miércoles, 12 de noviembre de 2008

Algunos cisnes negros


No voy a hablarles de esos hermosos animales descubiertos en 1.697 por el explorador holandés Willen de Vlamingh, para desconcierto de los maestros europeos que, antes de esa fecha, enseñaban a sus alumnos que todos los cisnes eran blancos, no. Tengamos la fauna en paz, y dejemos a cada cual con su tranquilizador libro de texto bajo el brazo, repitiéndolo año tras año para volver a empezar, consiguiendo que el tiempo fluya mientras algo permanece, aunque sea el error. Tampoco voy a hablarles de Heráclito, no me atrevo.

Resulta que un cisne negro es algo que pasa, algo que nunca podríamos haber previsto y cuyos resultados tampoco podemos calcular. Un hecho matemáticamente improbable, impredecible desde el pasado y de consecuencias imprevisibles para el futuro. Una cosa rara. Su naturaleza viene definida por la manía que tiene de ocurrir. Los cisnes negros ocurren.

Se nos plantan delante de las narices con esa chulería de hecho consumado, mareando nuestra incertidumbre, haciéndole un desplante al concepto de probabilidad. Tienen esa pinta de Peter Pan encantador y canalla, infantil e inaprensible; ese gesto de piernas abiertas clavadas sobre un suelo que es real en alguna parte negada a nuestra ciega y limitada manera de mirar; esos brazos en jarras como de jotera dispuesta a cantar al viento su jota de los incrédulos, deliciosa, irreverente, implacable. Rara.

A toro pasado, cuando ya han ocurrido, hordas de analistas y críticos intentan explicarlos, aplaudirlos, destruirlos, pero sólo encuentran su propia estulticia como arma arrojadiza porque un cisne negro es siempre incontestable.

Si el muchacho que se inventó el Linux hubiese querido competir con Microsoft, se lo hubieran comido sonriendo tranquilamente. Pero se le ocurrió la inaudita idea de enviar un correo masivo que decía: “Hola, muy buenas. Tengo un sistema operativo nuevo y te lo dejo”. Algo así, completamente absurdo. Linux es un hermosísimo cisne negro, pero también los hay de otro tipo. El 11 de septiembre no es sólo una fecha en el calendario, es un enorme y terrible cisne negro desplegando sus majestuosas alas delante del sol y proyectando una sombra inquietante sobre el mundo.

Hay quien considera a Nassib Nicholas Taleb (padre de la criatura “El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable” y de su precursor “Engañados por el azar”) un genio, y quien lo considera un perfecto idiota. Yo no sé cuál es la verdad y no me importa. Sé que los cisnes negros existen, que nunca los veremos venir, que seguirán pasando y que sólo una cosa es condición sine qua non para que ocurran: que alguien, en algún momento y en algún lugar, se atreva a pensarlos.

Juegan con nuestro concepto de esperanza, esa Pandora griega de fama tan incierta, también con nuestro miedo; se mueven tranquilamente sobre los lagos intelectuales del devenir. Los inexistentes dioses de la antigüedad no sabían verlos; el nuestro se mantiene al margen pensando, digo yo, que la joya del libre albedrío no puede salirnos gratis.

Yo estoy fascinada por esa figura. Le rindo tributo como puedo, siempre humildemente: he escrito esto sin haberme leído el libro y sin tener ninguna intención de hacerlo. No me interesa.

No pierdan la esperanza ni vivan tranquilos. Verán al cisne negro cuando el aire de sus alas les acaricie el rostro.

Olga Bernad

39 comentarios:

Juan Manuel Macías dijo...

Qué maravilla. Me parece una metáfora inmensa, esos cisnes... No hay nada como los colores imprevistos. Frente a esa imagen del mundo como una música predecible de ruedas y engranajes perfectamente afinados, la irrupción del desorden como para justificar un orden más misterioso. Un orden que incluya a lo raro, frente a las mesuradas reiteraciones decimonónicas. Supongo que la poesía también es un cisne negro, ¿no? Como el sonido del mar, que siempre introduce algo nuevo, una variación de músico improvisador. Ésos son los hexámetros de Homero, o la luna de rosados dedos de Safo. O este poema de increíble (pero cierta) prosa. Has hecho muy bien, Olga, en no leer el libro de ese señor, ni falta que hace. Besos (desde un ordenador con Linux :-)

Olga Bernad dijo...

