viernes, 23 de enero de 2009

Al borde del invierno y la tristeza



Esperábamos oír una campana,
la campana que late y llama a los perdidos,
si alguna vez la suerte
nos olvidaba en lo alto de su noche.
Sabíamos confiar en el sonido,
su silencio presente era la nota
más precisa y la prueba irrefutable
de que nunca nos habíamos perdido.

Pero aquella mañana del principio
estrenábamos tránsito y adioses,
con el sol ocupando todo el cielo,
la guerra en el pasado, el mundo por delante,
las botas sobre el suelo,
las inquietantes hachas en las manos
y el camino y la gloria,
la muerte y el amor y la fortuna
sin repartir, disuelta por el aire,
y sin saber qué parte era la nuestra;
esa mañana no era de silencio
ni de temblor futuro,
de pensar en la fe de nuestros padres,
ni era el momento de la sabiduría,
sino el golpe del aire en los pulmones
y de beberse el tiempo en grandes copas,
inmenso mar de tiempo bajo un cielo
que nunca iba a agotarse de mirarnos.

Me da miedo que un día
nos llegue a parecer que no fue cierto,
que no existió ese cielo y su mañana
fría de luz, radiante de futuro,
hambrienta de destino desbordándose
en los precarios límites del cuerpo.
Cuando ese día llegue,
llamarán a mi corazón como testigo
y quiero que recuerde.
Por eso me repito cada noche
que una vez fuimos jóvenes y fuertes,
nuevos y en blanco, puros, aprendices,
crueles conquistadores y milicia,
novicios consagrados al acaso,
peligrosos de amor y de violencia.
Y vivir importaba
y el porvenir olía a incertidumbre,
a fiesta y a dureza, a beso húmedo.
Mucho antes de perderte lentamente
tras cada borrachera de renuncia
que convirtió mi fuerza en soledades
y tu entusiasmo en luz de cobardía.

Por eso me acurruco en el rincón oscuro
que da miedo a los niños
y rehuyen los viejos
con su mirada líquida de espanto
lavada por tragedias cotidianas.
Soñar es ver el mapa del camino;
ponerse en marcha es
acariciarlo en serio como a una compañera.

Aún no necesitábamos abrigos de palabras,
las amnésicas trampas de tus ojos;
no existían cuchillos de silencio
frente a nuestras seguras ganas de llamarnos,
de decir en voz alta nuestro nombre
y reír porque el eco lo repite.
Danza de voces sobre las montañas,
ganas de irse tan lejos
como fuera posible.
Y nos fuimos muy pronto, ¿lo recuerdas?
Cuando nada recuerdes
enterraré tus restos
al borde de tu invierno y mi tristeza.

Olga Bernad

53 comentarios:

Juan Manuel Macías dijo...

Hablando de voz... (decíamos ayer :-). Ya sabes lo que te digo siempre, que tienes una voz tremendamente cimentada, inconfundible, irrepetible. Te lo he dicho tantas veces, que una vez más no importa, creo. Cada vez que cuelgas un poema nuevo por esta casa es una especie de fiesta. Y qué fiesta. Creo que he escrito demasiado en la anterior entrada, así lo mejor ahora es guardar silencio y dejarse llevar por los versos, y no evitar los énfasis. Versos como estos: "inmenso mar de tiempo bajo un cielo/ que nunca iba a agotarse de mirarnos". La canción del vídeo es maravillosa, pero el poema brilla por sí solo. Y no escribo más y me callo. Besos.

Carlos dijo...

Muy apropiado para tiempos de nieves... cruel y bello como las montañas.

Olga Bernad dijo...

Oh, la anterior entrada, todo el mundo escribió, como siempre, lo que consideró oportuno. Son bienvenidas todas las palabras que en ocasiones incluso me traen la idea de la siguiente entrada, o algo que recuerdo mucho tiempo y me va cambiando cosas que pensaba. Aprendo muchísimo. Espero que estos versos te hayan servido para descansar de aparatos críticos. Me alegra enormemente lo que dices, también me voy a dejar llevar por tu comentario, y con él doy por inaugurado este fin de semana que tenemos enterito por delante.-) A bebérselo en copas grandes, Juan Manuel, que lo disfrutes.
Besos.

Olga Bernad dijo...

Sí, hay crueldad y belleza en las montañas. El invierno las viste de novias y las pone imposibles... me gusta lo que dices, Locky. Gracias y muy buen fin de semana para ti también.

