocimiento puede ser tardío, póstumo, o muy tardío. Mozart fue un éxito en su momento, luego cayó en un olvido de doscientos años y recién a fines del siglo diecinueve se lo sentó en el pedestal de genio.
Para complicar más la cosa podemos decir que hay circunstancias de idioma y de tiempo que hacen que uno prefiera a unos respecto de otros. Yo aprecio mucho más a Pedro Salinas que a W. Shakespeare, aunque esto me valga el estigma de los “expertos”.
Dudo que para esto haya una regla objetiva. Hace dos años salió este señor (¿Harold Bloom?) que se tomó la molestia de hacer la lista de los cien libros que HAY que leer antes de morir, con reseñas de todos ellos. Por supuesto que más de la mitad eran escritores anglosajones, como el propio autor.

“Lo genial. Concebir y mostrar de una forma precisa su delicado equilibrio, su rara perfección sentimental”
Con lo cual, hago mi exégesis de tu frase: la perfección es rara. No en el sentido de infrecuente, sino en el de misteriosa, y de contentar a todos. Ya si uno fue feliz escribiendo eso me parece que se acerca mucho a la “perfección”. Y cuando digo feliz me refiero a haber encontrado “una expresión feliz”, aunque el tema sea doloroso.
“Una expresión feliz”. Releo esta frase hecha y me parece que tiene mucha sabiduría. Yo la explicaría como
“aquella combinación novedosa de palabras/ ideas
que fue un hallazgo, una sorpresa
que me hizo feliz”
Con lo cual cierra tu frase “su rara perfección sentimental”. La literatura es algo sentimental. Pertenece al mundo de los afectos, mal que le pese a quienes intentan escribir como si jugaran al ajedrez. Es una afinidad, una complicidad, un compartir que va mucho más allá de la frase más lograda.
Olga: escribí este comentario sin haber visto los 49 anteriores. Es muy probable que lo que digo ya esté dicho, y mejor dicho. Pero quería hacerlo lo más personal posible.
Finalmente, el sólo hecho que tengas tantos visitantes que no lo hacen por compromiso dice mucho respecto de la belleza y comunicabilidad de lo que escribes.
“de esas palabras que leemos y hacemos nuestras y siempre son de otros”. Si te hace feliz diré que en escribir “de lo mío” hace rato que estoy parado. No me preocupa: no vivo de eso, y sé que el viento no se sabe de dónde viene ni a donde va. Si ha de volver, volverá. Lo que sí sé es que disfruto mucho tu blog, y cuando escribo comentarios se me suelta la pluma. Esas palabras que “siempre son de otros” en este momento son las tuyas. Saludos, y no te me envanezcas, mujer!

Olga Bernad dijo...

Se pueden seguir varios hilos de la madeja de esta entrada, tú tiras de unos cuantos y sí, coincido contigo en que le génesis de lo perfecto es misteriosa y, seguramente, no hay una conciencia clara de cuál fue la alquimia para lograrlo. Si se intenta “estudiar la fórmula” de la genialidad de otros, la propia voz se traiciona y, sin autenticidad, tal vez sea muy difícil ser perfecto. La humildad en estos casos forma parte de la sensatez. Como lectores decidimos sobre lo genial; como escribientes, no.
Tal vez la genialidad sea relativa, al igual que la perfección pero, cuando yo la siento, no lo puedo admitir, fíjate, es como enamorarse. Si unas palabras son perfectas, tiendo a pensar que no es que me lo parezcan “a mí”, sino que lo son y, simplemente, hay quien no se da cuenta.
No tiene que ser asumido por todos: si la perfección es rara, tal vez su reconocimiento también tenga que serlo. Es ese caso, la popularidad no tendrá nada que ver, si bien yo creo que la “masa”, despreciada incluso por los intelectuales que dicen defenderla, tiene una gran intuición y, al final, por encima de modas y preceptos, sólo lo que es capaz de dar en el blanco de la memoria de muchos permanece. Si la memoria, como dice Juan Manuel, tiene engranajes sentimentales, la perfección, además de formal, tendrá que ser sentimental.
Pero para permanecer debe poder llegar, eso está claro, a veces de la mano de una inteligencia que reconoce y arropa esas palabras. Son los que se enamoran de lo perfecto mucho antes de que otros le hayan puesto esa etiqueta.
En fin, espero que te animes también a actualizar tu propio blog. Me pareces un buen contador de historias; yo no sé si este mes de febrero podré llevar el ritmo normal.
Muchas gracias por lo que dices del texto y no te preocupes: no sólo no me envanezco sino que mis dudas son cada día mayores.
Un fuerte abrazo, Martín.

Pepe López dijo...

¡que bien expresado ese compartir de forma íntima!

Saludos

Olga Bernad dijo...

Muchísimas gracias, Pepe. A esta Andábata le tengo un cierto cariño;-)
Saludos.

Pepe López dijo...

Buen finde y buenas letras!