sábado, 15 de noviembre de 2008

Los lobos del jardín

Nunca supe si el árbol destrozaba la tierra
o si la sostenía la fuerza de su abrazo.
La amaba fieramente; bajo la sombra, el mundo,
y sobre las acacias nos salpicaba el cielo.
Y yo sobre la hierba dispuesta a la batalla,
muerta de miedo y viva, sonriendo a las arañas,
imaginando luces y retirando sombras.
Te quiero hablar despacio cuando acabes conmigo,
más allá del jardín que cerca el descampado
y nos aleja el mar, la brisa, los mendigos,
como si fuese cierto, como si el paraíso
pudiera construirse negando el otro lado.
El otro lado grita y trae ecos feroces,
salta muros de piedra e invadirá tu huerto.
¿No sabes que no viven las flores que no mueren?
No conoces el lado donde todo se pierde,
no conoces mi alma subiendo por el monte,
ladrándole a la luna y mordiendo a sus presas;
no conoces el frío ni el ruido ni la niebla
ni su oscura guarida para pasar las noches
ni la limpia mañana a la que siempre vuelve,
obediente y dispersa, solitaria, salvaje,
corriendo para siempre sobre los mediodías,
olvidándote siempre, para siempre guardándote,
para siempre perfecta frente a su precipicio,
para siempre invisible desde tu voz lejana.
No existe el muro, el cielo, tu risa, las acacias:
ninguna cosa existe desde que no me miras.
La rabia de mis lobos tiene una nube blanca
con su lluvia de ganas de amor y alcobas cálidas.
Desde el centro del pecho respira una campana,
en el centro del llano vislumbro luz y casas.

Olga Bernad

36 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé como llegué hasta aquí. Supongo q vi tu comentario en algún blog y clické para caer de pie aquí. Pero la verdad es que da igual, me encantan tus textos.

Y en este demuestras que manejas tan bien los versos como la prosa. Precioso.

Marta Fernández Olivera dijo...

Olga, a veces las palabras sobran y en este caso sólo puedo decirte que me ha encantao, que no puedo dejar de leer este regalo tuyo.
Sólo me sale un gracias.
Besicos

Juan Manuel Macías dijo...

Aquí está el alejandrino de Rubén y Juan Ramón, con su sabor de edad media y modernidad. Sí señora, y qué bien lo defiendes, cómo lo impregnas de tu voz. Eres una poeta con unas posibilidades increíbles de registro. "y sobre las acacias nos salpicaba el cielo". Cuanta belleza en catorce sílabas (haces que lo irrelevante sea el número). Y el ritmo hipnótico, y el cierre sosegado, nítido, perfecto. Sencillamente maravilloso. Menuda sorpresa sabática. Gracias por tu música, siempre. Besos, Olga.

Jesús dijo...

Muy bueno. Estoy de acuerdo con Juan Manuel Macías, es el alejandrino de Rubén Darío pero a tu estilo. Me ha gustado. A ver cuándo escribes algo que no me guste. Un saludo.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

¿Quien no te mira? y ¿como puede dejar de mirarte y leerte? te leo y miro tu foto...te hablo y te digo lo grande que eres y lo mucho que nos haces difrutar a los que te leemos.
Un abrazo...genio.

Olga Bernad dijo...

Qué más da, Spender, cómo llegaste. Un poco de lluvia fresca traes, de la que huelen los lobos y de la tuya.-) Encantada de que te encanten mis textos.
Y muchas gracias

Olga Bernad dijo...

Con la lectura y el comentario me pagas con creces, Marta. Y con esas flores negras o esos cielos azules que sabes mostrar.
Yo sí que te estoy agradecida.
Besicos.

Olga Bernad dijo...

Juan Manuel, “Aquí esta el alejandrino (…)con su sabor de edad media y modernidad”, merecer esa frase es lo que me gustaría, sabes que es verdad y que me preocupa. Ojalá, es un verso que me seduce enormemente, esa música del salmo que siempre me atrapa como lectora. Y la llevo también, por eso quiero soltarla un poco, sosegadamente, si es posible desatar una pasión con calma:-)
Gracias por estar ahí siempre.
Besos.

Olga Bernad dijo...

Decís palabras mayores, Juan Manuel y tú. Yo tengo respeto por los grandes (llámalo manía.-) y por los poetas que en ninguno de sus versos reniegan de serlo o quieren ser otra cosa, a pesar de todo.
Muchas gracias, Jesús. Un saludo.

Olga Bernad dijo...

Mª Teresa, es que hay “sujetos poéticos”, o no tan poéticos, muy malísimos…:-) Eso de “te leo y miro tu foto… te hablo y te digo lo grande que eres” es un disparo de los tuyos, eres tú, la fotógrafa atrapando las cosas. Yo tengo suerte de que hayas dirigido tu objetivo hacia aquí. Y felicidades otra vez por esa nueva tanda de fotos de Belchite. Me llegan hasta el estómago pasando por el corazón y lo sabes. Mi padre es de un pueblecito de al lado.
Un abrazo.

Maria Luisa dijo...

Hoy necesitaba leerte, pararme en trocitos, recrearme, sentir.

¡Que suerte haberte encontrado!.

Un beso, lleno de gratitud.

Olga Bernad dijo...

Pues si lo necesitabas, todo el poema para ti, MªLuisa, para que le hagas lo que tú quieras:-) Como Dios manda.

Antonio Azuaga dijo...

Creces; inmensamente… ¡creces!

Un beso. Y otro aplauso.

Olga Bernad dijo...

Lo que tú digas;-)
Aguanto de imaginaria, y eso me hace escribir. Ojalá también crecer.
Gracias, Antonio.
Un beso.

Anónimo dijo...