Máster en nubes dijo...

Un placer leerte, Olga, aquí al lado de una montaña donde también se pierde gente y no aparece.

Precioso poem y tan triste que dan ganas de mandarte un abrazo. Pues eso, allá va. Y un beso.

Nota: Pero tú en el rincón no estás, aunque estés. Que estás aquí a la ventolera de los que te leemos y te admiramos.

Anónimo dijo...

Me da miedo que un día
nos llegue a parecer que no fue cierto,
que no existió ese cielo y su mañana
fría de luz, radiante de futuro,
hambrienta de destino desbordándose
en los precarios límites del cuerpo.


"Grandes copas" vamos a necesitar para brindar por este poemazo cariño, a tu salud, a la de tu arte poético y para quitarme el nudo en la garganta un trago de mi mejor whisky, lo saboreare escuchando la cancion de Mikel Laboa que tantos recuerdos nos trae de mañanas firas y estudiantes de veterinaria.

Besazos

Olga Bernad dijo...

Aurora, para no dejarme arrastrar por la tristeza, intento dirigir la mirada hacia la crueldad limpia de la naturaleza, pero tengo que acurrucarme muchas veces, ya lo creo, buscar la parte oscura que da miedo a los niños y de la que huyen los viejos, la inmensa soledad de la vida adulta, cuando ya no tienes excusas y eres tú la que tira del carro, y estás más atada a ese yugo de lo que nunca imaginaste. Y lo que queda.
Pero ese viento que me traes es una brisa amable, que se impone al cierzo sin caricias de mi ciudad.
Mil gracias.

Olga Bernad dijo...

Me has leído el pensamiento, hermana, por algo eres mi hermana.-). Esos estudiantes que poblaron Zaragoza (creo que todavía lo hacen, pero ya no voy a sus fiestas) de futuros veterinarios, llenaron los recuerdos de la primera juventud de acentos vascos. Alguno se quedó por las montañas, sin tiempo de leer ni el primer capítulo de las renuncias. En fin. Que la copa sea grande, Gema, y el nudo en la garganta se desate.
Besazos.

José Luis Garrido Peña dijo...

Amiga Olga, sigue creciendo tu escritura, amplia y cuidada. Un poema bello y conseguido.

Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Querido Luis, tu atención la hace crecer un poco, tenlo por seguro:-)
Muchas gracias y un abrazo.

Anónimo dijo...

De verdad que esto, esto me ha dejado sin palabras...

(y sorprendente la buenísima pronunciación en euskera de este chico...)

Olga Bernad dijo...

Gracias, Spender, me alegro mucho de que te haya gustado.

A mí lo que me sorprende es la belleza de la voz de ella, llena de una delicadísima potencia. Y la canción, que me mata:-)

Maria Luisa dijo...

"Soñar es ver el mapa del camino"

Yo que he recorrido parte del "camino" me acurruco como los viejos en el rincón oscuro para no ver la parte de la vida que me han quitado.

Bellísmo poema de juventud, amigos, fiestas, cuando todo estaba por llegar.

Leerte es una delicia.

Olga Bernad dijo...

El camino quiere que lo pisen y no que lo sueñen, María Luisa, para no llenarse de hierbas. Algún rato de rincón oscuro hay que permitirse, pero no demasiados. Hay que recordar lo que fuimos y lo que quisimos ser, aunque parte de eso ya no sea posible. Para no convertirnos en lo que no amamos.
"eta nik...
txoria nuen maite."

(Y yo...
yo lo que amaba era un pájaro.)

Muchas gracias, mi Reina:-)

Antonio Rivero Taravillo dijo...

Qué placer leer estos versos, Olga. Ya algunos comentarios han destacado los versos que más me gustan. Pero, con ser mucho, aislados son poco si se los compara con la magnitud -en todos los sentidos- del poema. Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Antonio, qué alegría. Ay, lo de la “magnitud” me preocupa. Mira que puedo admirar un haiku, pero me temo que ni la cultura japonesa ni los microrrelatos son lo mío:-) Da igual. Que personas capaces de escribir esto, esto y esto, se acerquen a leer mis poemas, me llega al corazón, de verdad.
Un abrazo.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Visitarte y disfrutar de buena poesía es un acto simultáneo. Con tanto elogio merecido sólo me queda decir que me pongo en la cola. Besos.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Antonio, siempre generoso conmigo. En esta casa virtual nadie se pone en la cola, tengo un sillón orejero con tu nombre :-)
Un beso y muy buen sábado.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

A ti te quedan muchas cosas por llegar...la publicación de tu primer poemario,de tu pirmer libro,etc...por eso,me niego a tu acurruco....
Un abrazo pedazo de poetisa...(Rosalia de Castro esta muy preocupada me han dicho)

Anónimo dijo...