Me gusta la poesía como cisne negro y sin mayúsculas, y las raras variaciones del sonido del mar, seguramente tan matemáticas como las de un mar de pega metido en los acuarios de los niños, pero siguiendo unas fórmulas mucho más difíciles de imitar. Lo especial no implica un desorden, sino una puesta en pie o un fogonazo, la rara claridad insensata que nos muestra otro orden que no acertábamos a ver, pero que estaba ahí formando parte de un puzzle prodigioso. Los hexámetros de Homero, Juan Manuel, o la luna de rosados dedos de Safo… me alegro de haber escrito la entrada sólo por recibir este comentario.
Y yo también me voy a pasar a Linux, en cuanto sepa cómo:-)
Besos, Juan Manuel, muchas gracias.

enrique dijo...

Así es, una magnífica metáfora.
Abrazos y admiración desde la tiranía de microsoft.

Olga Bernad dijo...

Enrique. Como fiel lectora de tu blog que ya soy, sé que ahora tienes poco tiempo para Internet y te agradezco que ocupes parte de él leyéndome. Un comentario con tu admiración se agradece muchísimo, también desde microsoft:-)
Abrazos.

s dijo...

Me sumo a los aplausos. Preciosa prosa y magnífica y delicada metáfora.

Un saludo.

Olga Bernad dijo...

Pues muchas gracias, Sergio. Me encanta que lo nuevos lectores también se vayan convirtiendo en habituales, me alegra mucho que tengan ganas de repetir... y me estoy acostumbrando a tu generosidad:-)
Un saludo.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Hermosa forma de hacernos esperar el aleteo cercano de esta "rara avis". Me sumo a la admiración. Y aplaudo tu versatilidad en los temas y los enfoques.
Besos.

Olga Bernad dijo...

Ineficaz sería un solo enfoque si lo que quieres es escribir sobre lo que ves, lo que hay alrededor y lo que piensas sobre ello... "che per molto variar natura è bella". Algo así.
No me gustan los pensamientos únicos ni aunque se coleccionen y parezcan varios.
Tú me ayudas a mirar mejor, Antonio.
Un beso.

Marta Fernández Olivera dijo...

Aparte de estos cisnes negros que comentas Olga, me gustaría destacar los cisnes negros de carne y hueso que nos maravillan destacando por encima de los demás sólo por el simple hecho de no ser igual que los demás, esos cisnes que calan en nuestras vidas, esa gente "rara", que sólo es diferente y especial. Gracias por otra magnifica reflexion.
Besicos

carmen jiménez dijo...

Me gusta leer cada entrada tuya y disfrutar de tu prosa y de tu poesía, de tu pensamiento que se queda siempre revoloteando en el mío.
Sólo puedo darte las gracias. Mi admiración.
Un saludo

Manuel Arribas dijo...

La vida es así. Aunque vemos en color predominan los cisnes blancos y negros.

Olga Bernad dijo...

Yo creo que el cisne negro es una figura sugerente hasta más no poder. La apliques a lo que la apliques, lleva consigo un aire de distinción y singularidad. Nos atrapa con su rara belleza, sí. Cala. Me gusta esa expresión.
Muchas gracias a ti por venir, Marta.
Besicos.

Olga Bernad dijo...

Yo no sé a veces qué decir, Carmen, de verdad que no es un tópico. Muchas veces no sé qué contestar.
Sólo puedo agradecerte tus palabras y tu admiración.
Un saludo.

Olga Bernad dijo...

¡Manuel, bienvenido!
Tú sí que sabes de color:-)
Pero predominar, predominar, en este caso predominan los blancos. Los cisnes negros son muy raros. Y muy bellos, pero también tienen un aura terrible. Sugerentes y un poco incomprensibles, misteriosos.