Cariño, que la rabia de tus lobos nos traiga más batallas como esta.
Precioso!.


Mil besitos.

Olga Bernad dijo...

...y que la nube blanca siga ahí.
Gracias, Gema.
Kisses, my sister.

enrique dijo...

Intenso...
Yo no podría sonreir a las arañas; me dan mucho miedo...

Olga Bernad dijo...

Yo, a veces, me he visto haciéndolo. Deja un mal sabor de boca.
Algún pisotón doy de vez en cuando. ¿Tendrá eso algo que ver con la justicia poética?:-)
En fin.

Anónimo dijo...

No cuento las sílabas. Con catorce, música para los oídos (y eso que aquí sólo puedo leerlo en voz baja). Te diría que me ha encantado el principio y el final, pero lo cierto es que ningún verso tiene desperdicio. Nos vemos mañana a las 12. Besos

Olga Bernad dijo...

Iseo,tú leyendo en voz baja entre procedimientos negociados en ese lugar de perdición que tan bien conozco, es una imagen que no pienso quitarme de la cabeza. De lo mejor de la mañana. Yo sigo pronunciando cosas raras también aquí, ¿se acostumbrarán?
Gracias siempre por tu lectura.

Maria Luisa dijo...

Hoy tengo el día tristón. Cuando me siento así, te leo, y releo, me haces sentir bien.
Me he apropiado de un trozo de tu poema. No te importa.
"No existe el muro, el cielo, tu risa, las acacias:
ninguna cosa existe desde que no me miras".

Gracias, es un placer.

Olga Bernad dijo...

Venga, "Reina Madre", déjate de tristuras:-) Y aprópiate de lo que quieras, ya lo sabes.
Lo más triste para un poema, y hasta para una persona, es que nadie lo haga suyo.

Isabel Barceló Chico dijo...

Me ha sorprendido este poema maravilloso, tan descriptivo, tan intenso. Ha sido un descubrimiento que te agradezco de corazón. Creo que te gustaría mucho la poetisa dominicana Rosa Silverio, de la que tengo un enlace en mi blog (Rosa Silverio). Ahora está unos días de descanso, pero puedes ir al blog y revolver por allí. Intuyo que os podéis entender muy bien y eso siempre es muy reconfortante. Añado tu enlace a mi blogroll. Saludos cordiales.

Marta dijo...

¿Tienes una mínima idea del talento que destilan estos versos, del talento que tienes? Es increíble, de verdad. Increíble. Cuanto más te leo, más me pasmo.

fa mayor dijo...

Otra gozada volver a leerte. (éste casi me lo sé de memoria)
Cada verso es una historia, y qué cascada de imágenes.
qué exceso, Betty.
Uff, qué fuerza!
qué lobos valientes se atreverán a aullarte y a merodear por el jardin...
Un besito desde el cíber.
fa

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Isabel. Me alegro de verte por aquí y de haberte sorprendido gratamente con este poema. Al final, compartir unas cuantas perplejidades y entenderse de alguna manera, es de las pocas cosas que podemos hacer. Iremos a “revolver” por esos mundos... Encantada de estar entre tus mujeres de Roma.

Olga Bernad dijo...

Marta. Lo que tengo, siempre, son mil dudas. Y la cosa no va a mejor:-)
Me dejo hasta lo que no tengo y muchas veces no sé para qué. Pero otras me da igual. Me has dado una alegría volviendo aquí y a tu relataria. Gracias por avisar y por estar ahí, leyendo desde lejos. Agradezco muchísimo también la presencia de los lectores asiduos.

Olga Bernad dijo...

¡Fa! Me encantan los cíber (últimamente casi siempre tengo que publicar desde uno porque esto cada día me va peor).
Yo soy también esos lobos, dentro de un rato empezaré a aullar, tú escucha... me encantaría que te vinieras conmigo durante uno de esos paseos nocturnos, iríamos a aullarle a Sherezade la memoriosa:-)

Anónimo dijo...

Muy, muy bello el poema. Es de los que más me han gustado desde que te leo.
Da miedo andar de noche por tu páramo de lobos y soledades. Y me ha encantado eso de ¿No sabes que no viven las flores que no mueren?

Un saludo del cuasi-desconectado.

Olga Bernad dijo...

Black, otro con problemas de conexión, o más bien lo tuyo es ya directamente desconexión... a ver si lo solucionas pronto.
Te he echado de menos, pero te guardo el sitio.
A buenas horas tienes miedo de andar por mi noctámbulo "páramo de lobos y soledades" (qué bonito).
Un beso desde el trabajo, hablando de páramos, lobos y soledades...

Carlos dijo...

"...¿No sabes que no viven las flores que no mueren?..."

Pero nunca mueren las flores que han vivido.

Bravo.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, LoKy. Me alegro de volver a verte por aquí.

Víctor González dijo...

Comparto con Antonio Azuaga el criterio sobre u crecimiento inmenso.
Beso

Olga Bernad dijo...

Querido Víctor, ¿por dónde andabas tú? Estos lobos no me traen más que alegrías.
Gracias y un beso.

Julio Castelló dijo...

El bufón inclinó su cabeza ofreció su cuello a la cuchilla pálida y en cada verso recto reflejo de su sangre descubrió un manantial. En cada uno.
Lo he impreso y lo devoraré despacio.
(Y yo creía que prefería tus prosas... Eres una permanente caja de sorpresas.)

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Julio. Me emociona y todo pensar que está en papel y te lo estás leyendo, de verdad.
A mí también me parecía que preferías mis prosas. Yo me siento más cómoda, llevo escribiéndolas desde pequeña. Darme permiso para escribir poemas me ha costado mucho, y enseñarlos me pone como un flan:-)