Hola, soy amigo de Aurora.
Aficionado a la prosa improvisada.
Me llamó la atención lo de que los comentarios te pueden motivar para otra entrada.
Te regalo unas palabras.
...
"La manada de caballos salvajes corre a Portugal, por la playa ancha.
Al atardecer vuelven a Andalucía por la estrecha vereda.
Y sus crines vuelan al viento, aire en movimiento.
Los hay blancos y negros.
Audaces y veloces.
Salvajes.
Corren libres por la playa.
Nunca entran en la muralla."

Palabras.

Olga Bernad dijo...

Bueno, María Teresa, que el acurrucarse es para tomar fuerzas, para no echarse a llorar por ahí, en sitios en los que hay que poner cara de tenerlo todo controlado y no de ser una soñadora con preocupantes tendencias a la melancolía. Cada cosa en su sitio. Dios bendiga los rincones oscuros de vez en cuando ;-)
Rosalía, Rosalía…

“Cualquier ciudad me dejará un recodo
para llorar a solas bajo el lodo
de la vida bastarda y usurera.

Y brizará mi llanto al fin del día,
desde azuladas frondas, esa fiera
dulzura de tu sombra, Rosalía”

Un abrazo, miña amiga.

Olga Bernad dijo...

Por cierto, Tere, los versos forman parte de un soneto precioso que se titula "Rosalía" y que está en el "Azul de enero" de nuestro simpar Juan Manuel.
Te lo voy a regalar:-)

Olga Bernad dijo...

Los amigos de Aurora son muy bienvenidos a estas caricias, además, es verdad, aquí a veces las entradas se enredan unas con otras e incluso consigo mismas. A veces un comentarista a reescrito incluso la misma entrada, pero desde otro punto de vista, como hizo Pedro en “Mariposas a sus órdenes”. Con estos líos de diálogos, nos vendrá muy bien un Driver. Piloto ya tenemos:-)
Gracias por tus palabras llenas de caballos que nunca entran en la muralla, vuelo a San Andrés de Teixido y a otro tiempo…

Fernando dijo...

duerme en el ocaso
o asienta tu cuerpo
sobre ese lodo
que es el tiempo...
nunca seremos lo que fuimos
aunque a veces la nostalgia
traiga el sabor de los enebros
de nuevo a nuestra boca.


..un beso.

Olga Bernad dijo...

Pero la memoria es la pepita de oro que brilla en ese río de lodo, y nos permite recordar y recordarnos, no perdernos del todo. En fin.
Aprovecho para darte la enhorabuena por ese accésit al premio de poesía de la Delegación del Gobierno en Aragón por "El Alhaquín". Vi las fotos y reconocí en el presidente del jurado a mi profesor de crítica literaria en la Universidad. Está claro que te puso buena nota:-)
Muchas gracias por tu comentario-poema, Fernando.
Un beso.

Andrei Rublev dijo...

Pedazo de poeta!
La belleza del pasado, un simple guiño momentáneo se convierte en "...un susurro / que la memoria almacenará como un clamor".
Besos.

Olga Bernad dijo...

Vaya, gracias, Arsenio.
¿Y cuál será el último sentido de ese clamor?
Por usar el título de C.S. Lewis, tal vez, "si Dios no escuchase", en esa memoria estaría verdaderamente perdido todo el tiempo que buscaba Proust.
Ojalá alguien escuche.
Gracias por escuchar tú.
Un beso.

Martín Martínez dijo...