Anónimo dijo...

Acabo de descubrir tu blog, no sé cómo, pero así debe ser como se siente uno al descubrir un cisne negro de los que hablas.

Fichada quedas. Y me voy a convertir en un incondicional.

Besos.

Anónimo dijo...

Mira por donde, yo firmo como “blackbird”, literalmente pájaro negro, pero que suele referirse concretamente al mirlo (los anglófonos son más simples nombrando las cosas), pero un mirlo corriente.
Ya quisiera yo ser un mirlo blanco o un cisne negro... improbable, pero original y distinto.

Blackbird singing in the dead of night
Take these broken wings and learn to fly
All your life
You were only waiting for this moment to arise
Lennon-McCartney

Anónimo dijo...

Gracias por pasar por mi blog.
Ya veo que lo tuyo es otro arte “la escritura”

Saludos.

Olga Bernad dijo...

Spender... ¿De dónde sales tú? ¿Dónde me habrás visto?
Qué curioso es esto de Internet.
Me pasaré por tu blog para conocerte también.
Muchas gracias, me alegro de que te guste.

Olga Bernad dijo...

Black, tú eres esa extraña cosa que se llama amigo. Algo seriamente especial.
Ya echaba de menos que me mecieses con una de tus melodías. "...only waiting for this moment to arrive".

Kisses, my friend.
Thank you kindly.

Olga Bernad dijo...

Aritz, tengo que ver el mar aunque sea en pintura.-) y me encantan los blogs de fotografía. Una vez escribí un cuento sobre Zumaia y el mar en invierno, y tal vez por eso tu entrada me ha tocado especialmente.
Tus fotos son preciosas.
Gracias por la visita y bienvenido.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Como siempre Olga haces pensar...para mi un cisne negro puede ser algo bueno y algo malo.¿Existe algo solamente bueno o solamente malo?...porque a veces de lo malo tambien se aprende....y lo bueno no esconde tambien alguna maldad....Voy a seguir pensando en este magnifico texto...Y jolin Olga algun dia leyendo tu prosa y tu poesia me llegara la mandibula al teclado de lo sorprendida que me dejas siempre.

Olga Bernad dijo...

Un cisne negro puede ser cualquier cosa, pero es sorprendente e inesperado, de alguna manera destroza los paisajes conocidos. Enseña.
Qué expresiva y qué graciosa, Tere.
Yo me he puesto muy seria con tu foto de Belchite. No sé si Belchite fue un terrible cisne negro, pero es ya un símbolo del horror y la verdad. Una verdadera ruina en pie, mostrándose.

Juan Manuel Macías dijo...

Bravo por ese Keats, Olga (que sabes muy bien quién es :-). Sencillo y bello como el núcleo de Linux. Ah, Keats y vos, poetas de palabras escogidas sabiamente. Para qué añadir más. Besos (desde Linux otra vez).

Olga Bernad dijo...

No estaba segura, tengo un bello concierto de campanas y versos que suenan cuando deben (y hasta cuando no deben) pero sin mucha etiqueta. Tampoco los recuerdo con exactitud,va, los busco:-)
Ahora me acuerdo del corazón, hoplita ajusticiado...
Besos de nuevo, Juan Manuel. Y gracias.

Olga Bernad dijo...

Lo prometido:

"Beauty is truth, truth beauty,—that is all
Ye know on earth, and all ye need to know."

John Keats (1795–1821) Ode on a Grecian Urn

Palabras escogidas sabiamente, sí.

fa mayor dijo...

Qué maravilla de entrada, Betty.
Te leo siempre, ya lo sabes.
Y al hacerlo esta vez, los cisnes negros me parecen aún mas hermosos...
o no había reparado en ello...
o se me había olvidado...
Un saludo cordial.

Olga Bernad dijo...

Muchas gracias, Manoli. Yo también te leo siempre. Fuiste la primera en acudir a este blog, no sé de dónde, y espero que no te vayas.
No podemos reparar en ellos;de lo contrario, no serían cisnes negros, serían otra cosa. Pero sabemos que están por ahí, dispuestos a venir.
No sé si es más esperanzador que inquietante o al revés.
Buen día, guapa.

camaradeniebla dijo...

es precioso.He puesto dos poemas más de Hass que van más alla de lo juguetón.
besooooss

Olga Bernad dijo...