Olga, cómo me conmueve ese poema. Lo he copiado al Word, le he puesto un fondo de color y lo he pasado a letras grandes con interlineado generoso. Para poder degustarlo. Para que el cursor bajara lentamente, como un dedo, que intenta tocar las palabras y que ese tacto le diga más, le contagie más.
Si bien tiene un final de melancolía, son tan fuertes y tan numerosas las imágenes de ese estado de gracia, que me quedo con ellas. Como me está permitido, uso el seleccionar y cortar y dejo en pie lo que hoy le hace bien a mi alma. Lo guardo en mi rígido. Allí queda mi versión de tu versión. Transfusiones de palabras, tan necesarias para este mundo anémico.
Así se tejen las historias, así se transmite la emoción y la savia entre personas individuales. En esta misteriosa intimidad de la red, cada uno bebe según su cuenco. El punto está en encontrar, entre tanta diversidad y confusión, manantiales. Gracias Olga

Olga Bernad dijo...

Ay, Martín, yo procuro contestar con naturalidad a estas cosas, pero la verdad es que no sé muy bien cómo. A mí me conmueve que alguien haga eso con un poema mío, no sé cómo corresponder. Desde tu primera intervención en una entrada antigua, tus comentarios me han parecido muy generosos, igual que tu “repaso” al blog, eso le da vida, y no todo el mundo llega a la vez a los sitios. A veces me sorprenden visitas a entradas muy antiguas, y a algunas vuelvo incluso con una cierta nostalgia, como a un lugar al que quieres. Eso me ha pasado con la entrada de “Manuel”, de noviembre del año pasado, que tan amablemente has puesto como entrada en tu blog, y también con otra más reciente “Pequeños reinados del terror”. Gracias, Martín.
Pero bueno, al ser la primera vez que apareces “en directo” te doy la bienvenida oficialmente;-)

Antonio Azuaga dijo...

Allá por sus “Soledades”, si no me falla la memoria, definía Antonio Machado la poesía como “honda palpitación del espíritu”. Se reconozca o no, se aplauda o se critique, yo estoy convencido de que esa es siempre la pretensión. Sea del espíritu propio o en el alma ajena, el pulso de los versos aspira a conmover un pálpito de profundidades. Ahí está la dificultad, el mérito y la grandeza de un poema.

Tú nos tienes acostumbrados, Olga, a tales latidos; a “soñar” y “ver el mapa del camino”, y a ponernos en marcha acariciando la seriedad de su palabra.

Un beso.

s dijo...

Vamos a ver... (risas). El viernes lo vi, le eché un vistazo por encima y me dije: un poema largo. Empecé a leerlo (no escuché la canción del principio, aún no la he escuchado; pero la escucharé...), y me dejé llevar por el ritmo, por esa voz que todos perseguimos y de la que habla Juan Manuel Macías por aquí. Hoy he vuelto a leerlo y no me puedo serenar. Me derrumba (en el buen sentido), y no me quiero serenar. Me embriaga, que es el efecto que me producen los grandes poemas, como si las palabras fueran lo de menos, como si , por un momento, alcanzaras la trascendencia de la música, no sé.... Y además es extenso, consigues mantener la tensión hasta la borrachera. No sé qué más puedo decirte. Sólo que quiero tenerte ya en papel, si puede ser.

Muchas gracias (sinceras). Volveré a este poema más veces. Abrazos....

Olga Bernad dijo...

Antonio, todas las teorías sobre estos temas me parecen bien, o me dan lo mismo, para ser más exactos. Yo no creo que pudiera escribir sin sentir ese pálpito y, es más, no creo que quisiera. Lo siento, como dices, “del espíritu propio o en el alma ajena” y aspiro, humildemente, a conmover, que se convierte en compartir. Sin pálpito se para hasta el corazón, cómo no se iba parar la poesía;-)
Gracias por sentirlo y por decirlo. A veces, lo que no se dice parece que no es (aunque sea.-)
Un beso.

Olga Bernad dijo...

Esas idas y vueltas sobre los poemas ajenos son muy propias de mí y, oh, qué mal está reconocerlo, pero me gusta que uno mío te derrumbe y no quieras serenarte, yo también me voy “emborrachando” de palabras cuando escribo estos poemas largos, y a veces me río porque no puedo parar. Siempre llega un hachazo final que sé que es el último verso pero, mientras no sale, sigo hablando y hablando y en tensión. Algún día no sé qué va a pasar;-)
Bueno, mil gracias, Sergio. Sabes que sí. Escucha la canción, es preciosa, y vuelve, vuelve, vuelve…

carmen jiménez dijo...

Olga: Te he dicho muchas veces lo mucho que me gustan tus escritos. Pero he de decir que éste, tiene música propia, tiene vida. He sentido cada letra como propia. Yo tampoco quiero olvidar que un día fuimos jóvenes ni tampoco quiero dejar de soñar con el mapa en la mano.
Mi niño llora y he de conectarme a la realidad más palpable, la que me recuerda que todo queda por delante, que todo sigue siendo incierto. Tal vez, seguimos siendo jóvenes.
Mis felicitaciones una vez más.
Un beso lleno de esperanza para no dejar de oír las campanas.

Olga Bernad dijo...

¿Sabes, Carmen? Cuando mis hijos lloran, todo deja de tener importancia, ponen las cosas en su sitio, reorganizan de un plumazo (o de un chillido de los suyos) nuestro absurdo catálogo de dudosas prioridades. Son una campana que se hace oír, ya lo creo… y, bueno, jóvenes del todo, no lo sé, pero necesarias, sí. Y hay cosas por delante, es verdad, toda la inocencia que ya no tenemos la tienen ellos para dar y regalar y hasta para hartar de vez en cuando. Poesía pura.
Atiende a tu niño y ya nos iremos viendo entre risas y llantos:-)
Un beso, guapa.

Andrei Rublev dijo...

Me deja usted anonadado (y no es porque no la tenga en alta estima): además de su excelente escritura, da con las palabras de Lewis (que yo disimulé torpemente), así como con el título del libro. Ya me dirá cómo lo hace.
¿No se da cuenta de que siempre andamos preguntándonos por si sí o por si no? Qué condición la del humano, cuánto drama albergamos, creo yo, a causa del entendimiento (y, sin él, todo al carajo, o no...). Más adelante hablaba Lewis de que convertimos la realidad en alma. Siempre. La memoria en una magdalena, en una obra inmensa, en un clamor, que se pierde... O no. Si yo la escucho, ¿no la escuchará mejor aún el universo?
Por cierto: si me responde que sabe de física, o del funcionamiento de las estrellas, directamente dejaré de creer en la casualidad para pasarme a la sincronicidad.
Besos
(Se nota demasiado que soy un buscador, y ando desorientado)

Olga Bernad dijo...

Todos somos buscadores, Internet Dichoso lo sabe y nos nutre de muy variados tipos. Yo usé el google. Nunca sé de quién son las citas, ni siquiera las que me vienen a la cabeza (aunque íntimamente corregidas, generalmente;-). Pero había leído esas palabras. Verá: este verano escribí un poema a la memoria de una amiga que murió en la adolescencia. No lo colgué, pero se lo enseñé a un amigo al que le recordó un libro de C.S. Lewis, “Mientras no tengamos rostro”. Me lo regaló y comencé una relación de amor con este autor, a pesar de todas las prevenciones que me hacían tener las Crónicas de Narnia (no sé por qué). De funcionamiento de estrellas no sé nada, pero las miro mucho; de física, la del Instituto; del universo… ¿usted cree que me escucha? Entonces, estará muy harto de mí.
Espero que no se sienta muy decepcionado, me ha gustado tenerlo anonadado por unos instantes.
Un beso, Arsenio.

José Miguel Ridao dijo...

Preciosos versos, Olga. Puedes sentirte afortunada de haberte bebido el tiempo en grandes copas.

Olga Bernad dijo...

Gracias, José Miguel. Me siento afortunada. Lo malo es que la resaca puede durar toda la vida.
Ah, la resaca, el "movimiento en retroceso de las olas después de que han llegado a la orilla". Y uno ahí, en esa orilla, todavía en pie, mirando cómo se alejan.
No me digas:-)

Gemma dijo...

Yo también me pongo a la cola, justo detrás de Antonio. ;-)

Coincido con la elección de gbp (me ha hecho gracia, porque tu hermana, además, se llama como yo, aunque mis iniciales son algo diferentes -gpb-):

Me da miedo que un día
nos llegue a parecer que no fue cierto,
que no existió ese cielo y su mañana
fría de luz, radiante de futuro,
hambrienta de destino desbordándose
en los precarios límites del cuerpo.

Bellísimo. El resto, claro, también es una gozada.
Un abrazo

Olga Bernad dijo...