Gracias, Ana.
Estoy con Hass. Si hay que ir, se va:-) Instalarse en lo juguetón es para pusilánimes.
Besos también para ti.

Paco dijo...

excelente... lo importante de todo es el dia a dia... la vida en si.

Anónimo dijo...

Este blog está lleno de cisnes negros, o quizás es un gran cisne negro al que le vas dando vida cada vez que escribes. Ojalá todos fuesen así y no enormes y terribles como los que suelen irrumpir en nuestras vidas cortándonos la respiración. Preciosa la entrada, como siempre. Es una pena lo que se pierden los que todavía no te conocen. Muchos besos y buen fin de semana.

Olga Bernad dijo...

La vida es lo que hay, Paco. Es todo lo que hay. A veces gusta señalar con el dedo una rareza y hablar un poco sobre ella, con todo el que quiera. Gracias por querer.

Olga Bernad dijo...

Iseo, este blog muestra lo mejor que sé hacer. Si no es mejor, es porque no sé. Sólo quiero jugar a eso. Es la única vía que tengo para escribir y le tengo cariño a la criatura. Me gusta: no obliga a nadie y te deja ver a otros.
Me ha traído cosas muy agradables, pero no me gusta todo lo que he visto, como bien sabes. Patito feo o cisne, crece cuando tú vienes.
Lo leerás ya el lunes, porque hoy no he podido acercarme en todo el día por aquí y ya habrás salido.
Buen lunes, guapa.

Anónimo dijo...

Olga, gracias por tu visita y tu comentario. No tienes por qué agradecer lo del enlace, es mi manera de tener todos los blogs que me gustan ordenados y visitarlos frecuentemente. Aprobé tu comentario y a partir de ahora saldrán sin que tenga que hacerlo (es por eso que borré el duplicado, gracias por la insistencia).
Y sigue escribiendo, eres pura inspiración.

Besos!

Olga Bernad dijo...

Me gusta acercarme a conocer a todo el que se ha molestado en leer lo que he escrito y ha tenido a bien decirme algo. Además, es verdad: todos somos de los débiles:-)
Ay, Spender, el duplicado no es insistencia sino error, tengo mil problemas para enviar comentarios, me funciona fatal esto.
Un día me cuentas cómo llegaste aquí, yo no te había visto en ninguna parte.
Procuraré seguir y me encantará que vuelvas:-)

Julio Castelló dijo...

Un cisne negro... Yo nací con uno a los pies de la cama, en la alcoba de mi madre. Mi padre lo pintó en un enorme lienzo que ocupaba toda la pared en un lazo (nunca supimos si de amor o de batalla o sencillamente de juego) con otro cisne, pero blanco. Infiero que, según esto, lo raro se incrustó en mi infancia como un rasgo indistinto de lo estrictamente 'normal'. Así lo vivo hoy. ¡Qué cosas...!

Olga Bernad dijo...

Pues vivir lo raro con normalidad es muy difícil, tal vez ese cisne negro junto al blanco fue un símbolo para tu pequeña conciencia, e hizo un buen trabajo. Es bueno saber desde el principio que están ahí, o que pueden estar. Y son bellísimos.
Saludos, Julio, veo que has solucionado tus problemas de conexión. Me alegro mucho.

NINGUNO dijo...

No veas lo que destacan los cisnes negros sobre el estanque helado de la realidad.
Un abrazo
Mariano Ibeas

Olga Bernad dijo...

Y tanto. Me gusta pensar en ellos ahora, cuatro años después, cuando van a dar título precisamente al libro que recogerá una selección de las prosas de este blog. Qué cosas. Quién me lo iba a decir la mañana que escribí este texto;-) http://cariciasperplejas.blogspot.com.es/2013/10/nuevo-libro.html

Un fuerte abrazo, Mariano.