Danke schön, Mega-Gema. Además, las dos estáis por esos mundos de Dios.
Me encantan mis dos Gemas comentaristas, como mis cuatro Antonios. Nada de colas, chaise longe tapizado en cuero para vos, para que pienses tranquila esos remolinos de frases que haces:-)
Me encanta que te guste.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Muchos escritores tienen un tema que les obsesiona y voy viendo claro cuál es el tuyo. Lo curioso es que, conociendo yo a la escritora en carne mortal, a no ser por este pequeño confesionario on-line que ofrece tu poesía colgada en un blog, jamás habría adivinado que tus turbaciones vinieran por ese lado.

Nada he yo de objetar a tan maravillosa evocación que engancha al espíritu y al recuerdo de los que vivimos parecidos tiempos.

Yo, personalmente, focalizo más mi obsesión por la ruptura de las amistades e ideales de entonces. Pretendo ser igual que entonces (una gran mentira) y no entiendo porque podemos cruzarnos en la calle con un simple hola quienes un tiempo compartimos complicidades, mieles y derrotas. Cruelmente la verdad se impone: Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, (vaya si he citado a Neruda sin querer).

Un beso Betty B.

On me dit que le temps qui glisse est un salaud
Que de nos tristesses il s'en fait des manteaux,
(De Carla Bruni cuando era Carla Bruni y me gustaba)

Olga Bernad dijo...

Uy, cómo suena eso de conocerme en “carne mortal”; será mortal, pero está muy viva:-) y lo de conocerse… hombre, es que no voy a ir por ahí dando la murga, me escondo para llorar (procuro hacer todo como Dios manda) y también hay que tener cuidado con los poemas, el yo poético es mucho más libre que yo.
Bueno, vale, lloro escribiendo alguna entrada, pero eso sólo lo sabe el camarero de la cafetería solitaria, y ya no voy por allí. Ahora cambio de bares durante el recreo como si me persiguiese la policía. Como ves, todo controlado (creo).
La ruptura de algunas amistades y algunos ideales forman parte de la misma resaca, pero también de un proceso normal que filtra muchas cosas, supongo que necesariamente. Yo no echo tanto de menos pensar como entonces, sino sentir como entonces. O, mejor dicho, no haber sentido cosas que realmente me han hecho envejecer.
Y basta, leñe, que aún no he cumplido cuarenta y nos quedan muchas mieles y derrotas que compartir. Me gusta compartirlas en estas conversaciones nocturnas, Blackbird, mi pájaro negro que siempre trae canciones.
Un beso.
P.S.: Y te sigue gustando la Bruni, el que no te gusta es él:-)

Anónimo dijo...

A mi tu poema me gusta más que la Bruni.

Olga Bernad dijo...

Haces muy bien, Angós, en tener las cosas tan claras. Somos de la misma quinta, esa muchacha y yo, pero ella sólo sabe casarse con presidentes de la República Francesa, la pobre:-)
Y está demasiado flaca. Eso no es saludable.

Basir Seerat's Photography. dijo...

beautiful blog,

Olga Bernad dijo...

Thank you very much, Basir.
I didn,t Know your blog. Your photograps make me think about Afganistán.
Welcome.

Anónimo dijo...

Tus palabras nos siguen transportando a tiempos mejores-o al menos diferentes-.Que grande eres Olga,¿sentir como antes?,a mi me pasa cuando recuerdo momentos,después viene el bajón de nostalgia y por último decir,¡ en fin!.Besos,abrazos y mil admiraciones.

Olga Bernad dijo...

No sé quién eres, Selene, pero eres un encanto. Me he metido a intentar colgar nueva entrada y te encuentro aquí, rezagada. Esas mil admiraciones son inmerecidas, mujer, pero se agradecen mucho tus palabras, a las que ya me voy acostumbrando.
Besos para ti, te invito a otro poema (lo cuelgo en un momento:-)

Anónimo dijo...

Me ha encantado, es precioso, me ha hecho volver a pensar...en lo bonita que es la vida, sigue asi campeona

Olga Bernad dijo...

Bienvenida, Anastasia. Me gusta que te quedes con la cara amable de este recuerdo. La vida es lo que hay, así que...
Muchas gracias.

Julio Castelló dijo...

Me ha gustado tanto el título y último verso que tendré que volver a gustar como es debido el resto... A veces un árbol no me deja ver el bosque.

Olga Bernad dijo...

Quédese a cenar, don Julio, y deguste a su ritmo:-)
Gracias, yo vuelvo también a algunos de los tuyos, a veces la primera lectura te deja un sabor que quieres dosificar.